OPERACIÓN PAPERCLIP: LOS CIENTÍFICOS NAZIS QUE TRABAJARON PARA EL GOBIERNO DE LOS EEUU
El gobierno de EEUU rescató a más de 700 científicos nazis para que trabajasen para ellos (Wikimedia commons)
A punto de finalizar la IIGM algunos dirigentes mundiales se plantearon la cuestión sobre cuál debía ser el destino de los centenares de científicos e investigadores que habían estado trabajando al servicio del Tercer Reich ¿tendrían
que ser juzgados y condenados por colaborar con el gobierno genocida de
Hitler o por el contrario habría que facilitarles alguna salida digna
de su país, darles una segunda oportunidad y aprovechar el talento que
tenían?
Al ser conscientes de la necesidad de no derrochar todos los avances en tecnología militar, nuclear o médica logrados por los alemanes a lo largo de las últimas décadas, se comenzó a facilitar la salida desde la todavía Alemania nazi
de un gran número de científicos, con la promesa de que se librarían de
cualquier recriminación, persecución o castigo. A cambio trabajarían en
los respectivos programas de investigación y desarrollo de sus nuevos
países de acogida.
Evidentemente
quienes más científicos alemanes tentaron y consiguieron para sus
respectivas naciones fueron los Estados Unidos y la Unión Soviética. A
pesar de ser ‘aliados’ durante la Segunda Guerra Mundial sabían que una vez finalizada ésta se convertirían en enemigos,
debido a los múltiples desencuentros políticos existentes. Ambos
bloques querían desarrollar sus programas espaciales y, sobre todo,
armamentístico y nuclear.
EEUU
fue el que ‘repescó’ a un mayor número de esos científicos que hasta
entonces habían estado trabajando para los intereses del Führer
y que a partir de ese momento comenzarían a investigar para los
norteamericanos. Fueron más de 700 los que se acogieron a la operación,
inicialmente bautizada con el nombre de Overcast y posteriormente como Paperclip, y que se trasladaron paulatinamente y en compañía de sus respectivas familias a sus nuevos destinos.
Algunos de ellos prefirieron cambiar de identidad una vez llegados a su nuevo país de acogida,
debido a la directa implicación que habían tenido con el nazismo. Se
les inventó un pasado y constaban como emigrantes que habían llegado a
los EEUU mucho antes de estallar la Segunda Guerra Mundial, por lo que podrían estar alejados de cualquier tipo de sospecha.
A
mediados de la década de los años 40 se sumaban a los numerosísimos
científicos norteamericanos que ya andaban trabajando en las diferentes
aéreas los primeros investigadores procedentes de Alemania quienes
ayudarían a conseguir los objetivos yanquis de convertirse en la primera
nación en desarrollar y enviar cohetes al espacio, crear potentes
bombas nucleares o ser punteros en infinidad de medicamentos, nuevos
combustibles o inteligencia militar. A lo largo de la siguiente
década se irían incorporando en las diferentes aéreas de investigación,
experimentación y desarrollo estadounidense. Al otro lado del Telón de Acero, los soviéticos hacían lo propio con sus científicos y los alemanes repescados por ellos.
Gracias a esos ‘cerebros huidos’ el
gobierno de los Estados Unidos se benefició de un gran número de
secretos científicos y militares que se habían estado llevando a cabo en
la Alemania nazi, poniéndolos en práctica contra el nuevo enemigo a batir: la Unión Soviética.
La Guerra Fría entre las dos superpotencias era un continuo pulso en el
que demostrar cuál de los dos bloques había desarrollado más y mejor
avances tecnológicos y conseguía ser el primero en exhibir haberlo
conseguido.
Pero
no solo se puso a la mayoría de esos científicos a trabajar en la
investigación médica, nuclear, militar o aeroespacial. También fueron de
gran ayuda en el contraespionaje y la creación de todo tipo de gadgets y
drogas sintéticas con las que combatir a los supuestos espías
procedentes del bloque comunista. Según consta en numerosa documentación
desclasificada, en la creación de la agencia de inteligencia norteamericana (CIA)
formaron parte un gran número de los repescados científicos nazis,
quienes fueron de gran utilidad a la hora de compartir toda la
experiencia adquirida antes y durante los años de la IIGM.
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