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reporteindigo.comEl auto insulto
Ramón Alberto Garza
La carta dirigida por el virtual presidente electo López
Obrador al presidente norteamericano Donald Trump, es un escrito que ha
provocado y seguirá produciendo todo tipo de reacciones a lo largo del
tiempo.
Naturalmente, el último párrafo, ese en el que se comparan o se unifican es algo que solamente una transición psicológica puede explicar.
Uno se puede parecer o encontrar similitudes con cualquiera menos con Trump. Sobre todo cuando ahí hay diferencias ideológicas que separan a los dos presidentes.
Lo cierto es que Trump no nos quiere y sigue sin querernos. Lo que ha hecho es aprovechar muy bien la carta y el mensaje.
Es curioso, Trump se ha convertido no solamente en un elemento malo para el país –y en mi opinión también para el suyo– sino en un elemento tóxico para la política mexicana.
La carta elogia, aplaude y habla de su futuro colega López Obrador, diciéndole que el pueblo de México tiene mucha confianza en él.
Y aquí, mientras tanto vemos como poco a poco la luna de miel se convierte en luna de hiel. No es que se esté acabando sino que empieza a parecer algo que hasta este momento no había existido desde el primero de julio, que eran las cuentas y el dolor pendiente. En definitiva: la revancha.
Que nadie se equivoque, si Trump nos da el Tratado de Libre Comercio a finales de agosto considerará que así nos debilita, más que otra cosa
En mi opinión, no es posible cometer la ingenuidad y el insulto, en este caso un auto insulto de López Obrador, de compararse con el presidente norteamericano.
Pero lo que sí es verdad es que de cualquier manera una vez más ha conseguido romper los equilibrios, ensuciar y embarrar lo que significa nuestro desarrollo político.
Mientras tanto, los calendarios siguen sus cursos, se continúan designando las nuevas autoridades, y lo que es muy importante, se comienza a definir más allá de las intenciones y de los buenos deseos.
En definitiva, la política no solamente está ahora en manos del que llega y de los que se van. Sino que, una vez más, también está en posesión de ese enemigo incomodo y que no nos quiere más llamado Donald Trump.
En cualquier caso, no sólo tendremos que esperar la traducción práctica de lo que los buenos deseos expresados por Trump quieren decir para nosotros. Pero también tendremos que esperar a cómo podremos vivir con alguien así dándole el voto de confianza que él nos ha negado desde el primer momento.
Naturalmente, el último párrafo, ese en el que se comparan o se unifican es algo que solamente una transición psicológica puede explicar.
Uno se puede parecer o encontrar similitudes con cualquiera menos con Trump. Sobre todo cuando ahí hay diferencias ideológicas que separan a los dos presidentes.
Lo cierto es que Trump no nos quiere y sigue sin querernos. Lo que ha hecho es aprovechar muy bien la carta y el mensaje.
Es curioso, Trump se ha convertido no solamente en un elemento malo para el país –y en mi opinión también para el suyo– sino en un elemento tóxico para la política mexicana.
La carta elogia, aplaude y habla de su futuro colega López Obrador, diciéndole que el pueblo de México tiene mucha confianza en él.
Y aquí, mientras tanto vemos como poco a poco la luna de miel se convierte en luna de hiel. No es que se esté acabando sino que empieza a parecer algo que hasta este momento no había existido desde el primero de julio, que eran las cuentas y el dolor pendiente. En definitiva: la revancha.
Que nadie se equivoque, si Trump nos da el Tratado de Libre Comercio a finales de agosto considerará que así nos debilita, más que otra cosa
En mi opinión, no es posible cometer la ingenuidad y el insulto, en este caso un auto insulto de López Obrador, de compararse con el presidente norteamericano.
Pero lo que sí es verdad es que de cualquier manera una vez más ha conseguido romper los equilibrios, ensuciar y embarrar lo que significa nuestro desarrollo político.
Mientras tanto, los calendarios siguen sus cursos, se continúan designando las nuevas autoridades, y lo que es muy importante, se comienza a definir más allá de las intenciones y de los buenos deseos.
En definitiva, la política no solamente está ahora en manos del que llega y de los que se van. Sino que, una vez más, también está en posesión de ese enemigo incomodo y que no nos quiere más llamado Donald Trump.
En cualquier caso, no sólo tendremos que esperar la traducción práctica de lo que los buenos deseos expresados por Trump quieren decir para nosotros. Pero también tendremos que esperar a cómo podremos vivir con alguien así dándole el voto de confianza que él nos ha negado desde el primer momento.
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