Después
del día 17 de diciembre del 2014, hace casi un año, en que el
presidente de Estados Unidos, Barack Obama declaró, que la política
seguida por ese país contra Cuba había sido un fracaso y que los
intereses estadounidenses no se habían beneficiado en lo más mínimo
durante ese tiempo, a pesar de los cientos de millones de dólares
gastados en tratar de derrocar la Revolución Cubana, todos esperábamos
un cambio en el escenario.
El anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas, al parecer, auguraba una relación nueva, e inclusive algunos en Cuba consideraban, que al sacarnos de la lista de países que fomentan el terrorismo internacional, ya habían expirado todos nuestros pecados, sin tomar en consideración que son muchas las listas en que estamos y muchas las leyes, además de la del bloqueo, que afectan a nuestra nación.
Con los incidentes en Costa Rica, en una sola temática, la inmigración, podemos percatarnos de la profundidad y antigüedad que tiene la hostilidad contra Cuba, que como expresamos al analizar otro asunto, no es un problema de los republicanos o los demócratas, es un problema de la clase que se encuentra en el poder, que es la que ordena lo que deben hacer republicanos y demócratas.
El problema migratorio entre Cuba y Estados Unidos se origina cuando la administración Eisenhower, en diciembre de 1960 creó el “Centro de emergencia de Refugiados cubanos en Miami”, lo que le dio la categoría de refugiados a todo el que llegaba, independientemente de los motivos por los que había salido de Cuba.
En 1961, Kennedy aprueba el Programa de Refugiados Cubanos, destinado a facilitar la integración de los “exiliados” de la isla a la vida norteamericana. Todo parece indicar que ya desde esa época el regreso era incierto. Este programa duró 15 años y le costó a los tax payers 727 millones de dólares.
El presidente Ronald Reagan, aprobó, en 1986, la “Ley para el Control y la Reforma de Inmigración”, la cual permitió que los cubanos llegados por la vía del Mariel pudieran solicitar la residencia permanente, después de haber llevado más de 6 años en los EE.UU.
La diferencia entre los pies secos y los mojados, la estableció William Clinton en 1995, cuando reformó la Ley de Ajuste Cubano.
El llamado “Cuban Medical Professional Parole” fue aprobado en septiembre del 2006 por George W. Bush, con el objetivo de estimular la deserción de cubanos profesionales de la salud.
El 31 de julio del 2007, nuevamente se introducen modificaciones a la “Ley de Ajuste Cubano”, para facilitar que personas nacidas fuera de Cuba teniendo uno de sus padre cubano, pueda optar por la residencia permanente en Estados Unidos.
Las más recientes declaraciones de los funcionarios estadounidenses que discutieron el asunto con los funcionarios cubanos, eso fue al principio de esta semana, es que de ese asunto no van a mover ni una piedrecita. Todo se queda igual.
Cómo dijimos al iniciar este artículo, es una nueva relación, con leyes viejas y con posiciones intransigentes y de fuerza como las que tuvieron cuando Camarioca, el Mariel y los Balseros. Al parecer, no han considerado, que, ante leyes viejas, también nosotros podemos aplica fórmulas viejas para resolver el problema.
El anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas, al parecer, auguraba una relación nueva, e inclusive algunos en Cuba consideraban, que al sacarnos de la lista de países que fomentan el terrorismo internacional, ya habían expirado todos nuestros pecados, sin tomar en consideración que son muchas las listas en que estamos y muchas las leyes, además de la del bloqueo, que afectan a nuestra nación.
Con los incidentes en Costa Rica, en una sola temática, la inmigración, podemos percatarnos de la profundidad y antigüedad que tiene la hostilidad contra Cuba, que como expresamos al analizar otro asunto, no es un problema de los republicanos o los demócratas, es un problema de la clase que se encuentra en el poder, que es la que ordena lo que deben hacer republicanos y demócratas.
El problema migratorio entre Cuba y Estados Unidos se origina cuando la administración Eisenhower, en diciembre de 1960 creó el “Centro de emergencia de Refugiados cubanos en Miami”, lo que le dio la categoría de refugiados a todo el que llegaba, independientemente de los motivos por los que había salido de Cuba.
En 1961, Kennedy aprueba el Programa de Refugiados Cubanos, destinado a facilitar la integración de los “exiliados” de la isla a la vida norteamericana. Todo parece indicar que ya desde esa época el regreso era incierto. Este programa duró 15 años y le costó a los tax payers 727 millones de dólares.
El presidente Ronald Reagan, aprobó, en 1986, la “Ley para el Control y la Reforma de Inmigración”, la cual permitió que los cubanos llegados por la vía del Mariel pudieran solicitar la residencia permanente, después de haber llevado más de 6 años en los EE.UU.
La diferencia entre los pies secos y los mojados, la estableció William Clinton en 1995, cuando reformó la Ley de Ajuste Cubano.
El llamado “Cuban Medical Professional Parole” fue aprobado en septiembre del 2006 por George W. Bush, con el objetivo de estimular la deserción de cubanos profesionales de la salud.
El 31 de julio del 2007, nuevamente se introducen modificaciones a la “Ley de Ajuste Cubano”, para facilitar que personas nacidas fuera de Cuba teniendo uno de sus padre cubano, pueda optar por la residencia permanente en Estados Unidos.
Las más recientes declaraciones de los funcionarios estadounidenses que discutieron el asunto con los funcionarios cubanos, eso fue al principio de esta semana, es que de ese asunto no van a mover ni una piedrecita. Todo se queda igual.
Cómo dijimos al iniciar este artículo, es una nueva relación, con leyes viejas y con posiciones intransigentes y de fuerza como las que tuvieron cuando Camarioca, el Mariel y los Balseros. Al parecer, no han considerado, que, ante leyes viejas, también nosotros podemos aplica fórmulas viejas para resolver el problema.
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