¿El Estado vs Pemex? (Ronda Cero) |
2014-03-24 10:13:00 Visitas: 30 |
Fluvio Ruiz Alarcón, La Jornada
El conjunto de reglas para la
llamada Ronda Cero fueron establecidas en el artículo sexto transitorio
de la reforma energética. Dichas reglas son desafortunadas por varias
razones que mueven a reflexionar sobre la actitud del Estado para con su
operador petrolero.
En primer lugar, porque
establecieron un brevísimo plazo para que Pemex seleccionara y
justificara las áreas que busca retener en materia exploratoria. El
proceso de asignación podría ser concluido en tan sólo nueve meses,
cuando en otros países tomó dos o tres años hacerlo. Este lapso no
garantiza un proceso ordenado y pausado, con visión de largo plazo.
Tampoco una transición sin sobresaltos, de un modelo centrado en un
operador exclusivo de la Nación a otro en el que Pemex sería el operador
dominante, pero no único del sector. La Comisión Nacional de
Hidrocarburos, en la que descansa el peso técnico de las asignaciones,
difícilmente contará con los recursos para cumplir a cabalidad una
operación de gran envergadura y para la cual no fue diseñada. Pemex
mismo no habrá terminado de convertirse plenamente en empresa productiva
del Estado. El apresuramiento no es justificable, sobre todo a la vista
de los riesgos que se enfrentan.
Por otra parte, la reforma
deja en manos de la Secretaría de Energía la última palabra sobre las
áreas que conservará Petróleos Mexicanos. No se prevé ningún mecanismo,
recurso o instancia; que pudiera utilizar o a la cual recurrir Pemex, en
caso de inconformidad con la resolución de la Secretaría. Además, no
existe un mandato explícito para que en la legislación secundaria se
establezcan los objetivos, alcances y limitaciones del proceso de
reasignación de áreas. No hay ninguna mención a la metodología que
deberá utilizar Pemex para probar que cuenta con las capacidades
técnicas, financieras y de ejecución necesarias para explorar y extraer
los hidrocarburos de forma eficiente y competitiva en sus diferentes
asignaciones. Tampoco se aclara cómo será calculado el justo valor
económico para efecto de la indemnización que recibiría Pemex por las
inversiones ya realizadas en áreas que fueran revertidas al Estado.
En síntesis, se deja a Pemex
en estado de indefensión frente a las decisiones de la Secretaría de
Energía, cuyo juicio es inapelable. Es normal que la autoridad instruya y
el operador ejecute. Sin embargo, al tratarse de una autoridad con
funciones políticas, ésta toma sus decisiones en un contexto de posible
conflicto de intereses, confrontación ideológica y divergencias en torno
al significado del interés nacional; sobre todo si no se han analizado a
detalle las implicaciones del desplazamiento de Pemex.
En el plano fiscal, no se
trata sólo de abordar la cuestión presupuestal, sino también las
condiciones que aseguren la reproductibilidad, continuidad y
confiabilidad de los ingresos petroleros, en un marco de responsabilidad
social. No hemos conocido aún previsiones alrededor de las
implicaciones técnicas, económicas, sociales, ambientales y financieras;
de la salida de Pemex de ciertos campos, zonas y regiones petroleras.
Existen numerosos acuerdos, convenios y contratos con clientes,
suministradores de fondos, proveedores de bienes y servicios; que no se
pueden deshacer de la noche a la mañana.
La capacidad crediticia del
Estado mexicano y el pago oportuno de la deuda pública pende del hilo
del petróleo, el gas natural y los demás hidrocarburos que Pemex
produce. El petróleo alimenta a gobiernos estatales y municipales, a
programas sociales y de infraestructura. Ha sido muy difícil llegar a
los acuerdos y equilibrios que hoy existen entre la Federación, los
estados y municipios. A pesar de todo eso, se soslayan las capacidades,
habilidades y resultados obtenidos por nuestra paraestatal en los
últimos años; al punto de negarle la posibilidad de elegir a sus socios y
someterla a un proceso decidido por la autoridad regulatoria.
Quitarle a Pemex las áreas de
exploración donde ya disminuyó considerablemente el riesgo geológico,
con la finalidad de entregarlas a compañías privadas, sería un error
descomunal. Pemex debe seguir explorando y desarrollando, donde ya
realizó cuantiosas inversiones en adquisición, tratamiento e
interpretación de datos sísmicos, así como en perforación de pozos.
Asignar el área a otros operadores sería equivalente a transferir parte
de la renta petrolera. Así, por ejemplo, si Pemex ya descubrió petróleo
en el área de Perdido, lo correcto es que tenga la oportunidad de
desarrollar los yacimientos, ya sea solo o en alianza con socios de su
elección. A México no le conviene que Pemex quede constreñido a trabajar
en aguas someras y en los yacimientos del sureste. Esa idea de ponerle a
Pemex una especie de corralito refleja una clara falta de voluntad para
que se desarrolle y fortalezca en el futuro.
Lo que está en juego en la
Ronda Cero es de máxima importancia para México, por lo que el resultado
debe ser producto de una decisión de Estado y no sólo de gobierno. La
legislación secundaria debe acotar la discrecionalidad, diluir los
riesgos y brindar certidumbre sobre el apego del proceso al interés
nacional. Se deberá explicar, con la mayor claridad y precisión, a la
sociedad mexicana las razones que tuvieron los poderes públicos para
quitarle ciertas áreas a Pemex y dejarle otras; así como las ventajas y
desventajas de la decisión tomada. Es fundamental que impere la sensatez
para que la Ronda Cero no sea un proceso cuya única finalidad sea
quitarle áreas a Pemex para entregarlas al sector privado.
Más allá de prejuicios
ideológicos, políticos, institucionales o hasta personales; el momento
reclama la mayor altura de miras posible. Asumamos todos, plenamente,
nuestra responsabilidad.
|
"BIENVENIDOS AL BLOG MAS IMPORTANTE DE INVESTIGACIÓN Y RECOPILACIÓN DE NOTICIAS"
Una revista de estudio, recopilación e investigación de noticias que impactan realmente al mundo..
lunes, 24 de marzo de 2014
¿El Estado vs Pemex? (Ronda Cero)
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario