jueves, 16 de abril de 2015

OPERACIÓN PAPERCLIP: LOS CIENTÍFICOS NAZIS QUE TRABAJARON PARA EL GOBIERNO DE LOS EEUU

OPERACIÓN PAPERCLIP: LOS CIENTÍFICOS NAZIS QUE TRABAJARON PARA EL GOBIERNO DE LOS EEUU

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PAPERCLIP
El gobierno de EEUU rescató a más de 700 científicos nazis para que trabajasen para ellos (Wikimedia commons)
A punto de finalizar la IIGM algunos dirigentes mundiales se plantearon la cuestión sobre cuál debía ser el destino de los centenares de científicos e investigadores que habían estado trabajando al servicio del Tercer Reich ¿tendrían que ser juzgados y condenados por colaborar con el gobierno genocida de Hitler o por el contrario habría que facilitarles alguna salida digna de su país, darles una segunda oportunidad y aprovechar el talento que tenían?

Al ser conscientes de la necesidad de no derrochar todos los avances en tecnología militar, nuclear o médica logrados por los alemanes a lo largo de las últimas décadas, se comenzó a facilitar la salida desde la todavía Alemania nazi de un gran número de científicos, con la promesa de que se librarían de cualquier recriminación, persecución o castigo. A cambio trabajarían en los respectivos programas de investigación y desarrollo de sus nuevos países de acogida.
Evidentemente quienes más científicos alemanes tentaron y consiguieron para sus respectivas naciones fueron los Estados Unidos y la Unión Soviética. A pesar de ser ‘aliados’ durante la Segunda Guerra Mundial sabían que una vez finalizada ésta se convertirían en enemigos, debido a los múltiples desencuentros políticos existentes. Ambos bloques querían desarrollar sus programas espaciales y, sobre todo, armamentístico y nuclear.
EEUU fue el que ‘repescó’ a un mayor número de esos científicos que hasta entonces habían estado trabajando para los intereses del Führer y que a partir de ese momento comenzarían a investigar para los norteamericanos. Fueron más de 700 los que se acogieron a la operación, inicialmente bautizada con el nombre de Overcast y posteriormente como Paperclip, y que se trasladaron paulatinamente y en compañía de sus respectivas familias a sus nuevos destinos.
Algunos de ellos prefirieron cambiar de identidad una vez llegados a su nuevo país de acogida, debido a la directa implicación que habían tenido con el nazismo. Se les inventó un pasado y constaban como emigrantes que habían llegado a los EEUU mucho antes de estallar la Segunda Guerra Mundial, por lo que podrían estar alejados de cualquier tipo de sospecha.
A mediados de la década de los años 40 se sumaban a los numerosísimos científicos norteamericanos que ya andaban trabajando en las diferentes aéreas los primeros investigadores procedentes de Alemania quienes ayudarían a conseguir los objetivos yanquis de convertirse en la primera nación en desarrollar y enviar cohetes al espacio, crear potentes bombas nucleares o ser punteros en infinidad de medicamentos, nuevos combustibles o inteligencia militar. A lo largo de la siguiente década se irían incorporando en las diferentes aéreas de investigación, experimentación y desarrollo estadounidense. Al otro lado del Telón de Acero, los soviéticos hacían lo propio con sus científicos y los alemanes repescados por ellos.
Gracias a esos ‘cerebros huidos’ el gobierno de los Estados Unidos se benefició de un gran número de secretos científicos y militares que se habían estado llevando a cabo en la Alemania nazi, poniéndolos en práctica contra el nuevo enemigo a batir: la Unión Soviética. La Guerra Fría entre las dos superpotencias era un continuo pulso en el que demostrar cuál de los dos bloques había desarrollado más y mejor avances tecnológicos y conseguía ser el primero en exhibir haberlo conseguido.
Pero no solo se puso a la mayoría de esos científicos a trabajar en la investigación médica, nuclear, militar o aeroespacial. También fueron de gran ayuda en el contraespionaje y la creación de todo tipo de gadgets y drogas sintéticas con las que combatir a los supuestos espías procedentes del bloque comunista. Según consta en numerosa documentación desclasificada, en la creación de la agencia de inteligencia norteamericana (CIA) formaron parte un gran número de los repescados científicos nazis, quienes fueron de gran utilidad a la hora de compartir toda la experiencia adquirida antes y durante los años de la IIGM.
Fuentes de consulta: haaretz / Wikipedia

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