OPINIÓN de Ramón Cotarelo/ Palinuro.- ¡Vaya, hombre, ahora que
esto empezaba a encauzarse de nuevo! Hasta el Rey parecía haber
entendido su papel en esta complicada situación, consistente en no hacer
nada. Fiel seguidor, de Duncan Black, el célebre autor de Teoría de los
comités y las elecciones, había decidido que la mejor decisión que
puede tomar era no tomar ninguna decisión. Una actitud muy sensata que
ya le recomendábamos aquí porque, como están las cosas, ¿a quién podría
proponer para que formara gobierno? Lo más sensato, en efecto, es dejar
que los grupos parlamentarios hablen entre sí.
No
ha gustado nada esta decisión real en La Moncloa. El señor de los
Sobresueldos esperaba ser nominado de nuevo para llevar adelante la
ardua tarea de formar gobierno en una cámara en la que nadie quiere
saber nada de él, excepto sus compañeros de partido y a esos porque les
va en el sueldo o en el sobresueldo. Rajoy está ofendido con el monarca a
pesar de que este ha aplicado la recomendación de Duncan Black de la
no-decisión cuya conveniencia ya había ponderado él aún sin haber leído
jamás a Black, pues el Marca le consume su tiempo.
Y justo en
este momento, los de Podemos hacen otra de sus piruetas y vuelven a
poner la situación en un punto crítico. Si la semana pasada Iglesias
decía la barbaridad de la cal viva, en un ataque injusto y absurdo al
partido con el que quiere negociar, esta no se queda atrás y empieza por
vetar la presencia de C's en las conversaciones. Rivera es un personaje
poco claro, a pesar de la candidez que su rostro. En Cataluña, en donde
le recuerdan muy bien como un partido de carácter unionista y capaz de
hacer cualquier cosa, lo tienen por una corriente de derecha extrema
cuyo objetivo esencial es que descarrile el tren de la independencia.
Sin
duda, C's tiene muchos factores en contra, pero vetar su presencia en
un ámbito público no es lo más acertado que pueda hacerse. Quizá para
algunos una mesa de negociaciones no será necesariamente el ámbito
público, pero sí lo es para los de Podemos, que se pasan el día pidiendo
negociaciones al aire libre, trasmitidas por todos los medios que,
según ellos, tanto les favorecen.
Vetar a alguien implica una
actitud de soberbia y agresividad y una pretensión de infalibilidad. No
estás, no me interesa escuchar los que tienes que decir. En esto
coinciden Podemos con IU, Iglesias y Garzón, los nuevos y los viejos
comunistas. Es el estilo eclesial de la izquierda transformadora: hay
que mantener a raya al maligno.Podemos, que debiera ser el primer
interesado en componer gobierno, pillar algo en él y evitar las
elecciones es, sin embargo, quien más hace por imposibilitar el acuerdo.
Es absurdo. Poner al PSOE contra las cuerdas de tener que renunciar a
la reunión a cuatro para no faltar a la lealtad a C's todavía lo es más.
En realidad, un veto inaceptable por parte de quien no tiene
experiencia alguna en asuntos de gobierno y está más interesado en
proyectar una imagen de rompe y rasga que de atención a las obligaciones
de sus compromisos. Da la impresión de que, como sostiene Dios Tuitero
en un post sobre Podemos, esta organización es una hechura del antiguo fanatismo católico español, reorientado al culto a la personalidad de un nuevo líder infalible.
El
desencuentro del miércoles no puede producirse. Podemos debe aceptar
sentarse a negociar con los dos partidos que han hecho algo por llegar a
gobernación del Estado. Sin vetos ni líneas rojas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario