David Páramo se lo merecía
Escrito por Juan Pablo Proal
David
Páramo insinuó que el hijo de Javier Sicilia merecía ser asesinado,
defendió la guerra encabezada por Felipe Calderón y es ofensivo con sus
radioescuchas, por lo tanto, se ganó a pulso el homicidio de sus dos
hijos. Es “la ley del karma”.
Esta fue la lógica predominante de miles
de usuarios de las redes sociales y lectores de noticias ante el
asesinato de los jóvenes Alfredo y David, hijos de los periodistas
David Páramo y Martha González.
Twitter se
atiborró de mensajes como estos: “Es terrible lo de los hijos de David
Paramo, probablemente ahora deje de usar la expresión víctimas
colaterales …” (sic). “El asesinato de sus hijos es muy lamentable y no
justificable…aunque David Páramo como persona siempre deje mucho que
desear..”. “Nadie se merece enterrar a sus hijos, David Paramo critico a
Javier Sicilia diciendo ‘si los matan, debe ser por algo’ #karma”
(sic).
Es verdad, David Páramo no es uno de los
locutores más queridos de la radio. Incluso en Facebook existe una
página, “Odio a David Páramo oficial”, que recopila los excesos y
agresiones verbales del comunicador. Tal vez si una tragedia de tal
magnitud le hubiese ocurrido a un periodista con mayor popularidad, las
muestras de solidaridad serían inobjetables. Sin embargo, la postura
editorial o la personalidad del colaborador de Grupo Imagen es un tema
independiente y ajeno al hecho: asesinaron a sus hijos. Se trata de un
padre que perdió a una parte irrecuperable de su familia como
consecuencia de la despiadada violencia que dinamita el país.
En una era donde el lector de noticias
sabe todas las respuestas a los problemas del mundo y se forja una
opinión en segundos, la posición ante este dolor indescriptible fue
cruel, inhumana, egoísta. La filosofía máxima de la era del consumo,
dejar hacer, dejar pasar: “Mientras no me ocurra a mí, la vida sigue”.
La tragedia del otro como una noticia más con qué acompañar el café de
la mañana.
En la sociedad mexicana nos
acostumbramos a vivir entre cadáveres. Vemos natural que la pantalla de
televisión reproduzca escenas de migrantes convalecientes en el
ferrocarril. El dolor del otro como una lejana anécdota para opinar
sobre política en la sobremesa dominical. Siempre hay una solución
mágica: si el país fuera de izquierda, si legalizaran la droga, si
copiaran el sistema de Suecia… ¿Cuántas iniciativas ciudadanas hubo para
mitigar, en su minúscula medida, el dolor de Páramo? Y no me refiero a
tuits de condolencias.
Javier Sicilia se la pasa besando a
políticos. Los maestros que se oponen a la reforma educativa son unos
burros. Los papás de los niños muertos por la corrupción del sistema en
la guardería ABC son unos revoltosos. En México el que exige justicia,
el que sale a la calle, el que ve por los demás es reducido a la peor de
las parias. Hay que producir, trabajar hasta el ocaso y andar de prisa
para consumir más y más.
Entre las personas medianamente
informadas se antepone la ideología, la teoría, las discusiones
abstractas ante la urgente acción que requiere la confusa guerra que
recorre el país. En México el homicidio de periodistas, menores de edad y
mujeres es parte natural del día a día. Se callan las voces ciudadanas
de hombres que arriesgan su vida por informar. ¿Cuál es la respuesta de
los demás? Ver pasar el dolor como si fuese el espectáculo del Día de
San Fermín.
En cambio, en esta cultura de “yo hago
lo que me toca”, las plazas comerciales están abarrotadas. Quien tiene
mediano poder adquisitivo quiere correr un maratón, aprender a bailar,
estudiar una maestría, dominar un tercer idioma y adoptar un perro. ¿Que
descuartizaron a cuatro, violaron a seis y desaparecieron a ocho? Ah,
claro, estoy enterado: lo leí en las noticias, deberían legalizar la
droga.
Sólo así se entiende por qué muchos
celebraron el homicidio de los hijos de Páramo. “Justicia divina”, le
llamaron, como si Dios existiera y se preocupara por saldar las añejas
cuentas pendientes que tiene con el país.
Lo más absurdo es que en los tiempos
donde la espada ensangrentada toca la puerta de todos, sigamos pensando
que los descuartizados, los mutilados y los enterrados en vida son sólo
lejanas imágenes, extraños a los que les pasan tragedias por puro karma.
La nueva versión del rey que se negaba a ver su desnudez.
Tal vez estemos en un estado de negación colectiva, pero cómo urge que despertemos.
P.D. El próximo viernes 17 de mayo
presento mi primer libro, Vivir en el Cuerpo Equivocado, en Cuernavaca,
Morelos. La cita es a las 17:30 horas en la librería la Rana de la
Casona, ubicada en Hidalgo número 22, esquina con Comonfort.
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