Juegos de mesa
Lástima que lo que está en
marcha no sea un juego. Y lástima que los estadounidenses no juegen al ajedrez
(con la única y notable excepción del genial Robert Fisher y Paul Morphy)
porque aprenderían no solo a pensar, sino a reflexionar cada movimiento.
JUEGOS DE MESA
Irán inventó el ajedrez, EEUU nada. Si hay un juego que le define es el
póquer, pero es de tradición francesa (por eso se juega con la baraja
francesa). Y aquí tenemos a dos contrincantes diferentes: unos tienen paciencia
y van moviendo sus peones y sus piezas, otros sólo van de farol y poniendo
dinero encima de la mesa con grandes apuestas (acompañado todo ello con la
pistola, o sea, la amenaza de matar al sucesor de Soleimani al frente del
Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica). Dinero y fuerza, eso es lo
único de lo que entienden los estadounidenses.
Lástima que lo que está en marcha no sea un juego. Y lástima que los
estadounidenses no juegen al ajedrez (con la única y notable excepción del
genial Robert Fisher y Paul Morphy) porque aprenderían no solo a pensar, sino a
reflexionar cada movimiento.
Hace un par de semanas os dije que Irán había comenzado a mover sus peones
y sus piezas tras el asesinato de Soleimani. Hoy ha hecho otro movimiento: una
multitud de iraquíes se ha manifestado para exigir al gobierno que ponga en
marcha el calendario para la retirada de las tropas de EEUU en ese país. La
manifestación de hoy no tiene desperdicio porque hay que interpretarla de dos
maneras: la primera, un claro rechazo de toda la población shií (chiíta) a
EEUU; la segunda, como un rechazo añadido a un gobierno que aún sigue mareando
la perdiz sobre si pone en marcha la resolución del parlamento (y el presidente
del país, un kurdo, se ha reunido con Trump en Davos). Incluso hay una tercera:
un aviso a navegantes de que no se van a aceptar maniobras que se están
poniendo en marcha desde los propios EEUU y los países del Golfo para crear una
región autónoma sunní (sunita) cuasi-independiente -similar a la del Kurdistán-
en Irak.
La manifestación ha sido grande, muy grande. Unos, muy entusiastas, dicen
que es la mayor desde 1920, una contra el colonialismo británico. Otros, que ha
sido imposible de medir en gente pero no en terreno: una riada de gente en 8 km
de extensión. Para que os hagáis una idea, Bagdad es una mega ciudad toda
recta, con grandes calles rectas y con una extensión en algunos lugares de 23
km. No es descabellado, por lo tanto, que se hable de que los manifestantes
cubrían una extensión de 8 km.
Su impulsor es un tipo que ha dado varios giros, Moqtada al-Sadr, que
siendo chiíta y habiendo estudiado en Qom, la ciudad santa shíi, que está en
Irán, estaba distanciado de este país pero que es profundamente nacionalista y
anti EEUU. Ya su milicia combatió a EEUU entre 2003 y 2008, la disolvió para
alejarse de la política y estudiar, volvió, se convirtió en el partido con
mayor número de escaños en el parlamento (en coalición con el Partido Comunista
iraquí) y ahora ha vuelto a resucitar a su milicia, el Ejército del Mahdi. Y
Al-Sadr ha establecido siete condiciones que son prácticamente inapelables: cierre
de todas las bases de EEUU, cierre de todas las oficinas de los contratistas,
cierre del espacio aéreo para aviones militares y de reconocimiento,
cancelación de todos los acuerdos de seguridad porque no cumplen con el derecho
internacional (como el ataque contra Soleimani), no menospreciar las deciciones
del parlamento (Trump ha dicho que EEUU no se va a ir), que otros países
(especialmente los de la OTAN, aunque también los árabes vasallos de EEUU) no
interfieran en las relaciones Irak-EEUU tras la votación del parlamento y, por
último, que si EEUU se niega a retirarse "será considerado un país
hostil". O sea, será atacado como ocupante y habrá "acciones activas
contra los invasores".
La manifestación de hoy tiene otro elemento añadido: si el parlamento
aceptó dar un año a EEUU para su retirada, ahora se está presionando para que
esa retirada sea inmediata.
De los siete puntos de Al-Sadr me voy a centrar solo en uno: la no
interferencia de otros países.
Aquí hay un país, Qatar, que se está convirtiendo en una especie de
correveidile de unos y otros. Si primero medió entre EEUU e Irán para que las
represalias iraníes fuesen comedidas ahora está mediando con los kurdos (o, al
menos con una facción de los kurdos, la de Barzani) para que no enreden en demasía.
Los kurdos, todos, decidieron no acudir a la sesión del parlamento que votó a
favor de la retirada de EEUU con la intención de que no hubiese quorum y esa
decisión no fuese válida jurídicamente. Porque hay otros kurdos que sí están
enredando. El presidente de Irak es otro kurdo, de la facción de Talabani, y se
acaba de reunir en Davos con Trump causando un gran revuelo en Irak. Y los
kurdos están jugando, otra vez, la baza de EEUU y su apoyo a un país
independiente. Eso es lo que Qatar está intentando apaciguar, aunque desde EEUU
y otros países árabes, como Arabia Saudita (e incluso Israel) se alienta cada
vez más esta posibilidad intentando evitar el despropósito de 2017 cuando en
respuesta al referéndum de independencia el ejército iraquí y las FMP derrotaron
a los kurdos (incluyendo un acuerdo con la facción de Barzani). El Kurdistán
iraquí se convierte en vital porque solo a través de él EEUU puede seguir
robando el petróleo sirio, por ejemplo, además de mantener allí sus bases si
finalmente es obligado a retirarse de Irak.
Porque si Irán está haciendo sus movimientos, también EEUU ha pedido más
cartas, y no solo la kurda. Mientras vulnera la legalidad nacional (de Irak) e
internacional (en todos los países) sin el menor asombro y con absoluto desparpajo
se acoge a la legalidad iraquí para impulsar la creación de un estado
semi-independiente sunita en la región de Anbar. Es una vieja idea, ya desde la
primera guerra del Golfo contra Saddam Hussein, la creación de tres zonas
étnicas en Irak: la kurda, la sunita y la chiíta. La primera se puso en marcha,
la segunda comenzó a tomar cuerpo en el 2007 durante la etapa más gloriosa del
llamado Estado Islámico. Pero el llamado Estado Islámico fue derrotado por las
Fuerzas de Movilización Popular (bajo la influencia de Soleimani) y ahora
vuelven a pensar en ello. Y resulta que tampoco los sunitas (en su gran
mayoría) acudieron a la votación del parlamento intentando también que no
hubise quorum.
Pero son los vasallos de EEUU quienes están actuando en su nombre.
Especialmente, los Emiratos Árabes Unidos. Ya ha habido reuniones en Dubai, la
capital de los Emiratos, para concretar este asunto argumentando que lo permite
la constitución iraquí, lo que es cierto. Pero aquí hay dos problemas: el
primero, que toda esa zona está prácticamente en ruinas, que no se ha
reconstruido después de la derrota del llamado Estado Islámico y que, además,
está bajo control de las FMP que son en su gran mayoría chiítas. Así que en
realidad lo que se está alentando es una guerra sectaria. Otra vez. Y para ello
volveremos a ver manifestaciones, aparentemente contra la corrupción pero que
tienen otro trasfondo. Son las fichas que EEUU pone encima de la mesa para
aumentar la apuesta.
Fuera de Irak, Líbano ya tiene gobierno después de tres meses y es muy
cercano a Hizbulá y más pro-iraní que el anterior (que no lo era). También aquí
los sunníes (sunitas) han decidido apartarse para facilitar la acusación de que
es un gobierno sectario. Pero aquí lo tienen más complicado porque en su inmensa
mayoría son cristianos y, además, hay en él 6 mujeres. Inédito en un país
árabe. Meses de protestas y presiones de EEUU, Arabia Saudita e Israel no han
surtido efecto. Por lo tanto, también aquí se volverá a las manifestaciones y a
la amenaza de boicot y sanciones a "un gobierno sometido a los
terroristas".
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