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reporteindigo.comTodos ganaron
Ramón Alberto Garza
Al final, en un debate como el del domingo, todos ganan.
El problema es si ganamos nosotros, el pueblo de México.
No hay que seguir dándole vueltas. Son distintos públicos e impactos y hay que buscar el impacto, pero no en las respuestas apresuradas de una llamada telefónica.
El impacto se verá hasta el primero de julio qu
e es la encuesta definitiva. Pero mientras tanto hay que reconocer que lo que estaba perdido de antemano, que era el papel en los debates no le está saliendo mal al puntero.
En segundo, al Golden Boy las cosas se le van complicando, sobre todo, porque una cosa es ser muy brillante en explicar lo inexplicable y otra, es dejar cada semana o mes una pregunta importante sobre su comportamiento sin responder.
En cuanto a Meade, siempre fue el más preparado, el que debería ser. Eso hubiera sido en el mundo antes de que se inventara el internet o de que Donald Trump estuviera sentado en el sillón de la oficina de la Casa Blanca.
Ahora, lo importante es saber que ya ninguno de los candidatos podrá seguir rehuyendo a los grandes temas. Me da igual el tercer debate, para mí ya empezó.
Y quiero saber qué piensan con relación a la economía, la violencia, la corrupción y la impunidad.
Las campañas electorales siempre se han hecho para que podamos oír, sentir, tocar y ver cómo es la dimensión humana del candidato.
Por eso ahora uno no se puede basar en las técnicas electorales que hay, para simplemente referirte a que consultes una página de internet, sobre qué es lo que piensan hacer. Eso simplemente no nos sirve.
Son muchos y básicos los pendientes que en México tienen que ser respondidos por quien pretende gobernarnos.
El más importante es: “Quiero el poder para esto y con quién lo quiero”.
Volvemos a la previsión de un país partido a tercios, yo personalmente no lo creo, pero ese es el cálculo electoral que se está haciendo.
Si es así, el tercio mayor será el que gobernará. Pero en cualquier caso una cosa es ganar y otra es gobernar.
Tal como veo la situación tan grave y tan agónica del país, y como lo reflejan nuestros candidatos, por encima de las bromas, los chascarrillos o los insultos, el país está en una coyuntura en la que no basta una sola fuerza para poder sacar al buey de la barranca.
¿Estamos listos para un gobierno de unidad nacional? Esa es la gran pregunta y, al mismo tiempo la respuesta.
Puede darse el caso de que se gane y no se pueda gobernar. Y para eso hay que tener una respuesta y hay que tenerla ya.
Eso afecta a todos los candidatos, pero sobre todo es responsabilidad del puntero.
Igual que la política exterior, la económica y social están hechas por expertos en capítulos. Necesitamos saber verdaderamente con quién piensa contar a la hora de gobernar. Dicho de otra manera, si es el candidato de la inclusión, de la paz o de la exclusión y del enfrentamiento.
Llegó la hora de plantearlo en estos términos.
El problema es si ganamos nosotros, el pueblo de México.
No hay que seguir dándole vueltas. Son distintos públicos e impactos y hay que buscar el impacto, pero no en las respuestas apresuradas de una llamada telefónica.
El impacto se verá hasta el primero de julio qu
e es la encuesta definitiva. Pero mientras tanto hay que reconocer que lo que estaba perdido de antemano, que era el papel en los debates no le está saliendo mal al puntero.
En segundo, al Golden Boy las cosas se le van complicando, sobre todo, porque una cosa es ser muy brillante en explicar lo inexplicable y otra, es dejar cada semana o mes una pregunta importante sobre su comportamiento sin responder.
En cuanto a Meade, siempre fue el más preparado, el que debería ser. Eso hubiera sido en el mundo antes de que se inventara el internet o de que Donald Trump estuviera sentado en el sillón de la oficina de la Casa Blanca.
Ahora, lo importante es saber que ya ninguno de los candidatos podrá seguir rehuyendo a los grandes temas. Me da igual el tercer debate, para mí ya empezó.
Y quiero saber qué piensan con relación a la economía, la violencia, la corrupción y la impunidad.
Las campañas electorales siempre se han hecho para que podamos oír, sentir, tocar y ver cómo es la dimensión humana del candidato.
Por eso ahora uno no se puede basar en las técnicas electorales que hay, para simplemente referirte a que consultes una página de internet, sobre qué es lo que piensan hacer. Eso simplemente no nos sirve.
Son muchos y básicos los pendientes que en México tienen que ser respondidos por quien pretende gobernarnos.
El más importante es: “Quiero el poder para esto y con quién lo quiero”.
Volvemos a la previsión de un país partido a tercios, yo personalmente no lo creo, pero ese es el cálculo electoral que se está haciendo.
Si es así, el tercio mayor será el que gobernará. Pero en cualquier caso una cosa es ganar y otra es gobernar.
Tal como veo la situación tan grave y tan agónica del país, y como lo reflejan nuestros candidatos, por encima de las bromas, los chascarrillos o los insultos, el país está en una coyuntura en la que no basta una sola fuerza para poder sacar al buey de la barranca.
¿Estamos listos para un gobierno de unidad nacional? Esa es la gran pregunta y, al mismo tiempo la respuesta.
Puede darse el caso de que se gane y no se pueda gobernar. Y para eso hay que tener una respuesta y hay que tenerla ya.
Eso afecta a todos los candidatos, pero sobre todo es responsabilidad del puntero.
Igual que la política exterior, la económica y social están hechas por expertos en capítulos. Necesitamos saber verdaderamente con quién piensa contar a la hora de gobernar. Dicho de otra manera, si es el candidato de la inclusión, de la paz o de la exclusión y del enfrentamiento.
Llegó la hora de plantearlo en estos términos.
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