domingo, 16 de abril de 2017

Panorama de la guerra informativa contra Venezuela (informe especial)


misionverdad.com

Panorama de la guerra informativa contra Venezuela (informe especial)

 

 

 

En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable
Principio de Ockham
Por más evidente que resulte, es menester insistir en la premisa esencial: el principal teatro de operaciones en el proceso de elaboración de un constructo que se promueve como "la realidad indiscutible" son las redes sociales. Su acción de superficie, su tendencia al primer (y exclusivo) impacto como base para crear el relato del momento, atraviesa todos los vectores del actual proceso golpista.
Una producción continua e incesante de "shocks informativos" apuntando hacia lo indiscutible e incuestionable y en un solo golpe que avive "la lucha pacífica" (no lo es), la nobleza de sus propósitos (tampoco lo son) y que mantenga el tanque de combustible lleno, mientras la operación ingrese en las sucesivas fases del programa de acción.
Cuando sobre el plano político comenzaba a diluirse el mensaje único y unificante de "las marchas", quedando expuesta la trama combinada de terrorismo financiado, contradicciones internas entre la dirigencia política y la disonancia entre manifestantes comunes y la vanguardia entrenada en confrontación callejera, comenzaron a intensificarse las operaciones mediáticas/psicológicas.
El punto de inflexión, al parecer de esta tribuna, se encontró entre la movilización del sábado 8 de abril y el lunes 10, en Caracas. A partir de esa bisagra temporal, tomando como punto de partida el cierre de la primera, el sábado en la tarde, y el punto más álgido de la del 10, en la urbanización Las Mercedes, sobre el plano de la intoxicación comenzó a liberarse todo el arsenal performativo disponible.
De la fabricación asociativa de "armas químicas" promovida por el alcalde del Hatillo, David Smolansky, en pleno auge del bombardeo gringo contra Siria a propósito de un elaborado contencioso en torno a armas químicas, a la presunta ampliación del repertorio "represivo". Al tomar varios casos como ejemplos es posible dibujar el panorama, que de suyo, una vez segmentado, dará con el núcleo de todo el asunto.
No sobrará decir que el fondo político de la operación es acumulativo, de engorde de expediente y de coronación hacia la fabricación de una "necesidad generalizada" de intervención extranjera preventiva, "humanitaria", que se haga cargo de las debilidades políticas intrínsecas del constructo opositor en cumplir con lo establecido.
Afirmando esto dejaremos las claves estrictamente políticas para el devenir, como bien se ha ocupado esta redacción.
1. El "francotirador del gobierno" que no era ni francotirador, ni del gobierno. Este primer caso ofrece en su plano más sencillo todos los componentes esenciales en el proceso de creación de noticias falsas, post verdades y demás especies del laboratorio mediático.
La tarde del 10, a la altura de El Rosal, el nominal gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles, "denunció" la presencia de un "francotirador" que "disparaba" desde la sede del Ministerio de Asuntos Penitenciarios. La réplica sobre el ciberespacio fue inmediata, pero la opulencia de versiones comenzó a contradecirse entre sí, sin nunca esclarecer o seguir desarrollando la especie.
El primer portal en "lanzar la noticia", luego de que lo hiciera Capriles en su cuenta Instagram, fue ese depositario reactivo de infobasura sin filtros llamado Sumarium.
Otros medios como Caraota Digital, lo matizan (armas largas, el clásico uso de la palabra "presunto" para curarse en salud), puesto que alguien en esa redacción debe haberse dado cuenta de las propias inconsistencias, rectificando dentro de ese mismo "margen de error". Una revisión simple y en secuencia debilita la consistencia de la versión.
Rato más tarde el mismo Diosdado Cabello en su programa Con el Mazo Dando aclaraba las dudas anunciando que, en pleno ejercicio de la autoridad preventiva, el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) detuvo a Alexander José Santos Pineda, funcionario del Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario, quien según las investigaciones, actuó por cuenta propia y sin seguir instrucciones de ningún superior de su cadena de mando.
1) El sujeto usa una escopeta de perdigones (probablemente calibre, lo que de por sí cancela un arma de uso para francotiradores, 2) el hecho es coincidente con aquella denuncia hecha por el mismo Diosdado Cabello en otro programa sobre la operación "Escudo Zamorano", donde parte del plan enunciaba la captación de funcionarios de las fuerzas policiales para efectuar acciones, 4) los implicados en dicha operación fueron -entre otros- el coronel retirado de la Fuerza Armada Nacional, Zomacal Hernández y Roberto Enríquez. Va la pregunta: ¿desde cuándo entonces estas operaciones pudieran haber sido planificadas?
Este primer caso imprime una constante que acompaña a todo los demás: la imagen es un personaje secundario, y está subordinada a lo que digan en torno a ella, bien sea un "vocero autorizado" (Capriles) o uno de sus medios al momento de "titular".
A este procedimiento, en términos psicológicos, se le entiende por "adición de realidad". El hecho de que te lo digan produce una alucinación (algo más frecuente de lo imaginado, y que no depende del consumo de sustancias).
Algunos decidirán verlo, pero si todos no lo ven, la operación falla, produciendo entonces un choque en el proceso de interpretación. Una disonancia cognitiva. Entramos entonces en el ámbito de la persuasión.
2. Lacrimógenas desde el aire, helicópteros y resonancia con los "barriles bomba" en Siria. Si la combinación de elementos analizados en el primer caso no terminan de proponer un producto publicitario acabado, la versión de helicópteros lanzando lacrimógenas a más de 70 metros de altura tiene aún menos posiblidades de resistir el análisis más simple.
Una vez más, y contra toda actuación mínimamente racional, en esa misma jornada, y más o menos en la misma zona del "francotirador", se esparció la idea de que con una magistral puntería y contra todo presupuesto de la física, comenzaban a caer lacrimógenas desde el soleado cielo caraqueño. El sostén de esa versión provino de registros audiovisuales.
Por lo demás difusos, bajo la modalidad del "comcam" (cámara de combate), registros de baja calidad y carente de toda profesionalidad, por nerviosos, por no decir aterrados usuarios. Pero basta con escuchar los audios de algunos de estos videos para desmentir lo que el titular en redes trata de imponer:
Para colmo de males, en el primer video es otra vez más Capriles (en franco declive político-mediático) el seudoprotagonista, y en el segundo vemos al diputado Richard Blanco, aguantador y caja chica en el contrato de muchachos que lleven a cabo las acciones terroristas, que apenas días antes, según esos mismos medios, se encontraba en terapia intensiva. Prodigiosa recuperación.
A todo esto, vale la pena cerrar este caso con tres observaciones simples: 1) es más que probable que, dada la ubicación, dichas lacrimógenas pudieran venir desde la autopista, por encima del puente que une El Rosal con Las Mercedes, lo que aumentaría la parábola proyectada,
2) la deliberada e insoportable similitud con una especie globalizada y en boga que proviene del contexto sirio: la analogía entre el material disuasivo del orden público con la falsa especie de barriles bombas lanzados por el ejército sirio, que ni les hace falta por contar con armas de mayor precisión ni son precisamente ellos los que las han lanzado, como se puede revisar en los talleres de Al-Qaeda encontrados en Alepo,
y 3) la secuencia de tuits que a propósito de eso lanzó la cuenta del Ministerio de Interior, Justicia y Paz, recordando que por física elemental es imposible, a lo que debería agregarse la dimensión del impacto verdaderamente letal (asumiendo que dieran en blanco) que eso tuviera de ser arrojados desde esa altura, algo que cancelan los mismos videos:
Una vez más, frente a lo que imponen titulares para establecer cínicamente tono y atmósfera, la obligación de hacerse preguntas igual de antipáticas y cínicas (pero muy simples) resquebrajan la solidez de los relatos que intentan promover.
3. Usos, abusos y oportunismo sobre la muerte ajena y distante. Esta situación en particular amerita su propia nota exclusiva, dedicada, y saldrá en los próximos días. Pero no podía dejar al menos ser mencionado de pasada tanto por lo que entraña procedimentalmente, la estatura moral que le imprime, el blanqueo de responsabilidades, además de la forma obscena con el que los actores de la desestabilización lo emplean maquinalmente para su propio rédito político-mediático.
La señora Ricarda González (87), Jairo Ortiz (19) y Brayan Principal (13) son algunos de los nombres de las personas que han fallecido en los días recientes y que han sido apropiados como integrantes de una lista de "mártires" del proceso golpista, cuando sus respectivos contextos, familiares y políticos, van en dirección contraria al "deseo" de un Freddy Guevara o la cursilería banal de Carlos Ocariz:
Recordemos que de igual forma, en 2014, las listas de víctimas que fueron asesinadas en el contexto de "La Salida", en su mayoría chavistas o de los cuerpos de seguridad, fueron empleados como activos comunicacionales por quienes generaron, perpetraron y dirigieron las acciones disruptivas tres años atrás.
Ese engordamiento de nombres, esa simulación descarada, en el proceso de mitificación pasó a ser uno de los ejes centrales de cuanto informe o decreto de los Estados Unidos (comenzando por el Decreto Obama) trasladando exclusivamente la culpa a "la represión" y al "gobierno dictatorial". Y ha sido de las nociones más eficientes, y como todo, brutalmente incuestionado fuera del país.
Tal como lo está siendo ahora en la medida en que su uso politiquero avanza, marcando una de las otras improntas claves en materia de procedimientos además de la constante adición de realidad: blanqueo y traslación de responsabilidades políticas directas como artilugio de la sedición y el suicidio nacional que perpetran los sospechosos habituales.
Simplificación, a troche y moche, del mensaje, y por todas las vías, adueñándose de ellos bajo el mismo esquema de propiedad privatizada. La privatización de los lugares de enunciación del discurso. La muy visible mano del mercado de la percepción.
4. Cascos blancos criollos, gas lacrimógeno e instrumentalización de la infancia. Este caso pareciera prefigurar mucho en el futuro, tanto por el recurso del estremecimiento que siempre le agregará la vuelta de tuerca de involucrar niños en sus operaciones, como por la aparición y glorificación de unos héroes de probeta que en el contexto sirio hasta un Oscar de la Academia se han ganado.
Volviendo al lunes 10 de abril, emergió la situación que tuvo como epicentro una clínica privada en la avenida principal de Las Mercedes, el traslado de las manifestaciones precisamente a ese punto, el reforzamiento de los elementos narrativos con la participación directa de una diputada (Delsa Solórzano) y el momento cumbre, cuando (según nos cuentan), un bebé de meses fue afectado por gases lacrimógenos.
Y aquí amerita hilar muy fino. Puesto que detrás del plano unidimenisonal de lo visible, son muchas las cosas que se movieron tras bambalinas (nunca mejor empleada la frase). Algunas consideraciones las dejaremos para las conclusiones de este trabajo, como el empleo escenográfico de un territorio absolutamente controlado políticamente por ellos.
En primer lugar, existió un esfuerzo proactivo por concentrar justo en ese punto gran parte de las acciones más dramáticas del día con registros colaterales de diversa índole, ninguna explicando de cómo fueron desplazándose precisamente para ese punto, encubriendo el papel que esa misma vanguardia violenta jugó en materia de confrontación.
Luego, así como Richard Blanco estuvo "en terapia intensiva" y pocos días después participando en un agitado y alborotado día de "movilizaciones", la diputada Solórzano informó que una "granada" lacrimógena le impactó en el pecho (algo que mínimo le hubiera provocado fractura de esternón o de las costillas) y no una "neuritis" como ella misma declaró, asombrosamente repuesta, en posterior video, y acompañada de otro "vocero autorizado", un médico.
La idealización del médico como un referente institucional neutro (cuando ni de cerca lo es) también es otro detalle a considerar en el lenguaje simbólico que se coloca en el bazar de la imaginería, aquí y en otras latitudes (una vez más, Alepo es la referencia más clara de hasta dónde pudieran llegar con eso, con sus 10 mil hospitales bombardeados a diario sin demostrarlo).
Se necesitó una suma de situaciones, de performances, que le otorgaran un grado sumo de concentración a ese foco en particular, lo que finalmente fue coronado con la aparición del dramático video de la criatura afectada por los gases lacrimógenos. Pero el video ya ofrece las propias claves de sus propias inconsistencias, por más desagradable que sea tener que revisarlas (que ese, también, es otro de los objetivos de esta clase de operaciones psicológicas y mediáticas).
En resumen, en el video observamos 1) una serie de manifestantes válidamente alterados y perturbados por la situación, 2) un grupo de "rescatistas" con equipos de a tope (¿y los presupuestos en rojo?) que a la primera no se identifican con mucha facilidad, interviniendo heróicamente para salvar la vida al (o la) bebé (puesto que no se especifica), arrancando a toda velocidad por la avenida principal.
Pero superando los efectos del primer impacto, revisemos ahora qué falta y qué no se está diciendo. Los egregios rescatistas están adscritos al municipio Baruta (lugar de la acción). Pero, ¿cuáles elementos desentonan una vez que se mira con sobriedad? ¿Dónde están la madre o el padre del bebé?
¿Por qué dejan a su hija o hijo en manos exclusivas de unos rescatistas, sin siquiera aparecer manifestando el dolor, angustia o preocupación que suscitaría un incidente de esta naturaleza y estas proporciones? ¿Quién le ha hecho el seguimiento posterior al estado de salud, identidad de los padres, y actual situación de una víctima tan sensible cuando se han sido presuntamente generosos con detalles en casos menos alarmantes? ¿Qué han dicho los fiscales de la Lopna o el Consejo de Protección del Niño y el Adolescente (nacional o del municipio) ante esta situación? ¿Y el alcalde, más allá de su microbalance de gestión para el momento?
Parecieran preguntas ofensivas, elementales y estúpidas. Pero si así lo fueran, aún más fácil sería responderlas, fuera de la rumorología, y evidenciar el talante insensible y dictatorial del gobierno. No es la primera vez que se usan a los niños como recurso estremecedor, pero sí lo es la primera en que requiere de semejante reproducción, que además tiene un sospechosísimo e innecesario final abierto.
¿Era más importante el bebé o el debut de rescatistas (los "first responders") en la escena, preparando nuevas apariciones? ¿Qué dirá el doctorcito-diputado Olivares de todo esto? Calma pueblo, estas respuestas también se las tenemos en un próximo artículo dedicado al intento de nacimiento de unas nuevas estrellas en el farandifirmamento.
5. El Presidente y el caso San Félix. Saliéndonos del arco temporal que hasta ahora hemos empleado en este informe, basta agregar un comentario a los eventos suscitados el 11 de abril, cuando se conmemoraron los 200 años de la batalla de San Félix, en el estado Bolívar, para enfatizar otro elemento fundamental en la administración de partículas narrativas a la hora de seguir armando y acumulando operaciones psicológicas/mediáticas.
La versión única de una sola versión de los (confusos) hechos de ese día, el de vender el momento como uno de protesta, odio y desafío contra el primer mandatario del país, fue debidamente confrontado y contrastado con otras versiones que le restan a esa noción unificada y monolítica.
Pero, como hemos visto hasta ahora, basta con una sola imagen (audiovisual, visual, sonora) para que la maquinaria dispuesta para eso comience a elaborar su versión y se aventaje por la superioridad logística que el enemigo sí tiene en materia de circulación de contenidos, nacional y sobre todo internacionalmente, donde el impacto no es el mismo.

Moldeando el campo de batalla de la información

Llegados a este punto, y tras los ejemplos revisados, retomamos entonces los eventos que tuvieron como epicentro una clínica privada, en Las Mercedes, el pasado lunes 10 de abril. Y es que alguien, algún adulto (por ponerle algún nombre) sí se ha tomado la molestia de analizar y evaluar el comportamiento de los cuerpos del orden público, que en momentos de violencia extrema con los que les ha tocado lidiar, no se hace imposible que se planteen eventos o señuelos que conduzcan ahí donde necesitan estar los operadores comunicacionales que componen casi el 70% de esta guerra.
Si algo quedó más que demostrado ese día es que nunca fue de interés alguno, en realidad, tratar de avanzar hacia el centro de Caracas donde se encuentra la gran mayoría de las insitituciones que representan el asiento del poder político nacional. Era cosa adelantada, con bastante seguridad, que no podían llegar (y que no querían).
En cambio, desde una lógica estrictamente territorial, no es descabellado decir que en ese punto crítico disponían del control casi exclusivo de toda la escenografía necesaria para lanzar operaciones informativas de esta naturaleza, de paso engordando el expediente "humanitario", acentuando la demonización de los cuerpos de seguridad obligados per sé a contener acciones de violencia política y terrorismo, mientras se van caldeando aún más los ánimos de su propio público cautivo, su audiencia-objetivo en el campo "opositor" e internacional.
De nuevo, la distribución de intereses: mantener avivado el candelero emocional de los detractores del gobierno, tratar de generar confusión y socavamiento del mensaje chavista de cara a la agenda que todavía avanza hoy en día, a la que se le vienen sumando ensayos generales nocturnos donde se privilegia la acción paracriminal, toda vez que se aumentan las cotas de violencia en todos los sentidos.
Estamos, una vez más, frente a un lote de acciones de enjambre (swarming) que en una suma de procedimientos aparentemente descentralizados se busca desorientar y abrumar al adversario, pero que en esa situación de caos administrado se conservan y resguardan celosamente los llamados "flujos informativos" que van elaborando el lenguaje simbólico que se viene buscando desde el principio.
En tal sentido, en este cambio de fase, y una vez retratados con selfies y videos a los dirigentes "con la gente" (un punto nodal dentro del repertorio para poder rehabilitar la muy reducida imagen de los mismos para con sus seguidores), la llamada "dirigencia política" se traslada al papel de activos comunicacionales, otra pieza más en un proceso de elaboración simbólica ilusoriamente más despersonalizado, haciendo énfasis en "la gente", en el "soldado desconocido".
Su papel ahora se concentra, fuera de ser los maestros de ceremonias del pintacaritas de la muerte, en blanquear la acción de sus escuadras terroristas y forzar por todos los medios la traslación de culpas y responsabilidades exclusivamente sobre el gobierno (proyección y transferencia, en términos de psicología conductual).
Mientras que, para aumentar el poder de convocatoria y garantía de asistencia a las marchas, se apela a los fusibles oligofrénicos de la farándula. Primero fue el niño pasmado de Nacho, para el 19 de abril el rebautizado Chyno (¿se pronuncia chaino ahora?) anunció su presencia, alternándose su función dentro del esquema general.
Terrorismo, sí, sin duda. Pero las principales acciones corren por cuenta de los medios. Y, en esa escala, son ellos los primeros criminales de guerra. Los terroristas. Ahora remozados y entrenados por ya sabemos cuáles entidades especializadas en acciones sobre ese incesante campo de batalla.
Bien sean las estúpidas operaciones de coleto falso de Capriles, o la elaborada "aparición" de rescatistas inmaculados, todas estas acciones tienen responsables.

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