NUMANCIA, MITO HISPÁNICO Y UNIVERSAL
Numancia, de Alejo Vera y Estaca (1834-1923) |
NUMANCIA, EL PODER REALIZADOR DEL MITO
Manuel Fernández Espinosa
"Vivir los mitos implica, pues, una experiencia verdaderamente religiosa, puesto que se distingue de la experiencia ordinaria, de la vida cotidiana. La religiosidad de esta experiencia se debe al hecho de que se reactualizan acontecimientos fabulosos, exaltantes, significativos."
Mircea Eliade, "Mito y realidad".
Rusia,
otoño de 1941, el ejército del III Reich que ha invadido la URSS pone
sitio a Leningrado. Cercada San Petersburgo por las tropas alemanas, dos
intelectuales soviéticos -el poeta Nicolás Tíjonov y el entonces joven
periodista Zacarías I. Plavskin- planean poner sobre las tablas del
Teatro Gorki la obra "La Numancia", adaptación de la tragedia cervantina
hecha por Rafael Alberti unos años antes, en plena Guerra Civil
Española. Plavskin había combatido en España y cuenta que el único libro
con el que salió de nuestra nación era la versión dramatúrgica de "La
Numancia". Plavskin escribe: "...la tragedia cervantina fue
interpretada no sólo como una obra nacional y patriótica, que canta una
de las hazañas más notables del pueblo, sino también como un himno a la
libertad humana en general". Por muchas circunstancias, la
representación del Teatro Gorki no pudo llevarse a cabo, pero consta la
ilusión que los soviéticos pusieron en mostrar al pueblo lo que, sin
ninguna duda, es uno de nuestros mitos más universales: el de Numancia o
la defensa extrema, la de quienes acorralados, cercados por un ejército
más fuerte, estrechados por el hambre y las fatigas sin cuento, no
ceden y con su inmolación terminan estampando en sangre una de las
páginas más gloriosas de la historia universal.
Lo cantó el poeta Bernardo López en su Oda al dos de Mayo:
Siempre en lucha desigual
cantan tu invicta arrogancia,
Sagunto, Cádiz, Numancia,
Zaragoza y San Marcial.
En tu suelo virginal
no arraigan extraños fueros;
porque, indómitos y fieros,
saben hacer sus vasallos
frenos para sus caballos
con los cetros extranjeros.
La
anécdota que narra Plavskin da cuenta de esa universalidad de nuestra
Numancia, pero alemanes como Goethe, como August Wilhelm Schlegel o como
el filósofo Arthur Schopenhauer habían reparado en Numancia. Aquí no me
interesa tanto los hechos históricos de la defensa numantina, sino su
proyección a lo largo de la literatura, sobre todo española, que ha
convertido la gesta de Numancia en un Mito movilizador.
Las
fuentes historiográficas romanas pasan por Apiano y Polibio, Valerio
Máximo y Floro. La retomó Orosio, se repite en Lucas de Tuy, en Alfonso X
el Sabio y en nuestro Ambrosio de Morales, también el jesuita Antonio
Navarro (aproximadamente por el año 1570) escribió una historia de
Numancia. Se plasma en literatura ya en el "Romance de como Cipión
destruyó a Numancia" (siglo XV, publicado por Timoneda), Gabriel Lobo
Laso de la Vega escribe otro poema sobre el tema. Pero será Miguel de
Cervantes quien convierta a Numancia en mito nacional del orgullo que prefiere morir que rendirse, para vivir como esclavos.
Ciertamente Cervantes no logró mucho éxito con esta obra dramática,
pues triunfaba el teatro de Lope de Vega; pero la Numancia de Cervantes
seguía la línea que había marcado previamente Juan de la Cueva, la que
marcaba buscar en la historia de España la materia prima para
convertirla en obra dramatúrgica que educara al pueblo español, desde el
zapatero hasta el marqués, en la grandeza de un destino imperial. No
huelga decir que en la España del siglo XVI-XVII, el teatro era en
España el medio de comunicación social más importante de todos. Numancia
es el héroe colectivo, "Fuenteovejuna" de Lope de Vega podría ser otro héroe colectivo, pero no se le puede regatear a Numancia la aureola que desprende lo originario, lo autóctono, lo más puro y ancestral.
En
el XVII el tema de Numancia parece que se eclipsa, aunque no obstante a
Francisco de Rojas Zorrilla se le atribuyen "Numancia cercada" y
"Numancia destruída" y Francisco de Mosquera escribe un "La Numancia".
Todavía en los albores del XVIII encontramos que resuena Numancia en el
"Cerco y ruina de Numancia" de Juan José López de Sedano como también en
la obra neoclásica que a finales del XVIII fue tan popular en España,
la "Numancia" del gaditano Ignacio López de Ayala. En la primera mitad
del siglo XX, en el fragor de nuestra guerra civil, Rafael Alberti tiene
la ocurrencia de realizar una adaptación del tema, la que Tíjonov y
Plavskin quisieron estrenar en el Leningrado sitiado. Lo que sí parece
es que si en Leningrado no pudo ponerse sobre las tablas, posiblemente
en un escenario bélico, como es el del sitio de Zaragoza de 1808, pudo
representarse por órdenes de Palafox una "Numancia", muy probablemente
la de López de Ayala, para alentar al pueblo defensor. En el siglo XIX
también Alejo Vera pintaría su Numancia, llevando el Mito a la pintura.
Pero
si en la literatura y, especialmente en la dramaturgia, el tema de
Numancia es perenne, el impacto del Mito de Numancia en la historia
fáctica no es menos. El romanticismo recogerá en su ebriedad exaltada
los númenes de Numancia, convirtiéndola de la mano del poeta José de
Espronceda y del dramaturgo Ventura de la Vega en una sociedad secreta y
revolucionaria, la que se juramenta para vengar el ahorcamiento de
Rafael del Riego, son unos jovenzuelos de 15 años y se hacen llamar los
"Numantinos", con la edad que tenían sus fundadores no podemos suponer
que la sociedad secreta de los "Numantinos" fuese muy lejos en sus
acciones, pero ello no deja de ser una muestra de la fascinación que
ejerce el Mito de Numancia. Defensa numantina, resistencia numantina
formarán parte del lenguaje bélico, a veces empleado metafóricamente,
pero otra describiendo situaciones que realmente fueron así: como la
resistencia que efectuaron en la primavera de 1840 los carlistas
atrincherados en el Castillo de Alcalá de la Selva (Teruel), que cuando
se le acabaron las municiones, continuaron defendiendo la posición con
granadas y luego a pedradas, causando considerables bajas a un ejército
bien pertrechado que dirigía el General O'Donnell. El heroísmo carlista
encontraría a unos resistentes numantinos en los defensores de los dos
Sitios de Bilbao, el de 1835 y el de 1874 que soportaron los embates
carlistas, el último Sitio de Bilbao de 1874 tuvo la fortuna de
constituir tema de la gran novela unamuniana "Paz en la guerra". En
Filipinas, tenemos a los numantinos de Baler y ahí están las defensas
del Alcázar de Toledo y el Santuario de la Virgen de la Cabeza en la
Guerra Civil de 1936-1939. Y por el lado republicano, Madrid quiso
emular a Numancia en su irreductibilidad con aquellos eslóganes del "No
pasarán"; que Rafael Alberti readaptara la "Numancia" de Cervantes era
previsible.
Es
una constante hispánica que está latente siempre y que supera las
banderías: contra el extranjero invasor hemos invocado "Numancia" contra
Napoleón Bonaparte; contra el hermano, Abel o Caín, hemos clamado
"Numancia" y daba igual la bandería: liberales exaltados se
autonombraban "Numantinos", carlistas resistían numantinamente. En los
oídos de rudos y rurales quintos llevados de su terruño peninsular a
defender la bandera española en Filipinas, resonaba "Numancia"; Alberti
en Madrid gritaba "Numancia" contra los fascistas; guardias civiles bajo el mando del Capitán Cortés mantenían sin rendir el Santuario contra los rojos. Donde hay un español de verdad, independientemente de su partido o ideología, hay una Numancia latente y en potencia.
Siempre que un español, a lo largo de los siglos, ha pronunciado Numancia
lo que ha hecho es invocar una situación que, aunque sucedió
históricamente, adquiere en nuestro imaginario social la proporción de
fabulosa, innegablemente significativa, que tiene la capacidad de
exaltar y que, consciente o inconscientemente, reactualiza ese "in illo
tempore" que no es pasado, sino presente activo y actuante. Si Numancia
no es, en el sentido exactamente eliadiano, un mito, no sabría yo de
otro episodio que lo fuese.
De Numancia cantó Juan Eduardo Cirlot:
"por la misma grandeza de tu nombre
inextinguiblemente herido."
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