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EL ‘GOLPE DE ESTADO SAUDÍ’, LA GUERRA QUE SE AVECINA Y EL ESTABLECIMIENTO DE UN NUEVO ORDEN MUNDIAL
En el siguiente artículo traducimos un interesante análisis de Brandon Smith,
originalmente publicado en la web Alt-Market, sobre qué podría
esconderse tras la purga iniciada por el príncipe Mohammed en Arabia
Saudita y sus repercusiones globales…
EL GOLPE SAUDÍ APUNTA A UNA GUERRA Y AL ESTABLECIMIENTO DE UN NUEVO ORDEN MUNDIAL
Desde hace años vengo advirtiendo sobre la relación de interdependencia entre Estados Unidos y Arabia Saudí y cómo esta relación, si terminara, significaría un desastre para el sistema del petrodólar y, por extensión, para la condición de reserva mundial del dólar.
De hecho, la muerte del dólar como la primera moneda de petróleo es en realidad una meta primaria para los globalistas establecidos. ¿Por qué? Porque en un esfuerzo por lograr lo que a veces llaman el “reset económico global” o el “nuevo orden mundial”, es primordial una economía global centralizada y un marco monetario aceptados por todo el mundo. Y esto significa la eventual implementación de una moneda única mundial y una autoridad económica y política mundial única, más allá del sistema del dólar.
Sin embargo, no pueden iniciar cambios sociales y fiscales tan dolorosos. A los poderes bancarios no les interesa ser culpados por las masas por el sufrimiento que se produciría durante la inevitable agitación de esta transición. Por lo tanto, debe elaborarse una narrativa creíble que les exculpe. Una narrativa en la que la intriga política y la crisis geopolítica hacen del “nuevo orden mundial” una NECESIDAD; una narrativa que el público en general podría aceptar o incluso exigiría como solución a la inestabilidad y el desastre existentes.
Es decir, los globalistas deben crear una historia propagandística para ser usada en el futuro, en la que los estados-nación “egoístas” abusaran de su soberanía y crearan las condiciones para una calamidad, y la única solución ante ello, fuera terminar con esa soberanía y poner todo el poder en manos de unos pocos “hombres sabios y benévolos” por el bien del mundo.
Creo que la próxima fase del reajuste económico global comenzará en parte con la ruptura del dominio del petrodólar.
Un elemento importante de mi análisis sobre el cambio estratégico relativo al abandono del petrodólar ha sido la simbiosis entre Estados Unidos y Arabia Saudí. Arabia Saudita ha sido la clave más importante para que el dólar siga siendo la petromoneda desde el principio.
El primer acuerdo de exploración y extracción de petróleo en Arabia Saudí fue buscado por los grandes cárteles petroleros internacionales de Royal Dutch Shell, Near East Development Company, Anglo-Persian, etc., pero finalmente cayó en manos de nada menos que la Standard Oil Company de los Rockefeller. Aparte de la oscura historia de Standard Oil, esto significó que los negocios saudíes serían manejados principalmente por intereses estadounidenses. Y la sed occidental por el petróleo, especialmente después de la Primera Guerra Mundial, grabaría a fuego la relación de EEUU con la monarquía saudita.
Arabia Saudita, miembro fundador de la OPEP, fue uno de los pocos países productores de crudo que mantuvo un oleoducto que agilizó el procesamiento y evitó el Canal de Suez. (El gasoducto se cerró, sin embargo, en 1983). Esto permitió a Standard Oil y a los Estados Unidos moverse de puntillas alrededor de la inestabilidad interna de Egipto, que había experimentado un conflicto interno que finalmente culminó en la guerra civil de 1952.
Consideradas como títeres del Imperio Británico en ese momento, las élites dominantes de Egipto fueron derrocadas por la Hermandad Musulmana, lo que llevó a la eventual desaparición de la libra esterlina británica como la moneda de referencia para el petróleo y como moneda de reserva mundial. La economía británica vaciló y desde entonces nunca ha vuelto a su antigua gloria.
¿Quizás estamos viendo algunos paralelos entre lo que sucedió entonces y lo que sucede ahora con el petrodólar?
Puede que la guerra civil no esté en el horizonte de Arabia Saudí; hasta ahora, lo que hemos visto ha sido un golpe de estado tranquilo, bastante eficaz para cambiar por completo la base de poder de la nación en los últimos años. El principal beneficiario de ese cambio en el poder ha sido el príncipe heredero Mohammed Bin Salman, que sólo responde ante el rey Salman, un gobernante de 81 años que apenas participa en el liderazgo.
Para entender lo drástico que ha sido este golpe de estado, consideren lo siguiente: durante décadas los reyes sauditas mantuvieron el equilibrio político al repartir posiciones vitales de poder para separar a los posibles sucesores, cuidadosamente escogidos. Cargos como el de Ministro de Defensa, Ministro del Interior y jefe de la Guardia Nacional.
Hoy en día, en cambio, Mohammed Bin Salman controla las tres posiciones. La política exterior, los asuntos de defensa, el petróleo y las decisiones económicas y los cambios sociales están ahora en manos de un solo hombre.
Pero la verdadera pregunta es, ¿quién está detrás de ese hombre?
Bueno, la reciente purga política de varios príncipes saudíes vinculados a los “neoconservadores” podría llevar a algunos a creer que el Príncipe Mohammed está buscando el fin del control globalista del petróleo y la política saudí. Quien piense así, está equivocado por varias razones.
La revolucionaria “Visión para 2030” del Príncipe Mohammed desarrollada cuando accedió al poder, pretendía ser un medio para acabar con la dependencia saudita de los ingresos petroleros para apoyar la estabilidad económica. Sin embargo, creo que este plan NO está realmente centrado en terminar con la dependencia del petróleo, sino en acabar con la dependencia del dólar. De hecho, el plan indica un alejamiento del dólar como la petromoneda mundial y como una desvinculación del Rial del dólar.
El Príncipe Mohammed también ha establecido lazos mucho más profundos con Rusia y China, creando acuerdos bilaterales que podrían acabar por eliminar el dólar como mecanismo para el comercio de petróleo entre las naciones.
Uno podría pensar que este tipo de estrategia sería muy perjudicial para Occidente y para los intereses estadounidenses en particular, y que el sistema corporativo haría todo lo posible para detenerlo. Sin embargo, esto no es así en absoluto. En realidad, el sistema globalista respalda plenamente la “Visión para 2030” de Mohammed Bin Salman.
Gigantes corporativos como el Grupo Carlyle (familia Bush, etc.), Goldman Sachs, Blackstone y Blackrock han apoyado la Visión para 2030 y al Prince Mohammed a través de su Fondo de Inversión Pública (PIF), del que es presidente.
Billones de dólares en capital fluyen a través del PIF, la mayor parte de ellos procedentes de las arcas de estas inmensas corporaciones globalistas. Una vez más, cabe señalar que la llamada “lucha Este versus Oeste” y la presunta “oposición” de oriente a los globalistas es una completa tontería; las élites bancarias y los globalistas son la verdadera influencia detrás del abandono del dólar, como lo demuestran el ejemplo saudí y la Visión para 2030.
El final del dólar como reserva mundial funciona a su favor: es algo que ya está previsto.
Sin embargo, esto no termina con la muerte del estatus petrolero del dólar. Este tipo de perturbaciones en la dinámica de poder invariablemente conducen a la guerra. La guerra actúa como una especie de limpieza del registro histórico; tiende a distraer al público, durante generaciones, de aquellos que realmente se benefician de las luchas geopolíticas y económicas.
El príncipe Mohammed ya ha desencadenado conflictos con Yemen y Qatar, pero esto solo parece haber sido un precursor para mayores despliegues cinéticos de fuerza. El siguiente objetivo parece ser Líbano, y eventualmente Irán y Siria.
La primera señal llegó con la renuncia del primer ministro libanés, Saad Hariri, el 4 de noviembre, que según Hezbolá, habría sido forzada por el gobierno saudí. Curiosamente, Saad Hariri grabó el anuncio televisado en Arabia Saudí.
Esta terrible perturbación del aparato político libanés ha sido seguida por una escalada del ruido de sables por parte de Arabia Saudí contra Hezbolá (que muchos consideran una mera organización títere del gobierno iraní). Si hay que creer en las encuestas oficiales, la población libanesa está en extremo desacuerdo sobre Irán y Hezbolá, lo que podría agravar las divisiones internas y la guerra civil si las tensiones siguen aumentando. Añádase a esto la sospechosa (pero oficialmente negada)“visita secreta” del Príncipe Mohammed a Israel en septiembre, y la recién descubierta “amistad” entre las dos naciones en los meses posteriores, y tendremos ante nosotros suficientes pistas como para intuir una inminente guerra en el Líbano.
La pregunta es si una guerra entre Arabia Saudí y quizás Israel contra Hezbolá en el Líbano seguirá siendo una guerra sustitutiva, o si se gesta en un conflicto más amplio que atraiga a Irán, Siria y quizás incluso a Estados Unidos.
En primer lugar, tengamos en cuenta que el Príncipe Mohammed ya ha congelado y/o confiscado aproximadamente 800.000 millones de dólares en activos de sus enemigos políticos encarcelados. Más que suficiente para financiar una campaña de guerra durante varios años, tal vez incluso una guerra ampliada contra Irán.
La retórica de Trump contra Irán y su reinstalación de sanciones parece coincidir muy bien con la creciente tensión entre los saudíes y Hezbolá. Israel intentó una invasión del Líbano en 2006 y fue derrotado de forma firme y vergonzosa. Pero, el gobierno israelí sigue mostrando su voluntad de entrar en una guerra terrestre en la región, y con las fuerzas combinadas de los saudíes e israelíes, podríamos ver un resultado diferente.
Irán se vería obligado a intervenir.
Siria, bajo el régimen de Assad, probablemente también se vería atraída por su pacto de defensa mutua con Irán.
Creo que las grandes potencias como Estados Unidos y Rusia probablemente no se involucrarán en un sentido más amplio, sino que seguirán insertando fuerzas encubiertas en la región y apoyando a las naciones opositoras a través de fondos y armamentos. Al igual que en el caso de Corea del Norte, no esperaría que se produjera una “guerra mundial”, ni una conflagración nuclear en Oriente Próximo.
Lo que sí espero es algo mucho más devastador, a saber, una desintegración acelerada de la estructura económica norteamericana, que ya está colapsando, a medida que la guerra se desarrolla en el extranjero y la pérdida de la reserva mundial del dólar y del estatus petrolero golpea duramente en EEUU. Hasta ahora, en mi opinión, parece que la locura en Arabia Saudí, junto con los continuos tambores de guerra contra Corea del Norte, es un perfecto punto de activación que proporciona un catalizador para la distracción masiva.
La guerra económica mundial es el verdadero foco central del asunto, ya que los globalistas juegan a ser titiriteros en Oriente y Occidente.
Se trata de una crisis geopolítica que habrán creado para generar el apoyo público a una solución que ellos mismos ya han predeterminado.
Brandon Smith para Alt Market
Fuente: http://www.alt-market.com/articles/3316-saudi-coup-signals-war-and-the-new-world-order-reset
EL GOLPE SAUDÍ APUNTA A UNA GUERRA Y AL ESTABLECIMIENTO DE UN NUEVO ORDEN MUNDIAL
Desde hace años vengo advirtiendo sobre la relación de interdependencia entre Estados Unidos y Arabia Saudí y cómo esta relación, si terminara, significaría un desastre para el sistema del petrodólar y, por extensión, para la condición de reserva mundial del dólar.
De hecho, la muerte del dólar como la primera moneda de petróleo es en realidad una meta primaria para los globalistas establecidos. ¿Por qué? Porque en un esfuerzo por lograr lo que a veces llaman el “reset económico global” o el “nuevo orden mundial”, es primordial una economía global centralizada y un marco monetario aceptados por todo el mundo. Y esto significa la eventual implementación de una moneda única mundial y una autoridad económica y política mundial única, más allá del sistema del dólar.
Sin embargo, no pueden iniciar cambios sociales y fiscales tan dolorosos. A los poderes bancarios no les interesa ser culpados por las masas por el sufrimiento que se produciría durante la inevitable agitación de esta transición. Por lo tanto, debe elaborarse una narrativa creíble que les exculpe. Una narrativa en la que la intriga política y la crisis geopolítica hacen del “nuevo orden mundial” una NECESIDAD; una narrativa que el público en general podría aceptar o incluso exigiría como solución a la inestabilidad y el desastre existentes.
Es decir, los globalistas deben crear una historia propagandística para ser usada en el futuro, en la que los estados-nación “egoístas” abusaran de su soberanía y crearan las condiciones para una calamidad, y la única solución ante ello, fuera terminar con esa soberanía y poner todo el poder en manos de unos pocos “hombres sabios y benévolos” por el bien del mundo.
Creo que la próxima fase del reajuste económico global comenzará en parte con la ruptura del dominio del petrodólar.
Un elemento importante de mi análisis sobre el cambio estratégico relativo al abandono del petrodólar ha sido la simbiosis entre Estados Unidos y Arabia Saudí. Arabia Saudita ha sido la clave más importante para que el dólar siga siendo la petromoneda desde el principio.
El primer acuerdo de exploración y extracción de petróleo en Arabia Saudí fue buscado por los grandes cárteles petroleros internacionales de Royal Dutch Shell, Near East Development Company, Anglo-Persian, etc., pero finalmente cayó en manos de nada menos que la Standard Oil Company de los Rockefeller. Aparte de la oscura historia de Standard Oil, esto significó que los negocios saudíes serían manejados principalmente por intereses estadounidenses. Y la sed occidental por el petróleo, especialmente después de la Primera Guerra Mundial, grabaría a fuego la relación de EEUU con la monarquía saudita.
Arabia Saudita, miembro fundador de la OPEP, fue uno de los pocos países productores de crudo que mantuvo un oleoducto que agilizó el procesamiento y evitó el Canal de Suez. (El gasoducto se cerró, sin embargo, en 1983). Esto permitió a Standard Oil y a los Estados Unidos moverse de puntillas alrededor de la inestabilidad interna de Egipto, que había experimentado un conflicto interno que finalmente culminó en la guerra civil de 1952.
Consideradas como títeres del Imperio Británico en ese momento, las élites dominantes de Egipto fueron derrocadas por la Hermandad Musulmana, lo que llevó a la eventual desaparición de la libra esterlina británica como la moneda de referencia para el petróleo y como moneda de reserva mundial. La economía británica vaciló y desde entonces nunca ha vuelto a su antigua gloria.
¿Quizás estamos viendo algunos paralelos entre lo que sucedió entonces y lo que sucede ahora con el petrodólar?
Puede que la guerra civil no esté en el horizonte de Arabia Saudí; hasta ahora, lo que hemos visto ha sido un golpe de estado tranquilo, bastante eficaz para cambiar por completo la base de poder de la nación en los últimos años. El principal beneficiario de ese cambio en el poder ha sido el príncipe heredero Mohammed Bin Salman, que sólo responde ante el rey Salman, un gobernante de 81 años que apenas participa en el liderazgo.
Para entender lo drástico que ha sido este golpe de estado, consideren lo siguiente: durante décadas los reyes sauditas mantuvieron el equilibrio político al repartir posiciones vitales de poder para separar a los posibles sucesores, cuidadosamente escogidos. Cargos como el de Ministro de Defensa, Ministro del Interior y jefe de la Guardia Nacional.
Hoy en día, en cambio, Mohammed Bin Salman controla las tres posiciones. La política exterior, los asuntos de defensa, el petróleo y las decisiones económicas y los cambios sociales están ahora en manos de un solo hombre.
Pero la verdadera pregunta es, ¿quién está detrás de ese hombre?
Bueno, la reciente purga política de varios príncipes saudíes vinculados a los “neoconservadores” podría llevar a algunos a creer que el Príncipe Mohammed está buscando el fin del control globalista del petróleo y la política saudí. Quien piense así, está equivocado por varias razones.
La revolucionaria “Visión para 2030” del Príncipe Mohammed desarrollada cuando accedió al poder, pretendía ser un medio para acabar con la dependencia saudita de los ingresos petroleros para apoyar la estabilidad económica. Sin embargo, creo que este plan NO está realmente centrado en terminar con la dependencia del petróleo, sino en acabar con la dependencia del dólar. De hecho, el plan indica un alejamiento del dólar como la petromoneda mundial y como una desvinculación del Rial del dólar.
El Príncipe Mohammed también ha establecido lazos mucho más profundos con Rusia y China, creando acuerdos bilaterales que podrían acabar por eliminar el dólar como mecanismo para el comercio de petróleo entre las naciones.
Uno podría pensar que este tipo de estrategia sería muy perjudicial para Occidente y para los intereses estadounidenses en particular, y que el sistema corporativo haría todo lo posible para detenerlo. Sin embargo, esto no es así en absoluto. En realidad, el sistema globalista respalda plenamente la “Visión para 2030” de Mohammed Bin Salman.
Gigantes corporativos como el Grupo Carlyle (familia Bush, etc.), Goldman Sachs, Blackstone y Blackrock han apoyado la Visión para 2030 y al Prince Mohammed a través de su Fondo de Inversión Pública (PIF), del que es presidente.
Billones de dólares en capital fluyen a través del PIF, la mayor parte de ellos procedentes de las arcas de estas inmensas corporaciones globalistas. Una vez más, cabe señalar que la llamada “lucha Este versus Oeste” y la presunta “oposición” de oriente a los globalistas es una completa tontería; las élites bancarias y los globalistas son la verdadera influencia detrás del abandono del dólar, como lo demuestran el ejemplo saudí y la Visión para 2030.
El final del dólar como reserva mundial funciona a su favor: es algo que ya está previsto.
Sin embargo, esto no termina con la muerte del estatus petrolero del dólar. Este tipo de perturbaciones en la dinámica de poder invariablemente conducen a la guerra. La guerra actúa como una especie de limpieza del registro histórico; tiende a distraer al público, durante generaciones, de aquellos que realmente se benefician de las luchas geopolíticas y económicas.
El príncipe Mohammed ya ha desencadenado conflictos con Yemen y Qatar, pero esto solo parece haber sido un precursor para mayores despliegues cinéticos de fuerza. El siguiente objetivo parece ser Líbano, y eventualmente Irán y Siria.
La primera señal llegó con la renuncia del primer ministro libanés, Saad Hariri, el 4 de noviembre, que según Hezbolá, habría sido forzada por el gobierno saudí. Curiosamente, Saad Hariri grabó el anuncio televisado en Arabia Saudí.
Esta terrible perturbación del aparato político libanés ha sido seguida por una escalada del ruido de sables por parte de Arabia Saudí contra Hezbolá (que muchos consideran una mera organización títere del gobierno iraní). Si hay que creer en las encuestas oficiales, la población libanesa está en extremo desacuerdo sobre Irán y Hezbolá, lo que podría agravar las divisiones internas y la guerra civil si las tensiones siguen aumentando. Añádase a esto la sospechosa (pero oficialmente negada)“visita secreta” del Príncipe Mohammed a Israel en septiembre, y la recién descubierta “amistad” entre las dos naciones en los meses posteriores, y tendremos ante nosotros suficientes pistas como para intuir una inminente guerra en el Líbano.
La pregunta es si una guerra entre Arabia Saudí y quizás Israel contra Hezbolá en el Líbano seguirá siendo una guerra sustitutiva, o si se gesta en un conflicto más amplio que atraiga a Irán, Siria y quizás incluso a Estados Unidos.
En primer lugar, tengamos en cuenta que el Príncipe Mohammed ya ha congelado y/o confiscado aproximadamente 800.000 millones de dólares en activos de sus enemigos políticos encarcelados. Más que suficiente para financiar una campaña de guerra durante varios años, tal vez incluso una guerra ampliada contra Irán.
La retórica de Trump contra Irán y su reinstalación de sanciones parece coincidir muy bien con la creciente tensión entre los saudíes y Hezbolá. Israel intentó una invasión del Líbano en 2006 y fue derrotado de forma firme y vergonzosa. Pero, el gobierno israelí sigue mostrando su voluntad de entrar en una guerra terrestre en la región, y con las fuerzas combinadas de los saudíes e israelíes, podríamos ver un resultado diferente.
Irán se vería obligado a intervenir.
Siria, bajo el régimen de Assad, probablemente también se vería atraída por su pacto de defensa mutua con Irán.
Creo que las grandes potencias como Estados Unidos y Rusia probablemente no se involucrarán en un sentido más amplio, sino que seguirán insertando fuerzas encubiertas en la región y apoyando a las naciones opositoras a través de fondos y armamentos. Al igual que en el caso de Corea del Norte, no esperaría que se produjera una “guerra mundial”, ni una conflagración nuclear en Oriente Próximo.
Lo que sí espero es algo mucho más devastador, a saber, una desintegración acelerada de la estructura económica norteamericana, que ya está colapsando, a medida que la guerra se desarrolla en el extranjero y la pérdida de la reserva mundial del dólar y del estatus petrolero golpea duramente en EEUU. Hasta ahora, en mi opinión, parece que la locura en Arabia Saudí, junto con los continuos tambores de guerra contra Corea del Norte, es un perfecto punto de activación que proporciona un catalizador para la distracción masiva.
La guerra económica mundial es el verdadero foco central del asunto, ya que los globalistas juegan a ser titiriteros en Oriente y Occidente.
Se trata de una crisis geopolítica que habrán creado para generar el apoyo público a una solución que ellos mismos ya han predeterminado.
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Fuente: http://www.alt-market.com/articles/3316-saudi-coup-signals-war-and-the-new-world-order-reset
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