Ayotzinapa, recuento del dolor nacional
Por: Redacción Revolución /
31 diciembre, 2014
(31 de diciembre, 2014).- La noche del
26 de septiembre y la madrugada del 27 acapararon de manera confusa la
prensa nacional. Se informaba que policías municipales de Iguala, Guerrero, habían atacado a estudiantes normalistas y presuntamente habrían detenido al menos a 25 más.
Horas más tarde, la consternación iría
creciendo. Se trataba de un ataque contra camiones en los que viajaban
normalistas de Ayotzinapa; los números lo hacían aún más alarmante, si
bien se especulaba sobre veinte “detenidos”, conforme los días pasaron
se confirmó que se trataba de 43 normalistas detenidos y desaparecidos
además de los 3 asesinados aquella noche, uno de ellos, Julio César Mondragón, quien fuera desollado del rostro.
Las pruebas fueron contundentes, videos mostraron la participación directa de la policía municipal de Iguala en la detención y desaparición de los estudiantes.
Fue cuando las calles del país se llenaron de protestas pese a la consignación de presuntos participantes en el caso, los primeros bloqueos carreteros en la primera semana de octubre anunciaban una nueva etapa de movilizaciones nacional, y con ella, el ultimátum al entonces gobernador guerrerense, Ángel Aguirre Rivero, quien días después tuvo que dimitir
aún contra su voluntad,no obstante fue considerada por los normalistas y
por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación como
insuficiente, pues ésta no haría justicia, “debe haber castigo“.
Con la búsqueda de los normalistas también vino el hallazgo de fosas clandestinas en Iguala, Cocula, revelando con ello una grave crisis de seguridad y derechos humanos en el estado de Guerrero cuya única respuesta de la población organizada, fue mayor presión a los tres niveles de gobierno.
Organizaciones de derechos humanos
nacionales e Internacionales destacaron que México vive la peor crisis
de derechos humanos, tal es el caso de Human Right Watch, Amnistía Internacional, distintos centros de derechos humanos en el país, así como instancias internacionales como el Parlamento Europeo, de legisladores internacionales y las declaraciones de solidaridad del mandatario Boliviano, Evo Morales que se sumaban a protestas internacionales.
La detención de José Luis Abarca,
ex alcalde de Iguala que se encontraba prófugo, y de su esposa, no
calmaron las turbulencias, como tampoco lo hizo el aumento de
presupuesto a las Escuelas Normales Rurales o la renuncia de Archundia Barrientos, titular de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO).
Entonces vino la famosa frase del titular de la Procuraduría General de la República (PGR), #YaMeCansé, etiqueta que logró superar la actividad en redes sociales del movimiento #Yosoy132 en 2012 a pesar de las explicaciones dadas por Karam.
Una de las jornadas de protesta con mayor participación social fue la del 20 de noviembre, donde
decenas de miles tomaron las calles del país, especialmente de la
Ciudad de México para pedir no sólo la aparición con vida de los
normalistas, sino la destitución de Enrique Peña Nieto de la
presidencia.
Aquella protesta costó la detención de
once manifestantes que una vez trasladados a penales de máxima
seguridad, tuvieron que ser puestos en libertad dada la presión social
nacional e internacional.
A tres meses de la desaparición de los normalistas, la periodista Anabel Hernández asegura: “No
fue un accidente, no fue algo planeado de último instante por un
alcalde y una policía municipal sin armamento, fue un asunto
perfectamente orquestado”.
Los padres de familia, con el respaldo
social, han insistido en que no descansarán hasta saber con certeza el
paradero de los normalistas detenidos.
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