CONFIAR EN DIOS ES PELIGROSO
¿Es posible que creyendo en Dios bajemos
la guardia y nos haga más arriesgados? Este artículo no va sobre
religión, sino sobre cómo afecta psicológicamente a nuestras decisiones
el hecho de mencionar la idea de Dios. ¿Se vuelven las personas más
atrevidas pensando que alguien vela por ellas?
Recuerda Jalees Rehman en su web
una pequeña historia que suelen enseñar en la tradición musulmana. Se
cuenta que un día el profeta Mahoma le pregunta a un beduino por qué
deja su camello sin atar aún corriendo el riesgo de que se escape y
desaparezca. Cuando el beduino le dice que lo hace por su confianza en
dios, Mahoma le explica que primero debe atar al camello y luego confiar en dios,
un consejo que se da en otras religiones para no caer en la trampa de
dejar de comportarse racionalmente en los actos diarios solo porque se
cree en un ser superior.
Pensando acerca de estas cuestiones, un
equipo de psicólogos de la Universidad de Stanford, en EEUU, ha puesto
en práctica una serie de experimentos muy interesantes para comprobar si la mera mención de dios puede condicionar las decisiones de las personas,
tanto para abstenerse de cometer actos que tengan que ver con la moral
como para ponerse en más riesgo del necesario solo porque se sienten
protegidos.
Para el primer experimento el equipo de Daniella Kupor
compró varios anuncios en internet y comprobó la tasa de éxito en
función de la presencia de la palabra “dios” en el texto. Los anuncios se visualizaron 452.000 veces
en diversos sitios y redes sociales y fueron visualizados por personas
mayores de 18 años en Estados Unidos. El primer banner contratado
anunciaba un curso de paracaidismo de dos maneras. La primera con dios:
¡Increíble paracaidismo!
Dios sabe lo que te estás perdiendo. Encuentra cursos de paracaidismo cerca de ti. Pincha aquí y ¡siente la maravilla!
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Y la segunda sin dios:
¡Increíble paracaidismo!
No sabes lo que te estás perdiendo. Encuentra cursos de paracaidismo cerca de ti. Pincha aquí y ¡siente la maravilla!
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El porcentaje de usuarios que pinchó en
el anuncio con Dios era significativamente mayor que el de los que
pincharon en el anuncio estándar, pero podía darse la circunstancia de
que la presencia de una apelación tan poco habitual llamara la
curiosidad de los internautas. Así que se puso otro anuncio, esta vez uno en el que lo ofrecido era de dudosa moral:
¡Aprende cómo sobornar!
¡Dios sabe lo que te estás perdiendo! Aprende cómo sobornar con poco riesgo de que te pillen.
¡Dios sabe lo que te estás perdiendo! Aprende cómo sobornar con poco riesgo de que te pillen.
Y la segunda versión:
¡Aprende cómo sobornar!
¡No sabes lo que te estás perdiendo! Aprende cómo sobornar con poco riesgo de que te pillen.
¡No sabes lo que te estás perdiendo! Aprende cómo sobornar con poco riesgo de que te pillen.
En este caso la versión que contenía
“Dios” obtuvo un porcentaje mucho menor que la versión estándar, lo que
hace pensar a los investigadores que quizá la presencia de la palabra
hace a la gente no pinchar por tratarse de algo inmoral. Para comprender
mejor lo que pasaba, diseñaron un nuevo experimento que
consistía en reclutar a voluntarios y de manera presencial hacerles una
serie de preguntas después de que vieran unos colores. A todos
se les daban dos opciones: una por la que recibían dinero y otra gratis y
se les explicaba que la prueba retribuida podía dañar los ojos del
participante. Con estos precedentes, se les entregaba un texto antes de
la prueba: a unos se les daba un texto científico sobre la clasificación
de los planetas y a otros un texto religioso hablando de la
omnipotencia de Dios.
Tal y como habían predicho los investigadores, una parte muy significativa de las personas que leyeron el texto de Dios (96%) optaron por la prueba arriesgada,
frente al 86% del grupo de control. Leer sobre dios producía
aparentemente una mayor propensión a llevar a cabo una conducta
arriesgada y exponerse a un daño potencial.
¿Quiere esto decir que las personas creyentes se arriesgan más?
Esa sería una conclusión errónea porque entre otras limitaciones, el
estudio no preguntó a las personas cuáles eran sus creencias. Los
porcentajes de diferencia tampoco son demasiado significativos de manera
global para sacar grandes conclusiones, pero sí apuntan una línea de
trabajo muy interesante y dan pistas sobre la posibilidad de que el mero hecho de mencionar a dios haga que algunas personas se sientan más confiadas y bajen la guardia. Mientras se hacen más estudios, no olviden atar su camello por muy firmes que sean sus creencias religiosas. (Fuente: Neurolab)
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