miércoles, 9 de marzo de 2016

El PSOE regresa a sus fuentes neoliberales. ¿España sin alternativas?


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El PSOE regresa a sus fuentes neoliberales. ¿España sin alternativas?

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Si ocurre una transformación radical, progresista, en España es indudable la influencia que adquiriría en la política nacional e internacional puesto que la Corporatocracia no dispondría de un gobierno dócil y sin autenticidad nacional.
En este caso, donde formar gobierno se convierte en una tarea inconclusa, la tendencia parece confirmarse en las tres hipótesis que se han esbozado desde que Mariano Rajoy no fue “investido”: una, que las elecciones podrían tener que repetirse; dos, que la fuerza de la derecha española ubicada en el PSOE es supremamente fuerte; tres, que la izquierda debe hacer un trabajo colectivo intensivo para fortalecer las propuestas de soberanía popular.
En primer lugar, cabe asegurar que el Partido Socialista Obrero Español tiene dos debilidades en su nombre: no es socialista ni obrero actualmente.
Por una parte, la línea conservadora dirigida por el empresario Felipe González como el ideólogo principal ha triunfado en el pacto que ha celebrado con Ciudadanos, ya que el armazón del Partido Popular está consolidado en el anterior: lo lógico será su unidad posterior. Por tanto, las propuestas socialistas verdaderas ligadas al establecimiento de la soberanía nacional, el impedimento constitucional a vender la nación, la búsqueda de organización para defender las conquistas laborales, el freno verdadero al alza del costo de vida y el desempleo, por dar un ejemplo, están descartadas en su proyecto social. Es factible que en los discursos se diga aunque no sea el fundamento esencial.
Por otra parte, el componente obrero real ha pasado a ser secundario y hoy su militancia más importante es un sector burocrático institucional consolidado por políticos profesionales que ansían continuar con sus privilegios y el statu quo.
En segundo lugar, la práctica demuestra que solo fuerzas progresistas pueden realizar modificaciones (aunque que no pueden ser denominadas de izquierda técnicamente pues su origen no es revolucionario), ya que son las que proponen cambios a favor de los españoles en su mayoría. Podemos, conjuntamente con otras fuerzas en coalición, se muestra como un emblema de éstas.
Ciudadanos es la forma “mejorada” del Partido Popular en tanto plantea una cosmovisión valórica diferente a la que tanto daño ha hecho a Rajoy, es decir, como un grupo de gente bien que se opone a la violación ética… aunque propone un proyecto similar al partido conservador pese a que su lenguaje es moderno, de redes y se insiste en su carácter renovador.
En tercer lugar, la decisión de Podemos de considerar retirarse de las negociaciones junto con los partidos de izquierda debido a que el pacto del PSOE y Ciudadanos "es incompatible" con ellos, es absolutamente coherente con su filosofía porque es casi imposible pactar con quien posee una visión prácticamente antagónica, de servicio a los sectores dominantes de dicha sociedad. Así, el papel del PSOE queda aceptado por las huestes neoliberales de González, con la venia del ex presidente Alfredo Aznar, y en entredicho para sectores liberales y comprometidos con las transformaciones que desea y requiere España para ser un país con grados de independencia y autonomía.
Algunas ideas parecen interpretar las dificultades de concertar un gobierno realmente progresista ya que un poco antes de la segunda reunión bilateral con el equipo negociador socialista y previo a realizarse la tercera sesión de diálogo, incluyendo cuatro actores (con Izquierda Unida y Compromís), se avizora que conduce a un camino sin altas probabilidades a no ser que se establezca nuevos referentes consistentes, sólidos, de prospectiva en equidad. Es claro según lo informado que el cambio que buscaba Podemos en la mesa de negociaciones tenía como objetivo, además de sacar de La Moncloa al presidente del Gobierno en funciones, cuestionar el proyecto neoconservador por su incompatibilidad con la orientación económica, fiscal y territorial que sustenta Pablo Iglesias.
Da la impresión, si es cierta, que Pedro Sánchez y Albert Rivera tienen pensamientos y sentimientos diferentes: mientras uno entrega el partido a los conservadores con su beneplácito o mostrando una debilidad ideológica tenaz, el otro se solaza y se siente como ganador (Rivera) porque en realidad lo es y mucho más de lo que cree ya que orienta una estrategia sin cambio efectivo.
Lo evidente es que la negociación con Ciudadanos es fácil en la medida que lo que se propone poseer una funcionalidad sistémica que ambos comparten. Sánchez ha dicho que acepta los cinco puntos de Ciudadanos para su pacto: supresión de privilegios de políticos ante la Justicia (aforamientos), reducir de quinientos mil a doscientos cincuenta mil el número de firmas necesarias para presentar una Iniciativa Legislativa Popular, "despolitizar" la Justicia, limitar los mandatos del presidente del Gobierno a 8 años y suprimir las diputaciones provinciales que se encargan de las pequeñas poblaciones.
Para realizar el gobierno reformista y de progreso, lo que supone contradicciones básicas en su contenido, implica crear un nuevo Ejecutivo en el que destaca la reforma de la Constitución, la fiscal y laboral, la defensa inalienable de la unidad de España y vetar toda acción destinada a convocar un referéndum con el fin de impulsar la autodeterminación de cualquier territorio del país, especialmente ahora que la consulta sobre la independencia de Cataluña está marchando. Es preciso mencionar un "pacto complementario" de lucha contra la corrupción para no incorporar a sus listas electorales, ni nombrar en altos cargos o cesar de ellos a personas que a partir de ese momento sean investigadas por el Ministerio Fiscal por delitos relacionados con la corrupción. Obviamente Rivera sería parte de ese gobierno y nadie que no sea cercano a ambas formaciones, exceptuando PP naturalmente, seguramente también participaría.
Mariano Rajoy ha sido enfático al decir que la firma del acuerdo PSOE-Ciudadanos "no sirve para nada" ya que no garantiza mayoría alguna. Más bien, ha insistido en su tesis inicial de que únicamente con él y su partido habrá estabilidad ya que, de resultar frustrada dicha opción, se tendría que mantener la incertidumbre y celebrar segundos comicios el 26 de junio.
Aunque paralelamente este martes continuaron las negociaciones a cuatro sobre el programa de un hipotético "Gobierno del cambio" para luego suspenderlas, Podemos ha manifestado su disposición a avanzar siempre que los principios sean compatibles y pese a que el proceso es muy lento, ya que queda pendiente trabajar temáticas sustanciales, las puertas del diálogo están abiertas.
Tal como está el panorama político de la “negociación” todo hace presagiar una nueva confrontación electoral que, de darse, lo preferible es que afecte positivamente a los grandes sectores necesitados de reformas sociales profundas e igualitarias. España requiere transformación para convertirse en modelo de nación soberana.
* Carlos Santa María es analista internacional. Colabora con RT.
Fuente: RT

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