Un
nuevo informe revela que Arabia Saudí desempeña un papel importante en
la detención y la tortura del líder musulmán nigeriano el sheij Ibrahim
al-Zakzaky.
Según un artículo publicado este jueves en la agencia de noticias persa Mehr, citando a distintos activistas e informes de grupos pro derechos humanos, los gobernantes de Al Saud han aumentado las presiones al Gobierno nigeriano para acabar con la vida del prominente clérigo chií en la cárcel.
De acuerdo con este informe, el sheij Al-Zakzaky y todas sus acciones han sido monitoreadas desde hace años por el servicio de inteligencia saudí, y los planes de su detención y tortura también han sido organizados desde Riad.
El reporte revela asimismo que el régimen saudí, en plena cooperación con los gobernantes nigerianos, ha lanzado recientemente una gran campaña para eliminar a los grupos chiíes que apoyan a Al-Zakzaky, especialmente, los del Movimiento Islámico de Nigeria (IMN, por sus siglas en inglés).
Por su parte, uno de los activistas ha indicado a Mehr que los Gobiernos de Nigeria, Estados Unidos y Arabia Saudí habían acordado anteriormente hacer todas las medidas necesarias para evitar la liberación del clérigo chií, detenido desde hace más de tres años.
Al-Zakzaky y su esposa fueron detenidos en diciembre de 2015, tras una violenta redada policial en su residencia, en la ciudad norteña de Zaria, en el estado de Kadun. Durante la brutal represión, apoyada por fuerzas saudíes, tres de sus hijos perdieron la vida, su esposa sufrió heridas graves y más de 300 de sus seguidores fueron asesinados.
El pasado domingo, el hijo de Al-Zakzaky advirtió sobre el deterioro de la salud de su padre, explicando que los médicos han encontrado altos niveles de plomo y cadmio en su sangre, por lo que resulta necesario que el clérigo de 66 años reciba atención médica urgente.
Durante los últimos días, miles de nigerianos volvieron a manifestarse para reclamar la liberación de Al-Zakzaky y declararon al presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, responsable de la detención ilegal y del envenenamiento del alto clérigo musulmán.
Las marchas, no obstante, se tornaron violentas después de que los agentes antidisturbios del país africano dispararan munición real contra los indignados manifestantes, dejando decenas de heridos entre ellos.
myd/ncl/msm/hnb
Según un artículo publicado este jueves en la agencia de noticias persa Mehr, citando a distintos activistas e informes de grupos pro derechos humanos, los gobernantes de Al Saud han aumentado las presiones al Gobierno nigeriano para acabar con la vida del prominente clérigo chií en la cárcel.
De acuerdo con este informe, el sheij Al-Zakzaky y todas sus acciones han sido monitoreadas desde hace años por el servicio de inteligencia saudí, y los planes de su detención y tortura también han sido organizados desde Riad.
El reporte revela asimismo que el régimen saudí, en plena cooperación con los gobernantes nigerianos, ha lanzado recientemente una gran campaña para eliminar a los grupos chiíes que apoyan a Al-Zakzaky, especialmente, los del Movimiento Islámico de Nigeria (IMN, por sus siglas en inglés).
Por su parte, uno de los activistas ha indicado a Mehr que los Gobiernos de Nigeria, Estados Unidos y Arabia Saudí habían acordado anteriormente hacer todas las medidas necesarias para evitar la liberación del clérigo chií, detenido desde hace más de tres años.
Al-Zakzaky y su esposa fueron detenidos en diciembre de 2015, tras una violenta redada policial en su residencia, en la ciudad norteña de Zaria, en el estado de Kadun. Durante la brutal represión, apoyada por fuerzas saudíes, tres de sus hijos perdieron la vida, su esposa sufrió heridas graves y más de 300 de sus seguidores fueron asesinados.
El pasado domingo, el hijo de Al-Zakzaky advirtió sobre el deterioro de la salud de su padre, explicando que los médicos han encontrado altos niveles de plomo y cadmio en su sangre, por lo que resulta necesario que el clérigo de 66 años reciba atención médica urgente.
Durante los últimos días, miles de nigerianos volvieron a manifestarse para reclamar la liberación de Al-Zakzaky y declararon al presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, responsable de la detención ilegal y del envenenamiento del alto clérigo musulmán.
Las marchas, no obstante, se tornaron violentas después de que los agentes antidisturbios del país africano dispararan munición real contra los indignados manifestantes, dejando decenas de heridos entre ellos.
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