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El culebrón del Brexit se eterniza
El
culebrón del Brexit no ha terminado. Y esta historia casi surrealista
puede extenderse hasta el verano después del fenomenal varapalo que ha
recibido la primera ministra británica, Theresa May, por parte de la
Cámara de los Comunes.
Los 432 diputados del Parlamento de Westminster dijeron un no alto y claro a su plan de desconexión de la Unión Europea (UE) que terminó de discutirse en noviembre, tras dos años de negociaciones.
© Sputnik / Alexey Vitvitsky
La
votación, que supuso la mayor derrota parlamentaria de un Gobierno
británico desde 1924, ha puesto en duda todo el proceso, generando más
incertidumbre.
May no se amilanó, y arremetió contra los miembros del Parlamento, que no saben cómo implementar la decisión del 52% de los ciudadanos británicos que en el referéndum celebrado el 23 de junio de 2016 votó a favor de abandonar el club comunitario europeo tras 46 años de asociación.
Ahora, lamiéndose las heridas del monumental fracaso, la tozuda dirigente conservadora tendrá que presentar, a toda prisa, un nuevo proyecto de acuerdo que contente a los diputados amotinados y aquellos otros que le han puesto palos en las ruedas, especialmente a propósito de los aspectos que hablan de la línea divisoria con Irlanda.
© REUTERS / Peter Nicholls
Si
Londres abandona finalmente la UE, por las buenas o por las malas,
surgirá una frontera física en esa isla atlántica (entre la República de
Irlanda e Irlanda del Norte, que pertenece al Reino Unido). Esa
obviedad no ha gustado ni un ápice a las autoridades irlandesas, quienes
advirtieron que podría desestabilizar la delicada convivencia pacífica
entre católicos (proclives a la unión con el sur) y protestantes
(partidarios de todo lo contrario).
Tampoco gustó a los políticos norirlandeses, que temen un progresivo aislamiento de la metrópoli. Para mitigar los efectos de ese obstáculo, la delegación de Bruselas planteó la aplicación de un mecanismo de protección o 'backstop'. Ese mecanismo establece que, mientras no se encuentre una solución mejor para la isla irlandesa, el Reino Unido y la UE compartirán un territorio aduanero único, para evitar la necesidad de aranceles, cuotas o controles en los productos que circulen entre Irlanda e Irlanda del Norte.
A
tenor de la votación en los Comunes, esa solución no ha agradado nada a
muchos diputados que la consideran una treta para mantener a Londres
sometida a las normas comunitarias e impedir que desarrolle, después del
Brexit, su propia política comercial con terceros países, especialmente
con Estados Unidos. Pero lo cierto es que el 'backstop' tiene carácter
excepcional y temporal, pues sólo entraría en vigor al final del período
transitorio de salida (que expiraría en diciembre de 2020, con
posibilidad de una prórroga de uno o dos años), si no se ha logrado para
entonces un acuerdo comercial que solvente la cuestión de la frontera
irlandesa.
Radio: Brexit: "Reino Unido liberó un monstruo incapaz de controlar"
© REUTERS / Phil Noble
La oposición a May, personificada en el líder laborista Jeremy Corbyn, aprovechó la coyuntura para presentar una moción de censura en contra del actual Gobierno. La moción estuvo a punto de prosperar. Perdió por solo 19 voces,
un margen muy estrecho que evidencia la extrema debilidad del Ejecutivo
y la profunda crisis interna que atraviesa su formación política. Si
hubiera sido aprobada, eso habría desencadenado una convocatoria de
elecciones (porque Corbyn tendría que haber superado una moción de
confianza). Los conservadores y sus aliados políticos están demasiado
desunidos como para enfrentarse a ese panorama desafiante. Porque una
cosa es atacar a May y otra hacerse el harakiri. Pero la cosa está tan
seria que los diputados casi decidieron votar esto último.
¿Qué escenarios se plantean a partir de ahora?
May
está condenada diseñar un plan B y volver a hablar con Bruselas. Pero
el tiempo se agota, pues la salida del Reino Unido tiene plazo oficial:
el 29 de marzo. La Comisión Europea parece dispuesta a ampliar esa fecha
y prorrogarla hasta que se configure el nuevo Parlamento Europeo, es
decir, antes de julio. Pero insiste en que el acuerdo es un "compromiso
justo" y el "mejor posible", porque es "la única vía para asegurar una
retirada ordenada del Reino Unido". La primera ministra tendrá que
vérselas sobre todo con el negociador-jefe, Michel Barnier, que ya ha
dicho que los británicos deberían reconsiderar sus dos líneas rojas: el
mercado único y la unión aduanera.
El
'no deal', la peor pesadilla de toda la baraja. Esta opción está
tomando cada vez más cuerpo, y todos los protagonistas implicados están
ya diseñando planes de contingencia por si ocurriera. Esa eventualidad
implicaría que no habría periodo de transición, ni protección a los
ciudadanos, ni seguridad, ni unas relaciones comerciales 'civilizadas'…
Sería un caos. Una voladura no controlada. Según el Banco de Inglaterra,
el impacto del Brexit en la economía británica supondría una caída del
8% de su Producto Interior Bruto (PIB). Para la UE también sería
nefasto, pero menos.
Además: ¿Podría Londres frenar el Brexit unilateralmente?
© REUTERS / Toby Melville
No hay
mayoría para volver a convocar un segundo plebiscito ciudadano, y tanto
el liderazgo tory como el laborista están en contra de esa idea. Pero,
si no se sale del actual callejón sin salida, es posible que un número
de diputados llegue a la conclusión de que ellos ya representan el
problema y que la única forma de salir de atolladero sería dar de nuevo
la voz al pueblo. Pero eso desataría nuevas incógnitas: ¿Cuál sería la
pregunta del referéndum? ¿Dimitiría entonces la incombustible May? ¿Qué
posición defendería el Partido Laborista?
En resumen, hay mucho lío y cierta histeria. Y el Brexit se ha convertido en una obra faraónica interminable que empieza a ser, lamentablemente, cansina.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
© Sputnik / Alexey Vitvitsky
May no se amilanó, y arremetió contra los miembros del Parlamento, que no saben cómo implementar la decisión del 52% de los ciudadanos británicos que en el referéndum celebrado el 23 de junio de 2016 votó a favor de abandonar el club comunitario europeo tras 46 años de asociación.
Ahora, lamiéndose las heridas del monumental fracaso, la tozuda dirigente conservadora tendrá que presentar, a toda prisa, un nuevo proyecto de acuerdo que contente a los diputados amotinados y aquellos otros que le han puesto palos en las ruedas, especialmente a propósito de los aspectos que hablan de la línea divisoria con Irlanda.
© REUTERS / Peter Nicholls
Tampoco gustó a los políticos norirlandeses, que temen un progresivo aislamiento de la metrópoli. Para mitigar los efectos de ese obstáculo, la delegación de Bruselas planteó la aplicación de un mecanismo de protección o 'backstop'. Ese mecanismo establece que, mientras no se encuentre una solución mejor para la isla irlandesa, el Reino Unido y la UE compartirán un territorio aduanero único, para evitar la necesidad de aranceles, cuotas o controles en los productos que circulen entre Irlanda e Irlanda del Norte.
Radio: Brexit: "Reino Unido liberó un monstruo incapaz de controlar"
© REUTERS / Phil Noble
¿Qué escenarios se plantean a partir de ahora?
1. Negociación:
2. Salida sin acuerdo:
3. Revocar el Brexit:
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha dejado caer que Londres debe ser valiente y plantearse frenar el proceso. Legalmente es factible. Sería la única opción viable si, como parece, un acuerdo es imposible, y nadie quiere salir sin acuerdo. Significaría volver a la casilla de salida. Pero Londres debería solicitarlo de forma expresa para que se pueda aplicar.Además: ¿Podría Londres frenar el Brexit unilateralmente?
4. Segundo referéndum:
© REUTERS / Toby Melville
En resumen, hay mucho lío y cierta histeria. Y el Brexit se ha convertido en una obra faraónica interminable que empieza a ser, lamentablemente, cansina.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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