Obama se presenta como ejemplo del alcance de la Ley de Derechos Civiles |
2014-04-10 17:29:00 Visitas: 54 |
EVA SAIZ, El País
“Los blancos están en la cima
de la historia y los negros en las profundidades. El reto era que
blancos y negros estuvieran en el mismo nivel”. Con esas palabras,
pronunciadas un mes antes de morir en el campus de la universidad de
Texas, el expresidente Lyndon B. Johnson explicaba el eje sobre el que
quiso hacer pivotar la Ley de Derechos Civiles que él aprobó el 2 de
julio de 1964. 50 años más tarde, el actual presidente, Barack Obama, se
ha subido a ese mismo escenario, que Johnson pisara por última vez en
1972, para conmemorar una legislación que transformó a este país y de la
que él mismo se ha reconocido deudor. El mandatario ha defendido la
trascendencia de la ley y ha defendido, porniendo como ejemplo al
presidente número 36, la importancia del papel del Gobierno a la hora de
cambiar la sociedad.
“Como maestro de la política y
del proceso legislativo, supo emplear como pocos el poder del Gobierno
para traer cambios”, ha destacado el presidente. Obama ha glosado la
infancia sumida en la pobreza y la desigualdad de su predecesor para
explicar por qué Johnson sintió una empatía tan radical por el
movimiento a favor de los derechos civiles. “Pese al poder que recibió
al llegar al Despacho Oval, él nunca olvidó lo que significaba estar
marginado, él sabía que los aprietos que él padeció son los mismos que
otros estaban padeciendo ahí fuera…. Él empleó la presidencia para
hacerle la vida mejor a los ciudadanos, que es para lo que está”, ha
afirmado el presidente, parafraseando la respuesta que Johnson ofreció
cuando sus asesores trataron de disuadirle de que aprobara la Ley de
Derechos Civiles.
Como primer presidente negro, Obama ha elogiado la perseverancia de Johnson para aprobar no sólo esa ley, sino el resto de legislación progresista que caracterizó su mandato, como la Ley del Derecho al Voto, los programas Medicaid y Medicare -que garantizan la cobertura sanitaria a los jubilados y a los ciudadanos con pocos recursos-, o una reforma migratoria, unas medidas que allanaron el camino de su propio éxito. “Esas normas me abrieron las puertas, es por ellas por las que yo estoy hoy aquí. Millones de personas de mi generación recogimos el testigo que él nos tendió y tenemos una deuda que pagar”, ha rasegurado.
Medio siglo después, la
sociedad que asistió a la histórica promulgación de la Ley de Derechos
Civiles ha cambiado, el propio Obama es un ejemplo de esa
transformación. Sin embargo, las altas tasas de paro entre la población
afroamericana–superiores a las de hace 50 años y el doble que entre la
blanca-, las reformas restrictivas en las leyes de derecho al sufragio
en varios estados, tras la decisión del Tribunal Supremo de suprimir las
competencias federales para impedir cambios legislativos sobre el
derecho al sufragio en Estados con tradición segregacionista, recuerdan
que el riesgo de discriminación de la comunidad afroamericana no ha
desaparecido en el país gobernado por su primer presidente negro. “Es
cierto que, pese a la Ley del Derechos Civiles o la del derecho al Voto o
el Medicare, nuestra sociedad sigue atravesada por la división y la
pobreza”, ha reconocido el presidente. "Estamos aquí porque no podemos
ser complacientes, la historia no solo avanza, muchas veces da marcha
atrás o se desvía”, ha advertido.
Obama ha decidido abordar el
problema del racismo desde un contexto económico. El presidente ha hecho
de la lucha por paliar la marginación económica el pilar de la agenda
doméstica para su segundo mandato, defendiendo la necesidad de
incrementar el salario mínimo y adoptar otras medidas para paliar la
desigualdad. Su empeño en esa senda, sin embargo, no se ha visto
reflejado en avances en el Congreso. En el 50 aniversario de la Ley de
Derechos Civiles, los escasos logros legislativos de la Administración
Obama palidecen ante el avasallador número de leyes progresistas que
Johnson aprobó durante su mandato.
Muchas de las iniciativas que
el propio Obama ha tratado de sacar adelante sin éxito son un espejo de
las que Johnson sí logró aprobar. Normas medioambientales, reforma
sanitaria, protección de los derechos al consumidor, inversión pública
en educación primaria y secundaria… Unos logros que contrastan con el
fracaso del actual presidente para sacar adelante sus propuestas
relacionadas con el cambio climático, subida del salario mínimo, paridad
de ingresos entre hombres y mujeres o expansión de la educación
preescolar que han languidecido en el Congreso. El presidente, sin
embargo, ha vinculado de manera velada su reforma sanitaria con el
legado de Johnson al respecto, recordando que, en su momento, los
programas de Medicare y Medicaid tuvieron una gran oposición,
insinuando. con ello, que las futuras generaciones puedan redimir, como
ha ocurrido con su antecesor, su propia ley de Salud.
Su experiencia como líder de
la mayoría en el Senado convirtieron a Johnson en un hábil negociador
cuyas dotes empleó en la presidencia para arrancar acuerdos con los
republicanos, una capacidad que muchos echan en falta en Obama. El
actual presidente, hasta ahora, siempre había tratado de huir de
cualquier comparación con su predecesor. Este jueves, sin embargo, Obama
ha destacado la pericia parlamentaria de Johnson. “Él sabía cómo
aprobar leyes. Él entendió que las leyes no podían cambiarlo todo pero
que sí podían apuntalar los cambios”, ha recordado.
La cultura, la sociedad y la
clase política han cambiado en Washington en este medio siglo. Johnson
gozó de una cómoda mayoría en el Congreso mientras que en la actualidad
la radicalización del ala más conservadora del Partido Republicano ha
polarizado la vida política en el Capitolio haciendo a Obama casi
imposible aprobar cualquier tipo de iniciativa progresista. Obama ha
censurado el “cinismo confundido por sabiduría que cree que el Gobierno o
la política no pueden arreglar la sociedad” y a quienes consideran que
la Gran Sociedad, como se denominó a las políticas sociales que Johnson
aprobó durante su mandato, fue “un experimento fallido y que el Gobierno
sigue siendo el principal problema”. “Rechazo ese cinismo porque yo he
hecho realidad las expectativas detrás de los esfuerzos de Johnson,
porque mis hijas también las han hecho”, ha señalado el presidente.
Obama no ha sido el único
presidente que ha participado en la conmemoración del 50 aniversario de
la Ley de Derechos Civiles. Jimmy Carter, el martes, y Bill Clinton, el
miércoles, recordaron en sus intervenciones que “muchos siguen sufriendo
dificultades” con las altas tasas de paro entre la comunidad
afroamericana y la guetización. Esta tarde, George W. Bush cerrará los
actos de conmemoración.
La revisión del legado de Johnson
En buena medida, el
aniversario de la Ley de Derechos Civiles se ha convertido también en
una forma de revisar el legado de Lyndon B. Johnson, lastrado por la
guerra de Vietnam y ensombrecido por el brillo de su predecesor, John F.
Kennedy. “Vietnam pendió alrededor de Eisenhower, Kennedy y Nixon pero,
de alguna manera, se ha quedado pegado a Johnson”, señala Mark
Updegrove, director de la Biblioteca Presidencial de ese mandatario.
Durante años, los candidatos
demócratas evitaron referirse al presidente número 36. Hoy, la propia
refirma sanitaria de Obama, la lucha por los derechos de la comunidad
homosexual, el énfasis por reducir la desigualdad de salarios, ampliar
la igualdad de oportunidades a las minorías, reformar un sistema
penitenciario discriminatorio o avanzar en una reforma migratoria justa
centran la agenda del Partido Demócrata y de la Casa Blanca y contienne
ecos de las que, en su día, impulsó Johnson
Son las inequidades del siglo
XXI y, muchas de ellas, siguen la senda de ese deseo por igualar el
nivel de todos los ciudadanos que guió a Johnson en sus reformas
legislativas, tal y como él mismo recordó en 1972 y ha remarcado Obama
este jueves.
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viernes, 11 de abril de 2014
Obama se presenta como ejemplo del alcance de la Ley de Derechos Civiles
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