“Si tengo que dejar esta casa me iré sin crear problemas, siempre que
me paguen lo que me costó”. El colono Yehuda (nombre ficticio, exige el
anonimato antes de avenirse a hablar con franqueza) compró hace ocho
años su vivienda unifamiliar de 130 metros cuadros y otros 500 metros
cuadrados de jardín por el equivalente a medio millón de euros en un
confín del asentamiento
de Tekoa. Al norte divisa las edificaciones de Jerusalén, entre un
paisaje bíblico de viñas y olivos en Belén, y al este el desierto de
Judea, que se hunde hacia el valle del Jordán desde la vecina colonia de
Hakdim, donde reside el recién nombrado ministro de Defensa, el
ultraderechista Avigdor Lieberman.
Ver fotogaleríaMarcha de protesta palestina ante el asentamiento de Modiin Illit, en Cisjordania, el 27 de febrero de 2015. THOMAS COEXAFP
Desde que ocupó Cisjordania y Jerusalén Este tras la guerra de 1967,
Israel no ha dejado de colonizar, sobre todo después de que renunciara
hace un decenio a permanecer en la franja de Gaza. Las colonias han
venido creciendo a un ritmo anual del 5% para sumar hoy más de 600.000
colonos. Como recordaba el diputado y dirigente palestino
Mustafá Barguti ante un grupo de periodistas y diplomáticos
extranjeros, entre 1967 y 1978 se instalaron 22.000 colonos judíos en
los territorios palestinos. Y en 1993, en vísperas de los Acuerdos de
Oslo de los que surgió la Autoridad Palestina, eran ya 160.000 los
habitantes de los asentamientos. “Los israelíes controlan directamente
las dos terceras partes de Cisjordania y todo Jerusalén Este, en donde
hoy están censados cerca de 200.000 colonos judíos”, puntualizó el líder
de Iniciativa Nacional Palestina.
“Reivindico mi derecho a vivir en la tierra histórica de Israel, pero
no voy a empuñar las armas por ello”, argumenta Yehuda, un empleado
público en la cuarentena, que comparte un chalé residencial con su mujer
y su hija de seis años en Tekoa, un asentamiento surgido en 1973 a la
vera de la población palestina del mismo nombre y que cuenta con unas
900 viviendas. En los territorios palestinos ocupados
por el Ejército israelí desde hace 49 años existen 121 asentamientos
oficialmente reconocidos y un centenar de outspot o colonias ilegales
para el propio Gobierno.
Tekoa es todo un ejemplo. Un recorrido por sus calles muestra que, a
pesar de la congelación del crecimiento de las colonias judías
aparentemente decretado por el Ejecutivo de Benjamín Netanyahu,
hay nuevas parcelas en construcción. “Es lo que llamamos el crecimiento
vegetativo natural del asentamiento”, justifica Yehuda de camino a la
urbanización anexa de Nueva Tekom, que poco tiene que ver con la imagen
de casas colgadas en lo alto de las colinas con los que se suele
identificar la ocupación israelí. “Aún no tienen todos los permisos”,
puntualiza. Donde difícilmente habrá regularización urbanística será en
el vecino outpost de Sokotdane, un campamento de caravanas y
contenedores para colonos radicales, vigilado de forma permanente por un
destacamento militar ante su cercanía a la Tekoa palestina. “No me
siento especialmente amenazado, aunque tampoco podría vivir rodeado de
vallas”, concluye la gira Yehuda.
Para los responsables palestinos no hay disquisiciones legales. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas,
intentó llevar hace un mes ante el Consejo de Seguridad de la ONU una
resolución de condena contra los asentamientos judíos, pero la retiró en
el último momento para no interferir en la iniciativa de paz francesa,
que este viernes dio sus primeros pasos en París.
ver fotogaleríaObreros trabajan en la construcción de un edificio en el asentamiento judío cisjordano de Maale Adumim en mayo de 2014. Baz RatnerREUTERS
Israel intenta mantener una apariencia interna de legalidad en la
ocupación. El llamado Cogat (Coordinación de Actividades del Gobierno en
los Territorios) es una especie de Administración civil dirigida por
las autoridades militares. El general israelí del cuerpo jurídico Danny
Efrony, aseguró en una conferencia en Jerusalén que las decisiones de
Cogat estaban sometidas en última instancia a la revisión del Tribunal
Supremo de Israel. “Pero no podemos tener soluciones para todo”,
reconocía al ser preguntado por la unánime consideración de ilegalidad
de los asentamientos en el resto del mundo.
La ocupación se ejerce tanto sobre el territorio como sobre los
recursos naturales, sobre todo sobre el agua, el bien más preciado en el
árido Oriente Próximo. Natasha Karmi, asesora de la Autoridad Palestina
para los recursos hídricos, sostiene que los 400.000 israelíes de los
asentamientos de Cisjordania consumen seis veces más caudal de agua que
2,75 millones de palestinos. “Esta desproporción es insostenible. Los
9.000 colonos judíos que ocupan tierras cultivables en el valle del
Jordán”, advierte, “absorben una tercera parte del agua que consume toda
la población palestina en Cisjordania”.
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