revoluciontrespuntocero.com
Jóvenes son asesinados con tortura en Guerrero; autoridades omiten la investigación y los convierten en delincuentes
Emma Martínez
Jóvenes son asesinados con tortura en Guerrero; autoridades omiten la investigación y los convierten en delincuentes
(17
de marzo, 2016. Revolución TRESPUNTOCERO).- “Los jóvenes en Guerrero
han sido perseguidos desde que se dieron cuenta que uno de ellos dio
inicio a un movimiento de lucha que se extendió en la conciencia de
miles, que continuaron con ésta. Sí, Lucio Cabañas instó a revelarse y
levantarse en contra de la represión de un gobierno y ahora en la
entidad todo aquel que exige su derecho a vivir dignamente es perseguido
para, después de su muerte, desaparición o detención, las autoridades
lo estigmaticen como ‘delincuente’.
El ataque a los jóvenes en Guerrero no nació el día de la tragedia donde los 43 estudiantes desaparecieron, pero esto causó mayor impacto porque la violencia en su contra fue abierta por parte del Ejército y policías, a ellos les dispararon deliberadamente y sin temor, porque se sentían protegidos por los dirigentes del estado y de la nación.
Quienes se encuentran en el poder se han dedicado a perseguir jóvenes, muchas veces -como a finales de 2015 y todo este 2016- exhibiéndolos como delincuentes que tenían nexos con el narcotráfico o como víctimas de los sicarios”, afirma a Revolución TRESPUNTOCERO, Manuel Díaz, miembro de las autodefensas de la entidad.
Durante el mes de febrero y marzo, en las carreteras de Chilpancingo se han localizado cuerpos de jóvenes desnudos y con huellas de tortura en distintas partes del cuerpo. En algunos casos, como el caso del sábado pasado, los jóvenes tenían las manos atadas con cuerdas y estaban esposados. En ese mismo hecho, las víctimas fueron abandonadas frente a las instalaciones de la Delegación de la Policía Federal.
La muerte por tortura ha sido una constante en los primeros meses de este año, en contra casi siempre de jóvenes. Coincidiendo siempre, en la presencia de cartulinas con mensajes donde los acusan de ser miembros de la delincuencia común. “Esta es ya una estrategia para que la sociedad civil los condene e incluso se piense ‘qué bueno que les pasó esto’. Lo que tocaría a las autoridades es investigar cuál es realmente el móvil y quiénes los asesinos, sean o no delincuentes, porque eso es la justicia, sin embargo fácilmente se desentienden de las muertes y el caso ni siquiera se abre”, explica Díaz.
La semana pasada también se dio a conocer una escena donde dos jóvenes se encontraban desnudos, golpeados, con el rostro cubierto y atados de un poste de luz eléctrica, quienes fueron exhibidos, nuevamente, a unos metros donde un grupo de elementos de la Policía Federal mantienen su campamento.
A los jóvenes también les fueron colocadas dos cartulinas donde los acusaron de robar. Ante este hecho las autoridades tampoco le dieron seguimiento a los hechos. Sumándose a la lista el cuerpo de un joven que fue golpeado y exhibido desnudo, a él también le colocaron una cartulina en el pecho, donde se apreciaban pintas con tinta negra y bajo su cabeza había una cartulina con el mensaje: “esto me pasó por meterme a las casas, por ratas, aquí seguimos firmes con la limpia”, pese a la insistencia de la sociedad, para que las autoridades investiguen qué está pasando, las versiones de las cartulinas parecen prevalecer, puesto que no existen líneas de investigación conocidas.
Dicha ola de violencia que ha sido catalogada, por parte de la sociedad civil, como un ataque directo a la juventud de Guerrero y puntualmente de Chilpancingo comenzó a intensificarse, a partir de finales de enero, cuando un grupo de seis jóvenes fueron levantados, tres jóvenes más fueron secuestrados, también cerca de la comandancia de la Policía Municipal.
En su más reciente informe, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), titulado Alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio con equidad, da cuenta del crecimiento de los homicidios de jóvenes y niños en el país, posicionando a Guerrero como una de las entidades en el que este tipo de muerte violenta van en aumento, situación que ha prendido la alerta de organismos internacionales y nacionales, quienes han pedido al gobierno federal su pronta intervención. “Pero dudamos que las autoridades federales volteen a ver dichas tragedias, cuando ni con el levantamiento masivo de estudiantes hizo algo”, puntualiza la fuente.
Según cifras de UNICEF, esta incidencia pasó de 4.6 a 11.8 menores y jóvenes por cada cien mil habitantes, siendo Chihuahua, Guerrero, Nuevo León, Sinaloa y Nayarit, las entidades que registran las mayores tasas de mortalidad. La mayor proporción de homicidios corresponde a hombres, pues de 693 muertes que oficialmente se conocieron en el año 2000, la cifra llegó a casi el doble.
“En Guerrero, la violencia que derivada en homicidio, generalmente golpea a los jóvenes, si bien es cierto y de manera lamentable, muchos se encuentran dentro de bandas delincuenciales, otros más solamente son usados de carne de cañón para seguir rompiendo el tejido social, en otros casos para ser escudos humanos de la delincuencia organizada o amedrentar a cierto grupo social, todo lo anterior ha proliferado en los últimos años, pero se ha intensificado en las primeras semanas de marzo, demostrando que las autoridades no han siquiera intentado frenar estos homicidios, y tampoco pareciera estar dentro de sus planes hacerlo”, afirma a Revolución TREPUNTOCERO, Adalí Peralta, investigadora social especialista en conflictos rurales y activista.
Quien a su vez señala, que “pareciera ser que los grupos delincuenciales le hacen un favor a las autoridades, puesto que Guerrero es el perfecto ejemplo de la ineficacia de las políticas de seguridad basadas exclusivamente en un enfoque policial o militar, quienes a su vez son temidos por la sociedad porque se ha demostrado que torturan, levantan y desaparecen.
A su vez, fuerzas de seguridad y grupos delincuenciales están relacionados entre sí, por eso si ya de por sí Ejército y policías son pocas, en comparación a los grupos delincuenciales, se restan aún más, cuando una parte le cubre las espaldas a los cárteles, por lo que lamentablemente, es probable que sigamos viendo cuerpos colgados con cartulinas, asegurando que son delincuentes y también comprobaremos como las autoridades se quedan con dicha versión”, comenta la investigadora.
Peralta asegura que la militarización en Guerrero ha sido frecuente desde hace varias décadas, y en las últimas ha tomado como aliados a los grupos delictivos, quienes con frecuencia hacen uso del los levantones y la tortura para exhibir un grado de violencia que puede lograr convertir por miedo a una sociedad en “sumisa”, como ejemplo, “tenemos a jóvenes que fueron asesinados por tortura, siendo ésta acción una constante en su contra, una manera constante, de muerte violenta en Guerrero”.
El ataque a los jóvenes en Guerrero no nació el día de la tragedia donde los 43 estudiantes desaparecieron, pero esto causó mayor impacto porque la violencia en su contra fue abierta por parte del Ejército y policías, a ellos les dispararon deliberadamente y sin temor, porque se sentían protegidos por los dirigentes del estado y de la nación.
Quienes se encuentran en el poder se han dedicado a perseguir jóvenes, muchas veces -como a finales de 2015 y todo este 2016- exhibiéndolos como delincuentes que tenían nexos con el narcotráfico o como víctimas de los sicarios”, afirma a Revolución TRESPUNTOCERO, Manuel Díaz, miembro de las autodefensas de la entidad.
Durante el mes de febrero y marzo, en las carreteras de Chilpancingo se han localizado cuerpos de jóvenes desnudos y con huellas de tortura en distintas partes del cuerpo. En algunos casos, como el caso del sábado pasado, los jóvenes tenían las manos atadas con cuerdas y estaban esposados. En ese mismo hecho, las víctimas fueron abandonadas frente a las instalaciones de la Delegación de la Policía Federal.
La muerte por tortura ha sido una constante en los primeros meses de este año, en contra casi siempre de jóvenes. Coincidiendo siempre, en la presencia de cartulinas con mensajes donde los acusan de ser miembros de la delincuencia común. “Esta es ya una estrategia para que la sociedad civil los condene e incluso se piense ‘qué bueno que les pasó esto’. Lo que tocaría a las autoridades es investigar cuál es realmente el móvil y quiénes los asesinos, sean o no delincuentes, porque eso es la justicia, sin embargo fácilmente se desentienden de las muertes y el caso ni siquiera se abre”, explica Díaz.
La semana pasada también se dio a conocer una escena donde dos jóvenes se encontraban desnudos, golpeados, con el rostro cubierto y atados de un poste de luz eléctrica, quienes fueron exhibidos, nuevamente, a unos metros donde un grupo de elementos de la Policía Federal mantienen su campamento.
A los jóvenes también les fueron colocadas dos cartulinas donde los acusaron de robar. Ante este hecho las autoridades tampoco le dieron seguimiento a los hechos. Sumándose a la lista el cuerpo de un joven que fue golpeado y exhibido desnudo, a él también le colocaron una cartulina en el pecho, donde se apreciaban pintas con tinta negra y bajo su cabeza había una cartulina con el mensaje: “esto me pasó por meterme a las casas, por ratas, aquí seguimos firmes con la limpia”, pese a la insistencia de la sociedad, para que las autoridades investiguen qué está pasando, las versiones de las cartulinas parecen prevalecer, puesto que no existen líneas de investigación conocidas.
Dicha ola de violencia que ha sido catalogada, por parte de la sociedad civil, como un ataque directo a la juventud de Guerrero y puntualmente de Chilpancingo comenzó a intensificarse, a partir de finales de enero, cuando un grupo de seis jóvenes fueron levantados, tres jóvenes más fueron secuestrados, también cerca de la comandancia de la Policía Municipal.
En su más reciente informe, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), titulado Alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio con equidad, da cuenta del crecimiento de los homicidios de jóvenes y niños en el país, posicionando a Guerrero como una de las entidades en el que este tipo de muerte violenta van en aumento, situación que ha prendido la alerta de organismos internacionales y nacionales, quienes han pedido al gobierno federal su pronta intervención. “Pero dudamos que las autoridades federales volteen a ver dichas tragedias, cuando ni con el levantamiento masivo de estudiantes hizo algo”, puntualiza la fuente.
Según cifras de UNICEF, esta incidencia pasó de 4.6 a 11.8 menores y jóvenes por cada cien mil habitantes, siendo Chihuahua, Guerrero, Nuevo León, Sinaloa y Nayarit, las entidades que registran las mayores tasas de mortalidad. La mayor proporción de homicidios corresponde a hombres, pues de 693 muertes que oficialmente se conocieron en el año 2000, la cifra llegó a casi el doble.
“En Guerrero, la violencia que derivada en homicidio, generalmente golpea a los jóvenes, si bien es cierto y de manera lamentable, muchos se encuentran dentro de bandas delincuenciales, otros más solamente son usados de carne de cañón para seguir rompiendo el tejido social, en otros casos para ser escudos humanos de la delincuencia organizada o amedrentar a cierto grupo social, todo lo anterior ha proliferado en los últimos años, pero se ha intensificado en las primeras semanas de marzo, demostrando que las autoridades no han siquiera intentado frenar estos homicidios, y tampoco pareciera estar dentro de sus planes hacerlo”, afirma a Revolución TREPUNTOCERO, Adalí Peralta, investigadora social especialista en conflictos rurales y activista.
Quien a su vez señala, que “pareciera ser que los grupos delincuenciales le hacen un favor a las autoridades, puesto que Guerrero es el perfecto ejemplo de la ineficacia de las políticas de seguridad basadas exclusivamente en un enfoque policial o militar, quienes a su vez son temidos por la sociedad porque se ha demostrado que torturan, levantan y desaparecen.
A su vez, fuerzas de seguridad y grupos delincuenciales están relacionados entre sí, por eso si ya de por sí Ejército y policías son pocas, en comparación a los grupos delincuenciales, se restan aún más, cuando una parte le cubre las espaldas a los cárteles, por lo que lamentablemente, es probable que sigamos viendo cuerpos colgados con cartulinas, asegurando que son delincuentes y también comprobaremos como las autoridades se quedan con dicha versión”, comenta la investigadora.
Peralta asegura que la militarización en Guerrero ha sido frecuente desde hace varias décadas, y en las últimas ha tomado como aliados a los grupos delictivos, quienes con frecuencia hacen uso del los levantones y la tortura para exhibir un grado de violencia que puede lograr convertir por miedo a una sociedad en “sumisa”, como ejemplo, “tenemos a jóvenes que fueron asesinados por tortura, siendo ésta acción una constante en su contra, una manera constante, de muerte violenta en Guerrero”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario