Cualquier persona que pensara que los medios de comunicación occidentales dejarían de manchar la imagen del presidente Trump después del día de la inauguración, estaba muy equivocada. Trump ni siquiera había hecho el juramento cuando el corresponsal del NY Times en Washington, Binyamin Appelbaum, había falsificado ingenuamente una imagen del número de personas en la inauguración, antes de que Trump hubiera siquiera llegado, y la comparó negativamente con la imagen de la inauguración de Obama en 2009.
Tenga en cuenta que la imagen de 2009 es una foto de la agencia Getty, mientras que la imagen de 2017 es una captura de pantalla de un vídeo en directo; lo que se puede saber por el gráfico en la parte inferior de la pantalla. Cuando se le preguntó acerca del momento relativo a las dos imágenes, Appelbaum afirmó que la imagen de 2009 fue tomada a las 11:30 hrs., media hora antes del comienzo de los procedimientos de inauguración, y la imagen de 2017 tomada a las 11:15 hrs.

La "historia" y la imagen fueron tomadas y publicadas por otros medios de "noticias." La PBS publicó este vídeo fotográfico a intervalos de tiempo, que utilizaron para apoyar la idea de "grandes espacios vacíos blancos" durante la inauguración de Trump:

¿Notó usted lo que hicieron al final del vídeo? Acabaron la fotografía secuencial, como para sugerir que en esos momentos finales mostraron toda la extensión de la multitud de Trump, incluso cuando la gente estaba claramente llegando todavía. La PBS desactivó los comentarios bajo el vídeo; como lo hace la mayoría de los principales medios de comunicación cuando saben que están vendiendo noticias falsas.

La realidad es que las áreas disponibles para el público en la inauguración de Trump estaban llenas alrededor del 90% de su capacidad. Vea esta imagen interactiva de la escena, tomada durante el discurso de inauguración de Trump. Aquí hay algunas capturas de pantalla de esa imagen panorámica, mostrando claramente un gran número de personas hasta el monumento de Washington:

© CNN
Uno o dos de los bloques de áreas designadas para asistentes son más delgados, pero los grandes bloques blancos vacíos, que Appelbaum hizo pasar como la totalidad de la muchedumbre de Trump, desaparecieron. Obviamente, es posible discutir sobre el número total, y cuando se mira a la multitud en la inauguración de Obama en 2009, ciertamente parece que más gente asistió para ver a Obama tomar el juramento de su cargo. Sin embargo, Trump todavía atrajo entre 700 y 900 mil personas.

Y ese hecho en sí es notable.

El 92% de los electores en Washington, D.C, votaron por la corrupta Hillary Clinton. ¿Esperaríamos que muchos de ellos vinieran a ver a su némesis Trump asumir el cargo? Por otro lado, la mayoría de los que votaron a favor de Trump viven lejos de D.C (y de la costa este en general), por lo que el hecho de que tantas personas realmente hicieran el viaje es una prueba del alto nivel de apoyo que disfruta el nuevo presidente. La opinión alternativa sobre esto es que Trump goza de mucho más apoyo del que los resultados de las elecciones nos harían creer.

Luego están las audiencias en televisión. Los principales medios de comunicación no cuestionan que la inauguración de Trump está en segundo lugar después del rating de Obama en 2009, pero lo que no mencionan es que, en estos días, casi el mismo número ve la televisión en internet. Si añadimos las vistas online de CNN a las vistas oficiales en televisión, la inauguración de Trump fue de hecho la más vista en la historia.

El secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, denunció con justificación esta propaganda casi traidora de los medios de comunicación en su primera conferencia de prensa ayer, y también criticó a la reportera de la revista Time que cubre a la Casa Blanca, Zeke Miller —a la cual Spicer no mencionó por su nombre— por reportar falsamente el viernes por la tarde, que el presidente Trump quitó el busto de Martin Luther King Jr. de la oficina Oval.

Los ataques ampliamente difundidos y constantes de los medios contra Trump son claramente deliberados.
Para enfatizar ese punto, en una entrevista publicada el jueves por la revista New York, el presidente de la CNN, Jeff Zucker, advirtió al presidente de Estados Unidos, Trump, que si continuaba denunciando a los principales medios de comunicación sobre el uso de noticias falsas y distorsionadas, la CNN (al menos) piensa mostrar de forma negativa la percepción de Trump al público alrededor del mundo.
"Una de las cosas que creo que esta administración aún no ha descubierto es que sólo hay una red de televisión que se ve en Beijing, Moscú, Seúl, Tokio, Pyongyang, Bagdad, Teherán y Damasco", dijo Zucker. "La percepción de Donald Trump en las capitales de todo el mundo está conformada, de muchas maneras, por la CNN. Seguir teniendo una relación de confrontación con esa red es un error".
Sólo para recordar a nuestros lectores, los medios de comunicación del establishment, en particular los medios como la CNN, The New York Times, The Washington Post y Wall Street Journal, tienen un largo historial (que continúa a día de hoy) de engañar al público sobre problemas que sirven a los intereses de la élite política de Washington, ignorando los intereses del pueblo estadounidense. Específicamente, podemos referirnos a las mentiras que estos medios de comunicación vendieron sobre la guerra de Irak (las armas de destrucción masiva de Saddam), Libia (la verdadera razón de la destrucción del país por parte de la OTAN y la muerte del embajador Stevens), Siria (incluida la financiación de la CIA a terroristas musulmanes en ese país), y su continua y flagrante tergiversación de Vladimir Putin y el papel de Rusia en Siria (que está destruyendo a los terroristas yihadistas de la CIA). La cereza en el pastel de estas noticias falsas son las acusaciones espurias sobre el "hackeo" ruso de las elecciones en Estados Unidos y las conexiones entre Trump y Putin.

El punto, entonces, es el siguiente: si estos canallas de los medios son anti-Trump, podemos entonces suponer que Trump debe representar, de una manera u otra, una amenaza para los belicistas y pedófilos de la élite política de Washington y sus lacayos de periodismo amarillista. Eso, en sí mismo, es razón suficiente para que todas las personas de buena voluntad se opongan, por lo menos, a los ataques injuriosos e hipócritas en contra de Trump.