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¿Cuáles son los motivos ocultos del apoyo saudí a los extremistas?
En
las últimas décadas, Arabia Saudí ha sido el principal patrocinador de
los grupos extremistas en Oriente Medio. Riad se vale del wahabismo y de
los grupos radicales como instrumento para aumentar su influencia en la
región.
En este artículo pretendemos estudiar el porqué del apoyo saudí a los grupos extremistas y las consecuencias que podría conllevar este respaldo incondicional para la propia monarquía árabe.
Un repaso a la biografía de los líderes de grupos radicales pone de relieve que la mayoría tienen nacionalidad saudí, han sido entrenados en las escuelas wahabíes o reciben apoyo logístico y financiero de Riad. Las palabras del presidente de EEUU, Donald Trump, durante la campaña presidencial de 2016, corroboran estas afirmaciones. En este contexto, no se puede negar el rol saudí en la formación y apoyo de grupos radicales como Al-Qaeda, Talibán, Daesh, Boko Haram, entre otros.
Motivos oculto del apoyo a los extremistas
Existen varias razones detrás de este apoyo. La primera radica en la confrontación con el poderío de la República Islámica de Irán en Oriente Medio. La victoria de la Revolución Islámica iraní, en 1979, constituyó la base de la rivalidad entre Teherán y Riad por el liderazgo de la región y el mundo musulmán. Los saudíes se autoproclaman líderes del mundo suní y se esfuerzan por luchar contra el Irán chií e impedir su creciente influencia. Esta rivalidad se intensificó a partir de 2003, con el derrocamiento del régimen de Saddam Husein en Irak y que resultó en la formación de un gobierno chií. Por otra parte, la buena relación entre Irán, Siria y los movimientos de resistencia en El Líbano, Hezbolá, HAMAS y la Yihad Islámica, en Palestina, motivó el fortalecimiento del eje de la resistencia en la región. Por esta razón, Riad apoyó a los partidos y grupos suníes en Irak, además del grupo 14 de Marzo en El Líbano, secundó a los grupos salafíes y extremistas en la región, especialmente en Irak y Siria, y se esforzó por debilitar a los aliados de Teherán y frenar su influencia en la región.
Otro motivo para el apoyo saudí a los extremistas radica en las discrepancias que mantiene con el movimiento de los Hermanos Musulmanes. De hecho, estos dos presentan dos pensamientos diferentes islámicos al mundo árabe y se consideran rivales ideológicos importantes entre los países musulmanes. Esta rivalidad comenzó con el surgimiento del movimiento de los Hermanos Musulmanes en Egipto. Si bien ambos cuentan con tendencias suníes, Riad lo considera una amenaza para su existencia.
En este contexto, hay que señalar que la monarquía saudí obtiene su legitimidad de los valores religiosos y dice que nadie debe criticar y cuestionar su gobierno, mientras tanto, los Hermanos Musulmanes se oponen a un poder absoluto y autorizan las críticas al poder gobernante. Por estos motivos, las autoridades saudíes se han esforzado por apoyar a los grupos salafíes en Egipto y Siria que se oponen a este movimiento. Además recurrió a otras medidas para debilitar a los Hermanos Musulmanes, entre las cuales se pueden mencionar: el apoyo saudí al partido salafí de Al Nour contra los Hermanos Musulmanes en las elecciones de 2012 de Egipto, su respaldo al golpe militar contra el expresidente Mohamad Morsi, las inmensas ayudas financieras al Gobierno de Abdel Fatah Al Sisi, y la inclusión de este movimiento en la lista de organizaciones terroristas en marzo de 2014.
Cabe recordar que más allá de las fronteras egipcias, es decir, en Siria, la monarquía saudí también ejerce su campaña contra los Hermanos Musulmanes. En estos territorios, al contrario de Catar y Turquía, que apoyan a los grupos armados liberales afiliados a los Hermanos Musulmanes, Riad brinda apoyo a los grupos con ideología salafí-takfirí, tales como Yeish al-Islam, Ahrar al-Sham, y otros.
Consecuencias de la estrategia saudí
Cabe recordar que apoyar a los grupos salafíes y takfiríes en Siria e Irak no solo es una amenaza para otros países de la región, sino que también constituye un verdadero peligro para la seguridad nacional saudí. De hecho, Arabia Saudí, por diferentes motivos, como su posición estratégica, la ubicación de dos lugares sagrados como Meca y Medina y sus inmensos recursos petroleros, se considera un lugar perfecto para los salafíes, con el fin de establecer su tan deseado califato islámico. Razón por la cual, en los últimos dos años, la monarquía saudí se ha visto obligada a combatir a tales grupos dentro de sus propios territorios para, de esta forma, poder mantener su poderío.
Para concluir, es importante señalar que la experiencia que ha tenido la región de Oriente Medio con grupos como Daesh y Al Qaeda, nos lleva a la conclusión de que el apoyo a tales movimientos terroristas es como un cuchillo de doble filo, que puede constituir una amenaza para la seguridad de sus propios patrocinadores, tal como hemos evidenciado en las cadenas de ataques y explosiones en Europa y dentro del mismo territorio de Arabia Saudí. Por lo tanto, Riad debe buscar otra alternativa para satisfacer sus intereses, de lo contrario, se verá sumergida en una crisis institucional dentro de sus propias fronteras.
En este artículo pretendemos estudiar el porqué del apoyo saudí a los grupos extremistas y las consecuencias que podría conllevar este respaldo incondicional para la propia monarquía árabe.
Un repaso a la biografía de los líderes de grupos radicales pone de relieve que la mayoría tienen nacionalidad saudí, han sido entrenados en las escuelas wahabíes o reciben apoyo logístico y financiero de Riad. Las palabras del presidente de EEUU, Donald Trump, durante la campaña presidencial de 2016, corroboran estas afirmaciones. En este contexto, no se puede negar el rol saudí en la formación y apoyo de grupos radicales como Al-Qaeda, Talibán, Daesh, Boko Haram, entre otros.
Motivos oculto del apoyo a los extremistas
Existen varias razones detrás de este apoyo. La primera radica en la confrontación con el poderío de la República Islámica de Irán en Oriente Medio. La victoria de la Revolución Islámica iraní, en 1979, constituyó la base de la rivalidad entre Teherán y Riad por el liderazgo de la región y el mundo musulmán. Los saudíes se autoproclaman líderes del mundo suní y se esfuerzan por luchar contra el Irán chií e impedir su creciente influencia. Esta rivalidad se intensificó a partir de 2003, con el derrocamiento del régimen de Saddam Husein en Irak y que resultó en la formación de un gobierno chií. Por otra parte, la buena relación entre Irán, Siria y los movimientos de resistencia en El Líbano, Hezbolá, HAMAS y la Yihad Islámica, en Palestina, motivó el fortalecimiento del eje de la resistencia en la región. Por esta razón, Riad apoyó a los partidos y grupos suníes en Irak, además del grupo 14 de Marzo en El Líbano, secundó a los grupos salafíes y extremistas en la región, especialmente en Irak y Siria, y se esforzó por debilitar a los aliados de Teherán y frenar su influencia en la región.
Otro motivo para el apoyo saudí a los extremistas radica en las discrepancias que mantiene con el movimiento de los Hermanos Musulmanes. De hecho, estos dos presentan dos pensamientos diferentes islámicos al mundo árabe y se consideran rivales ideológicos importantes entre los países musulmanes. Esta rivalidad comenzó con el surgimiento del movimiento de los Hermanos Musulmanes en Egipto. Si bien ambos cuentan con tendencias suníes, Riad lo considera una amenaza para su existencia.
En este contexto, hay que señalar que la monarquía saudí obtiene su legitimidad de los valores religiosos y dice que nadie debe criticar y cuestionar su gobierno, mientras tanto, los Hermanos Musulmanes se oponen a un poder absoluto y autorizan las críticas al poder gobernante. Por estos motivos, las autoridades saudíes se han esforzado por apoyar a los grupos salafíes en Egipto y Siria que se oponen a este movimiento. Además recurrió a otras medidas para debilitar a los Hermanos Musulmanes, entre las cuales se pueden mencionar: el apoyo saudí al partido salafí de Al Nour contra los Hermanos Musulmanes en las elecciones de 2012 de Egipto, su respaldo al golpe militar contra el expresidente Mohamad Morsi, las inmensas ayudas financieras al Gobierno de Abdel Fatah Al Sisi, y la inclusión de este movimiento en la lista de organizaciones terroristas en marzo de 2014.
Cabe recordar que más allá de las fronteras egipcias, es decir, en Siria, la monarquía saudí también ejerce su campaña contra los Hermanos Musulmanes. En estos territorios, al contrario de Catar y Turquía, que apoyan a los grupos armados liberales afiliados a los Hermanos Musulmanes, Riad brinda apoyo a los grupos con ideología salafí-takfirí, tales como Yeish al-Islam, Ahrar al-Sham, y otros.
Consecuencias de la estrategia saudí
Cabe recordar que apoyar a los grupos salafíes y takfiríes en Siria e Irak no solo es una amenaza para otros países de la región, sino que también constituye un verdadero peligro para la seguridad nacional saudí. De hecho, Arabia Saudí, por diferentes motivos, como su posición estratégica, la ubicación de dos lugares sagrados como Meca y Medina y sus inmensos recursos petroleros, se considera un lugar perfecto para los salafíes, con el fin de establecer su tan deseado califato islámico. Razón por la cual, en los últimos dos años, la monarquía saudí se ha visto obligada a combatir a tales grupos dentro de sus propios territorios para, de esta forma, poder mantener su poderío.
Para concluir, es importante señalar que la experiencia que ha tenido la región de Oriente Medio con grupos como Daesh y Al Qaeda, nos lleva a la conclusión de que el apoyo a tales movimientos terroristas es como un cuchillo de doble filo, que puede constituir una amenaza para la seguridad de sus propios patrocinadores, tal como hemos evidenciado en las cadenas de ataques y explosiones en Europa y dentro del mismo territorio de Arabia Saudí. Por lo tanto, Riad debe buscar otra alternativa para satisfacer sus intereses, de lo contrario, se verá sumergida en una crisis institucional dentro de sus propias fronteras.
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