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Libia sumida en el caos siete años después de la "liberación" de la OTAN, ¿pero a quién le importa?
Traducido por el equipo de SOTT.net en español
Libia sigue siendo una tierra sin ley, con milicias rivales que luchan en las calles de Trípoli y más de un millón de personas que necesitan ayuda. Pero los "intervencionistas liberales" de Occidente no están interesados en la catástrofe que crearon.
"Cientos de personas escapan de la cárcel en medio de enfrentamientos mortales en Trípoli", se declaró esta semana en un titular en el sitio web de BBC News.
Más de 60 personas han muerto en los combates actuales, y otros muchos han resultado heridos y cientos de ciudadanos han sido desplazados. Los últimos disturbios comenzaron después de que la 7ª Brigada de Infantería "Kaniat" de Tarhuna avanzara hacia la capital desde el sur y se enfrentara a una coalición de milicias de Trípoli.
Es muy difícil seguir el ritmo de quién está luchando contra quién. Si usted piensa que la situación en Siria es complicada, no ha prestado mucha atención a Libia. Como reconoce el artículo de la BBC: "Libia ha encarado un caos continuo desde que las fuerzas milicianas apoyadas por la OTAN, algunas de ellas rivales, derrocaran al coronel Gaddafi en octubre de 2011".
Libia tiene gobiernos rivales, pero ni siquiera éstos controlan la mayor parte del país. No existe un "estado de derecho", sólo la ley de las armas. Es difícil asimilar el retroceso de Libia, que hace tan sólo diez años fue el país con el índice de desarrollo humano más alto de toda África, y ahora es un estado fallido fragmentado y muy peligroso. El año pasado, la agencia de la ONU OIM (Organización Internacional para la Migración) informó que los mercados de esclavos habían regresado al país.
El colapso económico y social ha tenido un impacto devastador en la vida de los libios comunes.
Tomemos el cuidado de la salud. Una encuesta de 2017 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud sobre la disponibilidad y el grado de preparación de los servicios reveló que 17 de los 97 hospitales estaban cerrados y que sólo cuatro de ellos funcionaban entre el 75% y el 80% de su capacidad. Más del 20% de los centros de atención primaria de salud están cerrados y el resto no están "bien preparados para la prestación de servicios".
En mayo de 2016, la Organización Mundial de la Salud también expresó su "gran preocupación" por la muerte de 12 recién nacidos en la unidad de cuidados intensivos neonatales del Centro Médico Sabah en Sabha, al sur de Libia. Registraron que: "Las muertes ocurrieron como resultado de una infección bacteriana y la falta de personal sanitario especializado para proporcionar atención médica".
El sistema educativo también se encuentra en un estado de colapso o a punto de colapsar. En 2016, se informó que el inicio del año escolar se pospuso debido a una "falta de libros, falta de seguridad y muchos otros factores".
Se observó que el año escolar libio no había sido regular desde la caída de Gaddafi. Este año, la UNICEF dijo que 489 escuelas se vieron afectadas por el conflicto y que alrededor de 26.000 estudiantes se vieron obligados a cambiar de escuela debido a las clausuras.
La UNICEF también dice que 378.000 niños libios necesitan ayuda humanitaria, 268.000 necesitan agua potable, saneamiento e higiene y 300.000 necesitan educación en apoyo de emergencia. En total, 1,1 millones de personas en Libia necesitan ayuda humanitaria.
Dada la grave situación, no es de extrañar que tantos libios se hayan marchado, o se estén marchando. En 2014, se informó que entre 600.000 y 1 millón de personas habían huido a Túnez.
Si añadimos a los que fueron a Egipto y a otros lugares, es probable que la cifra supere los 2 millones, lo que resulta asombroso si tenemos en cuenta que la población de Libia en 2011 era de unos 6 millones de habitantes.
Como argumenté en un artículo de opinión anterior, el ataque occidental contra Libia fue un crimen aún peor que la invasión de Irak, porque llegó más tarde. Realmente no había excusa para que alguien, viendo cómo había resultado la operación de "cambio de régimen" de 2003, apoyara una acción similar en el norte de África.
Sin embargo, los responsables de lo sucedido no han sufrido ninguna consecuencia. El entonces Primer Ministro del Reino Unido, David Cameron, es culpado por el Brexit (por quienes prefieren permanecer en la UE), pero no por lo que le hizo a Libia y por las declaraciones que hizo para justificar la acción militar. Esto a pesar de un informe de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes que concluyó, cinco años después, que "la acusación de que Muammar Gaddafi habría ordenado la masacre de civiles en Bengasi no estaba apoyada por las pruebas disponibles".
Nicolás Sarkozy, el presidente francés en 2011, se enfrenta a un juicio (o varios juicios) en relación con tres investigaciones diferentes, entre las que se incluye el haber aceptado dinero de Gaddafi para ayudar a su campaña electoral, pero todavía no ha sido procesado por su papel en la guerra.
Bernard-Henri Levy, el filósofo considerado por algunos como el padrino intelectual de la intervención occidental (y que se jactaba de que "fuimos los primeros en decir que Gaddafi ya no era el representante legal"), se está desempeñando en una obra de teatro anti-Brexit en solitario, mientras que el país que él mismo ayudó a "liberar" se quema.
En los Estados Unidos y en los círculos "liberales" de Occidente, Barack Obama y Hillary Clinton son venerados por no ser Donald Trump, pero lo que el dúo le hizo a Libia es mucho peor que lo que ha hecho Trump hasta ahora.
Y Theresa May, en ese entonces ministra británica del Interior, bajo cuya supervisión se levantaron las órdenes de control de los miembros del Grupo de Combate Islámico Libio anti-Gaddafi, es ahora la primera ministra, y está tratando de adoptar una posición de superioridad moral en contra de Rusia. Para añadirle un insulto a las heridas, un político que se opuso a la acción de la OTAN en 2011, Jeremy Corbyn, es quien está siendo constantemente atacado por los medios de comunicación y tachado como alguien inaceptable. ¿Qué tan malo es eso?
Volviendo a la violencia actual, al momento de redactar este informe se reporta que en el sur de Trípoli se mantiene un alto el fuego auspiciado por la ONU para poner fin a los enfrentamientos, pero teniendo en cuenta cómo se han derrumbado los anteriores ceses al fuego, no podemos ser optimistas. Parte del problema es que el país está inundado de armas. La triste verdad es que Libia está quebrada y probablemente nunca más se arreglará. Se ha cometido un gran crimen, pero uno no lo pensaría, a juzgar por la falta de cobertura mediática.
Hemos tenido mucho debate este verano en Gran Bretaña sobre el "derecho a existir" de Israel, y si desafiar esto lo convierte a uno en "antisemita", pero la realidad es que Libia -como un Estado moderno y en funcionamiento- ha dejado de existir. Y nadie en los círculos de la élite parece estar mínimamente molesto. Consideremos cuántos centímetros de columnas de periódicos fueron dedicados a "salvar" a Libia en la preparación de la intervención "humanitaria" de la OTAN hace siete años y medio, comparados con la falta de artículos de opinión sobre el país en la actualidad.
Intente buscar en Google los nombres de algunos de los principales halcones de guerra de los medios de comunicación y "Libia" y verá que tienden a quedarse mudos después de 2011, centrando su atención en la propaganda a favor de un "cambio de régimen" en Siria. La única conclusión a la que se puede llegar es que su único interés en el país fue ver caer a Muammar Gaddafi. Después de eso, ¿a quién le importa?
Libia sigue siendo una tierra sin ley, con milicias rivales que luchan en las calles de Trípoli y más de un millón de personas que necesitan ayuda. Pero los "intervencionistas liberales" de Occidente no están interesados en la catástrofe que crearon.
"Cientos de personas escapan de la cárcel en medio de enfrentamientos mortales en Trípoli", se declaró esta semana en un titular en el sitio web de BBC News.
Más de 60 personas han muerto en los combates actuales, y otros muchos han resultado heridos y cientos de ciudadanos han sido desplazados. Los últimos disturbios comenzaron después de que la 7ª Brigada de Infantería "Kaniat" de Tarhuna avanzara hacia la capital desde el sur y se enfrentara a una coalición de milicias de Trípoli.
Es muy difícil seguir el ritmo de quién está luchando contra quién. Si usted piensa que la situación en Siria es complicada, no ha prestado mucha atención a Libia. Como reconoce el artículo de la BBC: "Libia ha encarado un caos continuo desde que las fuerzas milicianas apoyadas por la OTAN, algunas de ellas rivales, derrocaran al coronel Gaddafi en octubre de 2011".
Libia tiene gobiernos rivales, pero ni siquiera éstos controlan la mayor parte del país. No existe un "estado de derecho", sólo la ley de las armas. Es difícil asimilar el retroceso de Libia, que hace tan sólo diez años fue el país con el índice de desarrollo humano más alto de toda África, y ahora es un estado fallido fragmentado y muy peligroso. El año pasado, la agencia de la ONU OIM (Organización Internacional para la Migración) informó que los mercados de esclavos habían regresado al país.
El colapso económico y social ha tenido un impacto devastador en la vida de los libios comunes.
Tomemos el cuidado de la salud. Una encuesta de 2017 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud sobre la disponibilidad y el grado de preparación de los servicios reveló que 17 de los 97 hospitales estaban cerrados y que sólo cuatro de ellos funcionaban entre el 75% y el 80% de su capacidad. Más del 20% de los centros de atención primaria de salud están cerrados y el resto no están "bien preparados para la prestación de servicios".
En mayo de 2016, la Organización Mundial de la Salud también expresó su "gran preocupación" por la muerte de 12 recién nacidos en la unidad de cuidados intensivos neonatales del Centro Médico Sabah en Sabha, al sur de Libia. Registraron que: "Las muertes ocurrieron como resultado de una infección bacteriana y la falta de personal sanitario especializado para proporcionar atención médica".
El sistema educativo también se encuentra en un estado de colapso o a punto de colapsar. En 2016, se informó que el inicio del año escolar se pospuso debido a una "falta de libros, falta de seguridad y muchos otros factores".
Se observó que el año escolar libio no había sido regular desde la caída de Gaddafi. Este año, la UNICEF dijo que 489 escuelas se vieron afectadas por el conflicto y que alrededor de 26.000 estudiantes se vieron obligados a cambiar de escuela debido a las clausuras.
La UNICEF también dice que 378.000 niños libios necesitan ayuda humanitaria, 268.000 necesitan agua potable, saneamiento e higiene y 300.000 necesitan educación en apoyo de emergencia. En total, 1,1 millones de personas en Libia necesitan ayuda humanitaria.
Dada la grave situación, no es de extrañar que tantos libios se hayan marchado, o se estén marchando. En 2014, se informó que entre 600.000 y 1 millón de personas habían huido a Túnez.
Si añadimos a los que fueron a Egipto y a otros lugares, es probable que la cifra supere los 2 millones, lo que resulta asombroso si tenemos en cuenta que la población de Libia en 2011 era de unos 6 millones de habitantes.
Como argumenté en un artículo de opinión anterior, el ataque occidental contra Libia fue un crimen aún peor que la invasión de Irak, porque llegó más tarde. Realmente no había excusa para que alguien, viendo cómo había resultado la operación de "cambio de régimen" de 2003, apoyara una acción similar en el norte de África.
Sin embargo, los responsables de lo sucedido no han sufrido ninguna consecuencia. El entonces Primer Ministro del Reino Unido, David Cameron, es culpado por el Brexit (por quienes prefieren permanecer en la UE), pero no por lo que le hizo a Libia y por las declaraciones que hizo para justificar la acción militar. Esto a pesar de un informe de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes que concluyó, cinco años después, que "la acusación de que Muammar Gaddafi habría ordenado la masacre de civiles en Bengasi no estaba apoyada por las pruebas disponibles".
Nicolás Sarkozy, el presidente francés en 2011, se enfrenta a un juicio (o varios juicios) en relación con tres investigaciones diferentes, entre las que se incluye el haber aceptado dinero de Gaddafi para ayudar a su campaña electoral, pero todavía no ha sido procesado por su papel en la guerra.
Bernard-Henri Levy, el filósofo considerado por algunos como el padrino intelectual de la intervención occidental (y que se jactaba de que "fuimos los primeros en decir que Gaddafi ya no era el representante legal"), se está desempeñando en una obra de teatro anti-Brexit en solitario, mientras que el país que él mismo ayudó a "liberar" se quema.
En los Estados Unidos y en los círculos "liberales" de Occidente, Barack Obama y Hillary Clinton son venerados por no ser Donald Trump, pero lo que el dúo le hizo a Libia es mucho peor que lo que ha hecho Trump hasta ahora.
Y Theresa May, en ese entonces ministra británica del Interior, bajo cuya supervisión se levantaron las órdenes de control de los miembros del Grupo de Combate Islámico Libio anti-Gaddafi, es ahora la primera ministra, y está tratando de adoptar una posición de superioridad moral en contra de Rusia. Para añadirle un insulto a las heridas, un político que se opuso a la acción de la OTAN en 2011, Jeremy Corbyn, es quien está siendo constantemente atacado por los medios de comunicación y tachado como alguien inaceptable. ¿Qué tan malo es eso?
Volviendo a la violencia actual, al momento de redactar este informe se reporta que en el sur de Trípoli se mantiene un alto el fuego auspiciado por la ONU para poner fin a los enfrentamientos, pero teniendo en cuenta cómo se han derrumbado los anteriores ceses al fuego, no podemos ser optimistas. Parte del problema es que el país está inundado de armas. La triste verdad es que Libia está quebrada y probablemente nunca más se arreglará. Se ha cometido un gran crimen, pero uno no lo pensaría, a juzgar por la falta de cobertura mediática.
Hemos tenido mucho debate este verano en Gran Bretaña sobre el "derecho a existir" de Israel, y si desafiar esto lo convierte a uno en "antisemita", pero la realidad es que Libia -como un Estado moderno y en funcionamiento- ha dejado de existir. Y nadie en los círculos de la élite parece estar mínimamente molesto. Consideremos cuántos centímetros de columnas de periódicos fueron dedicados a "salvar" a Libia en la preparación de la intervención "humanitaria" de la OTAN hace siete años y medio, comparados con la falta de artículos de opinión sobre el país en la actualidad.
Intente buscar en Google los nombres de algunos de los principales halcones de guerra de los medios de comunicación y "Libia" y verá que tienden a quedarse mudos después de 2011, centrando su atención en la propaganda a favor de un "cambio de régimen" en Siria. La única conclusión a la que se puede llegar es que su único interés en el país fue ver caer a Muammar Gaddafi. Después de eso, ¿a quién le importa?
Neil Clark es periodista, escritor, locutor y bloguero. Ha escrito para muchos periódicos y revistas en el Reino Unido y otros países, incluyendo The Guardian, Morning Star, Daily and Sunday Express, Mail on Sunday, Daily Mail, Daily Telegraph, New Statesman, The Spectator, The Week y The American Conservative. Es un comentarista habitual en RT y también ha aparecido en la televisión y la radio de la BBC, Sky News, Press TV y la Voz de Rusia. Es cofundador de la Campaña por la Propiedad Pública @PublicOwnership. Su premiado blog se puede encontrar en www.neilclark66.blogspot.com. Hace tweets sobre política y asuntos mundiales en @NeilClark66
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