En
medios tradicionales y redes sociales se ha desatado una furiosa
andanada de críticas y señalamientos que rayan en la especulación pura
contra el dos veces ex candidato presidencial Andrés Manuel López
Obrador, quien actualmente lidera con holgura la carrera de la sucesión
presidencial en lo que será su tercera competencia electoral, y
seguramente su última oportunidad.
Con Andrés Manuel no hay medias tintas: la gente lo ama o lo
aborrece, pero no hay duda de que es un político con respaldo social y
con verdadero liderazgo, cualidad de la que no pueden presumir ninguno
de los “presidenciables” de los otros partidos y que los pone en franca
desventaja rumbo al 2018.
Es claro entonces, por qué el PRI y el PAN, únicos partidos que han ocupado la presidencia de México y quienes se ven a sí mismos como los más fuertes, han apuntado su artillería de guerra sucia -sí, la misma de siempre- contra el enemigo AMLO, al que ahora comparan con el cuasi dictador venezolano, Nicolás Maduro, advirtiendo a los mexicanos que de ganar la presidencia nuestro país caerá en una crisis similar a la del país sudamericano.
Son curiosamente los panistas quienes más virulentas acciones han realizado contra López Obrador, quizá porque ante la debacle del PRI al que ya se da por muerto para las elecciones presidenciales sienten que tienen la oportunidad de regresar al poder presidencial.
¡Ahí viene el “Coco”!, gritan a diestra y siniestra importantes personajes panistas sobre el dueño y señor de Morena, que a pesar de todo sigue al frente con solvencia en las preferencias ciudadanas.
Por supuesto que a lo largo de casi tres lustros de activismo el popular AMLO ha generado muchos pasivos. Aquellos episodios donde mostró un talante de intolerancia, su inolvidable toma de protesta imaginaria donde se declaró “presidente legítimo”, y la forma nada democrática en la que conduce a su partido Morena, han hecho cuestionarse a más de uno de sus seguidores si es una opción que representa un verdadero cambio.
Pero en el otro lado de la moneda, López Obrador se ha mantenido congruente a sus principios consolidándose como el único político verdaderamente opositor al régimen actual; una real amenaza al status quo.
En Quintana Roo, AMLO es muy querido y se anotó dos victorias contundentes tanto en 2006 como en 2012, remolcando a varios perredistas minúsculos a triunfos electorales de paso.
Y la historia va a repetirse. López Obrador va a ganar por tercera vez la elección presidencial en Quintana Roo, a pesar de que priistas y panistas locales están haciendo sus propios esfuerzos por enlodar la imagen del tabasqueño.
El enemigo AMLO preocupa, sobre todo porque su influencia puede lograr que Morena se lleve la mejor cosecha de posiciones políticas del estado en 2018.
AYUDANOS A COMPARTIR LO QUE MUCHOS MEDIOS ESCONDEN.
Es claro entonces, por qué el PRI y el PAN, únicos partidos que han ocupado la presidencia de México y quienes se ven a sí mismos como los más fuertes, han apuntado su artillería de guerra sucia -sí, la misma de siempre- contra el enemigo AMLO, al que ahora comparan con el cuasi dictador venezolano, Nicolás Maduro, advirtiendo a los mexicanos que de ganar la presidencia nuestro país caerá en una crisis similar a la del país sudamericano.
Son curiosamente los panistas quienes más virulentas acciones han realizado contra López Obrador, quizá porque ante la debacle del PRI al que ya se da por muerto para las elecciones presidenciales sienten que tienen la oportunidad de regresar al poder presidencial.
¡Ahí viene el “Coco”!, gritan a diestra y siniestra importantes personajes panistas sobre el dueño y señor de Morena, que a pesar de todo sigue al frente con solvencia en las preferencias ciudadanas.
Por supuesto que a lo largo de casi tres lustros de activismo el popular AMLO ha generado muchos pasivos. Aquellos episodios donde mostró un talante de intolerancia, su inolvidable toma de protesta imaginaria donde se declaró “presidente legítimo”, y la forma nada democrática en la que conduce a su partido Morena, han hecho cuestionarse a más de uno de sus seguidores si es una opción que representa un verdadero cambio.
Pero en el otro lado de la moneda, López Obrador se ha mantenido congruente a sus principios consolidándose como el único político verdaderamente opositor al régimen actual; una real amenaza al status quo.
En Quintana Roo, AMLO es muy querido y se anotó dos victorias contundentes tanto en 2006 como en 2012, remolcando a varios perredistas minúsculos a triunfos electorales de paso.
Y la historia va a repetirse. López Obrador va a ganar por tercera vez la elección presidencial en Quintana Roo, a pesar de que priistas y panistas locales están haciendo sus propios esfuerzos por enlodar la imagen del tabasqueño.
El enemigo AMLO preocupa, sobre todo porque su influencia puede lograr que Morena se lleve la mejor cosecha de posiciones políticas del estado en 2018.
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