domingo, 15 de abril de 2018

La gestación subrogada: intervencionista y antiliberal


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La gestación subrogada: intervencionista y antiliberal


Actualmente, la Ley de Reproducción Asistida vigente en España considera nulos los contratos de gestación subrogada (GS), por lo que esta práctica es ilegal en España, aunque muchas parejas acudan a países extranjeros que sí permiten esta forma de maternidad. El Comité de Bioética de España, por ello, se ha pronunciado en contra, e insta a prohibir esta posibilidad a nivel internacional. En el panorama político español solo Ciudadanos ha registrado una proposición de ley reguladora del derecho a la gestación por subrogación. Ciudadanos presentó una normativa extensa, garantista, en principio guiada por el altruismo y no por la intención comercial.
Las reacciones en el arco político no han tardado en aparecer y no se alinean para nada en lo que tradicionalmente se entiende por izquierda o derecha. Por un lado vemos una extraña confluencia entre conservadores y feministas, por parecidos motivos como la denuncia de la mercantilización de la vida o del cuerpo de la mujer. Y por otro, observamos en la izquierda una guerra intestina entre gays y feministas por este tema que parecen haber ganado, de momento, los feministas. Finalmente, Podemos y PSOE han terminado tomando postura en contra de la GS.
El argumento es el mismo que el usado para la legalización de la prostitución: que el cuerpo es propiedad privada
En el otro extremo, además de Ciudadanos, estarían los partidarios de la legalización o la más radical despenalización y comercialización: tenemos al corporativismo médico que harían negocio con el nuevo producto o servicio (Sociedad Española de Fertilidad), y sus clientes (Son nuestros hijos, Asociación por la Gestación Subrogada en España), al lobby gay en su mayoría, el Partido Libertario y grupos o activistas de esta corriente ideológica liberal-libertaria como Juan Ramón Rallo. Aquí el argumento es el mismo que el usado para la legalización de la prostitución: que el cuerpo es propiedad privada y que las mujeres adultas, fértiles y en plenas facultades, tienen derecho y la libertad de firmar los contratos de prestación de servicios o productos derivados de su cuerpo que consideren.
La gestación subrogada: intervencionista y antiliberal

¿Quién de todos ellos tiene razón?

Lo primero que hay que tener claro es que no existe un supuesto derecho positivo a tener familia. Tener hijos es una capacidad que algunas personas tienen y otras, por la razón que sea, no. Tenemos derecho negativo a que nadie nos impida ejercer esta capacidad reproductiva, a que nadie nos impida reconocer los hijos engendrados o recibidos legalmente en adopción, pero no tenemos el derecho positivo a tener un hijo por cualquier medio.
No existe un derecho positivo a la adopción, sino un derecho del niño desamparado a poder ser adoptado
Un hijo no puede comprarse, del mismo modo que no existe un derecho positivo a la adopción, sino un derecho del niño desamparado a poder ser adoptado, que es algo diferente. Los niños no son mascotas o esclavos que puedan comprarse o poseerse, no son objetos. Son sujetos de derecho igual que el adulto. Es inmoral transferir a un niño inocente el sufrimiento causado por la inmadurez, el narcisismo y el egoísmo de los adolescentes eternos de nuestra sociedad: varones homosexuales que no asumen del todo su orientación y creen que ser padres es como comprarse un caniche. O mujeres que postergaron la maternidad en sus años más fértiles y con cuarenta años se encuentran con problemas para concebir, o aquellas que viven de su imagen o físico y no quieren deformar su cuerpo con un embarazo.
No es cierto que la GS sea completamente altruista aun cuando la mujer gestante se niegue a recibir un solo euro, incluso por resarcimiento de gastos médicos básicos. Todo el tratamiento supone servicios médicos prestados que se cobran y son pagados. Hay una parte interesada que se lucra con toda esta cuestión, que es la de las clínicas, los intermediarios comerciales y su personal médico-sanitario.
Como liberales no deberíamos tener prejuicios anticapitalistas en principio, pero creo que nadie sensato rechazará que no todo puede ser objeto de comercio y lucro en un marco ético de convivencia. Aunque seamos partidarios de la legalización de la prostitución voluntaria, nadie con un mínimo de decencia le dejará de parecer mal la trata de blancas o la compra de estos servicios a mujeres pobres o vulnerables, menores, inmigrantes o de minorías étnicas o raciales, algo que aparte de ilegal, es inmoral, carente de toda ética. Un marco regulatorio que no fuese sumamente garantista con los derechos de las mujeres no es un buen marco para la gestación subrogada.
Los libertarios en este tema pecan del mismo construccionismo o ingeniería social, cientificismo, ingenuidad adánica, reduccionismo economicista, y deseos de ser aprendices de mago que en el campo económico achacan a los socialistas
La separación de la gestación de la maternidad nos hace perder el sentido psico-biológico de la última y de la crianza respetuosa con el bebé. Los libertarios en este tema pecan del mismo construccionismo o ingeniería social, cientificismo, ingenuidad adánica, reduccionismo economicista, y deseos de ser aprendices de mago que en el campo económico achacan a los socialistas. No es cierto que madre sea o pueda ser solo la que provee la carga genética. La vida es una mezcla de genética y entorno, de epigenética, como demuestran fenómenos como el microquimerismo fetal.
Independientemente de la carga genética, la gestación, como relación simbiótica que es, establece un vínculo instintivo entre la madre gestante y el feto o neonato que se prolonga más allá de los nueve meses que se lleva en su seno: el bebé requiere de otros nueve meses de exterogestación, fundamentales en su desarrollo vital y que incluyen, idealmente, la lactancia materna a demanda y el mayor contacto piel con piel con la madre. De hecho, aunque pueda darse una gestación subrogada, la maternidad, la crianza de la madre que ha gestado, no puede subrogarse.
La separación de madre gestante e hijo es una forma de violencia obstétrica contra el bienestar de ambos
La gestación subrogada: intervencionista y antiliberal
No se puede criar bien mediante persona interpuesta. Como señala la psiquiatra infantil Ibone Olza, la maternidad no es lo mismo que la paternidad (o el maternaje), la biología es políticamente incorrecta. La separación de madre gestante e hijo es una forma de violencia obstétrica contra el bienestar de ambos. Someterse a un tratamiento de fecundación sin un consentimiento informado, programar una cesárea innecesaria o intervenir médicamente la gestación y el parto cuando no existen complicaciones de salud de la madre gestante que justifiquen esta intervención, por conveniencia de la agenda de los padres subrogantes o del personal médico, también es violencia obstétrica. La recuperación de una mujer en un puerperio sin bebé puede ser física y psicológicamente devastadora. Cualquiera que haya vivido una muerte perinatal de cerca puede atestiguar la huella profunda que este hecho deja en la vida de la mujer.
Y no creo que pueda equipararse esta situación a la adopción. La separación entre madre gestante e hijo es algo que le sucede al menor. Mientras que en la gestación subrogada es algo que le hacemos al pequeño. La adopción es un intento de remedio a un mal. Lo otro es la causa premeditada de un daño al niño y, eventualmente, a la madre gestante. Los psicólogos hablan de la “herida primal” que se produce en el niño que es separado de su madre y que muchos adoptados reconocen aún llevar de adultos. Exista o no la realidad a la que alude de esta metáfora, en cualquier caso, uno de los actos que ayudan a curar esta herida psicológica es saber su causa u origen. Es un derecho del niño poder saber la identidad de la madre que lo gestó, algo que se le quiere negar con la gestación subrogada que prima la filiación y la custodia de los padres de intención.
El niño puede acabar desamparado en un hospital o un orfanato. Ya está pasando en los países donde hay contrato de garantía y derecho de devolución para los padres subrogantes.
Todo el asunto de la interrupción voluntaria del embarazo no puede gestionarse por contrato. Es completamente contrario a toda ética o moral que cualquiera de las partes involucradas recurra al aborto por la razón que no sea estrictamente médica y de vida o muerte para la madre. E igualmente es aberrante que la madre gestante tenga que poner en riesgo su vida, o ver restringidos sus derechos legítimos, por cumplir un contrato. Del mismo modo que, en caso de malformación, enfermedad o trauma físico, y el niño sea rechazado por los padres de intención y la madre gestante, pueda acabar desamparado en un hospital o un orfanato. Este es un escenario espeluznante que ya está pasando en los países donde hay contrato de garantía y derecho de devolución para los padres subrogantes.
La gestación subrogada: intervencionista y antiliberal

¿Debemos entonces oponernos a todos los casos de gestación subrogada?

Yo diría que aquellos que no atentan contra el bienestar del bebé y de la madre gestante podrían ser contemplados como posibles. Aquellos casos que son altruistas del mismo modo que una donación de órganos, en los que el niño es criado y gestado por mujeres que deciden ayudar a criar al niño después de su gestación, podrían contemplarse. Por ejemplo: tías que gestan y lactan a sus sobrinos para ayudar a una hermana que perdió el útero, o lesbianas que deciden gestar el óvulo fecundado de su pareja mediante un donante de esperma. En estos casos el niño no sería separado de su madre gestante y el vínculo familiar o afectivo entre mujeres sirve de garantía de que una situación de abuso o desamparo sea más improbable.
El dinero, lo económico, no lo es todo en la visión liberal del mundo
El dinero, lo económico, no lo es todo en la visión liberal del mundo como bien dice Mario Vargas Llosa en su último libro. La vida, lo orgánico, es un orden espontáneo emergente. Si hay algo en los seres humanos que aún sigue estando apegado al instinto animal, biológico, es el sexo, la reproducción, la gestación, el parto y la crianza de los bebés. Querer intervenir en este orden espontáneo, además de ser en términos hayekianos, una fatal arrogancia, es generador de desorden y caos en el plano biológico, psicológico y social de estos procesos autoorganizados. Regular sí, no queda más remedio, los españoles están saliendo de su país a subrogar la gestación de sus hijos. Esta es una realidad que ya existe en nuestra sociedad. Pero igualmente sería partidario de ser muy restrictivo con los casos posibles en España y de españoles en el extranjero para evitar el manejo poco ético de la vida humana en la GS.

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