Con el estallido de la crisis a partir de 2008,
se pusieron en marcha un elevado número de ayudas para sostener el
sistema bancario a escala global. Si nos centramos en la Unión Europea,
gran parte de los países han solucionado los problemas bancarios cargándolo al bolsillo del contribuyente, mediante las cuentas públicas.
Sólo muy pocos países de la UE pueden decir aquello de "no hemos salvado a los bancos", en concreto tendríamos a República Checa, Estonia, Malta, Polonia, Rumanía, Eslovaquia, Finlandia, Hungría y Suecia. Estos países no han ejercido intervenciones a cargo del presupuesto público o bien han tenido un impacto muy insignificante que no puede ser catalogado de rescate.
Los países en los que más ha aumentado la deuda pública, en términos absolutos, como consecuencia del rescate financiero han sido: Alemania (225.000 millones de euros), Reino Unido (131.000 millones), Irlanda (unos 58.000 millones), España (cerca de 52.000 millones), Grecia (45.000 millones), Austria (37.000 millones) y Países Bajos (30.000 millones).
En el caso de España en particular, se aprobaron un total de ayudas de 174.300 millones de euros, esto significa que tenía la capacidad de utilizar este importe para la resolución de los problemas bancarios y de las cajas de ahorros en particular.
De esta cantidad, 100.000 millones de euros suponían la capacidad máxima de financiación legalmente establecida para el FROB en 2010, y el resto incluye los recursos del programa de asistencia financiera de la UE de 2012. El volumen de recursos que fueron utilizados fueron más reducidos, llegando la cifra a 62.000 millones de euros. Esta cifra bruta equivale al 5,5% del PIB español.
Sin embargo, hay otro dato relevante y es ¿Cuánto se ha conseguido recuperar con todas las recapitalizaciones? En este aspecto, la Unión Europea ofrece resultados muy dispares entre los diferentes países que forman parte. En el siguiente gráfico se expresan el valor máximo que alcanzaron los pasivos derivados de las intervenciones en el sector financiero desde 2008, frente el valor actual.
En base al gráfico, Dinamarca sería el mayor caso de éxito dentro de la UE
pues prácticamente ha recuperado todo lo desembolsado para rescatar a
la banca. Con una recuperación cercana al 50% tendríamos a Reino Unido,
Holanda, Bélgica, Letonia e Irlanda y Alemania habría recuperado un 40%.
Los peores casos de recuperación los tendríamos en España y en Eslovenia (reducciones muy limitadas de los pasivos públicos para rescatar a sus entidades), mientras que en 2015 el endeudamiento público provocado por la asistencia al sector financiero continuaba incrementándose en países como Grecia, Chipre, Portugal y Austria.
Muy probablemente, dado que la UE se enfoca como un proyecto económico a largo plazo y deberá asistir a mayores crisis bancarias, en enero de 2016 entró en vigor la regulación bail-in que conlleva que antes de recurrir a financiación externa, las entidades han de utilizar al menos el 8% de su pasivo total para absorber sus problemas de capitalización.
Esto
significa que en la práctica se sigue un orden de jerarquía de la que
no quedarían excluidos los acreedores de deuda senior no garantizada.
También se prevé un requisito mínimo de pasivos elegibles que garantice finalmente la eficacia de los procesos de imposición de pérdidas (este requisito aún no ha quedado concretado).
Tiene todo el sentido del mundo una regulación que apueste por el sistema de rescate bail-in, frente a la metodologías bail-out a cargo del contribuyente para aislar las responsabilidades en una entidad.
Los accionistas deben de sufrir el primer golpe, porque saben que están arriesgando su dinero al ser los propietarios de banco. Si eso no es suficiente para estabilizar el banco, los tenedores de bonos subordinados deben intensificar las pérdidas por la vinculación a las inversiones arriesgadas sobre la entidad.
Si con todo ello no fuera suficiente, los tenedores de bonos senior convierten la deuda en capital y, en último lugar, serían los depositantes no asegurados a quiénes se les repercuta el proceso (la UE se refiere a aquellos depositantes con más de 100.000 euros).
Con
las crisis bancarias, las economías avanzadas experimentan mayores
pérdidas de PIB y aumentos de la deuda pública que los países emergentes
o bien en vías de desarrollo. La razón que subyace a este
comportamiento es que las economías avanzadas mantienen unos sistemas
bancarios más profundos, lo que nos lleva a que una crisis bancaria sea
más perturbadora para la economía.
Sin embargo, si nos referimos al coste de la asistencia pública en las economías avanzadas, el coste fiscal tiende a ser del 3,8% del PIB en los países avanzados y del 10% en los emergentes y en vías de desarrollo.
El
coste final dependerá de diferentes factores, como la coincidencia en
el tiempo con crisis cambiarias o de deuda soberana como la que se ha
experimentado en Europa con los abultados déficits de los países periféricos que recibieron en nombre de "PIIGS".
La diferencia es aún mayor para las crisis de deuda soberana. Sólo el 1% de las crisis bancarias preceden a una crisis de deuda soberana dentro de los tres años anteriores al inicio de la actividad bancaria. Por el contrario, el 5% de las crisis bancarias se producen tras una crisis de deuda soberana en los países.
La reacción de los Gobiernos tiende a ser diferente según si una economía es emergente o desarrollada. En los supuestos de una economías emergentes tienden a producirse corralitos bancarios, mientras que en las economías desarrolladas las garantías son más habituales, debido a que ofrece unas instituciones más sólidas y el acceso a los mercados internacionales de capitales, permite hacer más creíble el anuncio de las garantías.
Sólo muy pocos países de la UE pueden decir aquello de "no hemos salvado a los bancos", en concreto tendríamos a República Checa, Estonia, Malta, Polonia, Rumanía, Eslovaquia, Finlandia, Hungría y Suecia. Estos países no han ejercido intervenciones a cargo del presupuesto público o bien han tenido un impacto muy insignificante que no puede ser catalogado de rescate.
La factura de los rescates
Vayamos con los datos incómodos... Para la resolución del rescate bancario se ha aprobado desde la UE un total de 820.900 millones de euros. De este importe, han sido utilizados 465.600 millones de euros para el sistema bancario. En términos de PIB, los fondos utilizados equivaldrían al 3,31% del PIB de la Unión Europea.Los países en los que más ha aumentado la deuda pública, en términos absolutos, como consecuencia del rescate financiero han sido: Alemania (225.000 millones de euros), Reino Unido (131.000 millones), Irlanda (unos 58.000 millones), España (cerca de 52.000 millones), Grecia (45.000 millones), Austria (37.000 millones) y Países Bajos (30.000 millones).
En el caso de España en particular, se aprobaron un total de ayudas de 174.300 millones de euros, esto significa que tenía la capacidad de utilizar este importe para la resolución de los problemas bancarios y de las cajas de ahorros en particular.
De esta cantidad, 100.000 millones de euros suponían la capacidad máxima de financiación legalmente establecida para el FROB en 2010, y el resto incluye los recursos del programa de asistencia financiera de la UE de 2012. El volumen de recursos que fueron utilizados fueron más reducidos, llegando la cifra a 62.000 millones de euros. Esta cifra bruta equivale al 5,5% del PIB español.
Sin embargo, hay otro dato relevante y es ¿Cuánto se ha conseguido recuperar con todas las recapitalizaciones? En este aspecto, la Unión Europea ofrece resultados muy dispares entre los diferentes países que forman parte. En el siguiente gráfico se expresan el valor máximo que alcanzaron los pasivos derivados de las intervenciones en el sector financiero desde 2008, frente el valor actual.
Los peores casos de recuperación los tendríamos en España y en Eslovenia (reducciones muy limitadas de los pasivos públicos para rescatar a sus entidades), mientras que en 2015 el endeudamiento público provocado por la asistencia al sector financiero continuaba incrementándose en países como Grecia, Chipre, Portugal y Austria.
El Bail-in como consecuencia positiva tras la crisis bancaria
Si hay que señalar una consecuencia positiva de toda la crisis bancaria, es que parece ser que Europa ha aprendido lo que no hay que hacer en medio de una crisis bancaria y cómo deben ser solucionados los problemas.Muy probablemente, dado que la UE se enfoca como un proyecto económico a largo plazo y deberá asistir a mayores crisis bancarias, en enero de 2016 entró en vigor la regulación bail-in que conlleva que antes de recurrir a financiación externa, las entidades han de utilizar al menos el 8% de su pasivo total para absorber sus problemas de capitalización.
Tiene todo el sentido del mundo una regulación que apueste por el sistema de rescate bail-in, frente a la metodologías bail-out a cargo del contribuyente para aislar las responsabilidades en una entidad.
Los accionistas deben de sufrir el primer golpe, porque saben que están arriesgando su dinero al ser los propietarios de banco. Si eso no es suficiente para estabilizar el banco, los tenedores de bonos subordinados deben intensificar las pérdidas por la vinculación a las inversiones arriesgadas sobre la entidad.
Si con todo ello no fuera suficiente, los tenedores de bonos senior convierten la deuda en capital y, en último lugar, serían los depositantes no asegurados a quiénes se les repercuta el proceso (la UE se refiere a aquellos depositantes con más de 100.000 euros).
¿Cuál es el coste de una crisis bancaria?
Según el documento de trabajo elaborado por Luc Laeven y Fabián Valencia para el FMI, en el que se analizan hasta 147 crisis bancarias desde el año 1970 hasta el año 2011, el coste fiscal vinculado a las ayudas percibidas por el sector financiero representa en promedio el 6,8% del PIB en términos brutos (no se tienen en cuenta los ingresos percibidos tras las ayudas).Sin embargo, si nos referimos al coste de la asistencia pública en las economías avanzadas, el coste fiscal tiende a ser del 3,8% del PIB en los países avanzados y del 10% en los emergentes y en vías de desarrollo.
¿Cómo se combate a una crisis bancaria?
Mientras que el 16% de las crisis bancarias son precedidas por una crisis bancaria en los tres años anteriores al inicio de la crisis bancaria, el 21% de las crisis bancarias siguen una crisis monetaria dentro de los tres años siguientes al año de inicio del crisis.La diferencia es aún mayor para las crisis de deuda soberana. Sólo el 1% de las crisis bancarias preceden a una crisis de deuda soberana dentro de los tres años anteriores al inicio de la actividad bancaria. Por el contrario, el 5% de las crisis bancarias se producen tras una crisis de deuda soberana en los países.
La reacción de los Gobiernos tiende a ser diferente según si una economía es emergente o desarrollada. En los supuestos de una economías emergentes tienden a producirse corralitos bancarios, mientras que en las economías desarrolladas las garantías son más habituales, debido a que ofrece unas instituciones más sólidas y el acceso a los mercados internacionales de capitales, permite hacer más creíble el anuncio de las garantías.
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