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La geopolítica del terror es una lección mal aprendida
por Sebastiano Caputo
– Ahora que Bruselas ha sido golpeada con acciones terroristas
organizadas de forma sangrienta, la historia se repite y barre a la
opinión pública en una espiral de emociones. A pesar de los recientes
ataques en París, el circo político-mediático comete los mismos errores
de apreciación: hay quienes siguen cantando el ritornello
belicista del “estamos en guerra”, y quien en su lugar prepara ya
marchas – reales o virtuales – de solidaridad. La verdad es que en los
últimos cinco meses, la alianza de Occidente en Oriente Medio no se ha
redimensionado tanto respecto al pasado. Porque después de una ligera
apertura hacia Irán (fin del embargo y acuerdos económicos con Europa),
Rusia (las sanciones deben permanecer en vigor hasta 31 de julio de
2016), y Siria (en los acuerdos de paz de Ginebra, a Assad no se le
menciona), todavía se mantiene demasiado atada a los intereses de
Turquía y Arabia Saudita, dos de los principales patrocinadores del
Daesh.
Si el jefe del Elíseo, Francois Hollande, ha entregado hace unas semanas, en completo silencio, la legión de honor al Príncipe Muhammad bin Nayef Al Saud, vicepresidente del Consejo de Ministros y jefe del Interior del Reino, por su compromiso en la lucha contra el terrorismo (sic!); si Angela Merkel ha cedido en repetidas ocasiones a la estrategia del presidente Erdogan, que utiliza el éxodo de refugiados sirios como chantaje y al mismo tiempo como un arma apuntando hacia Europa; si John Kerry viene a la cumbre anti-Daesh en Roma para explicar a sus aliados que Assad es el mal absoluto; si Israel amenaza a los candidatos a la Casa Blanca sobre los acuerdos de cooperación con Teherán, con no dar ningún apoyo electoral; si bajo órdenes sauditas, primero el Consejo de Cooperación del Golfo (Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar) y después la Liga Árabe, han declarado oficialmente a la milicia chií libanesa Hezbolá, la misma que combate frente al Daesh desde hace más de cinco años, como una “organización terrorista”. Si este es el camino de la política exterior occidental, entonces no hay que sorprenderse de que las bombas estallen de nuevo en el corazón de Europa.
Los imbéciles cantan y los estúpidos lloran, pero de la geopolítica del terror no se sienten a gusto para hablar, debido a que la ecuación es demasiado incómoda a los ojos de los que deben construir el consenso: hay quien exporta el terrorismo, nuestros aliados, y quien lo combate. hace falta elegir de qué parte se está y preguntarse: ¿la cruzada estadounidense en el Medio Oriente iniciada en el año 2001 nos ha hecho más seguros?
Katehon
Si el jefe del Elíseo, Francois Hollande, ha entregado hace unas semanas, en completo silencio, la legión de honor al Príncipe Muhammad bin Nayef Al Saud, vicepresidente del Consejo de Ministros y jefe del Interior del Reino, por su compromiso en la lucha contra el terrorismo (sic!); si Angela Merkel ha cedido en repetidas ocasiones a la estrategia del presidente Erdogan, que utiliza el éxodo de refugiados sirios como chantaje y al mismo tiempo como un arma apuntando hacia Europa; si John Kerry viene a la cumbre anti-Daesh en Roma para explicar a sus aliados que Assad es el mal absoluto; si Israel amenaza a los candidatos a la Casa Blanca sobre los acuerdos de cooperación con Teherán, con no dar ningún apoyo electoral; si bajo órdenes sauditas, primero el Consejo de Cooperación del Golfo (Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar) y después la Liga Árabe, han declarado oficialmente a la milicia chií libanesa Hezbolá, la misma que combate frente al Daesh desde hace más de cinco años, como una “organización terrorista”. Si este es el camino de la política exterior occidental, entonces no hay que sorprenderse de que las bombas estallen de nuevo en el corazón de Europa.
Los imbéciles cantan y los estúpidos lloran, pero de la geopolítica del terror no se sienten a gusto para hablar, debido a que la ecuación es demasiado incómoda a los ojos de los que deben construir el consenso: hay quien exporta el terrorismo, nuestros aliados, y quien lo combate. hace falta elegir de qué parte se está y preguntarse: ¿la cruzada estadounidense en el Medio Oriente iniciada en el año 2001 nos ha hecho más seguros?
Katehon
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