Utiliza AMLO juanitos para Morena
Fuente Excelsior.
El Peje ordenó a los tres aspirantes que tenían más votos, declinar a favor del nuevo Clarito.
Adrián Rueda
Una vez más Andrés Manuel López Obrador utilizó el método Iztapalapa para elegir, a través de juanitos, a Martí Batres como dirigente del Movimiento Regeneración Nacional, que el año próximo buscará obtener su registro como partido político.
Aunque el ex perredista no obtuvo la mayoría de votos ni cumplía, según Ricardo Monreal, con los requisitos para el cargo, pues no había dejado su curul en San Lázaro antes de inscribirse, El Peje ordenó a los tres aspirantes que tenían más votos que él, declinar a favor del nuevo Clarito Brugada, como ya le empiezan a llamar sus compañeros.
A decir de Monreal, él mismo había sido propuesto como dirigente nacional, pero como no pidió a tiempo licencia como diputado era inelegible, lo que no ocurrió con Batres, quien después de ser ungido tramitó una licencia fast-track en la Cámara de Diputados.
Con acciones como éstas, finalmente El Peje logró que los principales dirigentes de Morena sean un fantoche, una súbdita y un deshonesto, contrario a lo que el de Macuspana había prometido: que en su partido no aceptaría a ninguna lacra con esos vicios.
Si López Obrador advirtió que no aceptaría fantoches, ladrones, súbditos, nepotistas, holgazanes y otras lacras, ¿por qué entonces permitió que llegaran a la dirección un grupo de juanitos que no respetaron el voto de la mayoría de los consejeros de Morena?
No se entiende cómo es que Paco Ignacio Taibo, Claudia Sheinbaum y Octavio Romero Oropeza obtuvieran más votos para presidir el nuevo partido y al final declinaran por Clarito Batres, como ya lo llaman.
Para empezar, no se respetó el voto de los consejeros y, en segundo, si ninguno quería ganar o presidir Morena para qué se apuntan; lo que imperó fue la línea de El Peje, quien adora el sistema de juanitos.
A partir de hoy la agrupación es dirigida por un fantoche como Batres, quien siempre presumió tener el control del PRD en el DF, a través de Izquierda Social —hoy inexistente— y que hizo del nepotismo una práctica corriente al sacrificar a todos sus aliados en aras de que sus hermanas Valentina y Lenia Batres tuvieran cargos públicos o legislativos.
Y ni hablar de los señalamientos que funcionarios del GDF le hicieron como presunto responsable de haber alterado el padrón de ayuda a viejitos, pues mientras como secretario de Desarrollo Social reportaba que daba dinero a más de 800 mil, resultó que en el padrón apenas había la mitad. ¿Y dónde quedaba el resto del dinero?
La hoy secretaria general, Bertha Luján, entra en la categoría de súbdita y, como contralora de López Obrador en el GDF, ninguna denuncia de corrupción en contra del tabasqueño o sus súbditos —hubieron muchas— prosperó; no estaba ahí para investigar, sino para tapar las fechorías del Pejegabinete.
La chihuahuense es madre de la diputada Luisa María Alcalde, más conocida por prestar su imagen para un comercial de Morena y por las fotos que de sus exóticos viajes exhibe en Facebook, que por tener méritos para desplazar a viejos luchadores de izquierda.
En la posición de administrador de los dineros de Morena quedó el tabasqueño Romero Oropeza, otro que metió de diputada a su hija María Fernanda Romero, en claro nepotismo, pues la chica tampoco tiene gran trayectoria.
El nuevo administrador fue oficial mayor con El Peje, donde se hizo fama de ser el principal operador de sus finanzas e incluso le toleró algunos caprichitos menores, como el hecho de que camiones de la ex Ruta-100, maquinaria y luminarias propiedad del GDF, fueran enviados a municipios tabasqueños como Macuspana.
Este tabasqueño era de los que pasaban las tardes ejercitándose en el Sport City del Hilton Alameda, tenía a sus hijas en la misma escuela que los hijos de Felipe Calderón y acostumbraba regalar de cumpleaños vehículos, como Hummer, a su esposa.
Es también integrante del grupo de ex funcionarios pejistas que armaron al vapor dos empresas para obtener contratos por varias decenas de millones de pesos del gobierno de Marcelo Ebrard.
Este es el Estado Mayor del partido de El Peje.
2012-11-21 00:55:00
Aunque el ex perredista no obtuvo la mayoría de votos ni cumplía, según Ricardo Monreal, con los requisitos para el cargo, pues no había dejado su curul en San Lázaro antes de inscribirse, El Peje ordenó a los tres aspirantes que tenían más votos que él, declinar a favor del nuevo Clarito Brugada, como ya le empiezan a llamar sus compañeros.
A decir de Monreal, él mismo había sido propuesto como dirigente nacional, pero como no pidió a tiempo licencia como diputado era inelegible, lo que no ocurrió con Batres, quien después de ser ungido tramitó una licencia fast-track en la Cámara de Diputados.
Con acciones como éstas, finalmente El Peje logró que los principales dirigentes de Morena sean un fantoche, una súbdita y un deshonesto, contrario a lo que el de Macuspana había prometido: que en su partido no aceptaría a ninguna lacra con esos vicios.
Si López Obrador advirtió que no aceptaría fantoches, ladrones, súbditos, nepotistas, holgazanes y otras lacras, ¿por qué entonces permitió que llegaran a la dirección un grupo de juanitos que no respetaron el voto de la mayoría de los consejeros de Morena?
No se entiende cómo es que Paco Ignacio Taibo, Claudia Sheinbaum y Octavio Romero Oropeza obtuvieran más votos para presidir el nuevo partido y al final declinaran por Clarito Batres, como ya lo llaman.
Para empezar, no se respetó el voto de los consejeros y, en segundo, si ninguno quería ganar o presidir Morena para qué se apuntan; lo que imperó fue la línea de El Peje, quien adora el sistema de juanitos.
A partir de hoy la agrupación es dirigida por un fantoche como Batres, quien siempre presumió tener el control del PRD en el DF, a través de Izquierda Social —hoy inexistente— y que hizo del nepotismo una práctica corriente al sacrificar a todos sus aliados en aras de que sus hermanas Valentina y Lenia Batres tuvieran cargos públicos o legislativos.
Y ni hablar de los señalamientos que funcionarios del GDF le hicieron como presunto responsable de haber alterado el padrón de ayuda a viejitos, pues mientras como secretario de Desarrollo Social reportaba que daba dinero a más de 800 mil, resultó que en el padrón apenas había la mitad. ¿Y dónde quedaba el resto del dinero?
La hoy secretaria general, Bertha Luján, entra en la categoría de súbdita y, como contralora de López Obrador en el GDF, ninguna denuncia de corrupción en contra del tabasqueño o sus súbditos —hubieron muchas— prosperó; no estaba ahí para investigar, sino para tapar las fechorías del Pejegabinete.
La chihuahuense es madre de la diputada Luisa María Alcalde, más conocida por prestar su imagen para un comercial de Morena y por las fotos que de sus exóticos viajes exhibe en Facebook, que por tener méritos para desplazar a viejos luchadores de izquierda.
En la posición de administrador de los dineros de Morena quedó el tabasqueño Romero Oropeza, otro que metió de diputada a su hija María Fernanda Romero, en claro nepotismo, pues la chica tampoco tiene gran trayectoria.
El nuevo administrador fue oficial mayor con El Peje, donde se hizo fama de ser el principal operador de sus finanzas e incluso le toleró algunos caprichitos menores, como el hecho de que camiones de la ex Ruta-100, maquinaria y luminarias propiedad del GDF, fueran enviados a municipios tabasqueños como Macuspana.
Este tabasqueño era de los que pasaban las tardes ejercitándose en el Sport City del Hilton Alameda, tenía a sus hijas en la misma escuela que los hijos de Felipe Calderón y acostumbraba regalar de cumpleaños vehículos, como Hummer, a su esposa.
Es también integrante del grupo de ex funcionarios pejistas que armaron al vapor dos empresas para obtener contratos por varias decenas de millones de pesos del gobierno de Marcelo Ebrard.
Este es el Estado Mayor del partido de El Peje.
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