Caso Snowden: intentan desesperadamente prevenir más publicaciones
Publicado: 20/08/2013 13:30 EDT | Actualizado: 20/08/2013 13:30 EDT
En su afán de evitar más consecuencias negativas de la información proporcionada por Snowden - entre otras cosas, que la Agencia Nacional de Seguridad NSA espía las llamadas telefónicas de todos los estadounidenses y no solamente en casos relacionados con el terrorismo - esos gobiernos están llegado al extremo de tratar a la prensa como si fuese terrorista. Con ello, obviamente, arriesgan el delicado balance de libertades y responsabilidades en que consiste la democracia.
Un ejemplo de esa desesperación fue cuando varios gobiernos europeos - el español, el austríaco - cooperaron, supuestamente bajo indicaciones de la Agencia Central de Inteligencia CIA, para detener y luego abordar a principios de julio el avión presidencial de Bolivia, en el que viajaba su mandatario Evo Morales de Moscú a La Paz, porque sospechaban, o creían, que Snowden se escondía en él y esperaban capturarlo.
Otro fue cuando un mes después, Estados Unidos presionó por todas las vías al gobierno de Vladimir Putin para que entregase a Snowden, a pesar de que no existe entre ambas naciones un acuerdo de extradición. Naturalmente, la presión - que al inicio fue al descubierto e incluyó poco veladas amenazas desde el más alto nivel - tuvo el efecto contrario y Rusia acordó a Snowden asilo temporario. Las relaciones entre ambas potencias llegaron a su punto más bajo en décadas.
Luego, como se dio a conocer este martes, policías y agentes de inteligencia británicos entraron a la sede del Guardian, el diario independiente que publicó los primeros informes sobre Snowden, y destruyeron una computadora que contenía datos proporcionados por éste último. Así lo reveló Alan Rusbridger, el mismo editor en jefe del Guardian.
Los agentes se fueron satisfechos. Incluso bromearon diciendo que "ahora no tenemos que llamar a los helicópteros negros" (para destruir los datos).
Solo que los datos no se hallaban solamente en esa computadora o computadoras. En su mayor parte, han sido diseminados en distintos países. "Seguiremos publicando reportajes paciente y laboriosamente sobre los documentos de Snowden, solo que no lo haremos en Londres", dijo Rusbridger.
Greenwald fue el corresponsal que entrevistó a Snowden y recibió de él la mayor parte de la información, quien escribió las notas más importantes al respecto en el importante diario independiente Guardian.
MIranda fue detenido en el aeropuerto de Heathrow de Londres por nueve horas, exactamente el plazo máximo que le confiere al gobierno británico una ley antiterrorista aprobada en 2000 y raramente utilizada. Esta ley permite al gobierno detener a sospechosos en los puntos de entrada y salida del país.
Miranda fue investigado. "Me hicieron contarles toda mi vida", dijo posteriormente a la prensa. Antes de dejarlo en libertad sin presentación de cargos - porque no había ningún delito que hubiese cometido, sino que querían prevenir un problema futuro - se llevaron sus pertenencias: una computadora, barras de memoria, su teléfono celular. El propósito, al parecer fue doble: llevarse la información contenida en los aparatos e intimidar al mismo Greenwald.
Quizás no les fue tan bien. Los abogados de Miranda inmediatamente presentaron una demanda judicial pidiendo que se prohiba al gobierno acceder esta información.
Y Greenwald anunció, como se ve aquí, que en represalia iba a publicar lo antes posible información adicional proporcionada por Snowden y que hasta ahora se había abstenido de dar a luz.
"Lo lamentarán", dijo Greenwald. Snowden le dio, supuestamente, entre 15,000 y 20,000 documentos secretos de la NSA.
Y aunque luego negó que lo que publicaría fuese una represalia, a los reporteros en el aeropuerto de Río de Janeiro donde fue a encontrarse con Miranda dijo: "desde ahora seré mucho más agresivo en mi reportaje. Publicaré muchos más documentos. Publicaré cosas sobre Inglaterra. Tengo muchos documentos sobre el sistema de espionaje de Inglaterra".
Otra consecuencia del acto en Heathrow: la protesta oficial del gobierno de Brasil. Y que el partido Laborista pide que se modifique esa ley antiterrorista.
Y ell editor del Guardian en un editorial, dijo que "la amenaza a la prensa es real y está creciendo".