¿Y si el universo hubiera existido desde siempre? Nueva teoría física sugiere un cosmos infinito
Una fascinante teoría física sugiere que el universo existe desde siempre y el Big Bang es sólo una fase de condensación de la materia
Por: Alejandro Martinez Gallardo -
Generalmente cuando pensamos en el Big
Bang nuestra mente imagina una gran explosión que originó el universo.
Es el punto inicial que nuestra mente conjura como explicación lógica
del mundo material en el que habitamos. Sin embargo, una nueva teoría
sugiere que el Big Bang no es el principio del universo, sino solamente
un estado hiperdenso de alta temperatura en el que colapsó el universo,
el cual existe de manera insondable sin un principio y posiblemente sin
un final.
Un artículo científico titulado “Cosmology from Quantum Potential”, publicado
por los físicos Ahmed Farag y Saurya Das, explica de manera elegante
las inconsistencias entre la teoría de la relatividad y la mecánica
cuántica, respondiendo también al origen de la materia oscura sin tener
que recurrir a una singularidad, como popularmente se entiende el Big
Bang.
Los físicos utilizaron una variación a
la ecuación de Raychaudhuri que describe cómo cambia un volumen de
materia en el tiempo, aplicando las llamada variables ocultas de David
Bohm a este modelo. Esta modificación elimina la necesidad de una
singularidad inicial en el Big Bang, incorporando la idea de Einstein de
una constante cosmológica para explicar la elusiva energía oscura. El
físico Brian Koberlein escribe:
Su modelo es muy
básico, pero los primeros resultados muestran que podría funcionar. Lo
esencial es que al eliminar la singularidad, el modelo predice que el
universo no tuvo inicio. Existió desde siempre como una especie de
potencial cuántico antes de colapsar a un estado caliente y denso que
llamamos Big Bang. Desafortunadamente se confunde mucho “no
singularidad” con “no Big Bang”.
Koberlein explica que la teoría del Big
Bang es sumamente sólida y es la mejor que tenemos para explicar la
radiación cósmica de fondo, la expansión del universo y la abundancia de
los elementos. Pero habría que desaprender, por así decirlo, a
asociarla con un punto singular que originó el universo. El Big Bang que
empezó aparentemente hace 13.7 mil millones de años sería solamente la
fase creativa de un proceso eterno e infinito, una fase más de un
universo sin edad. Es por esto que se habla de un infinito potencial
cuántico preexistente al Big Bang, el cual no debe de tener origen sino
que simplemente existe. Esta teoría tiene una mayor consistencia con
principios filosóficos como los que podemos encontrar en el hinduismo,
en el budismo, en la cábala o en la filosofía neoplatónica. El Big Bang,
al entenderse como el origen del universo, tiene el enorme problema de
tener que explicar cómo algo surgió de la nada, una creación ex nihilo.
Esta nueva teoría, al igual que la cosmología antigua, simplemente
entiende que el universo existe sin principio ni final, simplemente es,
algo que también tiene su dificultad de aprehensión para nuestra mente
finita que difícilmente puede concebir esta existencia inconmensurable,
pero que, me parece, al menos presenta una solución al más grande enigma
que podemos imaginar.
Nunca hubo un tiempo en el que tú, yo, o alguno de estos reyes no existiéramos, ni en el futuro dejaremos de existir.
Bhagavad-gita
Resulta
estimulante, como un ejercicio de analogía imaginativa, comparar esta
descripción de la física de un universo con algunos mitos de creación.
Por ejemplo, en el hinduismo se habla de una serie infinita de ciclos de
manifestación. Siguiendo la filosofía expuesta por el Bhagavad-gita,
el universo poéticamente se concibe como el sueño de Brahma, la deidad
identificada con la totalidad del universo. Un día de Brahma es el
período de manifestación en el que el universo emerge de lo no
manifiesto (lo que podemos llamar el potencial cuántico); una noche de
Brahma es la reabsorción del cosmos entero en el Ser Infinito o en la
existencia absoluta en su estado no manifiesto. Este estado es conocido
como Avyakta o Prakriti, el estado sutil de la materia que es una
especie de vacío seminal –en términos modernos podríamos hablar del
punto cero o de la espuma cuántica; en términos platónicos podemos
cotejar al espacio, khora, la nodriza del devenir. Se dice que
este indefinible Ser Supremo no se ve afectado por toda esta procesión
de mundos emanados, existe como el motor inmóvil del cosmos: sin cambio,
la fuente de todo cambio; sin causa, la fuente toda causa. A veces se
confunde esta cosmovisión con la idea de un dios personalizado, o una
trinidad: Brahma (sattva, el principio creativo), Vishnu (rajas, el principio preservador) y Shiva (tamas,
el principio de disolución); pero estos tres aspectos no son más que
extensiones de una única realidad, útiles para nuestro entendimiento
como un lenguaje funcional necesario para la comprensión racional (pero
más allá de esto está el silencio y lo místico). Quizás por eso en el
esoterismo esta divinidad absoluta –el Uno que reúne y sustenta el Todo–
es concebida como insondable e irrepresentable (definirla es
profanarla), lo mejor que se puede hacer es concebirla como el espacio
en su eterno silencio o como el vacío en su infinita potencialidad. Así
los chinos hablan del Tao; Pitágoras se refiere a Hipócrates, el dios
del silencio, como la imagen del Absoluto y en la cábala luriana se
habla del Ein Sof, el dios antes de Dios que se retrae para abrir la
cancha, por así decirlo, para que se eche andar la maquinaria de la
creación, la separación y su posterior reintegración. En términos de la
física, para no tener que invocar a una deidad, se puede hablar de la
ley, del arquetipo mismo, que existe antes de la manifestación del
universo, como el plano de un arquitecto (algo que coincide con la idea
de los físicos de que las matemáticas existen independientemente de la
mente humana que las descubre).
Puede ser que esté leyendo demasiado en
este artículo científico y haciendo una proyección antropomórfica o
antropocósmica a una teoría matemática abstracta que no tiene estas
implicaciones de origen. Sin embargo, la física se ha convertido en la
rama más avanzada de la cosmología y no puede ser completamente
disociada de la filosofía (la cosmología y la misma física, recordemos,
son desdoblamientos de la filosofía). La idea de encontrar una unidad
entre todas las cosas, una analogía que nos permita entender y darle
sentido a nuestra existencia (y pertenencia) en un inmenso universo, a
la vez que maravillarnos de los enigmas y de la belleza de los grandes
procesos cósmicos en los que estamos incrustados, es demasiado seductora
para no contemplarla seriamente. Sin embargo, reconozco que no es
suficiente sólo sugerir similitudes, se debe seguir indagando desde la
especialización y desde lo integral paralelamente. Es posible que
lleguemos a un punto en el que la ciencia, la filosofía y la religión
puedan reconciliarse bajo una teoría del todo o, como el mismo Trimurti
hinduista, sean reconocidas como aspectos de una unidad esencial –del
universo que se hace inteligible en la multiplicidad, del absoluto
impersonal que toma conciencia a través de la creación, así en el futuro
como fue en el principio.
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