I. Los Zavala Gómez del Campo, sobresalientes
derechistas, a cuya ultraderecha se ha colocado Ricardo Anaya su
enemigo a muerte, eran más o menos conocidos a partir de que su hermana
Margarita entró a la publicidad barata por ser esposa de Calderón (otro
más de los presidentes del montón que ha padecido el pueblo con el
presidencialismo autoritario); pero entraron de plano a la mala fama
cuando su prima-hermana: Marcia Gómez del Campo fue dueña de la
guardería ABC, en la capital del estado de Sonora; y por su
responsabilidad cuando al tenerla techada con láminas de asbesto
combustible, se incendió por el fuego contiguo donde el entonces
desgobernador Robinson-Bours, mandó incinerar los documentos que
probaban el robo de más de 50 mil millones de pesos del programa para
obras: “Sonora Proyecta”. Con ella, los demás Zavala alcanzaron el
infierno porque en la guardería murieron calcinados 44 niños y 74
quedaron con daños de por vida. Uno de los hermanos de esa Margarita
–hoy en campaña para ser candidata independiente al cargo presidencial–,
es Ignacio Zavala.
II. Ese Ignacio Zavala, entre veras y bromas demandó en su en su portal la expulsión del jurista y periodista John Ackerman (investigador de la UNAM y puntual analista en la revista Proceso. Debido a eso, el periodista-caricaturista Patricio, convocó que ese Zavala fuera expulsado de nuestro país “por pendejo”. Y es que Zavala se asumió como el Trump del PAN en ruinas, con una propuesta que tenía tufo de odio nazi. E implícitamente dejó al descubierto que su rabia también es contra el semanario Proceso donde aparecen las contribuciones de John Ackerman. Este virulento ataque –guardando las proporciones–, se parece al caso del español que por las redes amenazó de muerte a un dirigente de Cataluña. Zavala quiere la expulsión del país del periodista mexicano, sólo porque no le parecen de su agrado las opiniones de éste. Aunque confiesa en su publicación (El Financiero: 19/I/18), que su ataque anticomunista le valió “una verdadera madriza”. Además, hay que aclara que miente al decir que no tiene militancia, cuando es panista y apoya a su hermana Margarita.
III. El tal Zavala se comportó como Trump al pedir –así sea en broma, que no lo es porque claramente demuestra sus odios racistas–, que expulsen a mexicanos por que le caen mal ideológicamente. Pide, sin saberlo, la capitis diminutio máxima para el intelectual, investigador y periodista John Ackerman; y basado en un anticomunismo transnochado quiere justificarse pseudoarmentando que un “chistorete”. Pero fue una demanda de expulsión actuando como un Trump panista. Por eso es que las respuestas a su ataque lo exhibieron como un integrante, además del PAN calderonista, del PUP, y su nota para justificar su neonazismo fue para querer salirse por la tangente. Mejor debería canalizar sus fobias contra López Obrador, contra su igual Ricardo Anaya, en lugar de escribir disparates con fines perversos. Y dejar de ocuparse de la oposición de centro-izquierda. Aunque está en su completa libertad constitucional, la que le niega a John Ackerman.
cepedaneri@prodigy.net.mx
II. Ese Ignacio Zavala, entre veras y bromas demandó en su en su portal la expulsión del jurista y periodista John Ackerman (investigador de la UNAM y puntual analista en la revista Proceso. Debido a eso, el periodista-caricaturista Patricio, convocó que ese Zavala fuera expulsado de nuestro país “por pendejo”. Y es que Zavala se asumió como el Trump del PAN en ruinas, con una propuesta que tenía tufo de odio nazi. E implícitamente dejó al descubierto que su rabia también es contra el semanario Proceso donde aparecen las contribuciones de John Ackerman. Este virulento ataque –guardando las proporciones–, se parece al caso del español que por las redes amenazó de muerte a un dirigente de Cataluña. Zavala quiere la expulsión del país del periodista mexicano, sólo porque no le parecen de su agrado las opiniones de éste. Aunque confiesa en su publicación (El Financiero: 19/I/18), que su ataque anticomunista le valió “una verdadera madriza”. Además, hay que aclara que miente al decir que no tiene militancia, cuando es panista y apoya a su hermana Margarita.
III. El tal Zavala se comportó como Trump al pedir –así sea en broma, que no lo es porque claramente demuestra sus odios racistas–, que expulsen a mexicanos por que le caen mal ideológicamente. Pide, sin saberlo, la capitis diminutio máxima para el intelectual, investigador y periodista John Ackerman; y basado en un anticomunismo transnochado quiere justificarse pseudoarmentando que un “chistorete”. Pero fue una demanda de expulsión actuando como un Trump panista. Por eso es que las respuestas a su ataque lo exhibieron como un integrante, además del PAN calderonista, del PUP, y su nota para justificar su neonazismo fue para querer salirse por la tangente. Mejor debería canalizar sus fobias contra López Obrador, contra su igual Ricardo Anaya, en lugar de escribir disparates con fines perversos. Y dejar de ocuparse de la oposición de centro-izquierda. Aunque está en su completa libertad constitucional, la que le niega a John Ackerman.
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