Por Antonio Paneque Brizuela *
La
Habana (PL) Pocas veces una acción militar de Washington es condenada
de modo simultáneo en Estados Unidos y en el resto del mundo como ocurre
ahora con el empleo de drones en África, Asia, Medio Oriente y dentro
del propio territorio norteamericano.
Los robots volantes matan cada día desde el aire, sin pilotos y por una
orden a cualquier distancia, a ciudadanos que esa potencia militar
considere enemigos en otros países y hace poco autorizó también su
empleo en estados de la Unión.
La consiguiente reacción de los
pueblos y muchas veces de autoridades de esos países se expresa tanto en
el rechazo diplomático como en acciones armadas de respuesta o, en el
mejor de los casos, en manifestaciones de condena en las calles.
La frecuencia e intensidad de esas protestas se corresponden con las
del número de ataques con drones, palabra que en español significa
"zánganos" y a los que técnicamente se les llama Vehículos Aéreos No
Tripulados (Unmanned Aerial Vehicles, UAV).
Esas respuestas son
frecuentes en los Estados más afectados, como Somalia, Afganistán, Irak,
Libia, Pakistán y Yemen, país este último arrasado por bombardeos,
ametrallamientos y otras operaciones con ese medio durante los últimos
meses.
Los ataques mediante UAV que matan a africanos, árabes y
asiáticos constituyen para Washington su forma más tecnificada de
ejecución sumaria contra opositores, aunque muchos opinan son solo un
método diseñado a fin de asesinar a distancia.
El presente ciclo
de drones, empleados con modelos primitivos desde principios del siglo
XX y después de la II Guerra Mundial, comenzó tras los atentados del 11
de septiembre de 2001 en Nueva York, cuando pocos pensaban que
alcanzaría a Estados Unidos.
COSTO ÉTICO Y RESPONSABILIDAD
La
combinación de escenarios de esos robots aéreos causa una suerte de
"efecto bumerán" contra Washington, expresado de dos modos: el rechazo
externo e interno por la muerte de personas en otros países y el
generado contra cualquier uso en el país.
El costo ético y la
responsabilidad por esas acciones bélicas afectan cada vez más la imagen
de Washington en el mundo por la indignación que despiertan los
sufrimientos de la población civil atacada.
Pakistán, un aliado
de Estados Unidos en la llamada "guerra contra el terrorismo" y el único
país islámico con armas atómicas, objeta esa acción de muerte en su
territorio, concebida por Estados Unidos.
Activistas de derechos
humanos y medios de prensa denuncian un incremento del uso de estos
aparatos, que realizaron en esa nación 360 ataques entre 2004 y 2012
(304 de ellos desde que Barack Obama tomó posesión en 2009) con
resultado de unos tres mil 400 muertos.
La población de Yemen,
una de las más agredidas por esas máquinas cuyo primer ataque fue en
diciembre de 2009, experimentó en años siguientes una inusitada
secuencia de bombardeos contra presuntos blancos de Al Qaeda.
Estados Unidos, el único que opera aviones no tripulados en la región,
triplicó su empleo contra supuestos objetivos islamistas en este país
árabe, desde la llegada al poder a principios de año del nuevo
presidente, Abdrabuh Mansur Hadi.
La utilización de drones
genera enojo entre prominentes ciudadanos yemenitas como el Premio Nobel
de la Paz Tawakkol Karman, quien condenó recientes ataques y los
consideró "denigrantes".
Esas operaciones siembran la ansiedad y
el trauma psicológico en las áreas donde se producen, crean caldo de
cultivo para próximas acciones insurgentes de grupos opositores y el
incremento de sus bases, según investigadores estadounidenses.
INTERESES ESTRATÉGICOS DE GRANDES POTENCIAS
Entre
las voces de oposición figuran las de pequeños estados africanos como
Ruanda, cuyo gobierno alertó sobre el servicio que estos prestan a
Occidente.
El despliegue de drones en el este de la República
Democrática del Congo (RDC) sólo será útil para los intereses
estratégicos de las grandes potencias, según el representante permanente
de este país en la Organización de las Naciones Unidas, Olivier
Nduhumgirehe.
Usar estos aviones no tripulados sirve a esos
Gobiernos para poner a prueba sus armas de guerra en África, afirmó el
diplomático en respuesta a recientes informaciones de que estas naves
serán desplegadas en la región.
El Departamento de Operaciones
de Mantenimiento de la Paz del organismo mundial informó a Ruanda,
Uganda y RDC la intención de activar una unidad de al menos tres drones
en el este de ese último país.
El Consejo de Seguridad (CS)
argumenta que esos aviones serían empleados por la Misión de la ONU para
la Estabilización de la RDC (Monusco), con el propósito de mejorar su
gestión en el Estado africano.
Estados Unidos, Reino Unido,
Francia y otros miembros de la máxima instancia de la ONU respaldan la
propuesta, mientras Rusia, China, Pakistán y Guatemala muestran
preocupación ante ella.
Otro hecho significativo vinculado a
estos mortales ingenios fue una denuncia en mayo último respecto a que
Washington dirige operaciones de drones contra Somalia desde Alemania,
cuyo Gobierno negó la acusación.
El controvertido ataque sería
emprendido por Estados Unidos desde sus bases militares germanas, según
el diario berlinés Süddeutsche Zeitung y la televisión pública alemana
ARD, aunque el presidente Obama afirma que regulará las misiones con las
naves-robot.
Fuerzas estadounidenses destacadas en la base
aérea de Ramstein, estado de Renania Palatinado, participan en la misión
contra presuntos terroristas en el país africano con aviones no
tripulados, aseguraron, no obstante, esas fuentes.
Según medios
estadounidenses, durante 2012 volaron por el espacio aéreo de Egipto en
apoyo a misiones en territorio afgano y en toda la región del Levante
más de dos mil aviones militares estadounidenses. ¿Cuántos serían
drones?
El ministro de Defensa de Francia, Jean-Yves Le Drian,
declaró que su país comprará naves de ese tipo para tareas de ataque y
combate, aunque dispone de algunos para misiones de vigilancia que
fueron utilizados en Afganistán y durante su intervención en Mali.
CONTRA LA CONSTITUCIÃ"N ESTADOUNIDENSE
Las
manifestaciones de protesta en Estados Unidos abarcan numerosos
estados, como ocurrió en abril pasado cuando cientos de personas se
concentraron frente a la Base Aérea de Hancock, en Nueva York.
Unos 300 participantes mostraron su rechazo ante la matanza de civiles
por ataques de esos aviones, criticada por organismos internacionales
como la ONU porque ultiman más inocentes que a verdaderos blancos
trazados por Washington.
Los manifestantes criticaron la
eficacia de estos aparatos, dirigidos por control remoto, muchas veces
desde miles de kilómetros y en ocasiones incapaces de distinguir entre
aliados o enemigos, o identificar entre combatientes reales y civiles.
Unos 30 detenidos resultaron de dos días de manifestaciones pacíficas
neoyorquinas contra el uso de aviones no tripulados dentro de Estados
Unidos y en países de África, Asia y Medio Oriente.
El empleo de
drones "va en contra de la Constitución estadounidense", recordaron los
manifestantes, que golpeaban tambores, cargaban falsos ataúdes y muchos
de ellos vestían ropas con un líquido rojo artificial para semejar
sangre.
Los protagonistas de la protesta intentaron entregar a
las autoridades una acusación contra el presidente Obama y los militares
de Hancock, por "crímenes de lesa humanidad".
Gobernantes
estadounidenses han reconocido el uso de drones en su territorio para
espiar a nacionales y extranjeros, mientras el senador republicano Rand
Paul opina que eso "es espantoso".
La mayoría de las personas
que apoya el empleo de esos recursos autómatas para eliminar al
terrorismo o a sospechosos de cometer ese tipo de delito en otros países
desaprueba, sin embargo, su empleo en el territorio nacional.
El director del Buró Federal de Investigaciones (FBI), Robert Mueller,
por su parte, admite que usa drones en el país "para tareas de
vigilancia", pero aclara que "solo muy raras veces".
*Periodista de la redacción África y Medio Oriente de Prensa Latina.
arb/mt/apb |
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