La caída de la Bolsa china es la última crisis del Capitalismo global
3/10/2015 03:59:45
Junto
al aumento de las protestas por parte de los agricultores y obreros,
China ahora se enfrenta a la preocupación de la clase media por una
desaceleración del crecimiento y la inseguridad del mercado de valores.
El ambiente se ha convertido en demasiado volátil.
Por Walden Bello, 2 de octubre de 2015
El
gran aumento del precio de las acciones de la Bolsa de Shangai desde
mediados de 2014 hasta mediados de este año, con el índice subiendo por
encima del 150%, debería haber sido una señal de lo que Alan Greenspan
denomina “ exuberancia irracional”, es decir, los signos
inminentes de un colapso en el valor de las acciones al encontrarse muy
por encima del valor real de los activos que se negocian.
Pero
lo mismo que ocurrió con Greenspan durante la crisis de Wall Street en
2008, ni los inversores chinos, ni los inversionistas extranjeros, ni el
Gobierno chino, parecían estar preparados cuando el mercado de valores
inició un rápido descenso a principios de este verano. El índice
compuesto de la Bolsa de Shangai se desplomó un 40% en pocas semanas, lo
que provocó un colapso global del precio de las acciones, obligando a
Beijing a intervenir para obtener una mejor cuota de mercado, pero
cuando esto se vio como insuficiente, optó por devaluar el yuan.
Mediante
un estímulo de 585 mil millones de dólares a raíz de la crisis
económica de Estados Unidos en 2008 y la crisis de la deuda soberana de
Europa el año siguiente, China parecía haber capeado el temporal que
sufrieron las economías occidentales durante varios años. Sólo era
cuestión de tiempo, pensaban los analistas, para que Beijing y los BRICS
ocupasen un primer plano frente a los tradicionales motores de la
Economía mundial. Pero este optimismo duró poco.
El colapso del Mercado de Valores de Beijing profundiza una nueva etapa de la actual crisis del Capitalismo global.
La lucha en torno a la estrategia económica
Cuando
el entonces Presidente Hu Jintao y el Primer Ministro Jiabao pusieron
en marcha un enorme programa de estímulo en China, el mayor llevado a
cabo en el mundo teniendo en cuenta el tamaño de su economía, su
objetivo iba más allá de proporcionar un alivio temporal a los vaivenes
de los principales mercados de exportación, Estados Unidos y Europa. El
estímulo se pensó como un acicate para el consumo interno, en lugar de
las exportaciones, el centro de gravedad de su economía.
El
plan tenía un sentido económico, no sólo porque los mercados de
exportación eran muy volátiles, sino también porque el exceso de
inversiones en la exportación había dejado infrautilizadas una serie de
capacidades de la Economía. Se trataría de favorecer un mayor poder
adquisitivo para los campesinos y los obreros, que habían estado
desfavorecidos por la prioridad dada a la Industria, orientada a la
exportación y la obtención de beneficios. Y desde el punto de vista
político, ayudaría a los líderes chinos a defenderse de las denuncias
internacionales sobre las grandes cantidades de excedentes comerciales
que corrían por el país.
El problema es que este
cambio también supondría la transformación de quienes saldrían ganando y
perdiendo en el panorama social de la nueva China.
El
crecimiento orientado a la exportación ha creado un conjunto de
intereses políticos y económicos que se ha traducido en un poderoso
grupo de presión durante los últimos 30 años. Incluyen organismos
gubernamentales de planificación, como la Comisión de Reforma de Desarrollo Nacional y el Ministerio de Finanzas,
los cuales fueron los promotores de la estrategia de industrialización
impulsada por las exportaciones; empresas estatales y privadas
orientadas a la exportación; Gobiernos locales y organismos del Partido Comunista
en las provincias costeras; y las empresas de construcción de propiedad
estatal, cuyos proyectos de infraestructura apuntalan la estrategia
impulsada por las exportaciones.
Un interés clave
de estos grupos de presión (lobbies) ha sido la infravaloración del
yuan para que las exportaciones chinas fueran competitivas. Otro ha sido
el de mantener unas bajas tasas de interés, de hecho, negativas, si se
tiene en cuenta la inflación, manteniendo los ahorros de las personas en
unas tasas muy reducidas para favorecer a las empresas orientadas a la
exportación y a las empresas de construcción. Los economistas han
denominado a esta política “represión financiera”.
Junto
a los pequeños y medianos empresarios que atienden al mercado local,
los perdedores han sido los trabajadores, los campesinos y la población
en general en sus papeles de ahorradores y consumidores. El pocas
palabras, como el economista Hongying Wang dijo, “todos los que han sufrido el sistema financiero han sido privados de su parte correspondiente de la riqueza nacional”.
Los
grupos de presión de la exportación no se limitaron a neutralizar el
plan para hacer del consumo interno la vanguardia de la Economía.
También han sido capaces de impedir la aplicación del gran programa de
estímulo que tenía la intención de colocar el dinero y los recursos en
manos de los consumidores. Según las estadísticas citadas por Wang en Caijing Magazine,
alrededor del 70% de los fondos de estímulo fueron a parar a las
infraestructuras, mientras que sólo el 8% se destinaron a bienestar
social y adquisición de vivienda, atención sanitaria y educación.
La represión financiera provoca especulación
Esta represión financiera ha tenido consecuencias especialmente perniciosas.
Con
el poco dinero obtenido de los depósitos bancarios, un gran número de
chinos optaron por acudir al mercado de bienes raíces y de la propiedad.
Además, esto fue algo alentado por las autoridades, preocupadas por el
descontento general ante la falta de opciones para dar salida a los
ahorros. Este estímulo también pretendió aliviar los requisitos de los
préstamos de los bancos estatales para así permitir a la gente invertir
no sólo sus ahorros, sino también el dinero prestado.
La
especulación sobre la propiedad fue la inversión elegida durante muchos
años. Pero como ocurrió en Estados Unidos con las hipotecas subprime
durante la burbuja inmobiliaria, el mercado atrajo a demasiados
inversores, dando lugar a una quiebra a principios de 2014. Miles de
rascacielos quedaron sin terminar, ciudades fantasma, abandono de
proyectos de viviendas y centros comerciales prácticamente desiertos,
como el New South China Mall en la provincia de Guangdong, que había
sido promovido como “el mayor centro comercial de Asia”. Algo parecido a lo que ocurrió en Tailandia durante la crisis financiera de Asía en 1998, pero a una escala mucho mayor.
Después de esta debacle
inmobiliaria, los inversores huyeron hacia el Mercado de Valores. Con el
Mercado de Valores de China situado por encima de los 10 billones de
dólares y el índice de Shanghai disparado por encima del 150% en la
subida entre mediados de 2014 y mediados de 2015, el mercado parecía ser
una apuesta segura y gratificante. Cientos de miles de inversores de
poca monta se precipitaron al casino capitalista, con dinero muchas
veces prestado por los bancos estatales chinos.
Cuando el índice de Shanghai llegó a su punto culminante a mediados de junio, un analista de Bloomberg observó que el aumento del año pasado fue de “5
billones de dólares por encima de la totalidad del mercado de valores
de Japón. Ningún otro mercado de valores había crecido tanto durante un
período de doce meses”.
Pero vino a
continuación un descenso del 40% en el índice de Shanghai. Cientos de
miles de inversionistas chinos registraron enormes pérdidas y ahora
tienen deudas. Muchos perdieron todos sus ahorros ( una tragedia
personal en un país con un sistema poco desarrollado de Seguridad
Social).
Consecuencias políticas
Está
surgiendo un enorme descontento por el fracaso del Gobierno para evitar
este fracaso. Los que han perdido en el Mercado de Valores podrían
tomar las calles, y Beijing trata de disculparse echando la culpa a los
analistas y corredores de Bolsa. Las autoridades han realizado casi unas
200 detenciones de cara a la galería, e incluso se ha protagonizado una
confesión televisada de un analista diciendo que había extendido
rumores falsos sobre el Mercado de Valores.
Con
la profundización de la crisis económica, el descontento de los han
perdido sus ahorros se une al miedo a lo desconocido, algo que acecha a
la clase media. De hecho, la moderna clase media china, que ha surgido
durante el último cuarto se siglo de rápido crecimiento, no tiene
ninguna experiencia con las sombrías perspectivas de una recesión
económica real.
Otros ingredientes añadidos a
esta volátil mezcla, están aumentado las protestas de los campesinos y
los trabajadores, con una gran variedad de quejas, incluyendo la
contaminación ambiental, la apropiación de tierras por parte de las
autoridades locales, y la falta de derechos de los trabajadores. De
acuerdo con el Boletín Laboral de China, las huelgas se han convertido en la “nueva normalidad” en China: hubo 1378 huelgas y protestas de trabajadores en 2014, más del doble de la cifra de 2013 y el triple de las de 2012.
Durante las últimas tres décadas, el Partido Comunista de China
ha sustituido el Socialismo como la base de su legitimidad por una
apuesta basada en un rápido crecimiento y una Economía Capitalista. De
hecho, una de las razones clave para que el Partido no haya podido
abandonar el modelo de crecimiento económico basado en la exportación,
es que se considera que esta estrategia ha demostrado y ha puesto a
prueba que logra un alto crecimiento.
Lo que
importa ahora es saber cómo el Gobierno actual de Xi Jinping va a
afrontar las expectativas de los ciudadanos en un período de menor
crecimiento, lo que aumentará el desempleo, mayor desigualdad, y un
creciente descontento. ¿ Continuará caminando en torno al mismo conjunto
de intereses que han dominado la sociedad durante los últimos 30 años? ¿
O va reunir el suficiente coraje para liderar el camino hacia un nuevo
paradigma de desarrollo, basado en el consumo interno y una mayor
equidad?
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Walden Bello escribe en Foreign Policy In Focus, y es analista
del Bangkok-based institute Focus on the Global South y representante
de Akbayan (Partido de Acción de los Ciudadanos) en la Cámara de
Representantes de Filipinas. Puede ponerse en contacto con él enwaldenbello@yahoo.com.
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Procedencia del artículo:http://www.commondreams.org/views/2015/10/02/chinas-stock-market-crash-latest-crisis-global-capitalism
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Tagged: aumento descontento, Bolsa Shanghai, burbuja inmobiliaria, China, consumo interno, crisis capitalismo, crisis mercado valores, exportaciones, huelgas, represión financiera, Walden Bello, Xi Jinping
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