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El virus de la gripe y la Teoría Microbiana de las enfermedades
noticiasdeabajo
Por Sayer Ji,
Los nuevos descubrimientos indican que
casi todo lo que una vez creímos sobre la letalidad del virus de la
gripe puede estar arraigado en una superstición institucionaliza y en
mitos.
La teoría microbiana de la enfermedad está muy
extendida por doquier, pues según esta teoría estamos en riesgo por un
simple apretón de manos, y está presente en todas las agencias
nacionales de vacunación y en la campañas mundiales de erradicación.
Pero, ¿qué pasaría si descubrimos que todavía no se ha investigado qué
son exactamente estos agentes patógenos y cómo nos infectan? ¿Qué
pasaría si gran parte de lo que se asume y se cree acerca de los
peligros de los microbios, en particular de los virus, ha sido puesto en
entredicho gracias a los nuevos descubrimientos en el campo de la
microbiología?
Algunos de nuestros lectores ya saben que en escritos míos anteriores he discutido sobre esa afirmación de que “los gérmenes son nuestros enemigos”, afirmación
que ha sido refutada por los descubrimientos relativamente recientes
sobre el microbioma. Si quiere más información puede leer “Cómo el microbioma destruyó el Ego, la política de vacunaciones y el patriarcado”.
Al artículo de hoy le daremos un enfoque menos
filosófico y me centraré en la gripe como un ejemplo concreto del cambio
de paradigma en la Biomedicina y las Ciencias Biológicas, en el que
todos estamos inmersos, algo de lo quizás no seamos conscientes.
El letal virus de la gripe, ¿vacunarse o diñarla?
La manera en la que las autoridades sanitarias
hablan del virus de la gripe es como la de una fuerza maligna contra la
que todos los ciudadanos de edades por encima de los seis meses deben
vacunarse anualmente como medida de protección. Peor aún, en algunos
países no se aceptan objeciones religiosas o filosóficas para oponerse a
esta vacunación, ya que irían en contra de la denominada inmunidad de
grupo (un concepto hoy en día bastante desacreditado por falta de
evidencias).
[…]
Pero, ¿qué pasaría si dijese que no hay tal
cosa como un virus de la gripe, en el sentido de un vector monolítico de
la enfermedad presente fuera de nosotros, algo concebido como una
relación entre depredador y presa?
En primer lugar, considere que en Colaboración Cochrane
se reconoce que hay diferentes virus de la gripe que de hecho no forman
parte de la gripe A, contra la que dirigen las vacunas, pero que sin
embargo pueden contribuir a síntomas idénticos que se atribuyen a la
gripe A:
“Más de 200 virus causan la gripe y una
enfermedad parecida a la gripe con los mismos síntomas (fiebre, dolor de
cabeza, dolores y malestar, tos y resfriado). Sin unas pruebas de
laboratorio, los médicos no pueden decir cuál de ambas enfermedades es,
la mortal o la enfermedad grave. En el mejor de los casos, las vacunas
podrían ser eficaces sólo con la gripe A y B, que representan alrededor
del 10% de los virus circulantes”. [Fuentes: Resúmenes Cochrane).
Esto da lugar a un cuadro de extrema
complejidad que ponen en entredicho aquellas políticas de salud que
presuponen que la vacunación contra la gripe equivale a estar
inmunizado, lo que implicaría aumentar la inmunidad de grupo o colectiva
mediante el ritual de las campañas masivas de vacunación como una
cuestión de responsabilidad social.
[…]
¿Por qué no hay tal virus de la gripe, en el sentido que siempre nos han dicho?
Pero volvamos al tema y tengamos en cuenta los hallazgos de un estudio realizado en el año 2015 titulado “Conserved and host-specific features of influenza vision architecture”. Ha sido el primer estudio en entrar en profundidad en la estructura
molecular y la composición del virus de la gripe. De manera
sorprendente, dado el largo período de uso y promoción de las vacunas de
la gripe, nunca hasta ahora se había realizado un análisis detallado de
las proteínas que contiene este virus y de dónde proviene. Invertimos
miles de millones en vacunas contra la gripe y se ha desarrollo una
campaña mundial para contrarrestar a este enemigo viral, cuya estructura
básica ni siquiera conocemos, algo difícil de entender. Pero que es
así.
El resumen del estudio empieza con una frase ya de por sí provocativa:
“Los virus utilizan viriones
para propagarse entre los huéspedes, y la composición del virión es,
por tanto, el principal determinante de la transmisibilidad viral y la
inmunogenicidad”.
Los viriones son también conocidos
como “partículas virales”, y son los medios mediante los cuales los
ácidos nucleicos del virus son capaces de infectar a un organismo vivo.
Sin la partícula viral (vehículo) para transportar el ADN del virus
(pasajero), sería inofensivo. De hecho, a menudo se describen los virus
como a un intermedio entre los seres vivos y los inanimados: no producen
su propia energía ni son transmisibles sin un huésped vivo. Por lo
tanto, en esta primera frase, los autores están dejando claro que la
composición del virión es el principal determinante de la infección
(transmisión) y en cómo va a afectar al sistema inmunológico del huésped infectado.
Esta discusión es importante porque a menudo
pensamos que los virus con simplemente unas cadenas patógenas de ADN o
de ARN. La ironía es que esas cadenas a las que atribuimos un componente
letal ni siquiera se puede decir que estén vivas y no puedan infectar a
un organismo sin el resto de los componentes (proteínas, lípidos,
ácidos nucleicos extravirales) que no tiene origen viral pero que
participan en el proceso. Por lo tanto, si los componentes no son
virales pero esenciales para el virus sea dañino, ¿cómo podemos seguir
manteniendo que nos enfrentamos a una entidad que está allá fuera y que nos infecta como víctimas pasivas? Es algo absurdo, considerando estas conclusiones.
Profundicemos en los descubrimientos del estudio…
La siguiente frase del resumen del estudio
aborda lo que ya decíamos al principio de este artículo: a saber, que
hay una gran complejidad en la extrema variabilidad en la composición
del virión:
“Sin embargo, los viriones de muchos virus son complejos y pleomórficos, haciendo que sea muy difícil su análisis en detalle”.
Pero este problema de la gran variabilidad en
la composición del virión de la gripe es la razón por la cual se llevó a
cabo este estudio, como explican:
“Abordamos el estudio mediante la
identificación y cuantificación de las proteínas virales utilizando
espectrometría de masas, generando un modelo completo y cuantificable de
los cientos de proteínas virales y codificadas por el huésped que
constituyen los viriones pleomórficos del virus de la gripe. Se
demuestra que para la conservación de la estructura del virión de la
gripe, que incluye importantes cantidades de proteínas del huésped, así
como la proteína viral NSI, se necesitan abundantes rasgos dependientes del huésped. Como
resultado, los viriones de la gripe producidos por mamíferos y aves
huéspedes, tienen una composición proteínica distinta”.
En otras palabras, encontraron que
el virus de la gripe está compuesto tanto de material biológico del
huésped que el virus infecta como por material genético del virus mismo.
Entonces, ¿cómo diferenciamos el virus de la gripe como algo
diferenciado del resto? Dado que no existiría sin sus mismas proteínas o
las de otros animales huésped, como pájaros o insectos, se haría
imposible si nos atenemos a una cierta honestidad intelectual.
También está de por medio el importante
problema de producción de la vacuna de la gripe. Actualmente, el
antígeno viral contra la gripe humana se produce a través de huevos de
pollo e insectos. Esto significa que las partículas virales extraídas de
estos huéspedes contendrían proteínas extrañas, y por lo tanto
producirían respuestas inmunológicas diferentes y/o impredecibles en los
seres humanos, más allá de lo que sería de esperar de las partículas
virales de la gripe humana. Una posibilidad es que las decenas de
proteínas extrañas encontradas dentro de la gripe aviar, pudieran
producir teóricamente antígenos en los seres humanos que al reaccionar
de forma cruzada provocaran una autoinmunidad. Las pruebas de seguridad,
actualmente, no se detienen en estas reacciones cruzadas.
Evidentemente, este descubrimiento abre una amplio abanico de problemas
potenciales que nunca han sido suficientemente analizados, ya que nunca
se ha comprendido hasta ahora que la gripe depende completamente de un
huésped para su transmisibilidad e inmunogenicidad.
¿Los virus de la gripe “secuestran” realmente los exosomas?
Por último, el estudio identificó algo aún más sorprendente:
“Finalmente, observamos que los viriones de
la gripe comparten una composición proteica subyacente con los exosomas,
lo que sugiere que los viriones de la gripe se forman subvirtiendo la
producción de microvesículas”.
De lo que estos investigadores están hablando
es del descubrimiento de que las partículas virales comparten muchas
similitudes con las partículas parecidas a virus producidas naturalmente
por todas las células vivas, lo que se denominan exosomas. Los
exosomas, del mismo modo que muchos virus (es decir, virus encapsulados)
están encerrados por una membrana, dentro del rango de tamaño de 50-100
nanómetros, mientras que los virus están en el rango de 20-400
nanómetros. También contienen moléculas biológicamente activas, como
proteínas y lípidos, así como información, por ejemplo en forma de ARN,
exactamente, o muy similares, a los tipos contenidos dentro de las
partículas virales.
Cuando se observan los virus detenidamente y
las coincidencias con los exosomas, que como portadores de ARN regulan
esencialmente la expresión de la mayor parte del genoma humano,
comenzamos a entender cómo su función podría considerarse neutral como
portadores de información, o incluso beneficiosa. Tanto los exosomas
como los virus pueden ser realmente los responsables de la comunicación
entre las especies y de regulación en la biosfera, dada la manera en que
son capaces de facilitar y mediar la transferencia horizontal de
información entre organismos. Incluso comer un trozo de fruta supone que
estos exosomas pueden alterar la expresión genética, algo de vital
importancia dentro de nuestro cuerpo.
A la luz de las consideraciones de la Teoría
Postmicrobiana, los virus podrían ser descritos como piezas de
información en busca de cromosomas, lo cual no es algo inherentemente
malo, sino que de hecho es esencial en la relación genotipo/fenotipo
dentro de los organismos, que deben adaptarse a las condiciones
ambientales cambiantes para poder sobrevivir, algo que el lento ritmo de
los cambios genéticos dentro de las secuencias de nucleótidos primarios
de nuestro ADN no puede hacer (por ejemplo, pueden transcurrir 100.000
años para que una secuencia de genes codificadores de proteínas cambie
para que la expresión del gen codificador de proteínas sea modificado
por modulación vía ARN viral o exosomal).
Esto no significa que todo sea bueno. A veces,
dada las condiciones fuera de control, los mensajes podrían presentar
desafíos o información errónea a las células con las que mantienen un
contacto, lo que puede resultar en “síntomas de enfermedad”. Pero con la
advertencia de que los síntomas de enfermedad son a menudo intentos del
cuerpo por autorregularse y en última instancia la de mejorar e ir
hacia una curación.
En otras palabras, la composición de los
viriones parece el subproducto de la maquinaria de producción normal del
exosoma (también conocido como microvesículas) y el tráfico celular,
aunque influenciado por el ADN del virus de la gripe. Y del mismo que
los exosomas, los virus pueden ser un medio de comunicación extracelular
entre las células, en lugar de ser simplemente entidades que producen
una patología. Esto podría explicar por qué muchas investigaciones sobre
el papel del viroma en la salud humana indican que los llamados agentes
infecciosos, incluyendo virus como el del sarampión, tengan importantes
beneficios para la salud [Vea: Los beneficios para la salud del sarampión y El poder curativo de los microbios]
Otros investigadores han llegado a
descubrimientos similares sobre la relación entre los exosomas y los
virus, a veces describiendo el secuestro viral de las vías utilizadas
por los exosomas como una hipótesis del “caballo de Troya”. El VIH puede proporcionarnos un ejemplo.
Observaciones finales
El reciente descubrimiento que la naturaleza de
la composición de los viriones de la gripe depende del huésped es sólo
la punta del iceberg de algo que todavía no logramos comprender del
todo, pero que ya está dando al traste con otras muchas teorías, o
paradigmas.
Uno de estos paradigmas es que los microbios
son combatientes enemigos y que los virus no cumplen un papel
fundamental en nuestra salud, y que por tanto deben ser erradicados de
la tierra, si eso fuera posible.
Pero estas creencias son insostenibles. Con el
descubrimiento del papel indispensable del microbioma y de la
subpoblación de virus en sus interior, el viroma, hemos entrado en una
visión totalmente nueva y ecológica de nuestro cuerpos y su entorno,
algo que es fundamentalmente inseparable. Irónicamente, lo único que el
virus de la gripe puede matar es a la Teoría Microbiana del origen de
las enfermedades.
Para obtener mayor información sobre estos
asuntos, puede ver la conferencia sobre el viroma. De hacerlo, ya no
podrá mantener por más tiempo la Teoría Microbiana como una verdad
monolítica. Incluso puede empezar a entender cómo podríamos considerar a
algunos virus como nuestros amigos, y por qué podemos necesitar los
virus mucho más de lo que nos necesitan ellos a nosotros.
[…]
Sayer Ji es fundador de Greenmedinfo.com,
revisor de International Journal of Human Nutrition y Functional
Medicine, Cofundador y Director General de Systome Biomed,
Vicepresidente de la Junta Directiva de la Federación Nacional de Salud,
Miembro del Comité Directivo de la Fundación Mundial contra los
Transgénicos.
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