La guerra que viene
Estamos en
un guerra y los enemigos son fanáticos al extremo lo cual complica mucho
la situación. Es imposible evitar todos los atentados cuando los
atacantes están dispuestos a morir...
Estamos
en un guerra y los enemigos son fanáticos al extremo lo cual complica
mucho la situación. Es imposible evitar todos los atentados cuando los
atacantes están dispuestos a morir por su causa. La Inteligencia de las
grandes potencias es muy eficaz, detienen terroristas constantemente y
abortan ataques muy a menudo. Pero es imposible alcanzar una efectividad
del 100%. Todo apunta a que van a tener lugar más atentados.
Hay países que sí informan y publicitan los objetivos que iban a ser atacados y lo que han logrado desbaratar. Otros no dicen nada: actúan, detienen o abaten y siguen vigilando.
Muchas voces aseguran que estamos en los prolegómenos de la Tercera Guerra Mundial. Se viven tiempos de inseguridad permanente, la guerra que viene, que ya está aquí, la vamos a vivir en tiempo presente y con más intensidad, porque la guerra de ahora es civil, en las ciudades y contra los ciudadanos.
Los Estados Unidos Desde épocas remotas y con total impunidad, sigue justificándose en la defensa de una democracia ímproba y una libertad que en su propio territorio no es sino una mera falacia, Estados Unidos impone su voluntad a balazos y a golpes de Estado allí donde crea conveniente, ante la estéril mirada de los líderes mundiales que en su mayoría no atinan más que a ofrecer algún discreto discurso moralizador, ante los adormilados miembros de la ONU. Sin embargo una nueva mirada, crítica y objetiva, desmitifica lentamente esa idea que hasta el momento ha justificado cada una de las atrocidades que el país del Tío Sam ha cometido en el rincón del mundo que se le ha antojado.
Autoproclamados desde tiempos remotos como los portadores de la “libertad y la justicia”, Estados Unidos ha dejado un reguero de sangre a lo largo de la historia, justificando guerras absurdas y cometiendo los más atroces crímenes de lesa humanidad que aún continúan impunes. Administración tras administración, la Casa Blanca ha conseguido contrariamente a lo que algún desinformado aún pueda considerar obstaculizar el avance de las democracias que por sí solas pretendían afianzarse. Lo hizo inventándose enemigos para justificar cada uno de los bombardeos que perpetró con total impunidad; desarticulando mediante golpes de Estado el crecimiento de países en vías de desarrollo, inaugurando a cada instante nuevas bases militares compuestas por auténticos asesinos ansiosos por darle rienda a sus respectivas patologías, fabricándose el hallazgo de armas de destrucción masiva que nadie vio, criminalizando la libre construcción de ideologías y señalando como “patrocinadores del terrorismo” a naciones a las que aterroriza, persigue y destruye.
En este mundo globalizado, la amenaza terrorista reposa en células durmientes
El concepto de célula durmiente nos muestra que lo que está en primer plano hoy en día no son los Estados ni los Ejércitos, sino las sociedades.
Esta violencia viene desde el fondo de la sociedad, esta violencia está organizada por empresas especializadas. Tanto Dáesh como Al Qaeda son empresas de violencia, la guerra ya no es un choque de potencias, cuando en realidad se trata de los efectos de la descomposición y transformación de las sociedades.
Hay países que sí informan y publicitan los objetivos que iban a ser atacados y lo que han logrado desbaratar. Otros no dicen nada: actúan, detienen o abaten y siguen vigilando.
Muchas voces aseguran que estamos en los prolegómenos de la Tercera Guerra Mundial. Se viven tiempos de inseguridad permanente, la guerra que viene, que ya está aquí, la vamos a vivir en tiempo presente y con más intensidad, porque la guerra de ahora es civil, en las ciudades y contra los ciudadanos.
Los Estados Unidos Desde épocas remotas y con total impunidad, sigue justificándose en la defensa de una democracia ímproba y una libertad que en su propio territorio no es sino una mera falacia, Estados Unidos impone su voluntad a balazos y a golpes de Estado allí donde crea conveniente, ante la estéril mirada de los líderes mundiales que en su mayoría no atinan más que a ofrecer algún discreto discurso moralizador, ante los adormilados miembros de la ONU. Sin embargo una nueva mirada, crítica y objetiva, desmitifica lentamente esa idea que hasta el momento ha justificado cada una de las atrocidades que el país del Tío Sam ha cometido en el rincón del mundo que se le ha antojado.
Autoproclamados desde tiempos remotos como los portadores de la “libertad y la justicia”, Estados Unidos ha dejado un reguero de sangre a lo largo de la historia, justificando guerras absurdas y cometiendo los más atroces crímenes de lesa humanidad que aún continúan impunes. Administración tras administración, la Casa Blanca ha conseguido contrariamente a lo que algún desinformado aún pueda considerar obstaculizar el avance de las democracias que por sí solas pretendían afianzarse. Lo hizo inventándose enemigos para justificar cada uno de los bombardeos que perpetró con total impunidad; desarticulando mediante golpes de Estado el crecimiento de países en vías de desarrollo, inaugurando a cada instante nuevas bases militares compuestas por auténticos asesinos ansiosos por darle rienda a sus respectivas patologías, fabricándose el hallazgo de armas de destrucción masiva que nadie vio, criminalizando la libre construcción de ideologías y señalando como “patrocinadores del terrorismo” a naciones a las que aterroriza, persigue y destruye.
En este mundo globalizado, la amenaza terrorista reposa en células durmientes
El concepto de célula durmiente nos muestra que lo que está en primer plano hoy en día no son los Estados ni los Ejércitos, sino las sociedades.
Esta violencia viene desde el fondo de la sociedad, esta violencia está organizada por empresas especializadas. Tanto Dáesh como Al Qaeda son empresas de violencia, la guerra ya no es un choque de potencias, cuando en realidad se trata de los efectos de la descomposición y transformación de las sociedades.
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