El federalismo identitario: del “E Pluribus Unum” al “E Unum Pluribus” (y III)
Contrariamente a los
beneficios geopolíticos que los Estados Unidos esperan obtener del
avance del federalismo identitario en ciertos estados, también hay
algunas áreas del mundo en las que su incidencia intencional o
incidental podría representar una derrota desastrosa para su gran
estrategia. Estos son los dos estados europeos clave de España y Ucrania, y el bastión unipolar de América del Norte.
Retroceso anti-unipolar
Una de las piedras
angulares de la política estadounidense hacia Eurasia es el ejercicio
del control hegemónico sobre una Europa ocupada por la OTAN, promoviendo
su cada vez mayor integración institucional a través de la UE, mientras
simultáneamente contempla a su patrón del otro lado del Atlántico vía
los componentes complementarios de la tríada, como son la OTAN y el
TTIP. Washington quiere mantener de forma permanente a Bruselas en una
posición subordinadamente debilitada para que nunca pueda expresar de
forma independiente sus instintos geopolíticos naturales, estrechando
pragmáticamente su cooperación con los núcleos conectivos
trans-eurasiáticos de Rusia y China. Al adaptarse con flexibilidad a
diversas circunstancias (especialmente las actuales), Estados Unidos
tiene un plan de respaldo para canonizar un proyecto “Intermarum”
liderado por Polonia que actuaría como un “cordón sanitario” anti-ruso
que se extienda desde la costa del Ártico de Escandinavia a las orillas
del Mediterráneo oriental de Turquía. El objetivo de esta entidad sería
impedir un posible acercamiento de Europa Occidental con Rusia, pero que
sin embargo buscaría críticamente conservar la unidad institucional
formal (UE / OTAN) del mayor poder subsidiario euroatlántico que los
Estados Unidos han construido a lo largo de los últimos 60 años. Si se
socava de manera sustancial el progreso neo-colonial de integración que
se ha hecho a lo largo de este período de tiempo, entonces todo el
arreglo hegemónico sería mucho más difícil de coordinar y correría el
riesgo de implosionar.
Es a través de este
contexto estratégico que se pueden comprender mejor los efectos globales
debilitantes que el federalismo identitario en España y / o en Ucrania
tendrían para todo el proyecto euroatlántico en su conjunto. Una
estructura federal muy floja en estos estados periféricos debilitaría la
influencia supra-nacional que la UE y la OTAN tienen sobre ambos
(siendo Ucrania esencialmente un miembro menor no oficial de cada una).
Además, también podría sentar un precedente institucional que podrían
agitar otras poblaciones en situaciones similares, como los escoceses
del Reino Unido, los corsos de Francia, los italianos del norte de
Italia, los bávaros de Alemania, los silesios de Polonia y los húngaros
de Rumanía. Esta es una de las razones por las que Bruselas y Washington
se oponen sin concesiones a la independencia catalana, pero también se
oponen igualmente a una solución de federalismo identitario por los
mismos motivos en las obligaciones domésticas del Reino. Con Ucrania, la
situación es muy similar, aunque tiene más connotaciones de Nueva
Guerra Fría. Estados Unidos quiere maximizar su influencia sobre toda la
Ucrania “unitaria”, y no está dispuesto a “ceder” ningún centímetro
cuadrado de influencia a Rusia fuera del Donbass en cualquier Estado
federalizado identitariamente. Sin embargo, dada la complejidad del
federalismo identitario, sería imposible para los EE.UU. y sus aliados
controlar totalmente todas las otras partes federalizadas constituyentes
que naturalmente se crearían bajo un marco de este tipo, especialmente
alrededor de Odessa, por lo que no tienen ningún afán por verlo puesto
en práctica cuando ahora ya dominan la mayor parte del territorio del
país.
Volviendo a la
federalización identitaria de España, esta podría debilitar al país
hasta el punto de ser institucionalmente impotente para defenderse a sí
misma y al resto de Europa de cualquier próxima ola de inmigración que
podría emanar de una Argelia post-Bouteflika, especialmente en el caso
de que una crisis sucesoria allí desencadenara una guerra civil que
eventualmente involucrara al Daesh. La mencionada afluencia de
inmigrantes civilizacionalmente distintos podría llegar a ser el factor
desencadenante para iniciar en primer lugar el proceso de federalización
identitaria, lo que en ese caso implicaría una interconexión de
destinos geopolíticos entre la Península Ibérica y sus vecinos del norte
de África. Mientras que Estados Unidos está cínicamente interesado en
mantener a Europa Occidental en un estado de perpetua tensión de
Revolución de color para evitar su cooperación pragmática con Rusia y
China (idea que se explica en su totalidad durante una de las primeras
entrevistas del autor sobre el tema), es extremadamente improbable en
este momento que pudiera desplegar deliberadamente otro “Arma de
Migración Masiva” para hacerlo, ya que obviamente sería incontrolable
(especialmente si se activa al mismo tiempo que el otro objetivo del
Corredor Balcánico), y probablemente conduciría a un completo colapso
institucional de la UE y a su total revisión existencial. Mientras la
utilidad estratégica de toda la UE siga siendo algo salvable para los
Estados Unidos (estando sólidamente bajo su control en este momento, que
está lejos de ser precario), entonces no correrá el riesgo de llevar a
cabo una táctica de “tierra quemada” para destruirla que también podría
poner en peligro el proyecto Intermarum. Sin embargo, esto es
exactamente lo que podría suceder si un conflicto orgánico estallara en
Argelia o si los EE.UU. pierden el control allí de un plan de guerra
híbrida.
Previsiones de América del Norte
Doble moral:
El mantra no oficial
del “E Pluribus Unum”, o lo que de otro modo podría entenderse como
unidad de la identidad, se aplica selectivamente sólo en áreas donde
estratégicamente es más conveniente hacerlo (es decir, España y
Ucrania), mientras que todos los demás lugares tienen el potencial de
caer víctimas de la política del “E Unum Pluribus”, que esta
investigación pronostica tomará más regularmente la forma de federalismo
identitario en los próximos años. La promoción más popular de
Washington del “E Unum Pluribus” se opone a la forma en que administra
sus propios asuntos internos, demostrando hipócritamente una doble moral
gracias a la cual la exportación militante de su modelo “democrático”
omite habitualmente este componente clave. Este ardid calculado se basa
en consideraciones estratégicas obvias, lo que ilustra que los Estados
Unidos tienen una comprensión inherente de las consecuencias
desestabilizadoras del federalismo identitario. Estando compuesto por
una pluralidad de grupos identitarios, los Estados Unidos saben quizás
mejor que cualquier otro país los peligros que el federalismo
identitario “democráticamente conducido” puede plantear a la unidad
cohesiva de estados con una diversidad de población, lo que explica por
qué impone un estado (policial) de “seguridad nacional” sobre sus
ciudadanos y ataca tan agresivamente a todos los defensores de base que
buscan reformar los poderes del gobierno federal en cualquier capacidad
sustancial.
El tema ‘prohibido’:
Seguramente está
garantizada una mayor investigación sobre las perspectivas aplicables
del federalismo identitario dentro de los Estados Unidos y sus vecinos
canadienses y mexicanos, aunque las conclusiones alcanzadas serán con
toda seguridad representadas como “políticamente incorrectas” en estos
países debido a su enfoque sobre las variables de distinción identitaria
raciales, religiosas, regionales y otras. Si bien es cierto que se han
llevado a cabo muchos estudios sobre las diferencias identitarias dentro
de esos estados, no han cruzado (públicamente) el umbral de unir sus
conclusiones a cómo repercute esto en el potencial de reforma de la
administración política interna del país respectivo, que es por lo que
cualquiera que lo haga corre el predecible riesgo de que su trabajo sea
etiquetado como “sedicioso” y, en consecuencia, una “amenaza para la
seguridad nacional”. Por estas razones, el estudio tendría que ser
conducido por investigadores expertos del extranjero para evitarles las
repercusiones políticas que resultarían de su trabajo si estuvieran
localizados en Norteamérica, lo que sólo confirma la importancia
estratégica sin precedentes que tal proyecto implicaría.
Efecto boomerang:
Al igual que las
revoluciones de color, las guerras no convencionales y las guerras
híbridas, el federalismo identitario es otro arma estratégica que podría
eventualmente ser un boomerang que se volviera contra su
creador estadounidense, ya sea directamente propugnado dentro de sus
fronteras a través de cualquiera de estos medios mencionados o
indirectamente promovido a través del impacto demostrativo y coyuntural
al que daría lugar su puesta en práctica en Canadá y / o México. La
amenaza que siente el establishment tradicional de los
EE.UU. respecto al federalismo identitario y su búsqueda a través de
las tecnologías políticas entrelazadas de las revoluciones del color,
las guerras no convencionales y las guerras híbridas subrayan por qué ha
buscado frenéticamente construir un estado (policial) de “seguridad
nacional” desde el final de la antigua Guerra Fría. Las élites federales
no tienen necesariamente miedo de que una potencia extranjera utilice
estas técnicas para perseguir estos fines (prediciendo con exactitud que
el pueblo estadounidense se resistiría a tal empuje puramente por
principios patrióticos), pero temen que su propia ciudadanía, ebria de
la ideología de la “democracia” patrocinada por el estado y sin darse
cuenta de sus cínicos objetivos de control, podría sentirse un día lo
suficientemente envalentonada como para hacerlo en su lugar.
El talón de Aquiles de la unipolaridad:
Objetivamente
hablando, un movimiento de bases hacia el federalismo identitario y el
“E Unum Pluribus” podría ser el talón de Aquiles en socavar la posición
hegemónica de los Estados Unidos en todo el mundo. Un intento coordinado
de perseguir esto, especialmente uno que irónicamente incorporara
información disponible públicamente en Estados Unidos sobre las
revoluciones de color, las guerras no convencionales y las guerras
híbridas, podría tener el potencial de tumbar sustancialmente la
estabilidad interna de los EE.UU. hasta ahora dada por sentado, ya sea
por tener éxito o simplemente por intentarlo. Ya se ha explicado cómo el
éxito del federalismo identitario podría lograr esto, pero su promoción
activa en los EE.UU. también podría hacerlo simplemente incitando una
represión del Estado sobre la población civil. Cuanto más grande, más
público y físicamente concentrado sea el movimiento en el momento del
asalto del gobierno, más probable es que resulte en algún tipo de daño
físico colateral, ya sea a través de las heridas y / o la muerte de los
activistas involucrados, y / o de las fuerzas del estado que responden
(ya sea policía local, guardia nacional y / o agentes federales).
Occupy Wall Street, Black Lives Matter, y las milicias:
Siempre existe la
posibilidad de que estos encuentros impredecibles puedan conducir
rápidamente a una cadena de acontecimientos caóticos en cascada que
escapen al control del gobierno, por lo que últimamente se trata muy
cuidadosamente de responder a todo tipo de disturbios domésticos, ya
sean los disturbios de “Occupy Wall Street”, “Black Lives Matter”, o los
enfrentamientos de Nevada y Oregon, entre otros. El último recurso es
siempre un brutal despliegue militar como el llevado a cabo en Waco en
1993, pero ese es exactamente el tipo de escenario que el gobierno está
dispuesto a evitar durante el mayor tiempo posible, especialmente en el
caso de que se transmita en vivo y se difunda en los medios de
comunicación social. Las autoridades federales no quieren que el público
en general conozca su represión violenta de la ciudadanía, y en el caso
de que sea inevitable desde su perspectiva, entonces quieren ser
capaces de controlar la narración y de pintar a sus oponentes como
“radicales, violentos, extremistas” para “justificar” sus acciones.
El denominador común del federalismo identitario:
Una vez más, debe enfatizarse que el establishment
estadounidense se esforzará por extinguir el federalismo identitario,
incluso en lo que sospeche es su prototipo de manifestación de
conciencia de clase (Occupy Wall Street), de intereses raciales (Black
Lives Matter), y de derechos de los estados (Nevada y Oregon). La
concordancia entre estos casos aparentemente dispares es que todos ellos
demostraron la capacidad de transformar su tipo específico de
distinción identitaria en una causa política que, desde el paranoico
punto de vista de la élite estadounidense, podría un día combinarse
entre sí a través de un gran frente buscando reformar la administración
interna del país y otorgar más soberanía a sus respectivos grupos (es
decir, un federalismo identitario, ya sea que se llame o no con este
nombre). No hay mayor amenaza para los actuales peces gordos de Estados
Unidos que esta mezcolanza de formaciones identitarias, mantenidas
artificialmente divididas a través de una multitud de astutos diseños
dirigidos por los medios de comunicación, y torpes errores tácticos,
uniéndose unos a otros a través de una amplia coalición. Si se reunieran
bajo una sola bandera, podían llevar a cabo manifestaciones a gran
escala y coordinadas para promover pacíficamente un cambio sin
precedentes y directamente democrático (como eludiendo al Congreso
mediante un referéndum o una serie de ellos), para alterar
fundamentalmente toda la forma como se dirige los Estados Unidos, y este
escenario tiene la a élite estadounidense absolutamente asustada.
Conclusiones
El federalismo
identitario es una innovación político-estratégica de vanguardia que
está siendo puesta en práctica en todo el mundo. Sobre la superficie de
las cosas, representa la “solución de compromiso” ideal para varias
partes en conflicto, otorgando un alto grado de soberanía a cada unidad
probable mientras conserva nominalmente la unidad del estado. También
puede proporcionar una medida ideal para “salvar la cara” de los líderes
asediados que se encuentran como víctimas de un dilema de guerra
híbrida, dándoles la posibilidad de permanecer en el cargo siempre y
cuando trasladen ciertas competencias dictadas a la nueva unidad
federalizada identitariamente. Analizado desde este ángulo, el
federalismo identitario también podría ser utilizado como un arma
estratégica, y esto es en realidad cómo se prevé que sea utilizado en
campos de batalla escogidos en África, los Balcanes, el Medio Oriente, y
el sur y el sudeste de Asia. Irónicamente, el federalismo identitario
podría ser la única solución pragmática para mantener la unidad nominal
española y ucraniana, aunque en estos dos casos Estados Unidos se opone
firmemente por temor a que pueda desencadenar una reacción en cadena que
podría poner en peligro la hegemonía de Washington sobre Europa.
La hipócrita doble
moral de Washington hacia el “E Pluribus Unum” dentro de la esfera
unipolar y el “E Unum Pluribus” fuera de ella, se explican por su gran
visión estratégica, mediante la cual busca unir las tierras que controla
y dividir las que no. A través de una serie de eventuales serpenteos y
connivencias, Estados Unidos pretende más tarde “unir” los estados
federalizados identitariamente que ayudó a crear, reuniéndolos bajo su
paraguas hegemónico a través de diversos mecanismos de representación,
llevando así todo el concepto estratégico del “E Unum Pluribus” de
vuelta al punto de partida hasta una deformada concepción del “E
Pluribus Unum”. El problema con la conversión en un arma del federalismo
identitario, sin embargo, es que podría un día volverse como un boomerang
contra los propios Estados Unidos, especialmente en el caso de que
grupos motivados políticamente por la identidad dentro del país, se unan
para optimizar sus tácticas aplicando algunos de los preceptos
aprendidos de la información disponible públicamente sobre las
revoluciones del color, la guerra no convencional, y las guerras
híbridas (ellas mismas, irónicamente, convertidas en armas capaces de
volverse como un boomerang desplegadas actualmente por los EEUU
en el extranjero). En definitiva, mientras que el federalismo
identitario representa el último arma asimétrica del arsenal de guerra
de quinta generación estadounidense, podría ser involuntariamente el que
finalmente se volviera en contra y compensara todos sus anteriores
beneficios unipolares, alcanzados desde el final de la vieja guerra
fría.
Fuente: Katehon.
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