Pacto por México: ¿Demasiado bueno para ser verdadero?
Leo Zuckermann
Una de las lecciones más duras de las vida es aceptar el dicho inglés de “too good to be true”,
que traducido al español sería “demasiado bueno para ser verdadero”.
Todos lo hemos vivido de alguna forma. Cuando, por ejemplo, hablan a la
casa a anunciar que la familia se ha ganado un viaje a Cancún todo
pagado pero, para poder procesarlo, el “agraciado” tiene que depositar
dinero o dar su número de tarjeta. Conozco mucha gente, con grados
académicos altos, que han caído en esta trampa porque no siguieron el
consejo de too good to be true.
¿Cuánta gente ha perdido su dinero, por ejemplo, en supuestos negocios o ahorros financieros que prometen rendimientos ridículamente más altos de los que ofrece el mercado? Los engañan porque no entienden que las cosas ridículamente buenas no existen en la realidad.
Es lo que me pasa con el Pacto por México. A lo mejor soy un escéptico chocante pero me suena “demasiado bueno para ser verdadero”. ¿Cómo es posible que, después de 15 años de gobiernos divididos, de reyertas entre los partidos, de falta de acuerdos para sacar reformas de gran calado, de repente los tres partidos principales pacten una ambiciosa agenda de cambios?
Creo que pronto veremos si efectivamente es too good to be true cuando se implementen los 95 compromisos acordados. Porque una cosa es firmar buenas intenciones y otra es sacar las reformas en el Congreso. Ahí es donde nos daremos cuenta si se mantiene la alianza del gobierno priista con los panistas y perredistas.
El Pacto es un instrumento que firmaron el gobierno del PRI con dos grupos políticos: el que controla la dirigencia del PAN y el que domina la burocracia del PRD, es decir, las facciones lideradas por Gustavo Madero y Jesús Zambrano, respectivamente. La pregunta es si estos dirigentes nacionales podrán entregar los votos de los diputados y senadores de su partido.
Hay que reconocer que ya pasaron una reforma, nada menos que constitucional, que fue la educativa. Lo pudieron hacer porque enfrentaban a un enemigo común, rechazado por casi toda la clase política: el sindicato magisterial y su líder Elba Esther Gordillo. Van ahora por la reforma de telecomunicaciones que también los une frente a grupos de interés que desde hace tiempo traen entre ceja y ceja: las televisoras y la empresa dominante de telecomunicación.
Pero la prueba de fuego del Pacto será en reformas donde existan divergencias ideológicas, intereses partidistas diferentes y afectación de grupos más difusos. Por ejemplo: las reformas energética y fiscal. Aquí hay de dos sopas: o los tres partidos hacen unas reformitas en lo poco que se puedan poner de acuerdo, pero que no resolverán los problemas de fondo, o se rompe el consenso del Pacto para, entre el PRI y el PAN, sacar adelante reformas que realmente afecten intereses y reformen el statu quo. En ambos caso, el Pacto habría resultado too good to be true.
Ya hay información que nos habla de que la transición de lo firmado en el Pacto a lo que se discutirá en el Congreso no será nada tersa. De acuerdo con Francisco Garfias, el siempre bien informado columnista de Excélsior, Manlio Fabio Beltrones, líder del PRI en la Cámara de Diputados, sostuvo que “el artículo 27 de la Constitución no sería tocado en la proyectada reforma energética” para no “agitar fantasmas nacionalistas ni otorgarle municiones a la izquierda obradorcita”. Sin embargo, Juan Molinar Horcasitas, uno de los panistas del Consejo Rector del Pacto, inmediatamente lo desmintió: “La reforma constitucional no está descartada”. Y remató diciéndole a Garfias que Beltrones lo había engañado porque él no había estado “en las negociaciones”. Entonces, ¿a quién le creemos? ¿Al panista que negoció el Pacto o al priista que va a operar la reforma en la Cámara de Diputados? Lo dicho: too good to be true.
Un último punto que aviva mi escepticismo con respecto al Pacto: el Coordinador Ejecutivo del Consejo Rector es José Murat, un político que gobernó Oaxaca de manera autoritaria; que gastó carretadas de dinero de manera opaca; que tapizó su estado de propaganda al mejor estilo estalinista; que bautizó avenidas con su nombre; que fabricó un autoatentado para encubrir la muerte misteriosa de un policía de su escolta. Muchas dudas me concita el que un tipo así dirija los esfuerzos operativos de un Pacto supuestamente reformista.
Espero equivocarme pero yo, por lo pronto, pienso que el Pacto por México suena demasiado bien como para ser verdadero.
Twitter: @leozuckermann
2013-01-15 01:26:00
¿Cuánta gente ha perdido su dinero, por ejemplo, en supuestos negocios o ahorros financieros que prometen rendimientos ridículamente más altos de los que ofrece el mercado? Los engañan porque no entienden que las cosas ridículamente buenas no existen en la realidad.
Es lo que me pasa con el Pacto por México. A lo mejor soy un escéptico chocante pero me suena “demasiado bueno para ser verdadero”. ¿Cómo es posible que, después de 15 años de gobiernos divididos, de reyertas entre los partidos, de falta de acuerdos para sacar reformas de gran calado, de repente los tres partidos principales pacten una ambiciosa agenda de cambios?
Creo que pronto veremos si efectivamente es too good to be true cuando se implementen los 95 compromisos acordados. Porque una cosa es firmar buenas intenciones y otra es sacar las reformas en el Congreso. Ahí es donde nos daremos cuenta si se mantiene la alianza del gobierno priista con los panistas y perredistas.
El Pacto es un instrumento que firmaron el gobierno del PRI con dos grupos políticos: el que controla la dirigencia del PAN y el que domina la burocracia del PRD, es decir, las facciones lideradas por Gustavo Madero y Jesús Zambrano, respectivamente. La pregunta es si estos dirigentes nacionales podrán entregar los votos de los diputados y senadores de su partido.
Hay que reconocer que ya pasaron una reforma, nada menos que constitucional, que fue la educativa. Lo pudieron hacer porque enfrentaban a un enemigo común, rechazado por casi toda la clase política: el sindicato magisterial y su líder Elba Esther Gordillo. Van ahora por la reforma de telecomunicaciones que también los une frente a grupos de interés que desde hace tiempo traen entre ceja y ceja: las televisoras y la empresa dominante de telecomunicación.
Pero la prueba de fuego del Pacto será en reformas donde existan divergencias ideológicas, intereses partidistas diferentes y afectación de grupos más difusos. Por ejemplo: las reformas energética y fiscal. Aquí hay de dos sopas: o los tres partidos hacen unas reformitas en lo poco que se puedan poner de acuerdo, pero que no resolverán los problemas de fondo, o se rompe el consenso del Pacto para, entre el PRI y el PAN, sacar adelante reformas que realmente afecten intereses y reformen el statu quo. En ambos caso, el Pacto habría resultado too good to be true.
Ya hay información que nos habla de que la transición de lo firmado en el Pacto a lo que se discutirá en el Congreso no será nada tersa. De acuerdo con Francisco Garfias, el siempre bien informado columnista de Excélsior, Manlio Fabio Beltrones, líder del PRI en la Cámara de Diputados, sostuvo que “el artículo 27 de la Constitución no sería tocado en la proyectada reforma energética” para no “agitar fantasmas nacionalistas ni otorgarle municiones a la izquierda obradorcita”. Sin embargo, Juan Molinar Horcasitas, uno de los panistas del Consejo Rector del Pacto, inmediatamente lo desmintió: “La reforma constitucional no está descartada”. Y remató diciéndole a Garfias que Beltrones lo había engañado porque él no había estado “en las negociaciones”. Entonces, ¿a quién le creemos? ¿Al panista que negoció el Pacto o al priista que va a operar la reforma en la Cámara de Diputados? Lo dicho: too good to be true.
Un último punto que aviva mi escepticismo con respecto al Pacto: el Coordinador Ejecutivo del Consejo Rector es José Murat, un político que gobernó Oaxaca de manera autoritaria; que gastó carretadas de dinero de manera opaca; que tapizó su estado de propaganda al mejor estilo estalinista; que bautizó avenidas con su nombre; que fabricó un autoatentado para encubrir la muerte misteriosa de un policía de su escolta. Muchas dudas me concita el que un tipo así dirija los esfuerzos operativos de un Pacto supuestamente reformista.
Espero equivocarme pero yo, por lo pronto, pienso que el Pacto por México suena demasiado bien como para ser verdadero.
Twitter: @leozuckermann
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