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kaosenlared.netEntrevista a una ex soldado Israelí: ‘Israel es el Estado más fascista que conozco’
“Se
hace muy difícil seguir viviendo cuando te das cuenta de las
atrocidades que has cometido y el por qué las has cometido, por eso hay
tantos suicidios en las IDF (Israeli Defense Forces), igual que en el
ejército de los Estados Unidos”
Sarit Jacobsohn es una artista israelí de 42 años. Sarit proviene de
una familia de judíos alemanes, polacos, y rusos que llegaron a
palestina mucho antes de la creación del régimen sionista.
En los años 20, debido a los enfrentamientos entre las organizaciones sionistas y la población local, decidieron irse a Chipre, ya que temían sufrir las represalias del pueblo palestino ante los crecientes ataques por parte de las organizaciones sionistas.
Cincuenta años más tarde, en la década de los 70, su madre decidió volver a Palestina. En aquellos tiempos Sarit tenía unos 6 años. Desde entonces vivieron en Tel Aviv.
¿Vives en Israel en la actualidad?
No, actualmente vivo en Tennessee, Estados Unidos. Después de dejar el servicio militar decidí irme de Palestina, ya no quería vivir ahí.
¿Y tu familia? ¿Aun vive en Tel Aviv?
No, mi madre volvió a Chipre y mi hermana mayor vive en Inglaterra. Mucha gente se está yendo de Israel. Sobretodo en el caso de una mujer no es un buen lugar para vivir, hay muchísimas violaciones y lo peor es que el gobierno, el ejército y la seguridad toleran esta violencia contra la mujer. Es parte del proceso de corrupción de la propia sociedad israelí por tantos años de ocupación.
¿Qué idea tenías de los palestinos cuando eras pequeña? ¿Qué sabíaas de la ocupación, el conflicto, etc.?
Cuando era pequeña solo sabía que los palestinos eran una gente que vivía en el mismo país que nosotros y que nuestro gobierno estaba enfrentado con algunas de sus facciones. Y podría decir que tenía miedo de esas facciones de palestinos.
¿Cuál fue la primera experiencia que te hizo pensar que algo estaba mal en Israel?
Bueno, cuando recién habíamos llegado le ofrecieron a mi madre ir a vivir a un asentamiento en Cisjordania. Ahí no pagaríamos impuestos, nos darían una casa enorme pagando muy poco, la comida ahí la venden a menos de la mitad del precio real y más ventajas de este tipo. A pesar de ser muy pequeña le dije a mi madre que no quería, que seguro que había algo mal si nos daban tantas cosas a cambio de vivir ahí. Por suerte mi madre no aceptó. Años más tarde, mi hermana, 8 años mayor que yo, tuvo que ir a hacer el servicio militar obligatorio, y recuerdo que siempre que venía a casa nos contaba las cosas horribles que les obligaban a hacer.
¿Esta fue la experiencia que te abrió los ojos?
No realmente. La experiencia que podría decirse que me abrió definitivamente los ojos fue a los 16 años. Entonces una profesora en el colegio nos dijo que las organizaciones terroristas sionistas que operaban en Palestina antes de la creación de Israel, son las que se convirtieron en 1948 en el ejercito Israelí. ¡Debió ser muy izquierdista! (risas)
No hay que olvidar que todas estas organizaciones sionistas son el origen del terrorismo moderno.
¿Has estado alguna vez en Gaza o Cisjordania?
Sí, en los dos sitios. Toda la vida me dijeron que no podía ir ahí, que era peligroso y que me querrían matar. Por suerte no les hice caso y fui, una de las ventajas de ser rebelde (risas).
¿Y como fue tu experiencia?
Desde el primer momento vi que lo que me habían dicho era mentira. Los palestinos fueron maravillosos conmigo. Y puedo decir que no he conocido a ningún israelí que haya sido recibido con rechazo o violencia por parte de los palestinos en Gaza o Cisjordania, a pesar de todos estos años de opresión, todos los israelís que conozco que han estado ahí han tenido experiencias parecidas a la mía.
Háblanos de tu experiencia en el ejército:
Fue el infierno. Nunca sentí miedo de ser herida o muerta, pero estaba aterrada ante la idea de tener que hacer daño a alguien. En el campo de entrenamiento nos hacían hacer guardia por turnos, yo lo odiaba, no podía parar de pensar que no quería disparar a nadie.
¿Dónde fue tu entrenamiento?
No lo se. Nos llevaban de un sitio a otro sin decirnos nada. No sabíamos donde estábamos la mayor parte del tiempo. Un día, de repente, nos dijeron que estábamos en el Líbano y nos ordenaron que cargáramos nuestras armas. Yo no lo hice, no cargué mi arma, y hoy me siento muy orgullosa de mi misma por ello. Simplemente creo que esa no es forma de entrar en el país de alguien.
¿Cuánto tiempo estuviste en el ejército?
Sólo cuatro meses. Desde el momento en que empecé estuve intentando dejarlo. Cada día iba a hablar con el psiquiatra para explicarle los motivos por los que no quería estar ahí. Le daba igual que yo no quisiera hacer daño a nadie. Un día, sin pensar que ese comentario tendría ninguna importancia, le dije que yo amo a los palestinos. Eso le cambió la cara, entonces si decidieron que yo no podía estar ahí y me echaron declarándome demente.
¿Tu caso es excepcional o hay más gente como tú?
Hay muchos casos así. Cada día cuando iba al psiquiatra tenía que esperar durante horas, eso estaba lleno de hombres y mujeres llorando desconsoladamente. Ellos me contaban sobre los crímenes de guerra y las atrocidades que habían cometido, y si yo intentaba consolarlos se ponían aun peor. Era imposible hacer que dejaran de llorar. Se hace muy difícil seguir viviendo cuando te das cuenta de las atrocidades que has cometido y el por qué las has cometido, por eso hay tantos suicidios en las IDF (Fuerzas de Ocupación de Israel), igual que en el Ejército de los Estados Unidos.
¿Cómo puede ser entonces que todas estas cosas sigan pasando? ¿Cómo puede ser que la sociedad israelí lo acepte?
Hay varios motivos, pero el principal es la islamofobia y el racismo que hay en Israel. Desde pequeño te educan para temer a los árabes y a los musulmanes. A mi se me pasó cuando fui de vacaciones a Egipto. De golpe vi que todo eso era mentira y que la sociedad árabe es mucho mejor que la nuestra en algunos aspectos. Desde luego es mucho menos capitalista, para ellos las relaciones humanas son más importantes.
¿Ha sido difícil para ti tener esta posición política y social?
Si, mucho. Para empezar perdí a la mayoría de mis amigos. Además se hace difícil aceptar que la gente que querías, tus amigos, tus vecinos, son partícipes de algo tan horrible. Que lo aceptan e incluso colaboran con ello.
¿Cuál es la solución que tu defiendes?
Para mí el problema es de derechos humanos. Para mí no existe el conflicto religioso. Yo me entiendo perfectamente con los musulmanes de todo tipo, poco religiosos, muy religiosos, nada religiosos. Nuestras religiones son muy parecidas y tienen los mismos valores. Por lo tanto yo ni quiero ni creo en la separación de dos Estados. Yo defiendo la solución de un Estado Palestino en que todos vivamos en igualdad de derechos. Yo quiero vivir con mis hermanos y hermanas palestinos, porque así es como los veo, como mis hermanos.
Espero un día poder volver a Palestina en esas condiciones. Y desde luego si se dieran los dos Estados iría antes a vivir al Estado Palestino que a Israel. Tengo demasiado odio contra la que en teoría es “mi gente” por todo lo que han hecho y siguen haciendo. Creo que no saben nada de lo que es ser judío. A mi cuando estudié la Torá me enseñaron cosas totalmente opuestas a lo que están haciendo los sionistas desde hace casi siete décadas.
¿Crees que hay alguna posibilidad de cambio dentro de la sociedad israelí?¿ O crees que por fuerza el cambio tendrá que venir de fuera?
El cambio tiene que venir de fuera. En Israel hay mucha gente, más de la que parece, trabajando y organizándose por la revolución y por la creación de un estado con igualdad de derechos, sin embargo, Israel es el régimen más fascista que he visto en el mundo y nunca permitirá un cambio desde dentro. La gente de izquierda tiene miedo incluso de hablar, ya que su opinión les haría perder el trabajo. Por ello el BDS (campaña internacional de Boicot, Sanciones y Desinversiones contra productos, asociaciones e instituciones israelíes) es nuestra mejor arma para acabar con la ocupación y el genocidio en Palestina. También tenemos que hacer entender a la gente que los palestinos son semitas y que son los sionistas los auténticos antisemitas. Otra cosa que la gente tiene que saber y aceptar es que Israel está controlado por los Rothschild, ellos compraron Palestina después de apoyar a los Nazis en Alemania y nunca han perdido el poder.
¿Hay alguna otra experiencia de la que quieras hablar?
Si. Otra de las cosas que me abrieron los ojos fueron las amenazas de muerte. En el momento en que empecé a hablar abiertamente de la ocupación, el robo de tierras, la limpieza étnica y todas estas cosas, automáticamente empecé a recibir amenazas de muerte y demás mensajes horribles de la gente que hasta ese momento eran mis vecinos, mis conciudadanos. Eso me dejó en shock, porque si me hacían eso a mi, que soy judía e israelí como ellos, qué no harían a los palestinos a los que tanto odian y a los que no protege la ley.
En los años 20, debido a los enfrentamientos entre las organizaciones sionistas y la población local, decidieron irse a Chipre, ya que temían sufrir las represalias del pueblo palestino ante los crecientes ataques por parte de las organizaciones sionistas.
Cincuenta años más tarde, en la década de los 70, su madre decidió volver a Palestina. En aquellos tiempos Sarit tenía unos 6 años. Desde entonces vivieron en Tel Aviv.
¿Vives en Israel en la actualidad?
No, actualmente vivo en Tennessee, Estados Unidos. Después de dejar el servicio militar decidí irme de Palestina, ya no quería vivir ahí.
¿Y tu familia? ¿Aun vive en Tel Aviv?
No, mi madre volvió a Chipre y mi hermana mayor vive en Inglaterra. Mucha gente se está yendo de Israel. Sobretodo en el caso de una mujer no es un buen lugar para vivir, hay muchísimas violaciones y lo peor es que el gobierno, el ejército y la seguridad toleran esta violencia contra la mujer. Es parte del proceso de corrupción de la propia sociedad israelí por tantos años de ocupación.
¿Qué idea tenías de los palestinos cuando eras pequeña? ¿Qué sabíaas de la ocupación, el conflicto, etc.?
Cuando era pequeña solo sabía que los palestinos eran una gente que vivía en el mismo país que nosotros y que nuestro gobierno estaba enfrentado con algunas de sus facciones. Y podría decir que tenía miedo de esas facciones de palestinos.
¿Cuál fue la primera experiencia que te hizo pensar que algo estaba mal en Israel?
Bueno, cuando recién habíamos llegado le ofrecieron a mi madre ir a vivir a un asentamiento en Cisjordania. Ahí no pagaríamos impuestos, nos darían una casa enorme pagando muy poco, la comida ahí la venden a menos de la mitad del precio real y más ventajas de este tipo. A pesar de ser muy pequeña le dije a mi madre que no quería, que seguro que había algo mal si nos daban tantas cosas a cambio de vivir ahí. Por suerte mi madre no aceptó. Años más tarde, mi hermana, 8 años mayor que yo, tuvo que ir a hacer el servicio militar obligatorio, y recuerdo que siempre que venía a casa nos contaba las cosas horribles que les obligaban a hacer.
¿Esta fue la experiencia que te abrió los ojos?
No realmente. La experiencia que podría decirse que me abrió definitivamente los ojos fue a los 16 años. Entonces una profesora en el colegio nos dijo que las organizaciones terroristas sionistas que operaban en Palestina antes de la creación de Israel, son las que se convirtieron en 1948 en el ejercito Israelí. ¡Debió ser muy izquierdista! (risas)
No hay que olvidar que todas estas organizaciones sionistas son el origen del terrorismo moderno.
¿Has estado alguna vez en Gaza o Cisjordania?
Sí, en los dos sitios. Toda la vida me dijeron que no podía ir ahí, que era peligroso y que me querrían matar. Por suerte no les hice caso y fui, una de las ventajas de ser rebelde (risas).
¿Y como fue tu experiencia?
Desde el primer momento vi que lo que me habían dicho era mentira. Los palestinos fueron maravillosos conmigo. Y puedo decir que no he conocido a ningún israelí que haya sido recibido con rechazo o violencia por parte de los palestinos en Gaza o Cisjordania, a pesar de todos estos años de opresión, todos los israelís que conozco que han estado ahí han tenido experiencias parecidas a la mía.
Háblanos de tu experiencia en el ejército:
Fue el infierno. Nunca sentí miedo de ser herida o muerta, pero estaba aterrada ante la idea de tener que hacer daño a alguien. En el campo de entrenamiento nos hacían hacer guardia por turnos, yo lo odiaba, no podía parar de pensar que no quería disparar a nadie.
¿Dónde fue tu entrenamiento?
No lo se. Nos llevaban de un sitio a otro sin decirnos nada. No sabíamos donde estábamos la mayor parte del tiempo. Un día, de repente, nos dijeron que estábamos en el Líbano y nos ordenaron que cargáramos nuestras armas. Yo no lo hice, no cargué mi arma, y hoy me siento muy orgullosa de mi misma por ello. Simplemente creo que esa no es forma de entrar en el país de alguien.
¿Cuánto tiempo estuviste en el ejército?
Sólo cuatro meses. Desde el momento en que empecé estuve intentando dejarlo. Cada día iba a hablar con el psiquiatra para explicarle los motivos por los que no quería estar ahí. Le daba igual que yo no quisiera hacer daño a nadie. Un día, sin pensar que ese comentario tendría ninguna importancia, le dije que yo amo a los palestinos. Eso le cambió la cara, entonces si decidieron que yo no podía estar ahí y me echaron declarándome demente.
¿Tu caso es excepcional o hay más gente como tú?
Hay muchos casos así. Cada día cuando iba al psiquiatra tenía que esperar durante horas, eso estaba lleno de hombres y mujeres llorando desconsoladamente. Ellos me contaban sobre los crímenes de guerra y las atrocidades que habían cometido, y si yo intentaba consolarlos se ponían aun peor. Era imposible hacer que dejaran de llorar. Se hace muy difícil seguir viviendo cuando te das cuenta de las atrocidades que has cometido y el por qué las has cometido, por eso hay tantos suicidios en las IDF (Fuerzas de Ocupación de Israel), igual que en el Ejército de los Estados Unidos.
¿Cómo puede ser entonces que todas estas cosas sigan pasando? ¿Cómo puede ser que la sociedad israelí lo acepte?
Hay varios motivos, pero el principal es la islamofobia y el racismo que hay en Israel. Desde pequeño te educan para temer a los árabes y a los musulmanes. A mi se me pasó cuando fui de vacaciones a Egipto. De golpe vi que todo eso era mentira y que la sociedad árabe es mucho mejor que la nuestra en algunos aspectos. Desde luego es mucho menos capitalista, para ellos las relaciones humanas son más importantes.
¿Ha sido difícil para ti tener esta posición política y social?
Si, mucho. Para empezar perdí a la mayoría de mis amigos. Además se hace difícil aceptar que la gente que querías, tus amigos, tus vecinos, son partícipes de algo tan horrible. Que lo aceptan e incluso colaboran con ello.
¿Cuál es la solución que tu defiendes?
Para mí el problema es de derechos humanos. Para mí no existe el conflicto religioso. Yo me entiendo perfectamente con los musulmanes de todo tipo, poco religiosos, muy religiosos, nada religiosos. Nuestras religiones son muy parecidas y tienen los mismos valores. Por lo tanto yo ni quiero ni creo en la separación de dos Estados. Yo defiendo la solución de un Estado Palestino en que todos vivamos en igualdad de derechos. Yo quiero vivir con mis hermanos y hermanas palestinos, porque así es como los veo, como mis hermanos.
Espero un día poder volver a Palestina en esas condiciones. Y desde luego si se dieran los dos Estados iría antes a vivir al Estado Palestino que a Israel. Tengo demasiado odio contra la que en teoría es “mi gente” por todo lo que han hecho y siguen haciendo. Creo que no saben nada de lo que es ser judío. A mi cuando estudié la Torá me enseñaron cosas totalmente opuestas a lo que están haciendo los sionistas desde hace casi siete décadas.
¿Crees que hay alguna posibilidad de cambio dentro de la sociedad israelí?¿ O crees que por fuerza el cambio tendrá que venir de fuera?
El cambio tiene que venir de fuera. En Israel hay mucha gente, más de la que parece, trabajando y organizándose por la revolución y por la creación de un estado con igualdad de derechos, sin embargo, Israel es el régimen más fascista que he visto en el mundo y nunca permitirá un cambio desde dentro. La gente de izquierda tiene miedo incluso de hablar, ya que su opinión les haría perder el trabajo. Por ello el BDS (campaña internacional de Boicot, Sanciones y Desinversiones contra productos, asociaciones e instituciones israelíes) es nuestra mejor arma para acabar con la ocupación y el genocidio en Palestina. También tenemos que hacer entender a la gente que los palestinos son semitas y que son los sionistas los auténticos antisemitas. Otra cosa que la gente tiene que saber y aceptar es que Israel está controlado por los Rothschild, ellos compraron Palestina después de apoyar a los Nazis en Alemania y nunca han perdido el poder.
¿Hay alguna otra experiencia de la que quieras hablar?
Si. Otra de las cosas que me abrieron los ojos fueron las amenazas de muerte. En el momento en que empecé a hablar abiertamente de la ocupación, el robo de tierras, la limpieza étnica y todas estas cosas, automáticamente empecé a recibir amenazas de muerte y demás mensajes horribles de la gente que hasta ese momento eran mis vecinos, mis conciudadanos. Eso me dejó en shock, porque si me hacían eso a mi, que soy judía e israelí como ellos, qué no harían a los palestinos a los que tanto odian y a los que no protege la ley.
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