Confirman la muerte de 2.100 personas por el corrimiento de tierra en Afganistán
- Las autoridades pierden la esperanza de hallar supervivientes bajo el lodo
- Apenas hay medios para el rescate y hay 4.000 personas desplazadas
EFE 03.05.2014 - 10:57hLas
autoridades afganas han perdido la esperanza de hallar supervivientes
entre las miles de personas que han quedado sepultadas bajo el lodo por
el deslizamiento de tierra en Badakhshan y estiman que el número de muertos supere las 2.100 personas.
"Más de 2.100 personas de 300 familias han muerto", ha señalado a Reuters, Naweed Forotan, portavoz provincial.
El gobernador de la provincia, Shah Wali Adeeb, ha explicado a Efe que se ha creado "una comisión para identificar a las víctimas y atender a sus familias".
Los propios vecinos y solo unas decenas de policías han reanudado la búsqueda de supervivientes con la llegada del día, pero apenas disponían de medios técnicos y la esperanza de hallar a personas con vida se ha esfumado.
La atención ahora se centra en los 4.000 desplazados que han tenido que avandonar sus hogares, ya sea por la catástrofe o como medida de prevención ante posibles nuevos corrimientos.
Sus principales necesidades ahora son agua, medicamentos, alimentos, refugios y asesoramiento, ha señalado a Reuters Ari Gaitanis, portavoz de la misión de asistencia de Naciones Unidas en el país asiático.
"Hemos empezado las operaciones de rescate y pensábamos que la podríamos realizar con palas y los equipos habituales, pero no es posible hacerlo porque hay gente bajo 10, 20 o 30 metros de lodo y piedras", ha dicho el funcionario a la agencia local AIP.
El gobernador provincial ha expresado su temor de que la inmensa mayoría de las personas sepultadas "hayan perdido la vida".
Los equipos de rescate habían recuperado hasta esta mañana 350 cadáveres pero se teme que haya unos 2.000 cuerpos bajo la tierra.
Los desastres naturales son frecuentes en el extremo norte del país asiático, fronterizo con Tayikistán, Pakistán y China, y que cuenta con precarios medios para hacer frente a riadas, avalanchas de nieve y terremotos que se producen en la región.
"Más de 2.100 personas de 300 familias han muerto", ha señalado a Reuters, Naweed Forotan, portavoz provincial.
El gobernador de la provincia, Shah Wali Adeeb, ha explicado a Efe que se ha creado "una comisión para identificar a las víctimas y atender a sus familias".
Los propios vecinos y solo unas decenas de policías han reanudado la búsqueda de supervivientes con la llegada del día, pero apenas disponían de medios técnicos y la esperanza de hallar a personas con vida se ha esfumado.
La atención ahora se centra en los 4.000 desplazados que han tenido que avandonar sus hogares, ya sea por la catástrofe o como medida de prevención ante posibles nuevos corrimientos.
Sus principales necesidades ahora son agua, medicamentos, alimentos, refugios y asesoramiento, ha señalado a Reuters Ari Gaitanis, portavoz de la misión de asistencia de Naciones Unidas en el país asiático.
Un rescate imposible sin ayuda exterior
Shah Walliulah Adeeb ha advertido de que sin ayuda exterior es imposible rescatar a las víctimas del corrimiento de tierras."Hemos empezado las operaciones de rescate y pensábamos que la podríamos realizar con palas y los equipos habituales, pero no es posible hacerlo porque hay gente bajo 10, 20 o 30 metros de lodo y piedras", ha dicho el funcionario a la agencia local AIP.
El gobernador provincial ha expresado su temor de que la inmensa mayoría de las personas sepultadas "hayan perdido la vida".
300 viviendas bajo tierra
El corrimiento de tierras se produjo tras dos días de intensas lluvias en la localidad de Ab-e-Barik, del distrito de Argo y donde quedaron completamente enterradas al menos 300 del millar de casas que resultaron afectadas por el desastre.Los equipos de rescate habían recuperado hasta esta mañana 350 cadáveres pero se teme que haya unos 2.000 cuerpos bajo la tierra.
Los desastres naturales son frecuentes en el extremo norte del país asiático, fronterizo con Tayikistán, Pakistán y China, y que cuenta con precarios medios para hacer frente a riadas, avalanchas de nieve y terremotos que se producen en la región.
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