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contralinea.com.mxLa OTAN y la agresión global contra Venezuela
Autor:
Prensa Latina
Caracas, Venezuela. Estados Unidos trata de globalizar la
agresión contra Venezuela, luego de tantos fracasos para destruir a la
Revolución Bolivariana.
En ese escenario entra a jugar la próxima gira a América Latina del vicepresidente estadunidense, Mike Pence, quien se dispone a visitar Brasil y Ecuador a fines de junio, su tercer periplo por la región desde que asumió el cargo.
Como complemento de nuevos planes en ese ajedrez está el ingreso de Colombia a la Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN), lo que supone su subordinación a una fuerza militar colonialista extraterritorial, manifestó recientemente el analista venezolano Gustavo Márquez.
También está la admisión de Bogotá en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), un organismo de colaboración internacional integrado por 37 estados, la mayoría de ellos europeos, miembros de la OTAN.
Llamativa la llegada de los colombianos a la OCDE, ya que ese foro es conocido como el “club de los países ricos”, atendiendo a que sus miembros en 2017 representaban el 70 por ciento del mercado mundial y el 80 por ciento del producto nacional bruto (PNB) en el orbe, algo que no se corresponde con los “números legales” de Bogotá.
El articulista venezolano Carlos E Lippo manifiesta al respecto que, antes que los llamados “cafeteros”, sólo “dos países latinoamericanos estaban: Chile, por su conocido vínculo ante los designios del imperio y México, reconocido por la ONU en el Informe Mundial sobre Drogas 2017 como el tercer productor/exportador mundial de heroína”.
Observa Lippo que “pese a los derechos inherentes a cada estado de sumarse a mecanismos internacionales que más les convengan a sus intereses, cabe señalar que a quienes ocupan el Palacio de Nariño les estaba negado asociarse con una potencia nuclear, como signatario que son de varios acuerdos”.
Al respecto cita el Tratado de Tlatelolco, un pacto internacional suscrito por todos los países americanos, con la excepción de Estados Unidos y Canadá, y que establece la desnuclearización de América Latina y el Caribe.
Asimismo, precisa, ese país firmó la Declaración de La Habana, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que proclama la región como Zona de Paz.
También la Declaración de Suramérica como Zona de Paz y las Medidas de Fomento de la Confianza y Seguridad y sus Procedimientos, aprobados en el marco del Consejo de Defensa de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Esto sin contar, añade, que los colombianos cuando aprobaron el establecimiento de las bases militares estadounidenses en su territorio en 2009 y por ende también de la OTAN, ya violaban acuerdos que habían reconocido.
La entrada de Colombia a la OCDE se “justifica” y habría que decir que como primer productor/exportador mundial de cocaína tiene también sobrados méritos para pertenecer a ese foro, el cual se aprovecha de la llamada “economía criminal” en el ámbito capitalista mundial, indica el estudioso venezolano.
Hace muchos años el bloque otanista dejó de tener un carácter regional-defensivo para asumir un carácter global-ofensivo, en sintonía con la estrategia de dominación planetaria estadunidense, en la que Bogotá parece destinada a servir de puente para intervenciones en América Latina, plantea también Márquez, ministro durante el gobierno de Hugo Chávez.
Ser estado parte de esa organización –acentúa– supone subordinación al comando estratégico operacional de una fuerza militar y adherirse a sus planes de guerra e intervenciones extranjeras “humanitarias”, el mismo coctel que parece ofrecerá Pence en su corta gira por Latinoamérica.
Todo hace suponer que la oligarquía colombiana logró hacer de su país la plataforma militar de la OTAN en Suramérica, hiriendo gravemente a la Unasur y la Celac, estiman analistas.
Colombia dispone de siete bases de Estados Unidos listas para activar la “intervención humanitaria” a Venezuela, prometida por Donald Trump.
Ya en 2010 el líder de la Revolución bolivariana, Hugo Chávez, advertía sobre la amenaza imperial en ciernes contra Venezuela desde Colombia: “la Colombia hermana convertida en el Israel de la América del Sur”, alertaba.
Llama la atención en ese maridaje de Colombia con la OTAN que sus fuerzas armadas ocupan hoy el primer lugar en gastos de armamentos en América Latina, algo así como para estar en consonancia con su nuevo papel.
La OTAN tiene en estos momentos la maquinaria de guerra más costosa del planeta, ya que el gasto militar combinado de todos sus miembros supera el 76 por ciento de dicho renglón mundial, todo ello bajo la supervisión del Pentágono y el complejo militar industrial estadounidense, los mayores mercaderes de armas.
Sobre el tema de Bogotá, el presidente de Bolivia, Evo Morales, criticó su incorporación al bloque bélico y la tildó como “una agresión militar a toda América Latina”, pues en su opinión del 13 de junio, esa membrecía representa “un control militar desde Colombia a toda América Latina”.
Citado por Rusia Today, Morales puntualizó que “soluciones bajo balas, bajo intervenciones, bajo invasiones, no son ninguna solución”, algo de lo que se quiere imponer a Venezuela, según denuncias, bajo el elástico argumento de la ayuda humanitaria.
Luis Beatón/Prensa Latina
En ese escenario entra a jugar la próxima gira a América Latina del vicepresidente estadunidense, Mike Pence, quien se dispone a visitar Brasil y Ecuador a fines de junio, su tercer periplo por la región desde que asumió el cargo.
Como complemento de nuevos planes en ese ajedrez está el ingreso de Colombia a la Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN), lo que supone su subordinación a una fuerza militar colonialista extraterritorial, manifestó recientemente el analista venezolano Gustavo Márquez.
También está la admisión de Bogotá en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), un organismo de colaboración internacional integrado por 37 estados, la mayoría de ellos europeos, miembros de la OTAN.
Llamativa la llegada de los colombianos a la OCDE, ya que ese foro es conocido como el “club de los países ricos”, atendiendo a que sus miembros en 2017 representaban el 70 por ciento del mercado mundial y el 80 por ciento del producto nacional bruto (PNB) en el orbe, algo que no se corresponde con los “números legales” de Bogotá.
El articulista venezolano Carlos E Lippo manifiesta al respecto que, antes que los llamados “cafeteros”, sólo “dos países latinoamericanos estaban: Chile, por su conocido vínculo ante los designios del imperio y México, reconocido por la ONU en el Informe Mundial sobre Drogas 2017 como el tercer productor/exportador mundial de heroína”.
Observa Lippo que “pese a los derechos inherentes a cada estado de sumarse a mecanismos internacionales que más les convengan a sus intereses, cabe señalar que a quienes ocupan el Palacio de Nariño les estaba negado asociarse con una potencia nuclear, como signatario que son de varios acuerdos”.
Al respecto cita el Tratado de Tlatelolco, un pacto internacional suscrito por todos los países americanos, con la excepción de Estados Unidos y Canadá, y que establece la desnuclearización de América Latina y el Caribe.
Asimismo, precisa, ese país firmó la Declaración de La Habana, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que proclama la región como Zona de Paz.
También la Declaración de Suramérica como Zona de Paz y las Medidas de Fomento de la Confianza y Seguridad y sus Procedimientos, aprobados en el marco del Consejo de Defensa de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Esto sin contar, añade, que los colombianos cuando aprobaron el establecimiento de las bases militares estadounidenses en su territorio en 2009 y por ende también de la OTAN, ya violaban acuerdos que habían reconocido.
La entrada de Colombia a la OCDE se “justifica” y habría que decir que como primer productor/exportador mundial de cocaína tiene también sobrados méritos para pertenecer a ese foro, el cual se aprovecha de la llamada “economía criminal” en el ámbito capitalista mundial, indica el estudioso venezolano.
Hace muchos años el bloque otanista dejó de tener un carácter regional-defensivo para asumir un carácter global-ofensivo, en sintonía con la estrategia de dominación planetaria estadunidense, en la que Bogotá parece destinada a servir de puente para intervenciones en América Latina, plantea también Márquez, ministro durante el gobierno de Hugo Chávez.
Ser estado parte de esa organización –acentúa– supone subordinación al comando estratégico operacional de una fuerza militar y adherirse a sus planes de guerra e intervenciones extranjeras “humanitarias”, el mismo coctel que parece ofrecerá Pence en su corta gira por Latinoamérica.
Todo hace suponer que la oligarquía colombiana logró hacer de su país la plataforma militar de la OTAN en Suramérica, hiriendo gravemente a la Unasur y la Celac, estiman analistas.
Colombia dispone de siete bases de Estados Unidos listas para activar la “intervención humanitaria” a Venezuela, prometida por Donald Trump.
Ya en 2010 el líder de la Revolución bolivariana, Hugo Chávez, advertía sobre la amenaza imperial en ciernes contra Venezuela desde Colombia: “la Colombia hermana convertida en el Israel de la América del Sur”, alertaba.
Llama la atención en ese maridaje de Colombia con la OTAN que sus fuerzas armadas ocupan hoy el primer lugar en gastos de armamentos en América Latina, algo así como para estar en consonancia con su nuevo papel.
La OTAN tiene en estos momentos la maquinaria de guerra más costosa del planeta, ya que el gasto militar combinado de todos sus miembros supera el 76 por ciento de dicho renglón mundial, todo ello bajo la supervisión del Pentágono y el complejo militar industrial estadounidense, los mayores mercaderes de armas.
Sobre el tema de Bogotá, el presidente de Bolivia, Evo Morales, criticó su incorporación al bloque bélico y la tildó como “una agresión militar a toda América Latina”, pues en su opinión del 13 de junio, esa membrecía representa “un control militar desde Colombia a toda América Latina”.
Citado por Rusia Today, Morales puntualizó que “soluciones bajo balas, bajo intervenciones, bajo invasiones, no son ninguna solución”, algo de lo que se quiere imponer a Venezuela, según denuncias, bajo el elástico argumento de la ayuda humanitaria.
Luis Beatón/Prensa Latina
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