A
Humberto Moreira Valdés, como a muchos otros priístas, lo ha perseguido
la sospecha de actos de corrupción y comisión de delitos. Mayormente, a
los políticos se les achacaba el enriquecimiento ilícito, el peculado,
hacer uso de los recursos del Estado, de la Nación, para provecho
propio. Hoy día, se les investiga por lavado de dinero, transacciones
con recursos de procedencia ilícita, asociación delictuosa.
Muy pocos son tocados con la hoja de una averiguación previa. Normalmente en el México corrupto, los priístas, son impunes –también panistas y perredistas, para no despertar susceptibilidades-. Ahí está el caso del propio Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, cuya esposa adquirió en más de seis millones de dólares una mansión a la filial de una desarrolladora, Grupo Higa, que ha destacado por los contratos de obra que de manera sistemática el gobierno de Peña, en el Estado de México y en la Federación, les ha otorgado. Acción en la que también cayó el Secretario de Hacienda, Luis Videgaray. Los tres, el Presidente, la esposa y el Secretario, fueron, a pesar de la evidencia, los negocios y las transacciones de Estado-desarrolladora-privados, exonerados por el mismo gobierno al que representan.
Solo los políticos en decadencia, fuera del círculo Presidencial, los exiliados de la cúpula del poder pagan con procesos ministeriales y judiciales la deslealtad política y terminan en prisión por lo que muchos hacen pero a pocos les investigan. El mejor ejemplo de ello es la señora Elba Esther Gordillo Morales. Utilizada por el poder estando el PRI en Los Pinos o el PAN, la señora Gordillo se engolosinó con el Sindicato que un Presidente priísta le dio cuando otro líder cayó en desgracia del poder. La acusaron de lo que se señala a los líderes sindicales de este país, a legisladores y a gobernadores y alcaldes. Lavado de dinero y delincuencia organizada. Está en prisión.
Pero Humberto Moreira, como Jorge Hank, por ejemplo, no han caído de la gracia del Presidente. De hecho son parte del círculo cercano a Peña Nieto. Moreira fue presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI cuando Peña fue candidato a la Presidencia de la República. No había vínculo más sólido que ese, y el también ex Gobernador de Coahuila se lucía promoviendo a su abanderado hasta el cuestionado triunfo. El Presidente, es evidente, le regresó el favor en forma de impunidad.
A pesar de los señalamientos en cortes de los Estados Unidos contra los principales colaboradores de Moreira en el Gobierno de Coahuila, y de tener su nombre impreso en averiguaciones previas allende la frontera, en México se le protegió a más no poder. Soberbio, el ex Gobernador culpó, diatribó y amenazó a quien le señalara la sola sospecha de la comisión de un delito. No sabía que desde marzo de 2014 en España ya lo investigaban en la diligencia previa 25/2014 y en la posterior 1232/2016 UDEF-BLA por los delitos de blanqueo de capitales, malversación de caudales públicos, cohecho y organización criminal. Lo que se decía en México pues, pero no se investigaba. Un Juez Anticorrupción de España, sentó el precedente y giró la orden de captura que le fue cumplimentada el 15 de enero de 2016 cuando el político mexicano llegó al aeropuerto de Madrid, España.
La investigación sobre los manejos irregulares de capitales la inició la fiscalía española por iniciativa, aun cuando no señalan una alerta que los llevó a poner los ojos en Humberto Moreira y sus dudosos movimientos económicos en dos empresas de su propiedad en España, que recibían los dineros de empresas de su propiedad en México, pero el origen del circulante no fue reportado, se presume y así lo han reportado medios ibéricos, que el pitazo habría salido de los Estados Unidos, notificándoles que ellos también investigan al ex Gobernador, y que dejarlo regresar a México significaría darle impunidad. Un fracaso para la justicia internacional, pero algo normal en México. De hecho, debido a ello, a la falta de arraigo de Moreira en España, a las conexiones políticas en nuestro país y a su poder público, el juez negó la posibilidad de fijarle una fianza para llevar su proceso en libertad, ante el peligro inminente de una fuga.
Jorge Hank Rhon fue investigado en los Estados Unidos en la década de los noventa. El expediente “Operación Tigre Blanco” lo señalaba entre otras acusaciones, de corrupción, soborno, evasión fiscal, lavado de dinero, actividades ilícitas, crimen organizado. Por alguna razón que solo la Fiscalía norteamericana en tiempos de Janet Reno conoce, la investigación se detuvo pero fue filtrada a periódicos de Washington exhibiendo a la familia Hank que reaccionó con recursos legales.
En México, de Jorge Hank se sospecha eso y más. Ha sido señalado por testigos protegidos, por ex colaboradores, en asesinatos y crimen organizado. El Ejército Mexicano lo detuvo en 2011, solo para que una jueza Federal lo liberara diez días después al no encontrar elementos para procesarlo y que sus abogados demostraran una ilegal introducción a su casa por parte de los militares quienes le habían confiscado más de 80 armas y cientos de cartuchos útiles para las mismas. Un par de años antes, el Gobierno de los Estados Unidos le retiró la visa de turista que tenía para entrar a ese país. A la fecha le siguen negando el acceso a suelo norteamericano por considerarlo un personaje riesgoso para dicho país.
El punto común entre Moreira y Hank es el Presidente Enrique Peña Nieto, la impunidad de la que han gozado en México, y las investigaciones que en el extranjero se les han iniciado. En el caso de Moreira con la aprehensión que ameritó, y en el de Hank con el retiro de la visa.
El círculo de la corrupción se cierra de manera alarmante alrededor del Presidente. Los suyos, son sospechosos en México y juzgados en otro país. Reflejo, esta acción, del México corrupto en el que habitamos. Y así pasamos de ser la sorna internacional con una fuga de película como la de Joaquín “El Chapo” Guzmán, lograda a partir de sobornos y actos de corrupción al interior del actual Gobierno Federal, de una recaptura orquestada en las oficinas de la DEA en Washington, a ser la burla internacional por la evidencia de corrupción en el sistema político mexicano, con la detención de Humberto Moreira. Un priísta –como Hank- que está acostumbrado a lavar su suciedad sólo en casa.
Muy pocos son tocados con la hoja de una averiguación previa. Normalmente en el México corrupto, los priístas, son impunes –también panistas y perredistas, para no despertar susceptibilidades-. Ahí está el caso del propio Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, cuya esposa adquirió en más de seis millones de dólares una mansión a la filial de una desarrolladora, Grupo Higa, que ha destacado por los contratos de obra que de manera sistemática el gobierno de Peña, en el Estado de México y en la Federación, les ha otorgado. Acción en la que también cayó el Secretario de Hacienda, Luis Videgaray. Los tres, el Presidente, la esposa y el Secretario, fueron, a pesar de la evidencia, los negocios y las transacciones de Estado-desarrolladora-privados, exonerados por el mismo gobierno al que representan.
Solo los políticos en decadencia, fuera del círculo Presidencial, los exiliados de la cúpula del poder pagan con procesos ministeriales y judiciales la deslealtad política y terminan en prisión por lo que muchos hacen pero a pocos les investigan. El mejor ejemplo de ello es la señora Elba Esther Gordillo Morales. Utilizada por el poder estando el PRI en Los Pinos o el PAN, la señora Gordillo se engolosinó con el Sindicato que un Presidente priísta le dio cuando otro líder cayó en desgracia del poder. La acusaron de lo que se señala a los líderes sindicales de este país, a legisladores y a gobernadores y alcaldes. Lavado de dinero y delincuencia organizada. Está en prisión.
Pero Humberto Moreira, como Jorge Hank, por ejemplo, no han caído de la gracia del Presidente. De hecho son parte del círculo cercano a Peña Nieto. Moreira fue presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI cuando Peña fue candidato a la Presidencia de la República. No había vínculo más sólido que ese, y el también ex Gobernador de Coahuila se lucía promoviendo a su abanderado hasta el cuestionado triunfo. El Presidente, es evidente, le regresó el favor en forma de impunidad.
A pesar de los señalamientos en cortes de los Estados Unidos contra los principales colaboradores de Moreira en el Gobierno de Coahuila, y de tener su nombre impreso en averiguaciones previas allende la frontera, en México se le protegió a más no poder. Soberbio, el ex Gobernador culpó, diatribó y amenazó a quien le señalara la sola sospecha de la comisión de un delito. No sabía que desde marzo de 2014 en España ya lo investigaban en la diligencia previa 25/2014 y en la posterior 1232/2016 UDEF-BLA por los delitos de blanqueo de capitales, malversación de caudales públicos, cohecho y organización criminal. Lo que se decía en México pues, pero no se investigaba. Un Juez Anticorrupción de España, sentó el precedente y giró la orden de captura que le fue cumplimentada el 15 de enero de 2016 cuando el político mexicano llegó al aeropuerto de Madrid, España.
La investigación sobre los manejos irregulares de capitales la inició la fiscalía española por iniciativa, aun cuando no señalan una alerta que los llevó a poner los ojos en Humberto Moreira y sus dudosos movimientos económicos en dos empresas de su propiedad en España, que recibían los dineros de empresas de su propiedad en México, pero el origen del circulante no fue reportado, se presume y así lo han reportado medios ibéricos, que el pitazo habría salido de los Estados Unidos, notificándoles que ellos también investigan al ex Gobernador, y que dejarlo regresar a México significaría darle impunidad. Un fracaso para la justicia internacional, pero algo normal en México. De hecho, debido a ello, a la falta de arraigo de Moreira en España, a las conexiones políticas en nuestro país y a su poder público, el juez negó la posibilidad de fijarle una fianza para llevar su proceso en libertad, ante el peligro inminente de una fuga.
Jorge Hank Rhon fue investigado en los Estados Unidos en la década de los noventa. El expediente “Operación Tigre Blanco” lo señalaba entre otras acusaciones, de corrupción, soborno, evasión fiscal, lavado de dinero, actividades ilícitas, crimen organizado. Por alguna razón que solo la Fiscalía norteamericana en tiempos de Janet Reno conoce, la investigación se detuvo pero fue filtrada a periódicos de Washington exhibiendo a la familia Hank que reaccionó con recursos legales.
En México, de Jorge Hank se sospecha eso y más. Ha sido señalado por testigos protegidos, por ex colaboradores, en asesinatos y crimen organizado. El Ejército Mexicano lo detuvo en 2011, solo para que una jueza Federal lo liberara diez días después al no encontrar elementos para procesarlo y que sus abogados demostraran una ilegal introducción a su casa por parte de los militares quienes le habían confiscado más de 80 armas y cientos de cartuchos útiles para las mismas. Un par de años antes, el Gobierno de los Estados Unidos le retiró la visa de turista que tenía para entrar a ese país. A la fecha le siguen negando el acceso a suelo norteamericano por considerarlo un personaje riesgoso para dicho país.
El punto común entre Moreira y Hank es el Presidente Enrique Peña Nieto, la impunidad de la que han gozado en México, y las investigaciones que en el extranjero se les han iniciado. En el caso de Moreira con la aprehensión que ameritó, y en el de Hank con el retiro de la visa.
El círculo de la corrupción se cierra de manera alarmante alrededor del Presidente. Los suyos, son sospechosos en México y juzgados en otro país. Reflejo, esta acción, del México corrupto en el que habitamos. Y así pasamos de ser la sorna internacional con una fuga de película como la de Joaquín “El Chapo” Guzmán, lograda a partir de sobornos y actos de corrupción al interior del actual Gobierno Federal, de una recaptura orquestada en las oficinas de la DEA en Washington, a ser la burla internacional por la evidencia de corrupción en el sistema político mexicano, con la detención de Humberto Moreira. Un priísta –como Hank- que está acostumbrado a lavar su suciedad sólo en casa.
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