Hace
ya bastante tiempo que sabemos que Europa da asco. La Europa que nos
vendieron, ademán de la solidaridad entre sus pueblos y con el resto del
mundo ha acabado siendo un desfalco del norte hacía el sur. Unos se
quedaron la industria para que otros nos centráramos en poner tinto y
rebujito en los chiringuitos de la playa y les construyéramos casas de
pladur a sus jubilados, todo ello con préstamos de sus bancos que hay
que devolver con recortes en sanidad y educación. Claro, que la mayor
parte de la culpa no la tiene Merkel o Schröeder sino nuestros
políticos, elegidos por todos nosotros, que nos vendieron a saber por
cuánto dinero.
Europa
da asco y la situación de Grecia lo atestigua. Un partido “socialista” y
otro liberal que llevan a un país a la más absoluta ruina con absurdas
obras públicas y eventos (quieras que no, suena de algunos lugares más
cercanos) y cuando llega alguien que pretende defender la dignidad de su
pueblo, se le avergüenza, ningunea u ofende y se le exige medidas
imposibles de cumplir, para darle dinero con el que puedan pagar a
bancos alemanes. Todo sea para que vuelvan a ganar los partidos
“centrados y responsables” que habían llevado al país a esta situación y
quitarle a otros estados del sur de Europa la idea de no votar a los
que estaban recortando tan bien.
Sin
embargo, si la situación de Grecia, Portugal o España no fuera
suficientemente grave como para que se hubiese derrumbada la idea que
nos vendieron, de una Europa que no era sólo una unión de mercados sino
que estaba basada en valores e historia comunes, hemos vuelto a las
épocas de los campos de refugiados (si no de concentración) para hacer
frente a las personas que anteriormente dejamos sin hogar a base de
desestabilizar estados por razones estratégicas.
Ya
nos habíamos acostumbrado al goteo de decenas o cientos de muertes de
subsaharianos intentando alcanzar las playas de Andalucía o el sur de
Italia. Sin embargo, que ahora intenten entrar por tierra, andando o en
camiones, y descubriéndonos que estamos conectados a otros sitios “en
vías de desarrollo”, nos ha cogido desprevenidos.
Parece
ser que en Siria hay una guerra y que tampoco estamos tan lejos de
ellos. Parece ser que pueden llegar a entrar en la Unión Europea
caminando miles de kilómetros, llegando casi a rastras a la frontera del
sureste pero que, aunque sean refugiados porque vienen de un país en
guerra, no nos viene bien que lleguen ahora (lo cual no deja de
ser cierto, pero tampoco es excusa). Hemos recibido con palos y gases
lacrimógenos a gentes que han intentado salir de un estado bombardeado
con ayuda nuestra. Hemos creado muros de concertinas para evitar que
entren, cerrando la frontera con dos países enteros. Damos tanto asco
que en vez de ayudar, nos contentamos con que no entren en nuestro
territorio.
DARKO BANDIC/AP/POLFOTO
Europa
tiene los mismo tics y llevamos a cabo las mismas infraestructuras que
habíamos conocido en la II Guerra Mundial y tan sólo nos da por hacer
cuotas de refugiados por los estados miembros de la Unión para
repartírnoslos, con cifras que en absoluto suman la avalancha que llega
día a día a Hungría o Grecia (la misma Grecia que acabamos de pisotear.
Somos mucho de ser fuertes con los débiles y poco valientes con los
poderosos).
Ante
esto, visto que los muros por muchas cuchillas que tengan el hambre y
el miedo es más fuerte, nuestros líderes han decidido que pueden dar
algo de dinero a África si controlan la emigración. Se habla de cifras
de 1 000 millonazos para todo un continente, no veas. Recordar que el
rescate de Bankia fueron 23 500 (el yate de Rato no se paga solo).
Europa
da mucho asco. Cómo estamos tratando a personas que huyen de las bombas
que hemos vendido a su gobierno o a los terroristas que han destrozado
un templo de Palmira, nos delata. Nos creemos el ombligo del mundo y no
nos acordamos que éramos nosotros los refugiados hace no muchos años.
Que México acogiera a más españoles durante la Guerra Civil que lo que
toda la Unión pretende entre todos los estados, nos la suda. Ojalá suban
de nuevo el precio de los pisos y volvamos a pensar que somos ricos,
que es sólo lo que nos interesa.
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