miércoles, 5 de agosto de 2015

El mundo del dinero ante el medio ambiente.

El mundo del dinero ante el medio ambiente.

x Victor Alemany.
viajeroespacial29 (nospam) yahoo.com


 


Análisis del dinero y su percepción social, y cómo el hombre persigue su propio bienestar y no el de su medio ambiente.
Etimológicamente, la palabra dinero viene del latín denarius, que significa intermediario o sacrificio. Y es que el difuso origen del dinero se remonta a civilizaciones primitivas, en donde surgió como término de intercambio entre los hombres y los dioses. De esta forma, se sacrificaban seres, primero humanos y luego animales, con el fin de lograr por parte de los dioses, misericordia o abundancia. En estos tiempos y sus precedentes, la estructura social observada era la de una jerarquización en base a antigüedad, en donde los lazos sociales estaban determinados por la condición de familia y los vínculos estratégicos a modo de alianzas con otras.
Pero no es sino hasta mediados del siglo XIV cuando el dinero aparece en su forma tradicional. El auge del mercantilismo genera una verdadera revolución social, desplazando las antiguas concepciones de la estructura social por una moderna y ligada a la riqueza. De ésta forma, comerciantes, banqueros, matemáticos y economistas se comienzan a posicionar en las sociedades como una nueva élite, inimaginable por los grandes pensadores antiguos de la cultura greco romana, desplazando el hasta entonces incuestionable poder de los grandes terratenientes y los dones, tan populares en la Edad Media. La racionalización de la mente del ser humano surge como una consecuencia natural de la aparición del dinero y el desarrollo de las ciencias. Y con dicha racionalización del pensamiento surge un nuevo centro del universo, el hombre, en donde éste actúa según su propio bienestar. Incluso a nivel inconsciente, las decisiones de los individuos corresponden a pequeños, medianos y grandes análisis de costo beneficio en donde se busca un óptimo, la maximización del bienestar de las personas. Y bienestar significa estar bien, no con el entorno sino que en términos del ser humano, nuevamente, como centro del universo.
El renacimiento trae consigo no solo la interiorización de éste hombre como centro y la aparición de una moneda, sino que un arraigo con ésta, tan fuerte, que hoy en día se percibe al dinero como algo intrínseco al ser humano. Pero no siempre fue así.
Los economistas modernos sostienen que el dinero surge como un mecanismo casi natural destinado a incrementar la riqueza al liberar el intercambio de las limitaciones del trueque. En la línea de lo anterior, el dinero nace con la lógica de hacer más eficiente el intercambio de deseos entre dos individuos. Y volvemos a caer en cuenta de que se habla de intercambio entre individuos y no entre este y la naturaleza o el resto del universo. Parece quizás ridículo pensarlo, pero a la luz de los hechos, lo único ridículo es la soberbia que ha tenido nuestra raza de auto sindicarse como centro de algo en lo que tan solo somos parte.
El dinero en su concepción teórica, o la moneda como su representación física, representan un asunto curioso para los filósofos de hoy en día. El dinero es algo que en sí mismo no es nada pero que potencialmente lo es casi todo (al menos en términos de bienes y servicios). Tiene la propiedad de fragmentar los objetos y las habilidades. De ésta forma, observamos un vehículo y somos capaces de transformarlo en términos monetarios, de la misma manera en la que monetarizamos la atención de un doctor para con un paciente. Sin embargo, hemos sido incapaces de valorar en términos monetarios el valor de las especies, de la biodiversidad, del deterioro de esos paisajes bonitos, de la degradación de la tierra o su naturaleza o medio ambiente. Y nuestra incapacidad tiene su génesis en dos asuntos principales:
Primero, el hombre persigue su propio bienestar y no el de su medio ambiente, dando origen a la actual crisis espiritual que éste vive, pues ha caído en cuenta de que aquella persecución no se correlaciona de manera positiva con el fin último de la felicidad, provocando incluso, una amenaza para la continuidad de la raza humana en el mundo (problema de la insustentabilidad).
Segundo, de medir el daño que el hombre le causa a diario al medio ambiente, el sistema financiero económico colapsaría. En toda la historia de la humanidad no se ha inventado la cantidad suficiente de dinero como para poder costear las consecuencias medioambientales del hombre en su persecución de bienestar.
Para concluir, las paradojas finales. El hombre se ubica como centro de la existencia, persiguiendo de manera obstinada el bienestar de su raza. Y esta persecución en vez de bienestar, atenta contra la propia existencia de este centro de la existencia que es el hombre en su propia y limitada visión de las cosas. El mundo del dinero y la racionalización de su mente, en desmedro de las relaciones humanas y la espiritualidad del ser (valor esencial del ser humano).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario