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En
los últimos dos años, la Sedena reconfiguró sus brigadas y regimientos
para crear nueve unidades de Policía Militar, que ahora se encuentran en
la primera línea de combate frente a la delincuencia. El año pasado
estaban integradas por 2 mil 124 elementos desplegados en cuatro
entidades; hoy son más del doble y se expandieron a otras tres, dice una
fuente consultada por Proceso. Según el informante,
esos nuevos batallones fueron integrados al vapor y pueden cometer
errores “mortales”, como el sucedido en junio pasado en Querobabi,
Sonora, cuando un oficial murió por ingerir una bebida envenenada
durante una revisión de rutina.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El episodio ocurrió el 26 de junio último en el puesto de control militar instalado en Querobabi, Sonora, y se le conoce como “el trago trágico”.
La madrugada de ese día, un pelotón de Policía Militar (PM) realizaba labores de inspección vehicular sobre la carretera que atraviesa el estado en dirección a la frontera con Arizona cuando, de pronto un camión que trasportaba bebidas de sabor se estacionó en la orilla para una revisión de rutina.
El teniente Érik López Calvo, oficial de arma blindada que estaba comisionado en la PM, tomó una botella de té Jaztea –empresa que tiene sus instalaciones en Culiacán, Sinaloa– para realizarle una prueba “de reactivos de droga”, la cual resultó negativa.
Cuando terminó la inspección el teniente López Calvo y varios soldados cogieron algunas bebidas y dejaron que el camión siguiera su ruta. Al amanecer, una alerta llegó a la comandancia de la Segunda Región Militar en Mexicali, de la que dependía el puesto de control. El reporte decía que un oficial de PM había muerto envenenado y seis efectivos más se encontraban hospitalizados de gravedad. La prueba ambulatoria había fallado: no detectó que las bebidas estaban adulteradas y eso le costó la vida al responsable de la base.
Un reporte de los integrantes de la PM enviado por mensajería instantánea decía: “Dejaron salir el autobús con destino a Ensenada, el oficial –López Calvo– está muerto ahorita, seis de tropa con síntomas parecidos a los del teniente. Que le dieron un trago, el oficial dio un trago al contenido de la botella, trago trágico. Por favor que las tropas desplegadas se abstengan de probar cualquier cosa que no sea adquirida por ellos”.
López Calvo era de Puebla. Sus compañeros comentaron que por esos días había estado en labores de reclutamiento para el batallón de PM, al que había sido comisionado. Estaba a punto de pasar a retiro; incluso ya le había llegado su tercer aviso. Tenía casi tres décadas de servicio en el Ejército.
El suceso se mantuvo en total hermetismo. Más allá de los integrantes de esa unidad militar y los altos mandos, nadie comentó nada. El impacto que generó en las fuerzas de seguridad ameritó que la Marina, por medio de la Comandancia de Operaciones Especiales, emitiera una directiva para sus unidades de infantería desplegadas en tierra por distintos puntos del país. El documento, del cual Proceso tiene copia, decía:
“Tienese conocimiento que el día 26 del actual falleció un oficial y seis soldados pertenecientes a Sedena fueron hospitalizados por intoxicación, tras ingerir una bebida obtenida durante la inspección de un vehículo de transporte en el puesto militar de seguridad estratégica en Querobabi, Son. Por tal motivo deberá instruir personal unidades operativas y puestos de seguridad, eviten probar o ingerir alimentos y bebidas que les sean ofrecidos o localizados durante inspecciones y revisiones, virtud podría verse comprometida su salud.”
Fragmento del reportaje especial publicado en Proceso 2146, ya en circulación
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El episodio ocurrió el 26 de junio último en el puesto de control militar instalado en Querobabi, Sonora, y se le conoce como “el trago trágico”.
La madrugada de ese día, un pelotón de Policía Militar (PM) realizaba labores de inspección vehicular sobre la carretera que atraviesa el estado en dirección a la frontera con Arizona cuando, de pronto un camión que trasportaba bebidas de sabor se estacionó en la orilla para una revisión de rutina.
El teniente Érik López Calvo, oficial de arma blindada que estaba comisionado en la PM, tomó una botella de té Jaztea –empresa que tiene sus instalaciones en Culiacán, Sinaloa– para realizarle una prueba “de reactivos de droga”, la cual resultó negativa.
Cuando terminó la inspección el teniente López Calvo y varios soldados cogieron algunas bebidas y dejaron que el camión siguiera su ruta. Al amanecer, una alerta llegó a la comandancia de la Segunda Región Militar en Mexicali, de la que dependía el puesto de control. El reporte decía que un oficial de PM había muerto envenenado y seis efectivos más se encontraban hospitalizados de gravedad. La prueba ambulatoria había fallado: no detectó que las bebidas estaban adulteradas y eso le costó la vida al responsable de la base.
Un reporte de los integrantes de la PM enviado por mensajería instantánea decía: “Dejaron salir el autobús con destino a Ensenada, el oficial –López Calvo– está muerto ahorita, seis de tropa con síntomas parecidos a los del teniente. Que le dieron un trago, el oficial dio un trago al contenido de la botella, trago trágico. Por favor que las tropas desplegadas se abstengan de probar cualquier cosa que no sea adquirida por ellos”.
López Calvo era de Puebla. Sus compañeros comentaron que por esos días había estado en labores de reclutamiento para el batallón de PM, al que había sido comisionado. Estaba a punto de pasar a retiro; incluso ya le había llegado su tercer aviso. Tenía casi tres décadas de servicio en el Ejército.
El suceso se mantuvo en total hermetismo. Más allá de los integrantes de esa unidad militar y los altos mandos, nadie comentó nada. El impacto que generó en las fuerzas de seguridad ameritó que la Marina, por medio de la Comandancia de Operaciones Especiales, emitiera una directiva para sus unidades de infantería desplegadas en tierra por distintos puntos del país. El documento, del cual Proceso tiene copia, decía:
“Tienese conocimiento que el día 26 del actual falleció un oficial y seis soldados pertenecientes a Sedena fueron hospitalizados por intoxicación, tras ingerir una bebida obtenida durante la inspección de un vehículo de transporte en el puesto militar de seguridad estratégica en Querobabi, Son. Por tal motivo deberá instruir personal unidades operativas y puestos de seguridad, eviten probar o ingerir alimentos y bebidas que les sean ofrecidos o localizados durante inspecciones y revisiones, virtud podría verse comprometida su salud.”
Fragmento del reportaje especial publicado en Proceso 2146, ya en circulación
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