domingo, 29 de julio de 2018

Michel Onfray no cesa: el pensamiento postnazi (1)


COMPARTE EL SITIO DE: https://plataformadistritocero.blogspot.mx

kaosenlared.net

Michel Onfray no cesa: el pensamiento postnazi (1)


El filósofo normando sigue publicando su contra-historia de la filosofía
Por Iñaki Urdanibia
El prolífico normado sigue entregando sus dosis de la contra-historia de la filosofía, en la misma medida en que sigue provocando humareda por aquí, por allá y por acullá. En febrero vio la luz su décimo libro de la contra-historia nombrada: La pensée postnazie, y al mes siguiente , en marzo, se puso en las librerías su undécimo tomo. L´autre pensée 68.
Los alumnos judíos de Heidegger
El primero de los volúmenes nombrados tiene un comienzo de traca. Si el filósofo admirado por Onfray decía filosofar con el martillo, el normando lo hace con la piqueta o más acorde con el avance de los tiempos se monta en un poderosos bulldozer y emprende contra todo lo que se ha movido en los últimos años del siglo pasado, y puntillas en el nuevo, en un rompe y rasga que hace que no resulte extraño que algunos se hayan referido a él como artífice de tratados de insultos; en esta ocasión no se deja llevar por su interpretación de los hapax existenciales ( destacando la impostura intelectual -que según él Onfray representa- Michael Paririe dice que « no se puede admitir que su postmodernismo narrativo, sus pequeños psicoanálisis existenciales, no son filosofía sino antifilosofía en el sentido que nos alejan de la reflexión racional que implica todo pensamiento filosófico profundo») que ha desembocado en lo que alguien con cierta malicia nombrara como filosofía de chascarrillos o people ( Frédéric Schiffer se refiere a la philosophie à coup de ragots ) ; ¿ algo hemos avanzado?…no sé.
El caso es que si habitualmente para buscar el responsable de todos los males que trajo la revolución y su deriva hacia el terror, se afirma c´est la faute à Rousseau, Michel Onfray achaca , y extiende, la faute a Freud, al estructuralismo, a Heidegger y sus seguidores franceses, en un pêle-mêle bestial borra de un plumazo cualquier valor a los autores nombrados y a sus seguidores que han dominado el panorama del pensamiento hexagonal convirtiéndolo – según su opinión- en algo sectario, esotérico y alejado del mundo, y más en concreto de la realidad política y social. Lacan, Derrida, Foucault, Althusser, Badiou, Sartre, Marx…no representan nada positivo, nada de provecho hay en sus obras, sino que al contrario han apagado cualquier atisbo de rebeldía para convertir el mundo filosófico en algo reservado a los especialistas y al ámbito académico; es claro que no es la opinión de lgunos otros, varios ubicados en la esfera libertaria, que han alabado el compromiso de algunos de ellos, y que para sus obras de lucha emplean las enseñanzas de algunos de los nombrados Su lectura, al bies, es demasiado rápida, y eso conduce a arrojar al bebé con el agua del baño. Dos cosas parece de justicia señalar: por una parte, las descalificaciones son de sal gruesa, reduciendo las cosas a puras etiquetas ( Heidegger es un nazi- cosa que nadie negará- y sanseacabó, más la cosa es más compleja); con tal de dejar clara sus afirmaciones retuerce las posturas de algunos autores ( en este caso concreto las afirmaciones que pone en boca de Pierre Bourdieu y de Dominique Janicaud, no responden de ninguna de las maneras a las obras que dichos autores dedicaron al alemán. El primero a la ontología y el segundo a la introducción de la obra heideggeriana en Francia). En este terreno, resulta francamente llamativo, o tramposo, que un hombre como él que se les da de estar al corriente de todo lo que se publica y haberlo leído, deje de lado una obra de su admirado Eric Faye – en el que se apoya para arrojar al infierno al nacionalsocialista Heidegger, con mención igualmente de Victor Farías y del biógrafo Hugo Ott, algo retorcido a su gusto- en la que afirma, supuestamente con pelos y señales ( que a servidor en su lectura le parecieron por los general saltos mortales y medio en sus tirabuzoneos) que Hannah Arendt era una fiel seguidora de Heidegger y que en su obra se podían ver muestras inequívocas de anti-semitismo, nazismo, etc.; me refiero a « Arendt et Heidegger. Extermination nazie et destruction de la pensée» ( Albin Michel, 2016), libro que curiosamente Onfray, tan riguroso y documentado él, ni lo nombra, ante lo que surge la duda de si se tratará de un imperdonable despiste o cosa de mala fe ya que las tesis defendidas, en este caso, por el hijo de Jean-Pierre Faye le convenían para defender la defenestración del germano, pero no la pureza de Hannah Arendt; el haberse detenido en tal obra le habría conducido a tener que mantener que con respecto al maestro, Faye tenía toda la razón, mas en lo que hace a la alumna mostraba ser un mentiroso compulsivo…situación engorrosa que se soluciona de un plumazo: no se le nombra y se acabó el problema. ¡Cosas! Resulta más sorprendente todavía si se tiene en cuenta que en un epígrafe, el 33, de su visita a Arendt se refiere a cómo la mujer fue tildada de nazi a raíz de sus crónicas sobre el juicio a Eichmann en Jerusalén, pues nada del libro de Faye ni ripio. La segunda cosa que me parece necesaria señalar es que los cambios de valoración de algunos autores en su trayectoria resultan realmente sorprendentes: así, en su Antimanuel de philosophie ( 2001) se presentaban algunos textos de algunos de los autores ahora vilipendiados; recuerdo – y siento no poder citar con el libro en la mano por hallarme fuera de mi domicilio habitual- como en su Politique du rebelle. Traité de résistance et d´insoumission ( 1997) se citaba a algunos de los pensadores ahora juzgados como inconvenientes e inconsistentes, y se les presentaba frente a los pensadores mediáticos en boga por la época, que no soltaban más que frasecitas apropiadas para cursos terminales, como- y cito de memoria que como se sabe es la inteligencia de los tontos, y da la casualidad que yo tengo mucha- pensadores que en ceda una de sus páginas conservaban más chicha y lecciones que en todas las obras completas de los anteriores; es más, en su Le Postanarchisme expliqué à ma grand-mère ( Galilée, 2012)elogiaba a muchos de los que hoy condena con genio colérico, entre ellos a Jacques Derrida. Tal vez siga en esto aquello que dijese su maestro, la serpiente si no cambia de piel muere…mais il faut pas exagérer! O al menos dar explicaciones que expliquen el cambio radical, dejando de lado la mención a cuestiones personales ( la ingesta de centraminas por parte del joven Sartre que le condujo a la incontinencia en sus años de vejez; o sus repugnantes insinuaciones acerca de los gustos sexuales de Michel Foucault…)que le acercan a los bordes de la police des moeurs.
Es claro que en todo estos rezuma un sentimiento, bien poco nietzscheano, de resentimiento hacia la filosofía de los profesores, a los pagos académicos y a ciertas instituciones educativas de prestigio…como si quien impartiese en, pongamos por caso, el Collège de France es necesariamente un pendón y mandarín ( siempre que no se llama Bourdieu), y quien hay estudiado en l´École Normale Supérieure ya es per se un caso perdido ( su énfasis en detenerse una y otra vez en estas cuestiones de origen, …es llamativo, por no emplear algún calificativo de más contundencia)…de la capital del Sena no vamos a hablar: pues el ambiente le repugna, hasta tal punto, supongo, que cada vez que va a la editorial, o editoriales, que le publica sus obras, o a algún plató de radio o televisión, situados todos ellos en la Ville Lumière…las arcadas se suceden ininterrumpidamente.
Si hasta ahora me he dedicado a la lectura de la demoledora Introducción, a continuación se pesa a la presentación de los tres autores que bajo su punto de vista son una representación honesta y fructífera del pensamiento tras el dominio nazi: Hannah Arendt, Hans Jonas y Günther Anders; tres pensadores que pensaron independientemente de los cánones al uso y que centraron sus obras en temas realmente relevantes con respecto al futuro de la humanidad .
Hannah Arendt: antes de presentarnos a la pensadora y leernos sus obras fundamentales, se revisa la influencia por la época de Martin Heidegger, al que se presenta como un nazi ordinario, sacando a relucir diferentes actuaciones y declaraciones del mago de la Selva Negra ( de la filosofía del autor de Ser y Tiempo nada se dice; su filosofía es irrelevante o a lo más no-filosofía, pura verborrea para ocultar su compromiso nacionalsocialista), luego da un repaso a varios filósofos hitlerianos ( Carl Scmitt, Ernst Jünger, Cioran, para pasar a continuación a hurgar en algunos de quienes colaboraron con Pétain ( Emmanuel Mounier, Jean Guitton, Maurice Clavel, Maurice Blanchot, Paul Ricoeur) hurgando en las sombras de sus pasados; puestos a, subraya cómo también ha habido numerosos defensores de otras formas de dictadura totalitaria ( Mao, Castro, Pol-Pot) cuyo compromiso no ha sido afeado como sí ha sucedido con los anteriores, posicionados del lado nazi, y ahí la lista es amplia ( Sartre, Beauvoir, Merleau-Ponty, Kojève, , los maoístas André Glucksmann, Bernard-Henri Lévy, Chrstian Jambert, Guy Lardreau, Jacques Rancière, Pierre Victor, y la continuación en el presente de los Badiou, Zizek …). Ajustadas, momentáneamente, las cuentas, con lo que queda borrado, o dañado en algunos de sus representantes sustanciales, todo un pan del panorama hexagonal de los últimos años, Onfray abandona provisionalmente la rotavator para pasar, al fin, a hablar de la autora de Los orígenes del totalitarismo.
En primer lugar , nos acerca a la vida de la pensadora, a sus amores con Heidegger, fascinación ante el maestro que no cesará hasta la separación definitiva por la muerte; ella defendió a Heidegger, le disculpó, defendió su legado y movió Roma con Santiago para que las obras del maestro fueran publicadas al otro lado del charco. Tras mostrar la condición de víctima que le tocó padecer ( detenciones, campo de Gurs, etc.) , huida a Estados Unidos en donde ejerció como profesora de filosofía política, mostrando un decidido compromiso cívico, entra en la lectura de la obra que acabó de nombrar siéndonos presentada, todo hay que decirlo, en un seguimiento fiel de los tres volúmenes: Antisemitismo, Imperialismo y Totalitarismo.
Destaca varios aspectos que considera positivos y singulares en el quehacer arendtiano: su independencia con respecto al modo de filosofar académico, su falta de método, sus referencias concretas de la vida como buena pescadora de perlas, en vez de prodigarse en la elaboración de conceptos, etc. La pensadora parte de la vida, de la vivida por ella, de la que saca materia para su obra: su condición de judía, de mujer , de perseguida, de paria exiliada, etc. Es más, y en ello no resulta fácil discrepar de Onfray ( que como en él es hábito trata de hallar la indisoluble relación entre filosofía y vida, cosa que está en franca contradicción co la idea de Arendt que despreciaba de manera radical los tonos autobiográficos), las preguntas que acosaban la mente de Arendt acerca de cómo era posible que una mente tan brillante y potente como la de su amante y maestro, podía haber apoyado el asesinatos al por mayor…y estas dudas y preguntas son las que impulsan su análisis, en una tarea genealógica, del surgimiento del totalitarismo. En lo que hace al antisemitismo la autora se desmarca de las teorías explicativas tradicionales para poner el énfasis en la singularidad y distinción entre judíos ( acomodados, marginados, pobres , ricos, banqueros, cultos, practicantes…), huyendo de la esencialización del judíos imaginario e imaginado ( se palpa cierta sombra de la discrepancia entre el ser y los entes; posicionándose ella del lado, como punto de partida, de los segundos). Busca ejemplos concretos, casos particulares con los que va construyendo el cuadro, guiada más por la intuición que por la razón. En lo que hace al imperialismo destaca el racismo como centro fundamental del impulso burgués por entrar en tierras ajenas para arramblar con todo lo que pueda ( no es así, según su visión la defendida por Lenin que hablaba del imperialismo como última fase del capitalismo, para ella es la primera), necesitando para ello convertir a los seres de otras geografías en seres superfluos, inferiores, etc. En lo referente al totalitarismo, dos serían los rasgos fundamentales para poder definir como tal un régimen: la existencia de campos de concentración y la implantación del terror generalizado en el seno de la sociedad por medio de la todopoderosa policía…Estos requisitos hace que ella distinga entre tiranía, regímenes autoritarios, y que salve a Lenin , deje fuera de cualquier crítica a Mao, etc. Aspectos que Onfray- critica por la inconsistencia de las diferencias establecidas entre fases, etc. [ como no podía ser de otro modo, es superior a sus fuerzas, critica a Zizek que según afirma señala que el totalitarismo es una etiqueta sin rigor que lo único que hace es despistar y evitar los análisis en profundidad; para ello la lectura de Onfray se basa en la contraportada de la edición francesa y en la portada, provocadora, en donde se ve a un Stalin sonriente…En honor a la verdad, cualquiera que lea el libro del esloveno sobre el totalitarismo caerá en la cuenta de que al fin y al cabo lo que hace es aceptar las definiciones propuestas por Hannah Arendt, como puede comprobarse huyendo de las lecturas solapadas – de las solapas – y leyendo la obra en su totalidad; postura defendida, entre otros, por especialistas en el tema como Enzo Travreso].
Con respecto a Eichmann, Onfray discrepa del retrato que de él hiciese Arendt, que lo presentaba como un clown gris y sin pensamiento propio, solo dispuesto a cumplir las órdenes que recibía. No le falta razón al normando al presentar a Eichmann como algo más que un incauto, arrastrado por la banalidad del mal, figura que a Onfray le resulta intragable; tal vez forzando la nota pinta al abominable personaje como un hombre leído-muy en concreto en la obra de Kant- y en este orden de cosas- y en contra de la opinión de Arendt- le convierte en un kantiano, amén de sionista; con respecto a lo primero ya lo había ensayado en su obra teatral, Le songe de Eichmann ( 2008) y aquí amplía la visita a diferentes obras kantianas para , yendo más allá de la concepción del imperativo categórico que contradice la obediencia ciega, detenerse en la distinción que establece el de Köninsberg entre razón privada y razón pública, la obediencia debida, etc, etc., etc. A cada cual lo suyo: queda demostrado que la abismal contradicción que se da por sabida entre el kantismo y el nacionalsocialismo no es tal y como se pinta, sino que pueden ser compartidas ambas posturas. Sí quisiera señalar, no obstante, que el denodado empeño que Onfray pone, hace que no se sepa si es con el fin de presentar como inconsistente la visión, al respecto, de Arendt, si es con el fin de lanzar un dardo contra el angelismo con que habitualmente se presenta al autor de la Crítica de la razón pura, o por cierto gusto por la provocación( siempre dispuesto a épater le bougeois)…no sé, tal vez sea una combinación de los tres motivos, hipotéticamente, presentados.
Amén de estas dos obras presentadas, corpus realmente significativo del quehacer de la mujer, revisa también su estudio de la revolución, en donde la francesa y sus continuadoras europeas quedan mal paradas al haber puesto el mayor énfasis en lo social al contrario que la revolución americana, del norte, que puso el acento en la libertad lo que la condujo a ser ejemplar. Onfray no es que muestre su absoluto acuerdo con la filósofa sino que aprovecha para seguir sus andanadas anti-jacobinas y pro-girondinas…Esto unido a ciertos textos elogiosos de Arendt con respecto a Rosa Luxemburgo ( no se ha de olvidar que la alemana se reclamaba del marxismo) y a los consejos húngaros, convierten a Hannah Arendt en una libertaria etimológicamente hablando ( dos cosas no entiendo muy bien: por una parte, pueden verse ciertos aires libertarios en las obras de Arendt, pero más fuertes son los aires dominantes liberales; el añadir como hace en repetidas ocasiones Onfray “ etimológicamente” como para dar fuerza de demostración a lo que dice…como que me descoloca un poco; quizá sea cosa mía, no sé)[ En lo que hace en mostrar los indudables paralelismos que se pueden establecer entre el esquema heideggeriano de olvido del ser y el olvido del ágora arendtiano, Michel Onfray no dice ni ripio].
Hans Jonas : fue uno de los alumnos a los que fascinó Heidegger, aun sin entenderle nada o casi, según confesaba; algo similar les sucedía otros de los alumnos judíos del filósofo ( Hannah Arendt, Herbert Marcuse, Max Horkheimer, Léo Strauss, Emmanuel Levinas, Karl Löwith, Günther Anders. Desde los inicios de sus existencia las raíces judías ocupaban un lugar de suma importancia; en lo que se refiere a su quehacer , dirigido por Heidegger, realizó su tesis sobre la gnosis. En aquellos años conoció y estrechó lazos de amistad con Hannah Arendt, amistad que más tarde se rompería debido a la obra de ésta sobre Eichmann.
La ejemplaridad de Jonas se mostró al poner en marcha un batallón compuesto de judíos con el fin de combatir al nacionalsocialismo integrados en el bando aliado. Su madre fue gaseada en Auschwitz y el negocio familiar fue arianizado ( léase robado por las bestias pardas). Más adelante , asentado en Palestina y militando en el sionismo, participó en la creación del estado de Israel. Siendo llamado a filas, ya contaba con algo más de cuarenta años, decidió trasladarse a Estados Unidos, en donde ejerció de profesor. El compromiso de Heidegger hizo que se alejase de el maestro al no recibir explicaciones por su comportamiento; la fascinación no obstante continuó y más adelante se encontraría con Heidegger con el haría las paces en general(?), lo que es lo mismo que decir que formal y superficialmente arreglaron las cosas sin tratar a fondo los asuntos que les separaban. Alejándose de la nebulosa abstracta del maestro, su preocupación se centró en la elaboración de una ontología que tomase como eje lo biológico, en los organismos vivos. Su obra fundamental fue el Principio de responsabilidad, en el que ante el desenfrenado desarrollo de la tecnología llamaba a adoptar el principio nombrado y también el de precaución si no se quería acabar en el desastre; su obra trataba de introducir los principios éticos en el campo de lo tecnológico. El comportamiento productivista tanto del capitalismo como del llamado comunismo le llevaban a mostrarse pesimista, a adoptar aires apocalípticos y a reivindicar una heurística del miedo.
Influido por la Biblia y por el kantismo( y convertido en no pocas ocasiones en un discípulo de Maquivelo), forma laicizada de los principios religiosos de ella derivados, su obra no abandona las tonalidades teológicas, defendiendo el creacionismo, y tras algunos reajustes sobre el Dios en el que creía, debido al silencio de este ante la catástrofe de Auschwitz, acomodó su creencia en du Dios, interpretándolo en la onda de un rabino cabalista, Luria, que mantenía que Dios se había retirado para dejar pasó a los hombres, de modo que al final toda la responsabilidad caía en estos últimos. Sus posturas tendían a solucionar salidas autoritarias y llegado el caso dictatoriales, haciendo que el Estado funcionase del mismo modo que el padre de familia imponiendo lo mejor para sus hijos / ciudadanos. Esto le condujo a tener ciertas posturas ambivalentes con respecto al marxismo que él dibujaba a su modo, quedándose al final con los aspectos que podían desembocar en la imposición de los intereses colectivos frente a los individuales. En este terreno, no obstante, le repateaba la línea que recorría desde Bacon a Bloch, y su Principio esperanza, pasando por Marx ya que según su visión las promesas utópicas podían conducir al desastre, además de que la tendencia a privilegiar la producción en dichos autores era una serio peligro para la humanidad entera.
Sea como sea, la huella religiosa marca la obra de Jonas, haciendo que sus posturas derivasen en quien había sido un ecologista avant la lettre, en un reaccionario en lo referido a la eutanasia, el aborto, a la posibilidad de clonar órganos…pues al final la vida es de Dios y el hombre en su arrogancia no debía modificar la sabiduría de la naturaleza. Las campanas eclesiales sonaban a fiesta. Amén.
El retrato de Jonas destaca su coherencia en su compromiso, su papel en la puesta sobre la mesa de asuntos serios de cara a la humanidad, mas al final los aires místicos, ascéticos, etc, hace que la figura no resulte todo lo atractiva que debiera suponerse al incluirle en el trío nombrado.
nther Anders : Si el nombre de Arendt se asocia con el estudio del totalitarismo y con la banalidad del mal, y la de Jonas con el principio de responsabilidad y una heurística del miedo, abriendo la primera la vía a la lucha anti-totalitarias y el segundo a poner el orden del día el principio de precaución ( ¡ cuidadito!), el primer marido de Hannah Arendt ( de quien se separó tempranamente , no siendo óbice para que siguieran siendo íntimos amigos de por vida) , Günther Stern, que luego firmaría como Anders ( en alemán: distinto, de otra manera), va a convertirse en el pionero de la lucha contra lo nuclear, y contra la obsolescencia del hombre programada, obra que prevista en tres tomos se quedaría en dos, y que dejó su huella en diferentes autores de más renombre: Debord, Sartre, Gorz, Deleuze o Levinas. Quien se convertiría en una especie de Diógenes de la era postnuclear, resultó marcado por su vida familiar ( sus padres eran especialistas en psicología experimental), sus orígenes judíos que le supusieron insultos y problemas acabaron con él al otro lado del charco. Verdadero outsider, no aceptó diferentes plazas universitarias que le fueron ofrecidas, rechazó diferentes premios ( numerosos fueron aceptados), nunca quiso formar parte de la casta profesoral, él que la había conocido en los tiempos de estudiante de Heidegger, con quien tuvo disputas abiertas no tanto en el terreno de la política sino en lo referente a la concepción ontológico-fenomenológica expuesta en Ser y Tiempo.
Varias fueron las circunstancias que encaminaron su vida y su quehacer, además de sus vivencias de infancia y juventud: Auschwitz, en donde pensaba que podía haber acabado, Hiroshima, que supuso un verdadero desastre que mostraba la capacidad destructora de los humanos. Impagables las cartas que mantuvo con el hijo de Eichmann, intercambio epistolar que parece la réplica a la obra arendtiana sobre el nazi; para Anders somos hijos de Eichmann n la medida en que no nos oponemos al mundo dominado por la técnica; y la correspondencia que mantuvo con el piloto que lanzó la bomba de Hiroshima, Claude Eatherly -contrafigura de Eichmann-; la lectura de ambos textos son presentados con fidelidad absoluta por Onfray.
Anders palpando el desastre que podía llevar a la humanidad a la extinción proponía frenar el desarrollo tecnológico desembocado con el fin de evitar que Prometeo acabase convertido en un Frankenstein desobediente y alejado de su creador. No se deben obviar las páginas luminosas las que dedicó a cuestiones del presente que hunden a los humanos en diferentes formas de alienación ( prensa, radio, televisión…o sus curiosas comparaciones de la música, y danza, de jazz con el modelo maquínico…), y a la iconomanía rampante que hace que los humanos conscientes de sus limitaciones adoren los objetos como siempre listos a resurgir reproducidos, y los extiendan a las fotos de las stars, o al propio cuerpo…retocado. .
Las posturas señaladas , que Onfray juzgo que plantea con tino, le empujaron a comprometerse, a filosofar – él que decía odiar la filosofía profesional- como un mosquito, como un niño…poniendo en duda las ideas recibidas…levó una vida de compromiso, participando en diferentes movilizaciones, formando parte del Tribunal Russell contra los crímenes de guerra en Vietnam, etc., etc., etc.
No le falta razón a Michel Onfray al señalar que de los tres fue sin duda el más radical, el más comprometido, y me atrevería a decir[ eso lo digo yo] tal vez el más lúcido. Lo que no resulta tan claro es que- también lo afirma Onfray- sea el menos conocido; ateniéndome a mi frecuentación de los libros y a las traducciones en el mercado de Pirineos abajo, no creo que sea así, pero bueno…En fin « una piedra en el jardín de los filósofos universitarios o de profesionales de la filosofía que hacen exégesis de libros que dicen el mundo sin preocupación alguna del mundo real y verdadero».
La conclusión del volumen, Pensar el nihilismo occidental, vuelve a Heidegger que según dice fue pulverizado por Eric Weil en 1947; hay pulverizados que se mantienen enteritos o casi; es el caso. El artículo del kantiano Weil deja claro que Heidegger fue nazi, pero que su filosofía no lo fue, ya que en ella lo político quedaba ausente. Postura tan contradictoria es esta postura con respecto a otro Eric, Faye, a quien Onfray ha seguido a pie juntillas que lama lisa y llanamente a sacar a Heidegger de las bibliotecas y de la enseñanza que Onfray se ve obligado a reconocer el décalage.
Partiendo del hecho de que Heidegger no puede servir para pensar el nihilismo ya que él mismo quedó contaminado por éste, que el camino a seguir es el de Nietzsche ya que su visión , tras anunciar la muerte de Dios, era un combate contra el nihilismo desde una farmacopea post-nihilista. Traza a continuación el panorama del nihilismo del pasado siglo presente en varios hechos: guerra mecánica de 14-18, la pasión revolucionaria, la religión de la ideología, el totalitarismo bolchevique, el totalitarismo nacionalsocialista, la Solución final, la crisis de masas y la banalidad del mal, el sistema concentracionario soviético, la locura faustiana, la bomba atómica, la destrucción del planeta, las manipulaciones genéticas, el negacionismo y el revisionismo, el consumismo de masas, la dictadura mediática, la desrealización del mundo y la obsolescencia , tras lo que subraya la pertinencia a la hora de elegir a los tres representantes del combate para oponerse a este oscuro panorama, resumiendo los aspectos ya señalados de los tres : de Arendt destaca su crítica de izquierdas de las políticas marxistas, espera de la posibilidad sionista, y ve con buenos ojos la posibilidad revolucionaria consejista ( cabría matizar estos aspectos señalados como netamente positivos como podría, y debería , hacerse lo mismo con los siguientes); de Jonas, subraya , ciertamente no como muy positivas algunas de sus propuestas: posibilidad de un régimen autoritario que dirija a la gente hacia el bien, defendía la posibilidad de una aristocracia de filósofos ilustrados y la posibilidad de una vuelta a la ética judía ( ¡ vaya por Yaveh!); de Anders, por último, toma la posibilidad de un pacifismo anti-nuclear, la posibilidad de un terror ecológico ( cosa que contrasta con la heurística de la razón que éste oponía a la heurística del miedo propuesta por Jonas)…y cierra su discurso de conclusión recordando su tesis, de tonos spenglerianos, de la decadencia de las civilizaciones, que como los seres vivos: nacen, se desarrollan y mueren.
1) No juzgo que esté de más ninguno de los tres elegidos, debido a sus características comunes y sus vivencias, amén de su preocupación por analizar y dar respuesta a los problemas que planteaba su época; 2) puestos a elegir, es obvio, que con diferentes vivencias biográficas, ópticas y retóricas, otros ha habido que han reflexionado sobre el post-nazismo ( Adorno, Améry, Foucault, Agamben, Esposito, y algunos otros de manera parcial: Lyotard, Rancière, Lacoue.Labarthe, Bauman, Blanchot, Segré, etc., etc., etc.) , mas es obvio que muchos de ellos no son santos de devoción del normando, además de que el haber introducido algunos más la cosa se hubiese desmadrado al superar la casi quinientas páginas de la qu consta el libro.
La claridad expositiva de Onfray, y la cercanía con los tonos periodísticos, hace que la obra se lea con facilidad, a lo que se ha de añadir que el retrato de los tres pensadores elegidos sea por lo general aceptable; las interferencias biográficas ( amorosas, amistosas, y anecdóticas) hacen que haya algunas páginas con incursiones demasiado humanas, que no añaden nada a los pensamientos presentados, pero bueno es marca de la casa, y que aun sin dar por buena la indisoluble unión entre vida/obra, sí que : a) agiliza la lectura y b) en la presente ocasión conserva bastante pertinencia si en cuenta se tienen los orígenes, las vivencias padecidas y los hechos de los que fueron testigos el trío de pensadores elegidos. De algunos deslices, marca de la casa, ya he dejado dicho lo sustancias líneas más arriba…ramalazos que dependiendo del carácter( y tragaderas) del lector pueden originar ciertos estados de malestar…yo, por mi parte, tengo muy mal carácter.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario