miércoles, 6 de noviembre de 2019

Filipinas, volver a Marawi


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 Filipinas, volver a Marawi

 

 


Las consecuencias hacia el interior del Daesh, tras la muerte de su líder Abu Bakr al-Bagdadí, (Ver: Al-Bagdadí, el muerto oportuno), todavía están muy lejos de dimensionarse para sacar conclusiones, sobre el complejo proceso de sucesión, aunque aparecen ya algunos nombres, pero sería inútil conjeturar al respecto. Más cuando nunca conoceremos cuan penetrada estuvo o sigue estando, la organización terrorista por los servicios de inteligencia y los vínculos reales entre el Califa muerto y los agentes de los servicios de los que dispone el Pentágono, que en algún momento, dado que las acciones del Daesh, parecieron estar en concordancia con las necesidades tácticas y estratégicas de los Estados Unidos, en Mali, en Nigeria, Libia o Afganistán, solo por nombrar algunos de los lugares que en que Daesh tenía sucursales.
Insisto, todavía es demasiado pronto para entender la reconfiguración de los muyahidines huérfanos, pero para comenzar habría que considerar la región insular del sudeste asiático, dada sus características geográficas, muy interconectado, pero difícil de controlar, dada la gran cantidad de islas que lo componen, grandes zonas boscosas, y con importantes comunidades musulmanas, aparece como uno de los lugares más propicios para lanzarse a la aventura, además que para aquellos fanáticos que intentaban llegar a Siria e Irak, para hacer su propia yihad, desde 2018 se les ha complicado la posibilidad de viajar a Medio Oriente, por lo que Filipinas, Indonesia y Malasia, se ha convertido en un lugar propicio. Se conoce que desde 2014, Daesh se instaló en el sudeste asiático, y desde entonces cerca de mil combatientes de esa región fueron enviados a combatir a Medio Oriente, trecientos de ellos combatieron en una sola unidad en Irak conocida como Katibah Nusantara, que desarrolló una importante aptitud militar, algunos de esos veteranos han retornado nuevamente a sus países para continuar su guerra.
Mientras que a dos años de la “fenomenal” gesta de Marawi, (Ver: Filipinas: Daesh desafía al sheriff) la capital provincial de Lanao del Sur, en la isla de Mindanao, una ciudad de 200 mil habitantes que la organización integrista Abu Sayyaf, y el grupo Maute tributarios del Daesh, tomó el 25 de mayo de 2017 y sostuvo hasta el 16 de noviembre de ese año, a pesar del cerco y los bombardeaos del ejército filipino, que con la colaboración de los Estados Unidos y Australia, intentaron la retoma desde el primer momento. Los combates oficialmente dejaron 1100 muertos, aunque se cree la cifra real por lo menos es el doble. Entre los muertos estaba Isnilon Hapilon, el emir del Daesh para el sudeste asiático, nombrado por al-Bagdadí.
A pocos días de cumplirse dos años de que el presidente filipino Rodrigo Duterte, declarase la liberación de la ciudad, una liberación conseguida tras reducir a escombros la ciudad y sacrificar la vida de cientos de civiles que había sido tomados de rehenes por los terroristas, se conoce que nuevamente el reclutamiento de nuevos militantes, principalmente entre los hijos de las familias que fueron desplazadas de la ciudad, y de cuyas necesidades más primarias nadie se ha hecho cargo, tras haberlo perdido todo durante los combates, quizás estigmatizados por ser musulmanes.
Más de 100 mil desplazados, de los casi de 350 mil que se debieron desplazar durante los meses que duraron los enfrentamientos, no se les ha permitido volver a sus lugares para iniciar la reconstrucción sus viviendas y comercios, a dos años de terminados los combates, continúan viviendo en campamentos con escasa atención sanitaria y alimentaria, sin que el gobierno central en Manila, resuelva su situación cada vez más acuciante.
Se ha conocido que en el sur de Filipinas, donde se asienta la minoría musulmana del país, docenas de nuevos reclutas han declarado su lealtad al ahora extinto Califa. Se sospecha que algunos cientos de combatientes desplazados de Siria, hayan llegado en los últimos meses a Filipinas para reagruparse con los sobrevivientes de Abu Sayeff, en el área de Marawi, donde se iniciaron la campaña de reclutamiento y se establecieron campos de entrenamiento y más bases terroristas.
La campaña, en plena expansión abarca desde las redes sociales, la los centros de educación, escuela y universidades, incluso alcanzado a llegar a las aldeas musulmanas más remotas de la provincia. A donde los militantes llegan con dinero, productos de consumo básicos, para distribuir entre la población civil y ofreciendo armas y sueldo fijos para quienes se incorporen a la organización.
Con alguna frecuencia se conoce que en la apretada selva de la isla de Mindanao, las tropas de Manila, son atacadas por grupos de militantes, que además de ocasionar bajas, roban armamento y elementos de comunicación.
Dos años después de la retórica de liberación y restauración de Duterte, millones de toneladas de escombros no han sido retirados del centro de la ciudad, mientras continúa la demolición y la búsqueda de ordenanzas sin explotar.
Las últimas acciones después de Marawi.
La agencia gubernamental Task Force Bangon Marawi, encargada de la reconstrucción de la ciudad, que de sus 96 zonas 24 fueron reducidas a escombros, por el excesivo uso de los bombardeos y fuego de artillería, informa que los trabajos se demoran, por el complejo trabajo que lleva la búsqueda, desactivación y remoción de artefactos explosivos que los terrorista han plantado no solo en las áreas más afectadas, sino en los barrios donde prácticamente no se registraron enfrentamientos, por lo que los trabajo de demolición son excesivamente lentos, particularmente en lo que se conoce como regresar, a lo que se conoce como zona cero o Meranaos, Ground Zero, el casco más antiguo de la ciudad y el más dañado.
La empresa informó que estimaban terminar con los trabajos de búsqueda de explosivos latentes el 31 de octubre y en un mes más acabarían con la remoción de escombros para recién iniciar los trabajos de reconstrucción. Se estima terminar con esa reconstrucción en junio de 2022, fecha que coincide con el fin del gobierno de Duterte.
La persona más influyente de la comunidad musulmana de Marawi, el Sultán de Abdul Hamidullah Atar, dijo que las víctimas de los combates están “enojadas, frustradas, por lo lento que han resultados los trabajos de rehabilitación y reubicación”, lo que sin duda facilita la tarea de los reclutadores. Algunos analistas han detectado una gran molestia en la población que todavía continua viviendo en los campamentos improvisados, por lo que se cree también que las protestas violentas podrían estallar cerca de la fecha en que se cumplan los dos años de la finalización de los combates, el 16 de noviembre, día en que Manila tiene organizada diferentes actos de conmemoración. Mientras se sospecha que los diferentes grupos alineados con el Daesh como los restos de Abu Sayyaf, Los combatientes de la libertad islámica de Bangsamoro (BIFF) y el Frente Moro de Liberación Islámica (MILF) y que operan cada vez con más frecuencia en diferentes áreas de Mindanao, estén esperando esos días para dar un gran golpe de efecto.
La última gran operación consignada a Abu Sayyaf se produjo en enero pasado, cuando una serie de explosión en Joló, la capital de la provincia de Sulu, asesinaron a cerca de 30 personas, (Ver: Filipinas: Abu Sayyaf está de vuelta.), en agosto de 2018, una camioneta estalló frente a un puesto de control militar en Basilan, dejando once muertos.
Dada las consecuencias de la muerte de al-Baghdadi, para muchos veteranos y centenares de jóvenes reclutas rememorar las glorias jornadas de Marawi, sea la mejor manera de homenajear a su líder muerto.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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