es.sott.net
El sultán en Washington -- Sott.net
Aunque
la prensa turca trató de presentar una buena imagen del viaje del
presidente Erdogan a Estados Unidos, la prensa estadounidense ofreció
una lectura totalmente diferente. Además del desaire que le hizo Barack
Obama, Erdogan se ganó la antipatía de una parte de los periodistas ya
que varios de ellos fueron maltratados por los guardaespaldas del
presidente turco. Lo peor de todo es que Erdogan no logró convencer a
nadie de su buena fe.
Si bien Turquía y su ejército siguen siendo aliados indispensables para
Estados Unidos y la OTAN, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan ya no
es precisamente bien visto en Washington. Y era evidente que su
participación en la cumbre sobre la seguridad nuclear organizada por la
Casa Blanca no sería para él un viaje de placer.
Por su parte, Erdogan prefirió adoptar un bajo perfil. No obtuvo más que unos minutos con el Obama al final de la cena oficial, como forma de hacer olvidar su tempestuosa entrevista con el vicepresidente Joe Biden luego de la publicación de un nuevo informe de la inteligencia rusa sobre el apoyo militar de Turquía al Emirato Islámico.
El señor Erdogan trató de seducir a la clase dirigente en varios encuentros y pronunciando un discurso en la Brookings Institution. Este "tanque pensante", que en su momento fue considerado el mejor del mundo, fue parcialmente comprado por Qatar en 2007 y se ha convertido en la principal fuente de propaganda antisiria. Pero tampoco le fue bien a Erdogan en la Brookings Institution, donde sus guardaespaldas maltrataron a varios periodistas. En su intervención, Erdogan arremetió insistentemente contra los terroristas, o más bien contra quienes él tilda de terroristas... los kurdos y los armenios, en el caso de estos últimos aludiendo a los enfrentamientos armados en el Alto Karabakh.
Los periodistas y políticos que se reunieron con el presidente Erdogan o con su esposa tuvieron todos la ocasión de observar sus aspavientos islamistas (plegaria pública en la mezquita, fotografía de Emina - la esposa de Erdogan - con la hija de Malcolm X y denuncia de la islamofobia) cuando se le preguntaba sobre su autoritarismo o su visión racial de la nación turca.
Aunque la prensa turca no mencionará nada de esto, las embajadas de los países aliados no dejarán de sacar conclusiones de lo sucedido durante la visita a Estados Unidos. Decididamente, han quedado atrás los tiempos en que todos justificaban los peores actos de Turquía con tal de que se encargara de hacer el trabajo sucio en Siria.
A su llegada, las autoridades estadounidenses evitaron la
polémica y prefirieron dejar que unas 50 personalidades de diferentes
sectores políticos se encargaran de exponer públicamente parte del
diferendo. Cortésmente, esos expertos se limitaron a señalar, en una
carta abierta,
4 aspectos de la política interna de Erdogan:
los ataques contra la libertad de expresión, la presidencialización
forzosa de la práctica constitucional, la reanudación de la guerra civil
y el empeño de Erdogan en sacar a los diputados kurdos del parlamento
turco
[
1
].
Ni una palabra, sin embargo, sobre los temas más candentes, los de
política exterior: el abandono del proyecto neo-otomano y el anuncio del
proyecto de 17º imperio,
el apoyo político a la Hermandad Musulmana y el respaldo militar a los yihadistas,
la posible responsabilidad del MIT (los servicios de inteligencia
turcos) en los atentados de París y Bruselas y la difusión de la yihad
en Europa. De todas maneras, el mensaje no podía ser más claro:
Washington exige que sus aliados, especialmente los miembros de la
alianza atlántica, respeten al menos las reglas elementales del estado
de derecho.
El coloquio de la Casa Blanca tenía un carácter puramente formal. El
presidente Obama, después de prometido durante su primera campaña
electoral que trabajaría a favor del desarme nuclear - promesa que
incluso le valió el Premio Nobel de la Paz - acabó invirtiendo enormes sumas en la modernización del arsenal nuclear estadounidense.
A falta de desarme, los participantes en el encuentro de Washington
fueron invitados a imaginar lo que pasaría si el Emirato Islámico
llegase a robar plutonio y a fabricar una «bomba sucia», un escenario absurdo cuyo único objetivo es disimular el temor de Washington ante la posibilidad de que Arabia Saudita decida «regalar» una «bomba sucia» a los yihadistas.
Por su parte, Erdogan prefirió adoptar un bajo perfil. No obtuvo más que unos minutos con el Obama al final de la cena oficial, como forma de hacer olvidar su tempestuosa entrevista con el vicepresidente Joe Biden luego de la publicación de un nuevo informe de la inteligencia rusa sobre el apoyo militar de Turquía al Emirato Islámico.
El señor Erdogan trató de seducir a la clase dirigente en varios encuentros y pronunciando un discurso en la Brookings Institution. Este "tanque pensante", que en su momento fue considerado el mejor del mundo, fue parcialmente comprado por Qatar en 2007 y se ha convertido en la principal fuente de propaganda antisiria. Pero tampoco le fue bien a Erdogan en la Brookings Institution, donde sus guardaespaldas maltrataron a varios periodistas. En su intervención, Erdogan arremetió insistentemente contra los terroristas, o más bien contra quienes él tilda de terroristas... los kurdos y los armenios, en el caso de estos últimos aludiendo a los enfrentamientos armados en el Alto Karabakh.
Los periodistas y políticos que se reunieron con el presidente Erdogan o con su esposa tuvieron todos la ocasión de observar sus aspavientos islamistas (plegaria pública en la mezquita, fotografía de Emina - la esposa de Erdogan - con la hija de Malcolm X y denuncia de la islamofobia) cuando se le preguntaba sobre su autoritarismo o su visión racial de la nación turca.
Aunque la prensa turca no mencionará nada de esto, las embajadas de los países aliados no dejarán de sacar conclusiones de lo sucedido durante la visita a Estados Unidos. Decididamente, han quedado atrás los tiempos en que todos justificaban los peores actos de Turquía con tal de que se encargara de hacer el trabajo sucio en Siria.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario