La OTAN y el cambio
Artículos de Opinión |
José Haro Hernández* |
Podría decirse que la izquierda que hoy conocemos en este
país tiene su origen en las enormes movilizaciones que a lo largo de la
década de 1980 tuvieron lugar contra la OTAN y las bases estadounidenses
establecidas en nuestro territorio. No recuerdo manifestación más
grande en Madrid que la que tuvo lugar en 1986 en vísperas del
referéndum sobre la permanencia en la Alianza. Y creo no equivocarme al
considerar las protestas contra la guerra de Irak, en marzo de 2003,
como las más numerosas de las últimas décadas. Quiero con ello decir que
la oposición a que España esté integrada en un bloque militar dirigido
por EEUU, así como a la participación en aventuras bélicas lejos de
nuestras fronteras, está incrustada en el ADN no sólo de la izquierda,
sino de buena parte de la opinión pública. Es por ello que cualquier
propuesta de cambio político ha de tomar muy en consideración esta
cuestión de la OTAN y de las bases militares norteamericana. Una
posición conservadora al respecto, que abogue por mantener los
compromisos contraídos en estos dos ámbitos, está condenada a
desvanecerse como alternativa transformadora.
En primer lugar, porque dichos compromisos o acuerdos son ilegales. Efectivamente, los términos que rigen tanto la inserción en la OTAN como la presencia militar extranjera, vulneran abiertamente el resultado del referéndum citado. En éste, y por decisión soberana del pueblo español llamado a las urnas, se determinó que España nunca se incluiría en la estructura militar integrada de la OTAN. Aznar quebrantó este mandato popular en 1997. El segundo de los preceptos, que hace referencia a la prohibición de almacenar e instalar armas nucleares en las bases americanas, también fue incumplido por Aznar en la práctica al introducir una enmienda por la cual dicha prohibición podía ser levantada por decisión gubernamental. Por último, también se echó a la papelera el apartado referente a la reducción progresiva de la presencia militar USA en España, ya que ésta no ha parado de crecer, llevándose la palma al respecto el Gobierno Zapatero al autorizar un incremento desmesurado de la Base de Rota para que ésta albergara el escudo antimisiles de la OTAN. Por tanto, el actual estatus español respecto de la OTAN y las bases es abiertamente ilegal, y cualquier gobierno progresista no podría hacer otra cosa que restituir las condiciones aprobadas en referéndum.
En segundo lugar, hay que abordar la cuestión de la legitimidad. Contrariamente a quien ha declarado que la OTAN es necesaria, aunque con un polo europeo autónomo en su seno, en mi opinión es una organización generadora de conflictos y tensiones. En el este europeo intensifica su cerco a Rusia a cuenta del asunto de Ucrania. A este respecto, tiene previsto la realización en Polonia de unas gigantescas maniobras militares en primavera mediante una fuerza conjunta denominada ’punta de lanza’(sin disimular para nada su carácter ofensivo), desde el 1 de Enero liderada por España, que aporta más de 3000 efectivos. A ver si alguien nos convence de los inmensos beneficios que reporta a España el hecho de que nuestros militares se desplacen a la frontera rusa para enseñarle los dientes a Putin. No logro asociar nuestro bienestar y seguridad con el hecho de provocar un deterioro de las relaciones comerciales con Rusia y el ganarnos como enemigo a esta potencia, cuyos misiles apuntan a Rota por causa del escudo antimisiles allí instalado. Y en relación a las supuestas amenazas provenientes del sur, a cuyos efectos se han realizado aquí unas maniobras llamadas Trident Juncture, tampoco logro comprender cómo una organización militar que desestabiliza a los países convirtiéndolos en Estados fallidos y dejándolos en manos de bandas terroristas (como en Libia o Siria), se nos ofrece como garantía frente ese terrorismo.
En conclusión, creo que un programa para el cambio debe plantear, de inmediato, el cumplimiento de los preceptos contenidos en el referéndum del 86, en la perspectiva estratégica de abandonar la OTAN y desmantelar las bases militares extranjeras en nuestro territorio.
* joseharohernandez@gmail.com
En primer lugar, porque dichos compromisos o acuerdos son ilegales. Efectivamente, los términos que rigen tanto la inserción en la OTAN como la presencia militar extranjera, vulneran abiertamente el resultado del referéndum citado. En éste, y por decisión soberana del pueblo español llamado a las urnas, se determinó que España nunca se incluiría en la estructura militar integrada de la OTAN. Aznar quebrantó este mandato popular en 1997. El segundo de los preceptos, que hace referencia a la prohibición de almacenar e instalar armas nucleares en las bases americanas, también fue incumplido por Aznar en la práctica al introducir una enmienda por la cual dicha prohibición podía ser levantada por decisión gubernamental. Por último, también se echó a la papelera el apartado referente a la reducción progresiva de la presencia militar USA en España, ya que ésta no ha parado de crecer, llevándose la palma al respecto el Gobierno Zapatero al autorizar un incremento desmesurado de la Base de Rota para que ésta albergara el escudo antimisiles de la OTAN. Por tanto, el actual estatus español respecto de la OTAN y las bases es abiertamente ilegal, y cualquier gobierno progresista no podría hacer otra cosa que restituir las condiciones aprobadas en referéndum.
En segundo lugar, hay que abordar la cuestión de la legitimidad. Contrariamente a quien ha declarado que la OTAN es necesaria, aunque con un polo europeo autónomo en su seno, en mi opinión es una organización generadora de conflictos y tensiones. En el este europeo intensifica su cerco a Rusia a cuenta del asunto de Ucrania. A este respecto, tiene previsto la realización en Polonia de unas gigantescas maniobras militares en primavera mediante una fuerza conjunta denominada ’punta de lanza’(sin disimular para nada su carácter ofensivo), desde el 1 de Enero liderada por España, que aporta más de 3000 efectivos. A ver si alguien nos convence de los inmensos beneficios que reporta a España el hecho de que nuestros militares se desplacen a la frontera rusa para enseñarle los dientes a Putin. No logro asociar nuestro bienestar y seguridad con el hecho de provocar un deterioro de las relaciones comerciales con Rusia y el ganarnos como enemigo a esta potencia, cuyos misiles apuntan a Rota por causa del escudo antimisiles allí instalado. Y en relación a las supuestas amenazas provenientes del sur, a cuyos efectos se han realizado aquí unas maniobras llamadas Trident Juncture, tampoco logro comprender cómo una organización militar que desestabiliza a los países convirtiéndolos en Estados fallidos y dejándolos en manos de bandas terroristas (como en Libia o Siria), se nos ofrece como garantía frente ese terrorismo.
En conclusión, creo que un programa para el cambio debe plantear, de inmediato, el cumplimiento de los preceptos contenidos en el referéndum del 86, en la perspectiva estratégica de abandonar la OTAN y desmantelar las bases militares extranjeras en nuestro territorio.
* joseharohernandez@gmail.com
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