Lo que AMLO no pudo, lo logró Oceanografía
Por: Ricardo
Raphael - marzo 14 de 2014 - 0:00 COLUMNAS, Espiral - 9 comentarios El día 2 de
julio del 2000, apenas arrancando la tarde, Vicente Fox recibió una llamada de
Ernesto Zedillo para felicitarlo por su triunfo: durante aquella jornada los
votos lo habían confirmado como el futuro presidente de México. Antes de que se
cortara la comunicación, el todavía jefe del Estado mexicano deslizó una opinión
política dentro de los oídos de su futuro sucesor. Lo alertó sobre la votación
alta que también había obtenido el PRI, sobre todo a favor de sus candidatos al
Congreso de la Unión. “No pierda de vista, Vicente – le habría dicho – que va a
necesitar gobernar con ese partido.” Ya durante los doce años previos el
entendimiento político entre priistas y panistas había rendido frutos. Las
reformas salinistas y luego las zedillistas permitieron gobernar en un ambiente
de creciente pluralidad. Para descalificar esta relación se acuñó el término
“concerta-cesiones,” que despectivamente denunciaba la mecánica de toma y daca
característica de los gobiernos sin mayoría (o suficiente legitimidad). Más
tarde, Andrés Manuel López Obrador comenzó a hablar de un supuesto bloque,
mezcla de elitismo, conservadurismo y autoritarismo, al que bautizó como PRIAN.
Al parecer Vicente Fox fue dócil ante el consejo de Zedillo. Aún si, dentro de
su partido muchas voces lo conminaron a exhibir la corrupción del PRI con el
objeto de mandar una señal política contundente en contra de pasado, el nuevo
mandatario prefirió mantener firmes los puentes de comunicación con el
liderazgo del tricolor. Lo más cerca que estuvo de actuar contra el PRI fue
cuando iba a ser desaforado el senador Carlos Romero Deschamps, líder del
sindicato petrolero, para que procediera en su contra una investigación
judicial. Otra líder de gremio, Elba Esther Gordillo, convenció al
guanajuatense de echarse para atrás. Con ello se produjo enojo y también
decepción dentro del partido azul pero nada más. Para AMLO aquello fue una
prueba definitiva de la existencia del PRIAN. Dentro de Los Pinos, en cambio,
el hecho significó asegurar cierto margen de gobernabilidad que, aunque
mediocre, era producto de un voto dividido durante la jornada del 2000. Las
situaciones políticas, como los planetas dentro del sistema solar, suelen
colocarse cíclicamente en posición parecida. Hoy, otra vez, el partido entrante
tiene en sus manos la posibilidad de lucirse ante la galería señalando a su
adversario de hampón y corrupto, y con ello crecer su popularidad. O calcular
mejor los movimientos, para no provocar una fractura que, en el mediano plazo,
podría ser indeseable. La diferencia en esta ocasión radica en que el PAN está
sentado en la silla que antes tuviera el PRI. Lo obvio: la crisis fustigada por
Oceanografía navega como el proyectil preciso que provocaría el divorcio
definitivo del PRIAN. Lo que AMLO soñó por varios lustros y no obtuvo, lo
terminaría logrando, aún sin pretenderlo, Amado Yáñez, cabeza de la empresa en
desgracia. En este caso los niveles de fraude y engaño son inocultables. El
expediente Oceanografía está, desde ya, llamado a ser uno de los monumentos más
escandalosos de corrupción en la historia mexicana. Sin embargo, a la PGR le
tocará empujar las investigaciones que llevarían a exhibir a más de un panista
de alto vuelo. O acaso, bajo una lógica política mafiosa, enfilará baterías
para que las bombas caigan lejos de políticos y actores próximos a los
presidentes Fox y Calderón. La decisión no es sencilla. Como antes ha ocurrido,
se tratará de una potestad exclusiva del presidente. Cabe asumir que los
difícil en este caso no será iniciar la investigación – ésa ya es irreversible
– sino controlar el fuego que podría incendiar a muchos, o bien, por decisión
política, solo a unos cuantos. El clímax de este novelón tendrá como argumento
el mismo que Zedillo sembró hace casi 14 años en el oído de su futuro sucesor.
¿Cuánto necesita Enrique Peña Nieto al PAN para gobernar? Si, a consideración
suya, sirve ya de poco a su agenda e intereses, el incendio tendrá proporciones
grandes. En cambio, lo contrario se asoma previsible si el PRI continúa
valorando a su socio de muchas batallas, como indispensable para gobernar la
pluralidad nacional. Solo una cosa puede afirmarse a estas breves alturas: el
desenlace del episodio va a dejar heridas de muerte a varios que hoy se asumen
colocados en bandos aparentemente distintos.
Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/14-03-2014/22341. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX
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