"Tourists, go home": La otra cara del auge del turismo en España
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Sarah White. PALMA DE MALLORCA(Reuters)
- En las paredes de las casas señoriales de este puerto de las Baleares
que atrae a millones de extranjeros cada año, ha florecido un nuevo
tipo de grafiti: "Tourists go home" (Turistas, volved a casa).
Aunque por el momento la protesta es minoritaria, apunta a las tensiones
en Palma de Mallorca y en otras partes de España sobre el aumento del
número de visitantes, que están impulsando la economía pero que también
perturban la vida de los locales y saturan servicios como el transporte o
el agua.
Con una economía en la que el turismo representa el 12 por ciento del
PIB y el 16 por ciento del empleo, este rechazo puede resultar caro.
España, que desde hace muchos años es un destino popular para el turismo
de playa, está atrayendo este año un número histórico de visitantes que
evitan otros destinos en los que la seguridad es una preocupación, en
particular Túnez, Egipto y Turquía.
Este auge ha ayudado al país a salir
de la recesión y aliviar la crisis del paro. Sin embargo, para muchos españoles, este auge turístico tiene sus inconvenientes.
"Parece que quieren que esto sea un parque temático, donde cierras las
puertas y está muerto por la noche", dijo Luis Clar, presidente de la
asociación vecinal La Seu en Palma de Mallorca, el barrio que aloja los
principales monumentos de la capital balear.
Aquí, el ayuntamiento ha prohibido recientemente aparcar cerca de la
catedral de piedra arenisca, al considerar que los coches afean la
explanada con vistas al mar.
Pero la pérdida de ese espacio de estacionamiento ha obligado a muchas
de las familias que viven en las callejuelas de la zona a aparcar más
lejos, hacia el interior, o a pasarse horas dando vueltas hasta
encontrar sitio, dijo Clar. La mayoría de las calles son estrechas y con
frecuencia llenas de turistas. Una pareja ha tenido que mudarse
recientemente como resultado, según Clar.
En el archipiélago
mediterráneo de Baleares un tercio del empleo depende del sector
turismo, que representa casi la mitad de su producción económica, más
que en cualquier otra región. La economía local acaba de recuperar el
nivel que tenía antes de la crisis tras un bache de cinco años.
Sin embargo, la inquietud sobre el boom se está extendiendo entre la población.
En Ibiza, una isla
propensa a la sequía, las reservas de agua son cada vez más justas y en
la Menorca rural crece el temor a que sus bellos parajes naturales se
echen a perder.
En un día de agosto
del año pasado, la población en las Islas Baleares prácticamente se
duplicó, alcanzando un récord de 2 millones.
Los últimos datos
de marzo muestran que los visitantes del archipiélago aumentaron sólo en
ese mes casi un 50 por ciento interanual, con un gran aumento entre los
británicos. Los paquetes vacacionales con todo incluido para la
temporada alta de verano se están agotando. [nL5N18G1TE]
¿RECURSOS FINITOS?
En Palma, los
residentes saben que hay días en los que evitar el centro de la ciudad,
sobre todo cuando los cruceros que traen a miles de pasajeros se
multiplican en el puerto. Algunos temen incluso que barrios enteros se
terminen convirtiendo en apartamentos turísticos.
Preocupaciones
similares provocaron protestas hace dos años en Barcelona, donde los
residentes de zonas frente a la playa se manifestaron en contra del
incremento de turistas borrachos y conflictivos que coincidió con un
"boom" de los apartamentos turísticos.
Para Gaspar Alomar,
trabajador temporal en una librería de uno de los barrios medievales de
Palma, la reciente avalancha de pintadas antiturísticas de la ciudad al
menos parece haber agitado un debate sobre si es deseable este tipo de
crecimiento.
"Los recursos que
tenemos son finitos, es lógico que deba haber un número finito de la
gente que viene", dijo Alomar, de 30 años de edad. "Construyendo la
economía alrededor del turismo, no tenemos nada a lo que sujetarnos".
En ciertos aspectos, las autoridades locales apuestan, cuando no por limitar el turismo, al menos sí por controlarlo.
El año que viene
Formentera, la más pequeña de las cuatro principales Islas Baleares,
podría introducir impuestos a los automóviles que entran en la zona, y
la región está analizando cómo limitar el alojamiento para los turistas,
dijo Biel Barceló, el consejero de turismo balear.
TASA TURÍSTICA
En julio, el
gobierno de izquierdas que gobierna el archipiélago desde 2015 impondrá
una tasa turística de hasta 2 euros por noche, aunque medidas como ésta
también han desatado protestas de las empresas de viajes y
establecimientos hoteleros.
"Vivimos ya
bastante bien del turismo como para exigir un plus", dijo Mónica García,
que trabaja en el pequeño Hostal Ritzi en el centro de Palma.
Las cadenas
hoteleras alertan que la tasa podría perjudicar a los ingresos a largo
plazo y la consternación ante cualquier intento de frenar el turismo es
también evidente entre muchas personas que dependen del comercio en
Mallorca, desde taxistas a tiendas de recuerdos.
Barceló argumenta
que una mejor regulación y planificación -desde esforzarse más por
atraer a turistas fuera de temporada a gestionar mejor las hordas de
visitantes que desembarcan a la vez de los cruceros- ayudaría a proteger
la industria del riesgo de rechazo si los residentes se sienten
abrumados.
La tasa, dijo,
tiene como objetivo recaudar entre 50 millones y 70 millones de euros
(78 millones de dólares) al año, principalmente para proyectos
ambientales.
"El rechazo al
turismo es un peligro. El sector turístico debería ser el primer
interesado en que no haya rechazo", dijo Barceló. "Queremos seguir
viviendo del turismo y hacerlo sostenible para los próximos 30 o 40
años".
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