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Trump quiere echar una mano a la deuda italiana o al cuello de Europa
Marc Fortuño
@Marc__Fb
Trump está buscando una alianza con Italia y la estrategia a la que se está apuntando es que adquiera un gran peso como comprador de deuda italiana
que en los últimos meses se ha visto tensionada con la subida de las
rentabilidades en el mercado ante el giro populista del nuevo Gobierno.
Italia es una de las piezas clave para Europa y en los últimos años ha manifestado graves problemas económicos. Actualmente es la tercera economía de la Eurozona y sufre de un bajo crecimiento económico, una elevada deuda pública, alta morosidad bancaria y problemas de competitividad entre otros.
Para hacernos una idea de lo que suponen esos 258.000 millones de un
sólo ejercicio, para los tres rescates de Grecia que movilizaron a toda
la Unión Europea y al resto de acreedores durante varios años, se emplearon unos 30.000 millones más, hasta los 189.000 millones.
Vistas estas cifras, jugar con la deuda es jugar con fuego y todas las cuestiones que influyen en su evolución tanto de la deuda italiana como de los tipos de interés, cobran una especial relevancia tanto para Italia como Europa.
Actualmente el populismo ha llegado al Gobierno de Italia y está tensionando el mercado de deuda italiana. El viceprimer ministro italiano Luigi Di Maio, que advirtió a su país de que podría dejar de pagar el presupuesto de la UE a menos que otros Estados miembros acepten acoger a inmigrantes retenidos en un barco de guardacostas en Sicilia.
En consecuencia a este último conflicto, la rentabilidad de los bonos de Italia subió entre 4 y 7 puntos básicos en toda la curva, alcanzando la deuda pública a 10 años el 3,13%, su nivel más alto en una semana. Hoy por hoy, la rentabilidad del riesgo en Italia sigue difiriendo del resto del sur de Europa, y el diferencial de los bonos italianos a 10 años sobre España alcanzó 174 puntos básicos, alcanzando su nivel más alto sobre España desde 2012.
A todo ello, hay que añadir las intenciones del nuevo Gobierno en ahondar en el déficit público.
Si Italia ya convive con un problema de deuda pública, pretender sumar
más obligaciones, no es que despierte una especial tranquilidad a los
inversores en relación a la capacidad de pago del emisor... Por ello,
vemos como los intereses en Italia se están disparando a pesar de que el
BCE sigue activo en su QE.
Buscando apoyar la deuda italiana, el gobierno italiano está planeando solicitar al BCE una nueva ronda de medidas de flexibización cuantitativa para evitar una rebaja en la calificación de su deuda. Al mismo tiempo, ha estado buscando aliados para apoyar sus bonos en las últimas semanas, más específicamente, Estados Unidos y China.
Ante este contexto expuesto, Trump debe pensar que controlando la deuda italiana se manejará directamente a Italia e indirectamente la Unión Europea y al euro, lo que concede una mejor posición geopolítica de Estados Unidos frente al proyecto europeo, especialmente si existiera fuertes discrepancias entre ambas potencias o el euro llegara a disputar la hegemonía del dólar. En otras palabras, un botón de activación para provocar la inestabilidad en la moneda única.
Internamente, la situación de Europa se está deteriorando. Nos encontramos con discrepancias entre Italia y la UE sobre sus gastos, el conflicto comercial con los Estados Unidos y los atolladeros políticos como las conversaciones de Brexit, el reto de la migración nublan las perspectivas de la UE y una desaceleración económica.
Supongamos que Estados Unidos va acumulando gran parte de la deuda italiana. Bajo esa premisa, podría, en un momento dado, venderla en el mercado secundario, lo que desencadenaría una caída de sus precios en los instrumentos de deuda, un auge de tipos de interés, problemas en la banca italiana que tiene como colateral gran parte de los títulos de deuda y la dificultad o imposibilidad de que el Tesoro italiano pueda financiarse en el mercado.
Como hemos comentado anteriormente, la deuda pública italiana asciende al 132% de PIB, la segunda relación más alta en la Eurozona por detrás de Grecia. Pero hay un matiz importante entre Grecia e Italia, Grecia es una economía que es diez veces inferior a la italiana y por lo tanto, siempre fue rescatable. Italia, en un supuesto de shock financiero que disparara los intereses de la deuda italiana, se enfrentaría a unos elevados vencimientos de deuda y problemas bancarios que dificilmente serían salvables con el apoyo de los socios europeos o el FMI, lo que podría suponer la quiebra del país, la salida del euro y una crisis europea sin precedentes.
No obstante hay un problema para ejecutar toda esta operación, Estados Unidos no tiene un fondo de adquisición de deuda soberana y ni el Tesoro de los Estados Unidos ni la Reserva Federal (teóricamente independiente) ha asumido un mandato para tales intervenciones, por lo que, por ahora, no existe ningún mecanismo para orientar esta política de adquisición de deuda italiana.
La administración Trump puede entender que el Gobierno italiano puede ser un potencial socio ideológico en los próximos años -comparten la apuesta nacional frente a la globalización, contrarios a la inmigración y a la estabilidad presupuestaria-, por lo que apoyar financieramente a Italia, implica apoyar a su Gobierno y a su posición política.
Además, el mercado de deuda en los países desarrollados es verdaderamente complejo con la política monetaria desarrollada por los bancos centrales que han hundido las rentabilidades nominales, dejándolas en negativo en el territorio europeo. Si el mercado de deuda soberana europea ofrece rentabilidades bajas o negativas, Trump, en su particular visión de negocios, puede entender que la deuda italiana tiene un componente atractivo al ofrecer a diez años más de un 3%.
Italia es una de las piezas clave para Europa y en los últimos años ha manifestado graves problemas económicos. Actualmente es la tercera economía de la Eurozona y sufre de un bajo crecimiento económico, una elevada deuda pública, alta morosidad bancaria y problemas de competitividad entre otros.
La complicada situación de la deuda italiana
Italia tiene un problema de deuda pública importante al mantener obligaciones cons sus acreedores por más de 2,3 billones de euros, lo que supone una relación sobre el PIB del 132%. Asimismo, año tras año se enfrenta a fuertes vencimientos de deuda que necesita refinanciar en el mercado. Para este año, le quedan pendientes 119.000 millones de euros y para el siguiente ejercicio necesitará 258.000 millones de euros.Vistas estas cifras, jugar con la deuda es jugar con fuego y todas las cuestiones que influyen en su evolución tanto de la deuda italiana como de los tipos de interés, cobran una especial relevancia tanto para Italia como Europa.
Actualmente el populismo ha llegado al Gobierno de Italia y está tensionando el mercado de deuda italiana. El viceprimer ministro italiano Luigi Di Maio, que advirtió a su país de que podría dejar de pagar el presupuesto de la UE a menos que otros Estados miembros acepten acoger a inmigrantes retenidos en un barco de guardacostas en Sicilia.
En consecuencia a este último conflicto, la rentabilidad de los bonos de Italia subió entre 4 y 7 puntos básicos en toda la curva, alcanzando la deuda pública a 10 años el 3,13%, su nivel más alto en una semana. Hoy por hoy, la rentabilidad del riesgo en Italia sigue difiriendo del resto del sur de Europa, y el diferencial de los bonos italianos a 10 años sobre España alcanzó 174 puntos básicos, alcanzando su nivel más alto sobre España desde 2012.
Buscando apoyar la deuda italiana, el gobierno italiano está planeando solicitar al BCE una nueva ronda de medidas de flexibización cuantitativa para evitar una rebaja en la calificación de su deuda. Al mismo tiempo, ha estado buscando aliados para apoyar sus bonos en las últimas semanas, más específicamente, Estados Unidos y China.
¿Apoyar la deuda italiana para controlar a la Unión Europea y al euro?
Italia es una de las piezas clave para Europa. Actualmente es la tercera economía de la Eurozona y se encuentra en una situación especialmente compleja: Bajo crecimiento económico, elevada deuda pública, alta morosidad bancaria y problemas de competitividad entre otros. Motivos más que suficientes para desencadenar una crisis europea.Ante este contexto expuesto, Trump debe pensar que controlando la deuda italiana se manejará directamente a Italia e indirectamente la Unión Europea y al euro, lo que concede una mejor posición geopolítica de Estados Unidos frente al proyecto europeo, especialmente si existiera fuertes discrepancias entre ambas potencias o el euro llegara a disputar la hegemonía del dólar. En otras palabras, un botón de activación para provocar la inestabilidad en la moneda única.
Internamente, la situación de Europa se está deteriorando. Nos encontramos con discrepancias entre Italia y la UE sobre sus gastos, el conflicto comercial con los Estados Unidos y los atolladeros políticos como las conversaciones de Brexit, el reto de la migración nublan las perspectivas de la UE y una desaceleración económica.
Supongamos que Estados Unidos va acumulando gran parte de la deuda italiana. Bajo esa premisa, podría, en un momento dado, venderla en el mercado secundario, lo que desencadenaría una caída de sus precios en los instrumentos de deuda, un auge de tipos de interés, problemas en la banca italiana que tiene como colateral gran parte de los títulos de deuda y la dificultad o imposibilidad de que el Tesoro italiano pueda financiarse en el mercado.
Como hemos comentado anteriormente, la deuda pública italiana asciende al 132% de PIB, la segunda relación más alta en la Eurozona por detrás de Grecia. Pero hay un matiz importante entre Grecia e Italia, Grecia es una economía que es diez veces inferior a la italiana y por lo tanto, siempre fue rescatable. Italia, en un supuesto de shock financiero que disparara los intereses de la deuda italiana, se enfrentaría a unos elevados vencimientos de deuda y problemas bancarios que dificilmente serían salvables con el apoyo de los socios europeos o el FMI, lo que podría suponer la quiebra del país, la salida del euro y una crisis europea sin precedentes.
No obstante hay un problema para ejecutar toda esta operación, Estados Unidos no tiene un fondo de adquisición de deuda soberana y ni el Tesoro de los Estados Unidos ni la Reserva Federal (teóricamente independiente) ha asumido un mandato para tales intervenciones, por lo que, por ahora, no existe ningún mecanismo para orientar esta política de adquisición de deuda italiana.
El otro enfoque complementario... Apoyar al populismo italiano sin contrapartida
Existe otra posible intención o enfoque complementario al anterior, el apoyo entre socios que comparten las mismas ideas políticas. Italia se encuentra en un escenario en el que, ante el final del QE que se formalizará en diciembre de este año, ve la necesidad de un comprador fuerte para dar respuesta a las emisiones de deuda.La administración Trump puede entender que el Gobierno italiano puede ser un potencial socio ideológico en los próximos años -comparten la apuesta nacional frente a la globalización, contrarios a la inmigración y a la estabilidad presupuestaria-, por lo que apoyar financieramente a Italia, implica apoyar a su Gobierno y a su posición política.
Además, el mercado de deuda en los países desarrollados es verdaderamente complejo con la política monetaria desarrollada por los bancos centrales que han hundido las rentabilidades nominales, dejándolas en negativo en el territorio europeo. Si el mercado de deuda soberana europea ofrece rentabilidades bajas o negativas, Trump, en su particular visión de negocios, puede entender que la deuda italiana tiene un componente atractivo al ofrecer a diez años más de un 3%.
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